Te soñé
Soñé que hice una fiesta por mi cumpleaños, a la cual tú estabas invitado.
Esa noche al bajar, buena parte de mis amigos estaba ya reunida conversando, tomando algo o coqueteando con mis compañeras de la preparatoria, quienes se hallaban congregadas en la en la esquina de la sala junto al bar. La música la escogió mi mejor amiga de la universidad, con la cual llegué a compartir algunos besos.
Anteriormente he sentido mucha libido cuando pienso en estar con una mujer, pero jamás he sido lo suficientemente valiente para cumplir tal fantasía.
Esa noche, por alguna razón -ya que no suele ser mi estilo- llevaba un vestido demasiado corto, que apenas cubría mi trasero.
Estaba bailando con amigos, riendo sin respiro, disfrutando del ambiente, cuando de pronto llegaste tú y, al verte, me entraron nervios de excitación y miedo, aunque traté, a medias, de disimularlos, para ir a saludarte e invitarte a tomar algo. Al acercarme notaste mi nerviosismo y sonreíste mientras me decías al oído: "¿Por qué tan agitada?". Yo solo sonreí picaramente y me fui al otro lado de la pista de baile a conversar con algunos amigos y mi mejor amiga notó enseguida mi reacción a tu llegada, y yo aún lograba sentir tu mirada clavada en mi trasero durante los pocos segundos que duró ese recorrido. De vez en cuando, un par de horas y varios tragos después, mientras estaba libre o cansada de tanto bailar, te acercabas situándote detrás de mi, muy cerca; subías un poco mi vestido para acariciar la cada ve más erizada piel de mis voluptuosas nalgas (a pesar de lo delgada que soy). Yo solo me quitaba, evadiéndote sin ganas de dejar que perdieras el interés en seguir provocándome, me acomodaba la ropa y te decía que podían vernos, que tuvieras más cuidado. Me invitaste a bailar y, como siempre, te colocaste detrás de mí, con tú respiración en mi cuello, me tomaste de la cintura e hiciste que mi trasero se restregara con tu erección, yo solo te dejé hacerlo y seguimos bailando. Pasadas otro par de horas, cuando ya la gente se empezaba a ir, me llevaste de la mano a la terraza para decirme suavemente al oído: "Te tengo unas ganas...", yo te miré y esboce una sonrisa picara y urgente. Añadiste: "Vámonos a otro sitio". "No" contesté, sin mucha convincencia. Empezaste a subir mi vestido, a hacer a un lado mi ropa interior y a acariciar suavemente mi vagina de adelante hacia atrás, muy despacio, como queriendo hacerme sufrir.
- Si no quieres, ¿Por qué estás tan mojada?- dijiste susurrando.
Yo cerré los ojos y me dejé encontrar por tus dedos firmes. De pronto, metiste uno bruscamente y con fuerza, logrando arrancarme un pequeño gemido.
Así mientras me penetrabas con tus dedos bajo mi vestido, empezaste a pegar tu pene a mi trasero y pasarlo por todo el medio de arriba hacia abajo. Sentía tu respiración en mi cuello y de vez en cuando mordías mi oreja, mis gemidos se escapaban de mis labios... hasta que alguien salió y nos detuvimos.
Allí, aún acalorada, me desperté.
(Continuará...)
Soñé que hice una fiesta por mi cumpleaños, a la cual tú estabas invitado.
Esa noche al bajar, buena parte de mis amigos estaba ya reunida conversando, tomando algo o coqueteando con mis compañeras de la preparatoria, quienes se hallaban congregadas en la en la esquina de la sala junto al bar. La música la escogió mi mejor amiga de la universidad, con la cual llegué a compartir algunos besos.
Anteriormente he sentido mucha libido cuando pienso en estar con una mujer, pero jamás he sido lo suficientemente valiente para cumplir tal fantasía.
Esa noche, por alguna razón -ya que no suele ser mi estilo- llevaba un vestido demasiado corto, que apenas cubría mi trasero.
Estaba bailando con amigos, riendo sin respiro, disfrutando del ambiente, cuando de pronto llegaste tú y, al verte, me entraron nervios de excitación y miedo, aunque traté, a medias, de disimularlos, para ir a saludarte e invitarte a tomar algo. Al acercarme notaste mi nerviosismo y sonreíste mientras me decías al oído: "¿Por qué tan agitada?". Yo solo sonreí picaramente y me fui al otro lado de la pista de baile a conversar con algunos amigos y mi mejor amiga notó enseguida mi reacción a tu llegada, y yo aún lograba sentir tu mirada clavada en mi trasero durante los pocos segundos que duró ese recorrido. De vez en cuando, un par de horas y varios tragos después, mientras estaba libre o cansada de tanto bailar, te acercabas situándote detrás de mi, muy cerca; subías un poco mi vestido para acariciar la cada ve más erizada piel de mis voluptuosas nalgas (a pesar de lo delgada que soy). Yo solo me quitaba, evadiéndote sin ganas de dejar que perdieras el interés en seguir provocándome, me acomodaba la ropa y te decía que podían vernos, que tuvieras más cuidado. Me invitaste a bailar y, como siempre, te colocaste detrás de mí, con tú respiración en mi cuello, me tomaste de la cintura e hiciste que mi trasero se restregara con tu erección, yo solo te dejé hacerlo y seguimos bailando. Pasadas otro par de horas, cuando ya la gente se empezaba a ir, me llevaste de la mano a la terraza para decirme suavemente al oído: "Te tengo unas ganas...", yo te miré y esboce una sonrisa picara y urgente. Añadiste: "Vámonos a otro sitio". "No" contesté, sin mucha convincencia. Empezaste a subir mi vestido, a hacer a un lado mi ropa interior y a acariciar suavemente mi vagina de adelante hacia atrás, muy despacio, como queriendo hacerme sufrir.
- Si no quieres, ¿Por qué estás tan mojada?- dijiste susurrando.
Yo cerré los ojos y me dejé encontrar por tus dedos firmes. De pronto, metiste uno bruscamente y con fuerza, logrando arrancarme un pequeño gemido.
Así mientras me penetrabas con tus dedos bajo mi vestido, empezaste a pegar tu pene a mi trasero y pasarlo por todo el medio de arriba hacia abajo. Sentía tu respiración en mi cuello y de vez en cuando mordías mi oreja, mis gemidos se escapaban de mis labios... hasta que alguien salió y nos detuvimos.
Allí, aún acalorada, me desperté.
(Continuará...)
