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Relato: Asesoria a una colegiala

youmama666

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Registrado
11 Dic 2009
Mensajes
422
Que tal comunidad, aqui les dejo este relato que encontre navegando por la
red.

Yo había entrado en un prestigioso colegio de paga en el que
las clases eran muy rigurosas. El ambiente era bueno, pero la verdad es que no
solía pasar nada que se saliera de lo habitual. La presión de los profesores
impedía que sucediera nada. Eso crei...

Pasó el primer mes y casi sin darme cuenta pasé al siguiente
nivel. Yo, como se me daba bien el tema de las compus, logré hacerme un hueco en
la sala de Informática y conseguí hacerme de una reputacion. Aquello era algo
que nunca me hubiera imaginado. Allí, yo solo, dando clase a la gente de cursos
inferiores, asesoria vamos. Eso me permitió subir mi caché particular dentro del
colegio. Pero eso no me excluía de tener que soportar la comida del comedor.

Yo, daba mis clases con mucho gusto, aunque siempre había
algún que otro alumno que se dedicaba a fastidiarme. Recuerdo el caso de un par
de pubers, dos individos (creo que se llamaban Luis y Alberto) que en vez de
atender, se dedicaban a meter virus a sus compañeros. Pero como todo en la vida
tiene su compensación, el dar clase a ese curso me gustaba. No por los dos
chavales que me fastidiaban, sino porque había una chica que me encantaba. Se
llamaba... Silvia.

Tenía los ojos marrones claros. Solía llevar la falda un poco
más corta que las demás alumnas, cosa que la trajo algún que otro problema en el
colegio. Yo se lo agradecía. Era más bien tímida, aunque su mirada era ardiente.
Me la presentaron pero yo no le hice mucho caso. No porque no me gustara, sino
porque pensaba que no tenía nada que hacer con ella. Ya saben entre mas
extrovertidas mejor... pues como dice Adal, pues no es cierto.

Un día en el comedor, nos sentamos frente a frente. Llego y
me pidio permiso para sentarse junto ami para preguntarme algunas cosas.
Empezamos a hablar de cosas sin sentido. Cuando terminé mi comida me levanté y
ella me guiñó un ojo. Eso hizo que se me helara la sangre. Pensé: "¿Habrá sido a
mi?". Mientras iba a dejar mi bandeja con los restos de aquel mugrero de comida,
observé cómo ella se levantaba de la mesa sin haber terminado de comer. Yo no le
di importancia y me fui al laboratorio de ingles.

Estando allí, oí que llamaban a la puerta. Me fijé que era
ella ya que las puertas tenían un rectángulo con cristal transparente por los
que se podía ver quién estaba dentro. Me acerqué y le abrí la puerta. Ella me
preguntó que si podía pasar. Obviamente yo se lo afirmé. Entró y se sentó
delante del ordenador en el que yo estaba pasando las calificaciones de esa
unidad, por un sistema que hasta ahora no logro dominar. Lo miró y me preguntó
que qué era eso. Yo intenté explicárselo con un lenguaje coloquial, pero me fue
imposible. Ella se quedó igual que cuando había entrado. Me explicó que le
interesaba el idioma ingles y que yo daba las clases muy bien. Eso me alagó pero
noté cierto tono en su voz que hizo que los pelos de mi cuerpo se erizasen.

Su falda reposaba sobre sus piernas entreabiertas. Llevaba
calcetines de color azul marino y se había quitado el sweter por lo que sólo
llevaba el polo (ya que era temporada cálida). Sus pechos se marcaban pese a que
llevaba sujetador. Era de color negro, por lo que se transparentaba. Eran
redondos y según mis cálculos, sobresaldrían de mis manos lo justo como para
poder jugar con ellos. Sus pezones se marcaban a través de su sujetador. Ella se
dió cuenta de que yo estaba en otra parte con mi pensamiento por lo que optó por
callarse. Yo seguí mirándola sin darme cuenta de que ya no estaba pronunciando
ninguna palabra. Pasado un rato la miré a los ojos y ella me dijo que si me
gustaba lo que estaba viendo. La verdad es que me cortó mucho pero sin darme
cuenta le dije un SÍ que en la vida hubiese dicho. Su respuesta fue inmediata:
"Voy a enseñarte algo que nunca olvidarás". Aquellas palabras se me quedaron
grabadas. No supuse que aquello que me dijo fuera lo que ella se dispuso a
hacer. Pero... yo era quien trataba de ceducirla?

Bajó sus manos hasta que tocaron sus piernas. Poco a poco se
fue retirando su falda hasta la altura de la ingle y dejó al descubierto sus
muslos. Sólo de verlo me produjo una erección inmediata. Empezó a tocarse los
muslos con movimientos circulares y terminó de arrastrar su falda hasta que dejó
al descubierto sus bragas. Eran también negras. Ella me dijo que me acercara y
así hice. Me acerqué con mi silla hasta el borde de la mesa y ella apoyó sus
piernas en el asiento en el que yo estaba. Tenía delante de mí todo su precioso
tesoro. Eso sí, de momento sólo podía mirarlo ya que intenté tocarlo y ella me
retiró la mano.

Ella siguió con el juego y deslizó su mano hasta su vagina.
Introdujo un dedo por las bragas y empezó a masturbarse. Su dedo iba abriendo
sus labios vaginales. Aquello era digno de ver. Mi pene no sabía hacia dónde
expandirse. Después de tocarse, me dijo que le quitara las bragas. Se las quité
y ella siguió masturbándose. Esta vez más rápido. Podía ver cómo su clítoris
estaba duro y cómo se lo tocaba. Su respiración se hizo más produnda. A la vez
que hacía esto, con la otra mano se tocaba los pechos. Sus pezones se pusieron
más duros todavía.

Sin darme cuenta, ella llegó al primer orgasmo. Me miró y me
dijo que si me había gustado. Yo asentí y me dijo que siguiera. Sin tardanza fui
asegure la puerta con el cerrojo y corri la cortinita . regrese y empezo todo,
acerqué mi mano a su sexo y noté cómo estaba húmedo. La empecé a masturbar, a lo
que ella respondió con un gemido. Sus labios estaban dilatados por el movimiento
que habían sufrido anteriomente. Yo jugueteaba con ellos y con su clítoris. Ella
disfrutaba.

Paré de masturbarla y la cogí por la cintura. La acerqué
hasta que su sexo rozaba mi cara. Ella me miró pero me dijo nada. La empujé
hacia atrás y ella se tumbó sobre la mesa. Empecé a lamerle el clítoris mientras
la introducía un dedo por su vagina. Ella movía su cadera hacia arriba y abajo
como si la estuvieran penetrando. Aumenté el ritmo de mi lengua lo que la
produjo el segundo orgasmo. La estaba haciendo el amor con mi lengua.

Después de aquello, ella se levantó y se quitó el polo. Sus
pechos pedían ser tocados y no se hizo esperar. Mis manos fueron directas a
ellos. Le quité el sujetador como si de un profesional se tratase y abarqué sus
dos senos con ambas manos. Eran una delicia. Sus pezones se trababan entre mis
dedos y eso le gustaba. Pasé de tocarlos a besarlos. Mi lengua recorría aquellos
morenos pezones.

La levanté de la mesa y la puse de pié. Terminé de quitarle
la poca ropa que la quedaba para acto seguido hacer lo mismo con la mía. Nada
más quitarme los pantalones, mi pene resaltaba como un chocolate Mr. Big, ese le
gustaba. Me levanté de la silla para cambiarme de postura, ya que había
permanecido sentado a horcajadas desde el primer momento. Me volví a sentar,
pero esta vez en la postura correcta. Ella estaba delante de mi, observando cómo
estaba de erecto mi miembro. No hizo ningún comentario, sólo levantó las cejas
ante tal evento.

La cogí de las manos y tiré de ellas suavemente hacia abajo.
Ella interpretó a la perfección lo que yo la estaba sugiriendo. Se arrodilló
delante de mi y se metió mi pene en la boca. Yo sentí algo que nunca había
experimentado hasta entonces y pensé que realmente no me estaba ocurriendo. La
verdad era que sí. Aquello era real.

Ella se lo metía una y otra vez, dándose de vez en cuando un
respiro pero sin dejar de tocarlo. En los momentos que paraba, su mano se
activaba y seguía masturbándome. Su lengua recorría desde el glande hasta los
testículos. Cada vez que la chupaba, un sudor frío recorría mi cuerpo. Era un
placer indescriptible. En sus movimientos por querer sacar mi semen, noté cómo
estaba a punto de correrme. Pensé en parar, pero el placer era tan grande que
decidí darle el premio que se estaba mereciendo. La susurré que fuera más
deprisa y ella así lo hizo. En ese momento llegó mi orgasmo que llenó su
garganta de mi semen. Ella lo tragó íntegro y lamió todo resto que quedara en mi
pene. Me miró y me dijo que al fin le había dado lo que ella quería.

Sin dar tiempo a que mi pene perdiera su erección, la levanté
y la dije que se pusiera encima de mi. Ella se plantó delante de mi y se fue
agachando hasta que mi pene tocó con la abertura de su sexo. Agarré mi pene y
antes de penetrarla, mi glande acarició su clítoris, lo acaricie de arriba
abajo, cosa que a ella casi le produjo el orgasmo. Me fui abriendo camino entre
sus labios humedecidos y ella terminó por sentarse mirando hacia mí. Mi pene
entró en su totalidad y ella era la que marcaba el ritmo. Sus pechos se movían
al compás de sus movimientos. Al mismo tiempo que la penetraba mi mano
acariciaba su dilatado clítoris. Esto le produjo mayor placer. Ella se agarraba
al respaldo de la silla y hacía presión para que todo mi pene inundara su
vagina. Empezó a aumentar el ritmo y cada vez se iba levantando más ya que sus
piernas estaban apoyadas en el suelo. Practicamente mi pene salía entero y se
volvía a introducir. Hubo un momento en el que se paró, para que con mi pene
dentro de ella, describio círculos con su cadera. Fue algo impresionate. En ese
momento noté cómo llegaba mi segundo orgasmo. Mi respiración y tensión aumento
cosa que ella notó. Justo cuando me corrí, ella lo hizo también y culminamos los
dos con un gran gemido. Ella se levantó y quedó al descubierto mi miembro aún
con restos de flujo vaginal y semen. Ella se volvió a agachar para terminar de
saborear lo que anteriormente le había ofrecido.

Una vez hecho esto, cogió su ropa y se la puso. Yo hice lo
mismo ya que además de que tenía clase, carecía de fuerzas debido a mi mala
alimentación en el comedor. Ella antes de salir por la puerta me dijo que aunque
le gustaba la informática, nunca un com´pu la haría disfrutar como yo lo había
hecho.
 
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