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mi prima ana

Registrado
28 Nov 2008
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Era la noche de reyes. Mis padres se iban a pasar fuera el fin de semana y no les hacía mucha gracia que mi hermana y yo nos quedásemos solos en casa. Aunque ya no éramos pequeños (yo tenía catorce años y ella once) no se quedaban tranquilos dejándonos allí. Tras hablar con mis tíos, la única alternativa era quedarnos con mi tía Carmela.

Ella no tenía camas suficientes pero nos había dicho que mis primas pasarían toda la noche fuera, en el cotillón de reyes y que volverían entrada la mañana, por lo que podíamos dormir en sus camas. Mis primas me sacaban unos cuantos años. Gero, la mayor, tenía 21 y Ana, la pequeña 18. Eran las dos únicas hijas de mi tía. Todo el mundo decía que Gero era realmente guapa. Yo no la consideraba fea, pero tampoco me gustaba demasiado. A pesar de eso no podía negar que era más guapa que su hermana pequeña, pero sin embargo a mí me gustaba más Ana. En realidad, casi nunca pensaba en ella. De pequeños, a pesar de los cuatro años de diferencia habíamos sido compañeros de juegos y nos veíamos bastante. Cuando ella entró en la adolescencia perdimos el contacto y ya casi no coincidíamos.

Yo dormiría en la habitación de Ana y mi hermana en la de Gero. Al entrar en la habitación, me asaltó la curiosidad. Quería fisgar un poco pero sin pasarme. No iba a revolver sus cajones, solamente quería ver qué tenía en su habitación. Me entretuve mirando los posters de cantantes y grupos colgados con alfileres en la pared. También sus apuntes esparcidos sobre su mesa. Estuve tentado de abrir su armario para echar un vistazo a su ropa, pero pensé que la puerta podía hacer ruido y sus padres podían despertarse. Yo era bastante tímido y me habría dado un patatús si mis tíos me hubiesen pillado mirando dentro del armario. Sin encontrar nada demasiado interesante a la vista, me acosté. No tardé en quedarme dormido.

No sé que hora era, pero ya había amanecido. Un ruído y unas voces en el pasillo me habían despertado. Mis primas acababan de llegar. Ana entró con cuidado en la habitación y me pilló despierto. Me saludo de forma cariñosa y se acercó para darme un par de besos. Estuvimos hablando un rato, recordando nuestros juegos infantiles, y en el reloj de la pared pude ver que eran las ocho de la mañana. Yo iba a levantarme para dejar su cama libre y que pudiese dormir, pero ella me dijo que no lo hiciera. Ya casi no nos vemos, me dijo, y me apetece recordar lo bien que nos lo pasábamos cuando éramos pequeños y jugábamos juntos. Quédate un rato conmigo hasta que me entre sueño. En ese momento me fijé en ella con más detalle. Llevaba los labios pintados de un rojo intenso y la cara maquillada aunque tampoco demasiado. Llevaba una especie de suéter negro, amplio, que no marcaba demasiado la parte de arriba de su cuerpo. Sin embargo, la ajustada y corta minifalda que llevaba compensaba eso. Eché un par de miradas furtivas a sus piernas por encima de sus medias negras. Ella simplemente se descalzó y se metió tal y como iba vestida en la cama a mi lado. Me giré rápidamente ya que notaba como en cuestión de segundos mi pene se ponía erecto. No estaba acostumbrado a tener a una mujer tan cerca y no sabía como disimular.

La cosa empezó cuando ella se pegó a mi espalda, abrazándome, diciendo que tenía frío, lo cual probablemente fuese verdad, pero era algo más que eso. Enseguida desvió la conversación hacia si tenía novia. Le dije que no. Me preguntó si es que no me interesaban las chicas. Me puse rojo, y tímidamente le dije que sí, pero que no había surgido la oportunidad todavía. ¿Has besado alguna vez a alguna chica? No entendí el sentido de su pregunta, pensaba que quería cotillear, tal vez simplemente quería que le dijese que no para poder fardar diciéndome que a su edad ya había besado a varios chicos. Le dije que no, un poco humillado ante la intención que pensaba tenía su pregunta. Sin embargo, la respuesta de ella fue totalmente diferente a lo que me imaginaba y me pilló descolocado. Me preguntó que si me gustaría besar a una y yo me quedé petrificado. Aunque no tomé eso directamente como una proposición. Más bien creía que se estaba insinuando un poco, buscando forzar una respuesta mía del tipo: "Sí, me gustaría besarte a ti". Y después de eso no tenía ni idea de lo qué podría pasar. ¿Era todo un juego para divertirse conmigo? Estaba tan nervioso que apenas podía oír el tímido "sí" que salió de mis labios. "¿te gustaría besarme a mí? dijo inmediatamente al oír mi respuesta. Sentí un escalofrío, aunque sabía que todo podía ser un juego. Yo desde luego no iba a hacer nada, si intentaba besarla y me rechazaba me moriría allí mismo. Me quede muy quieto sin saber que decir. Mientras tanto, noté como se movía hasta poner su cara encima de la mía. Yo estaba acostado, con la cara de perfil apoyada en la almohada. Ella puso su mano en mi barbilla y la giró. Al hacerlo dejó mi boca a unos pocos centímetros de aquellos labios rojos y carnosos, que se acercaron hasta chocar con los míos. No fue un tierno besito en la boca. Pellizco mi labio inferior con los suyos tirando suavemente hacia arriba. Mientras lo hacía, cerró los ojos.

Al principio no fue para tanto. De hecho, me sentía bastante decepcionado ya que pensaba que la sensación de besar unos labios era más excitante. Sin embargo, la cosa mejoró enseguida. Quizá fuesen los nervios, o quizá el hecho de que ahora nuestras lenguas no dejaban de tocarse mientras Ana apretaba su boca contra la mía cada vez con más fuerza. De pronto mis sensaciones cambiaron.

Comencé a notar el dulce sabor de su boca y cada vez que nuestras lenguas se encontraban, sentía un como un escalofrío recorría mi cuerpo. Disfrutaba del momento cuando, con un gesto rápido, se apartó de mí y se quitó el suéter. Cuando terminó de hacerlo me desabrochó la parte de arriba del pijama y volvió a echarse encima de mí. Ya no solo disfrutaba de su boca, sino que podía sentir su suave piel apoyada sobre la mía y lo que era aún mejor, como restregaba sus tetas por mi pecho. Mientras seguíamos besándonos intentaba reunir el valor necesario para mover mi mano para tocar sus tetas por encima del sujetador. Cuando ya estaba decidido a intentarlo, Ana se me adelantó y se levantó ligeramente mientras se desabrochaba el sujetador. Intenté mover la cabeza para ver su cuerpo desnudo pero ella ya se había echado encima de mi otra vez. No había conseguido ver nada, pero no me importaba, ahora sentía sus tetas desnudas restregándose por mi cuerpo, y eso me volvía totalmente loco. No podía aguantar más sin tocarla, así que moví mis brazos hasta alcanzar su espalda y su cintura, subiendo despacio. En esa posición no podía alcanzar a tocar lo que tanto estaba deseando. A pesar de lo que Ana me estaba haciendo, el hecho de que fuese mi prima y además fuese cuatro años mayor, me seguía intimidando. Sin embargo, la excitación que sentía estaba haciendo disminuir mi timidez y mis miedos. Me sentía envalentonado y sobre todo enormente ansioso de disfrutar de mi prima. Estaba decidido a intentar cambiar de postura de forma que yo me situase encima de ella y así tener acceso libre a aquel cuerpo que me estaba volviendo loco.

Cuando estaba a punto de moverme, Ana se me adelantó. Se levantó, se arrodilló con las piernas abiertas y se sentó sobre mi cintura. Inmediatamente mis ojos buscaron sus tetas, explorándolas de arriba abajo. Estaba tan centrado en ellas, que no noté como Ana me sonreía, satisfecha de poder excitar así a su primo pequeño. Se acercó despacio para volver a besarme y antes de que se echase sobre mí, levanté mi mano decidido hasta atrapar uno de sus pechos. Lo estrujaba con suavidad, disfrutando de su tacto y su textura. Fueron sólo un par de segundos, el tiempo que necesité para decidirme a tomar yo la iniciativa. Ana no se resistió cuando me incorporé y la empujé despacio para tumbarla en la cama boca arriba. Me tome un momento para gozar de la visión de su cuerpo tumbado en la cama. Después, de forma decidida bajé la cabeza y me metí uno de sus pezones en la boca.

Sentir su tacto con mi lengua fue increíble. Lo chupé despacio, abarcándolo entero y después lo atrapé con mis labios tirando de él. Instintivamente, repetí el mismo movimiento sobre su otro pezón y después me dediqué a recorrer por completo sus tetas, primero besándolas despacio y después sacando la lengua para disfrutar de aquella piel suave y blandita.
Aunque era un novato en esto del sexo, no debí hacerlo del todo mal ya que Ana comenzó a suspirar cada vez más fuerte. Eso me dio aún más ánimos y comencé a chupar sus tetas con más y más pasión.

Busqué su ombligo, lamiéndolo un momento para recorrer con mi lengua toda su barriga hasta llegar de nuevo a aquellas tetitas que me estaban haciendo disfrutar tanto. Estaba tan concentrado que no me di cuenta al principio que ella tenía su mano en la entrepierna y se estaba tocando por encima de las medias. En ese momento, y debido a la natural ingenuidad de mis 14 años, pensaba que ya había llegado a lo máximo con ella. El poder besar sus tetas de esa forma superaba todas mis expectativas. Sin embargo, ver como se tocaba hizo que un resorte se disparase dentro de mí.

Cuando bajé la cabeza para ver a mi prima masturbarse delante de mí, ella ya tenía su mano dentro de las bragas. Yo sentía que tenía unas ganas increíbles de ver su coño y verla acariciarse totalmente desnuda. Ella estaba tan ensimismada que no pareció reaccionar mientras yo luchaba por bajar sus medias. No conseguí quitárselas del todo, sólo dejarlas a la altura de las pantorrillas, pero aquello me pareció suficiente. Al verse liberada de la presión de las medias, ella aumentó el ritmo de sus movimientos mientras abría las piernas para poder masturbarse con más facilidad. Por un momento, dejé de prestar atención a lo que pasaba debajo de sus bragas. Al quitarle las medias, había recordado que además de sus tetas, sus piernas eran el otro gran objeto de mi deseo. Mientras Ana seguía a lo suyo, yo me recreaba acariciando sus muslos, disfrutando de aquella piel de seda una y otra vez. Un momento después, no sé si intentando reclamar mi atención o simplemente porque estaba cerca de llegar al orgasmo, mi prima empezó a gemir más y más fuerte. Tras pensarlo un momento, acerqué mis manos y baje despacio sus bragas. A mi edad, asociaba el sexo femenino con el triángulo de bello púbico que ahora estaba al descubierto, lo que había debajo me resultaba bastante desconocido. No podía ver mucho, ya que los dedos de Ana se movían frenéticamente tapándome la vista y al mismo tiempo provocándome unos deseos enormes de ser yo quien tocase el lugar por el que su mano pasaba una y otra vez.

Primero puse mi mano justo encima de su pubis, acariciándolo despacio. Después la moví hasta ponerla justo debajo de su palma abriéndome paso poco a poco. Al notar que mi mano empujaba la suya, ella me dejó el camino libre. Con mis dedos índice y anular recorrí su rajita por completo. Me encantó ese tacto, húmedo y suave. No me había imaginado como sería acariciar un coño, y me gustó lo que sentí. Seguía paseando mis dedos por su entre sus labios cuando ella me agarró el dedo índice y lo sitúo sobre el clítoris. Me guió haciendo movimientos circulares sobre él. Cuando vio que yo solo era capaz de estimularla adecuadamente, me soltó y movió su mano para empezar a introducir por su vagina primero un dedo y luego dos. Yo seguía acariciando su clítoris mientras miraba como metía y sacaba sus dedos, aumentando poco a poco el ritmo. Mirar como lo hacía no era suficiente y no podía reprimir la envidia. Yo también quería meter mis dedos dentro de su coñito. Le aparté la mano y hundí mis dedos entre sus labios buscando la abertura. Cuando la encontré, entraron fácilmente a causa de lo lubricada que estaba. Entraba y salía como le había visto hacer a ella, pero cada vez tenía más ganas de explorar el interior de su vagina. Cada vez que mis dedos llegaban tan dentro como podía dedicaba un instante a acariciar las paredes del delicioso coño de Ana. Ahora era ella la que se acariciaba el clítoris mientras yo estimulaba su interior. Quizá si hubiese tenido un par de años más, en ese momento, me habría quitado los pantalones y habría empezado a follármela, pero no era más que un crío descubriendo el sexo poco a poco. Ni siquiera había empezado a masturbarme y mi concepto del sexo se correspondía con disfrutar besando y acariciando el cuerpo de una mujer. Así que el siguiente paso lógico era probar lo que mi mano llevaba tiempo disfrutando.

Al principio Ana no me dejaba apartarle la mano así que tuve que empezar a chupár el espacio que sus dedos apenas me dejaban. Cuando lo hice, ella comprendió por qué quería quitar su mano de ahí y me dejó el camino libre. Yo no dejaba de penetrarla con los dedos mientras chupaba despacio su clítoris. Poco a poco fui aumentando el recorrido, lamiendo parte de su vulva. Pero eso no calmaba mi sed.

Quería recorrer todo su sexo con mi lengua y quería hacerlo salvajemente, así que saqué mis dedos y los utilicé para abrir sus labios dejando toda la vulva a mi disposición. Ya no utilizaba solo la punta sino que recorría aquel suave y completamente mojado coñito con toda la superficie de mi lengua. A los primeros movimientos en círculos siguieron lametones de abajo hacia arriba como si fuese un perro bebiendo los flujos que Ana no dejaba de producir. Mi prima se derretía de placer con mis movimientos así que seguí haciendo lo mismo una y otra vez. De pronto, noté algo. Su coño estaba aún más mojado y ella se retorcía como sintiendo escalofríos. Aunque entonces no lo supe, acababa de provocarle un orgasmo. Ella intentó levantarse, y yo no le dejé. Estaba ensimismado, disfrutando tanto de su sexo, que quería seguir así. Ahora pienso en lo que habría sucedido si hubiese parado y le hubiese dejado volver a tomar la iniciativa. Seguramente habría tenido la oportunidad de follarme a mi prima, pero yo no pensaba en eso, yo simplemente seguía chupando su dulce coñito mientras con mis manos no dejaba de acariciarle las tetas.

Quizá hubiésemos follado de todas formas un poco más adelante, cuando ella se hubiese cansado del sexo oral o cuando simplemente hubiese deseado disfrutar de la polla de su primito, pero no hubo oportunidad. Mi tía se había levantado, no sé si por sus gemidos o simplemente para comprobar que había llegado a casa. No quiero ni pensar lo que se le pasó por la cabeza cuando vio a su sobrino chupándole salvajemente el coño a su hija, sólo sé que yo me quise morir allí mismo. Mi tía nunca me dijo nada ni se lo comentó a mis padres, pero sé que mi prima sí pago las consecuencias.
 

Chaperon

Bovino maduro
Registrado
15 Nov 2008
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gran relato solo espero ke todo haya salido bien despues de eso entre tu prima y tu jaja
 

sullivan 21121

Bovino de alcurnia
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21 Sep 2010
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viejo casi te violo tu menor de edad debiste sacarle mas provecho a la situacion jajaja
 

zera0000

Bovino maduro
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29 Jun 2008
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TSsssss me dejaste pasmado aunque esperaba otro final, ni pedo, muy bueno de todas formas
 

cacokeko

Becerro
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19 Oct 2010
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sss si yo tambien esperaba otro final pero ps comoquiera me gusto
 

GOOEX

Bovino adolescente
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9 Nov 2009
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muy buen relato bro espero k todo alla terminado bien con tu tia
 

Mmatius

Bovino maduro
Registrado
17 Feb 2011
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Excelente_!!! Magnifico_!!!! Excelso_!!!! Me encantó, así tal cual está es perfecto_!!! Solo Q ya me dio morbo... Q pasó con tu prima ya no la viste o Q? Me gustaría saber... Bueno Saludos!!!
 

bakaniel

Bovino maduro
Registrado
9 May 2007
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uuuuf me trajiste muy gratos recuerdos...... creo que algunos de nosotros empezamos a conocer nuestra sexualidad con una prima.... al menos yo si, y te comprendo, es lo mejooooor.... gracias
 

buba110

Bovino maduro
Registrado
12 Feb 2009
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exelente relato
amigo si captas la atencion y cicilo de los erotico.......
 

eliteweb

Bovino maduro
Registrado
12 Ago 2005
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a todos les pasa los mismo en sus primeras experiencias, como que se apendeja uno jejejee
 
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