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Sussy la niña mala (Susy, una ama de casa muy dulce 3)

gerar10

Bovino adicto
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26 Mar 2008
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El baño pasó muy rápido, o por lo menos no era su intención quedarse ahí, entre toqueteos, besos y una que otra hincada de doña Susy para mamar las vergas de los jóvenes mientras el agua resbalaba por su cara, haciendo, incluso, un poco difícil su respirar pero gozándolas como nunca lo había hecho desde años atrás. Lo importante en ese momento era dejarlas limpias para lo que se avecinaba.

Los chicos salieron del baño y ella permaneció aún por un rato más. Realizó todo el procedimiento necesario para colocarse el enema en el recto y salir completamente limpia. Lo que seguía le causaba mucha excitación y morbo.

Su mente volvió a vagar por el túnel del tiempo. Aún no cumplía los 19 años. El profesor Rojas había aprovechado muy bien la ocasión. Temerosa de reprobar la materia de Economía se había acercado a él en busca de ayuda. Él la había citado en su casa. No pasó nada, pero el cuerpo de Susy era el marco de referencia al que hacía alusión el profesor. Las sinuosidades de sus apetecibles, deseables y juveniles carnes eran el blanco perfecto de cualquier comentario morboso por parte de Rojas, ante la evidente ruborización de la chica, pero al mismo tiempo con un asomo de coquetería y sensualidad permitía las afirmaciones en doble sentido que sobre ella hacia en cada oportunidad el profesor. La segunda cita fue en casa de ella, una vez que el profesor supo que vivía sola y alejada de su familia. Vestida, en esa ocasión, con un pantalón de mezclilla tipo pescador, dejaba ver sus exquisitas y bien torneadas pantorrillas, y al ir ascendiendo por ellas lo llevaban hasta posarse en sus hermosas y amplias caderas en donde sus redondas y paraditas nalgas se sentían apretujadas por aquel pantalón que se ceñía a su piel. Arriba sólo un top, sin nada abajo, permitía ver las grandes aureolas de sus firmes y bien formados senos. Había en ella cierta excitación, sabía que algo podría pasar. Las imágenes se sucedían con rapidez en la cabeza de Susy. No entendió bien cómo sucedió todo, sólo se veía acostada boca arriba, con las piernas abiertas, completamente desnuda y encima de ella, con toda la fogosidad que despertaba el poseer aquel cuerpo hermoso, ardiente y juvenil, veía los movimientos fuertes y rítmicos del profesor Rojas entrando y saliendo de su húmeda y caliente cavidad. El rechinar del catre, único espacio donde podía descansar y que ahora era profanado por el profesor, le indicaba el ritmo a veces rápido, otras lentas, y que por momentos parecía detenerse, pero que le estaban proporcionando un placer que no había sentido antes, ni siquiera con don Julio, el papá de su amiga Silvia que le había arrebatado su virginidad. Las cuatro paredes de aquel cuartucho, porque eso era: un cuartucho, abrigaban los ruidos que ella empezaba a hacer. Rojas, su profesor de Economía, era un excelente amante. No sabía si al principio había sido forzado o, quizá, llevada por el deseo de varios meses en abstinencia la había arrojado a los brazos del profesor, pero ahora se veía con las piernas al aire, abriéndolas sin recato para después apretar con ellas, con toda la fuerza que le daba la pasión, por la espalda a Rojas, sin miramiento alguno, mientras sus brazos y manos se aferraban a su espalda. La llevó como nunca antes a tener más de tres orgasmos, sintiendo morirse pero al mismo tiempo viva por gozar indescriptiblemente todas esas sensaciones. Rojas la fue llevando de un punto a otro. Como recompensa le pagó un departamento mucho más bonito, amplio y acogedor. Por supuesto el profesor tenía llave, así es que en el momento menos pensado llegaba para poseerla, para hacerla suya y gozar de ese tierno pero ardiente cuerpo. Pronto le enseñó a la chica las mieles del sexo: desde venirse en su boca hasta el sexo anal pasando por bañarla con su caliente semen en sus pechos, cara y nalgas. Pronto vendría algo más: poseerla él y otro amigo. Ella no opuso resistencia. Sólo se dejó llevar. Lo había pedido como regalo de su cumpleaños número 46 y ella accedió. Las primicias de su ano ya habían sido gozadas por el profesor. Después, y fue el principio del fin, empezó a ver cómo la poseían otros mientras él se masturbaba tocándose en un rincón de aquel departamento. No estaba muy de acuerdo con eso. Se sentía usada, poco libre para elegir con quien hacerlo. En venganza empezó la búsqueda por satisfacer sus deseos cuando sabía que Rojas estaba en la Universidad impartiendo sus clases. La pasión que despertó en ella el profesor era difícil de apagar, un fuego la consumía cuando no tenía sexo y así fue como decidió terminar esa relación, con la consabida búsqueda de un departamento que sería pagado por cuenta propia. Luego conoció a Marcos con quien sostuvo un romance por poco tiempo pero muy intenso.

Desde aquella ocasión no había estado con dos hombres al mismo tiempo. Pero ahora era diferente, era la dueña de la situación, y aquellas dos vergas eran jóvenes, enhiestas y calientes, eso le daba más morbo a la situación. Salió del baño envuelta en una toalla negra que contrastaba con la blancura de su piel. Su pelo casi mojado y aún salpicando un poco de agua con sus pies fue acercándose a la sala. Ahí estaban el "chino" y "manú" ya firmes, con sus instrumentos bien erguidos cada uno se tomaba el propio en su mano y subiendo y bajando la piel del prepucio mostraban descaradamente sus penes a doña Susy. No hubo más preámbulos se fue acercando a ellos y dejando caer la toalla a sus pies, la acomodó para poner sobre ella sus rodillas e hincarse para saborear uno a uno los dos falos que se le presentaban delante de sus ojos y que no podía desaprovechar. Había mucho morbo en esa situación, hacía casi 17 años que ella había sido penetrada por dos al mismo tiempo, aparentemente ninguno de los dos chicos que ahora tenía a su merced había nacido o eran apenas unos bebés, y ahora estaban ahí con ella dispuestos a proporcionarle el mejor de los placeres con sus instrumentos duros y potentes. Esto la ponía a mil, y la miel de su entrepierna al escurrir hacía que el calor subiera por su cabeza y la recorriera entera como si fueran las manos de los chicos. Besó una y otra verga, succionó suavemente la "cabecita" de "manú", la chupó fuertemente, el chico pegó un pequeño aullido lleno de placer. Se la metió toda en la boca hasta sentir que la cabeza de la verga de Manuel pegaba en su campanilla. Era experta en eso, no la sacó de su boca, siguió succionando, chupando fuerte, y sólo la sacó para meterse, de un solo golpe, la verga del "chino" quien con un reflejo, producto del placer que sintió movió la cadera hacia arriba, haciendo con ello que su verga se enterrara aún más en la boca de Susy, quien no opuso resistencia y con agrado chupó con mayor fuerza la dura y negra verga mientras su mano derecha subía y bajaba por la piel ardiente del cuerpo venoso y duro del palo de "manú". La imagen era delirante, ahí estaba la Señora Susy, con sus redondas y firmes nalgas apuntando al aire mientras su cabeza se enterraba una y otra vez, alternando los sabores de esas ricas vergas que disfrutaba sin remordimientos ni recato, recreándose con el sabor de ambos penes juveniles en su boca. Así estuvo un buen rato. Tenía que ponerle más morbo a esa entrega lujuriosa que pronto haría de su cuerpo a aquellos muchachos calientes que parecían explotar en cualquier instante. Se puso de pie, al tiempo que con sus manos, una en cada una de los enhiestos falos, tiraba hacia ella obligando, así, a ambos chicos a ponerse de pie.

Mi recámara matrimonial nos espera, dijo, con un dejo de putería que rayaba en la lujuria y el paroxismo del placer.

Sin esperar respuesta siguió halando las vergas, haciendo con ello que ambas se pusieran más dura si en eso había alguna posibilidad. Dio unos pasos hacia atrás y les dijo: "síganme chicos, arriba esta mi recámara, allá estaremos más cómodos y a gusto". Caminó delante de ellos contoneando su desnudo cuerpo mientras los dos jóvenes caminaban con los ojos llenos de lujuria y sus vergas en señal de que no podían esperar más. "El Chino" por ser un poco más grande era también más atrevido, al llegar al descanso de la escalera se acercó a la señora rodeándola por la cintura con sus brazos desde atrás y acercándose a ella, en un tirón sobre el cuerpo de tan hermosa y deseable señora, se pegó a ella rozándola descarada y ardientemente con su verga más dura que un mástil. Fue colocándose en frente de ella para posar con lujuria y deseo sus labios en los finos y deliciosos labios de doña Susy, fue correspondido de manera ardiente, mientras su lengua hurgaba dentro de la boca de Susy sus manos volaban para posarse en aquel par de duros y níveos senos, apretujándolos con fuerza y con la calentura propia del momento. Susy dejó de besarlo en la boca para iniciar un recorrido por la oreja izquierda del "chino" mientras sus manos tomaban el rostro del muchacho para no darle oportunidad de moverse y seguir deslizando su caliente boca por el cuello y la barbilla del joven, mordiendo suavemente pero mostrando en ello el deseo que sentía en ese instante. "Manú" no quiso desaprovechar la oportunidad y sin pensarlo mucho, con la intuición que nace del deseo y de aquellas revistas y películas que había visto, se colocó en un escalón debajo de donde posaba su pie derecho doña Susy, para buscar con sus labios los labios íntimos y siempre húmedos de la señora. Susy abrió un poco más las piernas y mientras sus labios recorrían el pecho, besando las tetillas del "chino" y sus mano derecha apretujaba verdaderamente aquel rico y duro falo que erguido se pegaba a su pierna, los labios de Manuel se posaban para besar, primero dulcemente luego con verdadera furia, los labios vaginales de Susy, metiendo la lengua cada vez más adentro y haciendo que ella se contorsionara cual verdadera hembra en celo y deseosa de macho y de todos aquellos que pudieran tomarla y poseerla, Susy emitía gemidos y gritos llenos de placer y de lujuria. "El chino" seguía con sus manos magreando sus senos y de vez en cuando los deslizaba hacia atrás para tocar groseramente las nalgas y apretujarlas con sus juveniles manos, en tanto "manú" seguía con su caliente tarea introduciendo la lengua y succionando el clítoris de Susy aferrándose con sus manos a las piernas de la señora como queriendo impulsarse para meterse él mismo en aquella deseable y apetecible húmeda y caliente vagina.

Susy no podía más, necesitaba respirar, entrecortadamente dijo "subamos a mi recámara muchachos ahí haremos todo…". Los chicos se separaron, y tomando a ambos de sus manos los fue llevando a la recámara donde por las noches descansaba plácidamente con Carlos, su marido. Se puso frente al "chino" y de un empujón, no muy fuerte, al tiempo que le decía "acuéstate" lo tiró boca arriba sobre la cama. Este cayó en la cama apuntando con su duro mástil el techo como mudo testigo de la entrega que se aproximaba. Se fue acercando a horcajadas a la dura verga del "chino", pasó su pierna izquierda por encima de las piernas del "chino", tomó el falo caliente y lo dirigió a su húmeda cueva, "ah" se escuchó prolongadamente cuando sentándose sobre el pene negro y grueso del "chino", este se fue enterrando en su depilada vagina hasta sentirlo en el fondo tocando con todas sus paredes internas. Subía y bajaba como poseída, gozando cada milímetro de tan erguido, duro y potente pene juvenil. "ah... ah.. siii.. siii.. oh.. oh" eran sus pocos sonidos inteligibles que se mezclaban con gritos –casi alaridos- de gozo y placer. "ven manú -le dijo al otro chico- párate acá, frente a mí" no sonó a orden sino más bien a súplica, deseando volver a tener esa rica verga, un poco más larga que la del "chino", dentro de su boca y ensalivarla completamente para luego sentirla por su orificio más pequeño y estrecho. Manuel se paró frente a ella, quien hincada no dejaba de subir y bajar sobre la verga del "chino". Tuvo que hacer un alto, dejar de moverse tanto para meter dentro de su caliente boca el falo ardiente y duro de Manuel, casi se le fue hasta el fondo, pero ella sin mostrar ningún asomo de arcada lo mantuvo así, rodeándolo con su lengua y chupando, fuertemente, con sus labios la base de tan rica y deliciosa verga que entraba y salía con prisa de sus cachondos labios. La ensalivó toda y cuando ella sintió que era el momento, "vente atrás de mí `manú´" –le dijo- con toda la sensualidad de una voz deseosa de sentir la dura verga en su caliente y apretado agujerito. "métemela en el culo" pidió. Manuel se salió de su boca, y en tanto doña Susy se inclinó hacia adelante, sin salirse del "chino", paró la cola para dejar a la vista de Manuel ese agujero negro que en pocos momentos le succionaría todo: la verga y la leche.

Manuel entró despacio en ella, primero suave pero firme. "métela toda" ordenó doña Susy, "más… sii.. así.. siii… duro `manú´.. siii.. oooo.. siii.. más .. toda.. métela toda.. sii ..asiii.." Manuel empezó a moverse fuertemente, aferrándose a las ricas caderas de la señora entraba y salía sin detenerse a pensar si la lastimaba o no, su verga más que lubricada por la saliva de doña Susy entraba con facilidad y él sentía que aquel agujero caliente y estrecho lo apretaba en cada espacio de su piel que se retraía fuertemente cuando avanzaba hacia la cavidad oscura de los intestinos de ella. "El chino" apretujaba los pequeños pero firmes senos de doña Susy, también se movía al ritmo de ella, entraba y salía fuertemente. Por momentos le parecía sentir la rigidez de la verga de Manuel que era probable se pegaran uno al otro al estar separados únicamente por una pared delgada, y en ese toqueteo que sentía en su pene lo ponía más caliente. Ahí estaban los tres poseyendo a tan dulce señora, los movimientos se hacían más rápido. Entre gritos de placer fueron moviendo al ritmo que marcaba la cachondería y la calentura propia del momento y que doña Susy acrecentaba más con sus gritos y peticiones. "Háganme su puta muchachos, cójanse a su puta… siii.. siii soy su puta chicos.. siii así… así.. háganme más puta de lo que ya soy… siiiii" Dos minutos más fueron suficientes, aunque a ellos les pareció la eternidad, los tres al unísono gritaron cuando sentían llegar el orgasmo a sus cuerpos. Casi se sacudieron cuando la descarga llegó a ellos… cayeron en la cama borrachos de placer, se quedaron abrazados un rato más. Después doña Susy los invitó a comer. Ya cerca de las 6 de la tarde, les dijo "voy por ni nena, muchachos, la dejé encargada con una amiga y ya es tarde, y mi marido no tarda en llegar, apenas tengo el tiempo justo". Salieron los tres al patio delantero. Con un beso en la mejilla se despidió de cada uno de ellos. Caminó contoneando sus caderas que nuevamente se enfundaban en un pantalón de mezclilla muy apretado, y al ritmo de sus pasos se mecían de un lado a otro. Los chicos voltearon a verla, y ella antes de doblar la esquina volteo también a verlos. Desde lo lejos los saludó con la mano derecha en alto, al tiempo que les guiñaba el ojo. Manuel y el "chino" iban muy felices, acababan de hacer suya a una de las mujeres más hermosas y cogibles de la colonia: Doña Susy.
 
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