[FONT="]Estimados Bakunos. Ya he subido tres pequeños relatos sobre mis aventuras en el ligue callejero con desconocidas, espero que les hayan gustado. Como se imaginaran, no siempre se tiene suerte y ahora les tengo un breve relato en el que, aunque no llegó a lograrse nada, si se dio un momento gracioso. Claro, porqué salí corriendo a tiempo, que si no... Pronto espero subir otros relatos de ligues que sí concluyeron en el hotel.
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[FONT="]NO PASO NADA.[/FONT]
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[FONT="]Ha llovido todo el día y hay poca gente en las calles. Acabo de pasar frente a una universidad privada, donde tenía esperanzas de encontrar alguna estudiante a quien abordar con mi propuesta. Pero entre las pocas chavas que veo, ninguna parece ser open mind, así que sigo mi camino. Para colmo, empieza a caer una leve pero molesta llovizna y considero que será mejor dejar mi búsqueda para otra ocasión. Llego a la esquina y doblo a la derecha, para ir a la estación del Metro que está a un par de calles de allí.[/FONT]
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[FONT="]Por la acera vienen varias personas: una señora mayor con dos niños, dos jovencitas con facha de estudiantes que de seguro van a la escuela que acabo de pasar, un hombre con chamarra y gorra y, finalmente, un poco más atrás, una mujer delgada, morena, que viste una sudadera negra con capucha, unas entalladas mallas negras de licra que le llegan a la rodilla, tobilleras blancas y tenis. Parece que viniera de hacer ejercicio. Lleva sus manos metidas en las bolsas de la sudadera y la capucha puesta sobre su cabeza, para protegerse de la llovizna. Cuando paso junto a ella miro su cara. Tiene rasgos agradables, cejas bien delineadas, labios regulares, nariz fina, ojos cafés, pero un gesto serio. Incluso parece que estuviera de mal humor. La capucha me impide ver su pelo, pero si veo sus piernas, delgadas y firmes. También alcanzo a ver cómo los pliegues que hacen sus ajustadas mallas al caminar forman un ángulo que enmarca el área de su sexo. Después de que pasa junto a mí no puedo evitar la curiosidad y volteó para verla por detrás. La sudadera no permite apreciar bien su espalda, pero adivino unos hombros ligeramente anchos, fortalecidos por el ejercicio. Como las mallas son cortas, puedo ver sus pantorrillas, que me parecen muy atractivas. Pero lo que más llama mi atención, es su trasero, pequeño pero bien paradito. Sus nalgas se ven firmes y redonditas. Pese a la sudadera, se adivina que tiene una cintura delgada. Sin importarme el gesto tan serio de la chica, decido alcanzarla. Mientras camino detrás de ella, voy pensando qué puedo decirle para convencerla de que pose desnuda para mí. No se explicarme qué es, pero algo me atrae con intensidad de ella.[/FONT]
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[FONT="]Al llegar a mitad de la calle, me doy cuenta que vamos prácticamente solos por la acera. Esa es mi oportunidad y me acerco para decirle: "Hola, buenas tardes ¿me permites decirte unas palabras?". Ella voltea y me ve con desconfianza y hasta parece que con cierta molestia, pero responde: "Bueno ¿Qué se te ofrece?" Yo le digo que me parece una chica muy atractiva y ella dice: "Gracias ¿Qué más?". Le pido que no tome a mal lo que le voy a decir y me arranco a explicarle que busco una chica atractiva como ella (al escuchar el halago sonríe otra vez) para hacerle una propuesta. Hemos llegado a la esquina de la calle y ella pregunta:"¿De qué se trata?" y antes de poder responderle me dice: "Vivo a la vuelta. Tienes de aquí a la mitad de la calle para convencerme". Respiro profundo y comienzo a hablar para convencerla. Le digo que espero no ofenderla, que estoy buscando una modelo para unas fotografías que quiero hacer. "Y ¿Qué clase de fotos son?". Le explico que se trata de fotografiarla desnuda.[/FONT]
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[FONT="]Ella se sonríe y pregunta: "¿Para qué vas a usar las fotos?". Le digo que sólo quiero cumplir una fantasía que tengo desde hace tiempo, que las fotos son sólo para mí. También le digo que entiendo que hacer algo así no es fácil y para que las chicas a quienes invito se animen, ofrezco un pago. Cuando escucha lo del dinero dice: "Bueno, eso ya suena interesante ¿Qué tendría que hacer?". Le digo que sólo tendría que irse quitando la ropa poco a poco y posar para las fotos, que si se anima, podemos ir a un hotel cercano, para que la sesión se haga rápido y le pague al momento de terminar. Seguimos caminando por la acera y durante mi toda mi explicación, la chica ha hecho "Si" con movimientos de cabeza, confirmando que está entendiendo mi propuesta. También va cambiando su gesto serio por una sonrisa más abierta.[/FONT]
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[FONT="]Hemos llegado a mitad de la calle y ella me dice: "Vivo en ese edificio" mientras señala una construcción de varios pisos, pintada de verde claro y con un enorme portón blanco. En ese momento se abre el portón y sale un automóvil compacto. Al verlo, la chica cambia su sonrisa por un gesto de sorpresa y dice: "Es mi esposo. ¡Vete! que no te vea hablando conmigo". Yo no espero que me lo diga dos veces. Camino hacia la esquina de la calle, con calma, pero pendiente de lo que pasa atrás de mí. Antes de dar vuelta a la esquina, alcanzo a oír la voz del tipo que le pregunta a la chica: "¿Qué pasó?" y a ella respondiendo, en tono defensivo: "Nada". Él vuelve a preguntar "¿Qué pasó?" y ella responde, alzando la un poco la voz: "¡Nada!". Al dar la vuelta miro de reojo hacia donde se quedó la chica y la veo parada en la banqueta, con las manos en las bolsas de la sudadera. Frente a ella estaba detenido el auto que salió del edificio. El esposo se estaba parado afuera del auto, con la puerta abierta y los brazos apoyados en el toldo, mirándola. [/FONT]
[FONT="]Yo seguí mi camino y pensé: "Pues si, no pasó NADA, gracias a que él se apareció por aquí antes de tiempo".[/FONT]
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[FONT="]Aunque llegué a pasar varias veces por el mismo lugar, no volví a ver a la chica. Creo que nunca sabré si ella habría aceptado mi propuesta o si sólo era un ama de casa medio aburrida de su rutina, a quien le pareció divertido darme "cuerda", gracias a los halagos que le hice, pero que no estaba dispuesta a hacer algo más.[/FONT]
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