Un fin de semana como muchos, que solía salir a disfrutar con amigas a los antros y bailar hasta el cansancio, no sabía lo que me depararía aquel maravilloso e inolvidable fin de semana. Estaba al centro de la pista, como siempre, moviéndome de forma sensual y cadenciosa al ritmo de la música, de una forma bastante cachonda, dejando entre vez que alguna de mis amigas tocara ni conchita por encima de mi ropa o rozara mis tetas con exquisita finura, de manera sutil y suave, sin llegar a lo burdo, excitando con ello a los varones presente, pero ya pasada la media noche y al calor de las copas, no sabía que estaba despertando en aquella mujer desconocida las mas bajas pasiones. Aquella linda chica, con ojos hermosos y figura exquisita, empezó a bailar cerca de mí, cada vez más sensual y sugestiva, incitándome a la cercanía de su cuerpo, lo cual estaba logrando palpitaciones en mi sexo. Una mujer muy cariñosa y abierta que tocaba primero mi cabello con suavidad y rozaba mis labios con sus dedos, para acercase malvadamente sin darme un beso, dejándome cada vez más encendida por aquel descubrimiento de su ser. Me seguía mirando de una manera extraña y se escondía tras aquellos ojos de intensa profundidad que me atraían sin poderlo remediar, poco a poco fue creciendo la excitación, dejándome que tocará mis pezones ya excitados por encima de mi delgada y fina blusa de seda roja, los rozaba ricamente, pasando sus dedos por la espalda, abriendo su rica boca y acercándose a mis labios sin tocarlos , mi sexo se empapaba de lubricación, presintiendo que aquello iba a ser una experiencia sexual inolvidable y no quise eclipsarlo. Sentí una oleada salvaje de que me poseyera, el calor me subía por todo su cuerpo, mi pecho seguía palpitando de deseo, mis ojos clavados en ella suplicando la continuación de aquel juego erótico.
Tomo mi mano con suavidad y me llevo a la parte posterior e intima del lugar, se arrodillo y deslizó sus finas manos por mi s piernas, hasta desprenderme mi tanga mojadita de rico fluido con ayuda de un movimiento solidario, que llevo de inmediato a su bella nariz llenándose de aquel olor dulce y excitante, quedando liberado mi conchita de pelo corto bien depilado color oscuro. Me separó ambas piernas y flexionándolas me dejó en una posición de vagina abierta. Masajeó divinamente mi clítoris con movimientos firmes y circulares, pasando su lengua una y otra vez por mi conchita, saboreando mi culito y regresando repetidamente con un suave vaivén como toda una experta, tomando un masturbador de su bolso de doble función con efecto clitoriano y vaginal me lo introdujo hasta el fondo, incorporándose directamente a la altura de mi rostro, para pasar una mano por debajo de mi blusa y empezar a succionar mis labios suavemente, moviendo al mismo tiempo mis pezones y rozándolos una y otra vez con sus ricos dedos. Saco el masturbador y me sentó en un cómodo sillón, subiendo una pierna sobre mi rostro y levantando solo el frente de su falta holgada, me acerco su conchita, tomando sus nalgas con mis manos, atrayendo así su rica vagina a mis labios, lamiendo con gozo el clítoris de arriba abajo con la punta de mi lengua, rotándola en círculos abriendo con ellos y mi lengua sus labios y succionando suave y fuerte su clítoris, sintiendo como se balanceaba tímidamente hacia atrás, llevándola nuevamente con firmeza hacia delante, dejando una de mis manos libres, para introducirle mis dedos en su conchita húmeda y bombeando fuertemente, escuchando como gemía y se abría al placer sin resistencia y en pocos minutos la tenía cabalgando sobre mis dedos y mi lengua como nunca lo había experimentado presa de un placer indescriptible en los lindes sexuales, se aparto intempestivamente, para sentarse encima de mis pierna chorreando de mis jugos, igual que ella y lamió y metió su rica lengua en mi boca, mordisqueando de vez en vez los laterales de mi boca, tocándonos mutuamente, nuestras conchitas brusco, suave, brusco, suave, metiendo los dedos y sacándolos, pidiendo más en un beso largo y profundo para corrernos así en un doble orgasmo intensísimo gritando de placer cabalgando a un solo ritmo, con una audiencia de varoniles caballeros que tuvieron también una linda corrida de aquel grandioso espectáculo, descansando nuestros cuerpos inertes y brindando con exquisito licor hasta que amaneció por ese maravillo encuentro que se repitió en la tarde siguiente, en la calidez de su hogar, con la chimenea de fondo, vino y uvas exquisitas, con la mayor privacidad y con una larga y mayor placentera entrega...
Tomo mi mano con suavidad y me llevo a la parte posterior e intima del lugar, se arrodillo y deslizó sus finas manos por mi s piernas, hasta desprenderme mi tanga mojadita de rico fluido con ayuda de un movimiento solidario, que llevo de inmediato a su bella nariz llenándose de aquel olor dulce y excitante, quedando liberado mi conchita de pelo corto bien depilado color oscuro. Me separó ambas piernas y flexionándolas me dejó en una posición de vagina abierta. Masajeó divinamente mi clítoris con movimientos firmes y circulares, pasando su lengua una y otra vez por mi conchita, saboreando mi culito y regresando repetidamente con un suave vaivén como toda una experta, tomando un masturbador de su bolso de doble función con efecto clitoriano y vaginal me lo introdujo hasta el fondo, incorporándose directamente a la altura de mi rostro, para pasar una mano por debajo de mi blusa y empezar a succionar mis labios suavemente, moviendo al mismo tiempo mis pezones y rozándolos una y otra vez con sus ricos dedos. Saco el masturbador y me sentó en un cómodo sillón, subiendo una pierna sobre mi rostro y levantando solo el frente de su falta holgada, me acerco su conchita, tomando sus nalgas con mis manos, atrayendo así su rica vagina a mis labios, lamiendo con gozo el clítoris de arriba abajo con la punta de mi lengua, rotándola en círculos abriendo con ellos y mi lengua sus labios y succionando suave y fuerte su clítoris, sintiendo como se balanceaba tímidamente hacia atrás, llevándola nuevamente con firmeza hacia delante, dejando una de mis manos libres, para introducirle mis dedos en su conchita húmeda y bombeando fuertemente, escuchando como gemía y se abría al placer sin resistencia y en pocos minutos la tenía cabalgando sobre mis dedos y mi lengua como nunca lo había experimentado presa de un placer indescriptible en los lindes sexuales, se aparto intempestivamente, para sentarse encima de mis pierna chorreando de mis jugos, igual que ella y lamió y metió su rica lengua en mi boca, mordisqueando de vez en vez los laterales de mi boca, tocándonos mutuamente, nuestras conchitas brusco, suave, brusco, suave, metiendo los dedos y sacándolos, pidiendo más en un beso largo y profundo para corrernos así en un doble orgasmo intensísimo gritando de placer cabalgando a un solo ritmo, con una audiencia de varoniles caballeros que tuvieron también una linda corrida de aquel grandioso espectáculo, descansando nuestros cuerpos inertes y brindando con exquisito licor hasta que amaneció por ese maravillo encuentro que se repitió en la tarde siguiente, en la calidez de su hogar, con la chimenea de fondo, vino y uvas exquisitas, con la mayor privacidad y con una larga y mayor placentera entrega...
