Espero que les guste y lo comenten, de verdad que eso ayuda para seguir aportando.
En los 15 años que tengo viviendo en la misma colonia de mi niñez pocos han sido los cambios sobre todo con los vecinos, pocos se han mudado y quienes llegan a remplazarlos duran poco como para siquiera notarlos, sin embargo cuando llegó esta nueva familia al edificio de al lado fue imposible disimular ante ese hecho.
Eran la mamá, el hijo y la hija, ambos de entre 18 y 19 años, pero ella tenía una belleza sobresaliente, delgada, de buenas tetas, piernas largas y bien torneadas, una nalgas paraditas y una pinta de nerd que llamaba aún más la atención, el problema es que ella sabía lo que tenía y por ende, era muy engreída.
Los nuevos vecinos se instalaron por completo, pues justo enfrente de la casa abrieron un pequeño negocio donde se la pasaban la mayor parte del día, lo que me obligaba a pasar buena parte de mi tiempo pegado a la ventana para ver esa carita de niña buena y estudiosa, pero más esas nalgas siempre bien entalladas en sus jeans y aunque me considero atractivo –no soy un galán pero no estoy mal-, su indiferencia quitó en mi la más mínima esperanza.
Una noche salí con unos amigos a tomar unos tragos, regresé a casa a eso de las dos de la mañana, no tomé mucho pero sí lo suficiente para calentar el cuerpo sobre todo después de ver a las desnudistas bailando, por lo que regresar a casa a dormir solo no era nada agradable, pero no tenía más opciones, antes de entrar a mi edificio algo llamó mi atención en el edificio donde vive mi vecina, y aunque reconozco fue una tontería ir a ver considerando cómo está la seguridad en estos tiempos, me acerqué sigilosamente ya que parecía más una especie de animal herido como un perro, que otra cosa.
Al acercarme más me sorprendió lo que encontré, era ella, la bella nerd inconsciente en las escaleras de la entrada y con un penetrante olor a alcohol que evidenciaba el por qué de su estado, la moví un poco y la llamé para despertarla pero no hubo respuesta, volví a hacerlo con más fuerza pero solo conseguí que balbuceara muy levemente pero nada más, cualquiera en mi caso hubiera hecho lo mismo que yo, la tomé en mis brazos –eso sí aproveche para tocarle las chichis y las nalgas mientras me acomodaba- y subí hasta el último departamento del edificio que es donde vive, me paré frente a la puerta, no sabía cómo tocar con las manos así de ocupadas, además de que quería seguir tocando ese rico culo duro y oler su perfume de mujer joven, fue entonces cuando la situación cambió y sin pensarlo demasiado seguí subiendo las escaleras que llevan a la azotea.
Los nervios se apoderaron de mi, podía escuchar mis palpitaciones en las orejas, sentía las mejillas calientes porque sabía que no era correcto lo que quería hacer, sin embargo no me detuve, la recosté en el piso y la observé por un rato, sin sus lentes que seguramente perdió porque nunca se los quitaba, ***** tan diferente pero aun así era excitante su rostro aun de niña, pero no contaba con mucho tiempo así que de inmediato le metí la mano por el pantalón y llegue hasta su pubis, era tan cálido, pero como lo hice sin desabrochar el pantalón no tuve de momento mayor sensación, saqué la mano y le agarre las tetas, no sabía qué hacer, era como tener un manjar y no tener idea por cuál platillo comenzar, pero tenerla a ella, inconsciente y a mi merced, me tenía más que excitado.
Me desabroché el pantalón y me saqué la verga, me arrodillé cerca de su cara y la puse en sus labios, su boca estaba cerrada y solo podía frotar mi pito en sus labios que dejé mojados con un hilo de semen, seguí tocándole sus tetas, metí mi mano debajo de su ropa, tenía unos pezones pequeños pero erectos quizás por el frio o tal vez porque inconscientemente su cuerpo estaba reaccionando a mis caricias, cuando esta idea pasó por mi mente, me dispuse a comprobarlo, no quería desabrochar y menos quitar nada de la ropa pues si alguien se acercaba me sería más difícil ocultar lo que hacía, pero mi morbo fue mayor, desabroche su pantalón y vi el hilo rosa de su tanga rodeando su cadera huesuda, el centro de la tanga era de algodón blanco con unas figuras que no distinguí bien pero que también eran rosas, no les tomé más importancia, corrí la prenda a un lado y solo Dios sabe lo que sentí, tenía una pequeña mata de pelos delgadísimos, el calor ahí era acogedor y su humedad viscosa era abundante.
Comencé a jugar con sus labios pero quería oler esa panocha de niña arrogante, lamerla, y fue lo que hice, recostándome sobre ella en la posición del 69 comencé a lamer esa raja que sabia dulzona y que olía demasiado a ese aroma marino que te pone, le abrí los labios con desesperación, quería meterme en ese agujero y cuando le abrí las nalgas, fue magnífico, ese pequeño esfínter apretado por tanta carne me orillo a dar el siguiente paso.
Me fije que nadie se acercara, eran las 2:34 ya cuando comencé a bajarle el pantalón, no por completo, solo hasta las rodillas, cuando hice lo mismo con la tanga hizo ese efecto que tanto me gusta cuando el hilo se queda prendido en medio de las nalgas y hay que tirar más fuerte para que ceda, la tenía con las piernas levantadas como a los bebes cuando les cambian el pañal, su vagina parecía un par de enormes labios gruesos como los de un camello, con una mano sostuve las piernas mientras que con la otra comencé a acercar mi verga a esa concha donde poco a poco se fue abriendo paso, estaba muy estrecha pero tan cálidamente húmeda que no hubo resistencia aunque estuve a punto de venirme cuando mi pelvis chocó con sus nalgas frías por el piso, en ella también hubo reacción, no tengo idea de cuánto fue lo que tomó pero pese a eso dejó salir un leve gemido y comenzó a hablar bastante entre sueños aunque no entendí nada, seguí bombeando esa raja peluda, en ratos hacia las piernas más hacia atrás para verle el culo y cómo mi verga desaparecía dentro de ese hoyo, estaba muy caliente, ella permanecía inmóvil y creo era lo que más me gustaba, saber que podía hacer de ella lo que me placiera, pero su cuerpo sí parecía tener conciencia pues unas contracciones aprisionaron mi pene y sus jugos comenzaron a escurrir por sus nalgas hasta mis piernas, no sé a bien si se corrió o me orinó, pero ver su culote en medio de tanta lubricación me dio una nueva idea y dirigí un dedo a su ano.
Podía sentir mi pene a través de una pequeña capa de carne, la tenia ensartada de los dos lados, juro que mi idea era penetrar con mi pito aquel culazo pero no aguanté más y me vine dentro de ella, fue tan larga esa corrida, que sentí una punzada detrás de mis huevos y casi caigo rendido, me recosté junto a ella y le besé los labios, ella reaccionó moviéndolos como saboreando, aunque quizás era mi imaginación, me quité un calcetín con el que sequé su raja y la vestí.
Volví a cargarla no sin antes contemplar sus rostro, sus tetas y esas piernas entre las que acababa de estar, me dirigí a su departamento y tras patear su puerta esperando que alguien saliera a abrir, la encontré abierta lo que me resulto extraño pero al mismo tiempo bastante conveniente, buscando hacer el menor ruido posible entré en la casa y la recosté en el sillón, antes de salir, voltee a verla, se veía tan hermosa…
Al salir de su edificio el frío ya no se sentía tan intenso, aun seguía algo excitado y el recuerdo de su cuerpo y de cuánto disfruté de él me hicieron voltear instintivamente hacia su ventana, no sabrán cuan feliz me hizo sorprenderla espiándome detrás de sus cortinas.
En los 15 años que tengo viviendo en la misma colonia de mi niñez pocos han sido los cambios sobre todo con los vecinos, pocos se han mudado y quienes llegan a remplazarlos duran poco como para siquiera notarlos, sin embargo cuando llegó esta nueva familia al edificio de al lado fue imposible disimular ante ese hecho.
Eran la mamá, el hijo y la hija, ambos de entre 18 y 19 años, pero ella tenía una belleza sobresaliente, delgada, de buenas tetas, piernas largas y bien torneadas, una nalgas paraditas y una pinta de nerd que llamaba aún más la atención, el problema es que ella sabía lo que tenía y por ende, era muy engreída.
Los nuevos vecinos se instalaron por completo, pues justo enfrente de la casa abrieron un pequeño negocio donde se la pasaban la mayor parte del día, lo que me obligaba a pasar buena parte de mi tiempo pegado a la ventana para ver esa carita de niña buena y estudiosa, pero más esas nalgas siempre bien entalladas en sus jeans y aunque me considero atractivo –no soy un galán pero no estoy mal-, su indiferencia quitó en mi la más mínima esperanza.
Una noche salí con unos amigos a tomar unos tragos, regresé a casa a eso de las dos de la mañana, no tomé mucho pero sí lo suficiente para calentar el cuerpo sobre todo después de ver a las desnudistas bailando, por lo que regresar a casa a dormir solo no era nada agradable, pero no tenía más opciones, antes de entrar a mi edificio algo llamó mi atención en el edificio donde vive mi vecina, y aunque reconozco fue una tontería ir a ver considerando cómo está la seguridad en estos tiempos, me acerqué sigilosamente ya que parecía más una especie de animal herido como un perro, que otra cosa.
Al acercarme más me sorprendió lo que encontré, era ella, la bella nerd inconsciente en las escaleras de la entrada y con un penetrante olor a alcohol que evidenciaba el por qué de su estado, la moví un poco y la llamé para despertarla pero no hubo respuesta, volví a hacerlo con más fuerza pero solo conseguí que balbuceara muy levemente pero nada más, cualquiera en mi caso hubiera hecho lo mismo que yo, la tomé en mis brazos –eso sí aproveche para tocarle las chichis y las nalgas mientras me acomodaba- y subí hasta el último departamento del edificio que es donde vive, me paré frente a la puerta, no sabía cómo tocar con las manos así de ocupadas, además de que quería seguir tocando ese rico culo duro y oler su perfume de mujer joven, fue entonces cuando la situación cambió y sin pensarlo demasiado seguí subiendo las escaleras que llevan a la azotea.
Los nervios se apoderaron de mi, podía escuchar mis palpitaciones en las orejas, sentía las mejillas calientes porque sabía que no era correcto lo que quería hacer, sin embargo no me detuve, la recosté en el piso y la observé por un rato, sin sus lentes que seguramente perdió porque nunca se los quitaba, ***** tan diferente pero aun así era excitante su rostro aun de niña, pero no contaba con mucho tiempo así que de inmediato le metí la mano por el pantalón y llegue hasta su pubis, era tan cálido, pero como lo hice sin desabrochar el pantalón no tuve de momento mayor sensación, saqué la mano y le agarre las tetas, no sabía qué hacer, era como tener un manjar y no tener idea por cuál platillo comenzar, pero tenerla a ella, inconsciente y a mi merced, me tenía más que excitado.
Me desabroché el pantalón y me saqué la verga, me arrodillé cerca de su cara y la puse en sus labios, su boca estaba cerrada y solo podía frotar mi pito en sus labios que dejé mojados con un hilo de semen, seguí tocándole sus tetas, metí mi mano debajo de su ropa, tenía unos pezones pequeños pero erectos quizás por el frio o tal vez porque inconscientemente su cuerpo estaba reaccionando a mis caricias, cuando esta idea pasó por mi mente, me dispuse a comprobarlo, no quería desabrochar y menos quitar nada de la ropa pues si alguien se acercaba me sería más difícil ocultar lo que hacía, pero mi morbo fue mayor, desabroche su pantalón y vi el hilo rosa de su tanga rodeando su cadera huesuda, el centro de la tanga era de algodón blanco con unas figuras que no distinguí bien pero que también eran rosas, no les tomé más importancia, corrí la prenda a un lado y solo Dios sabe lo que sentí, tenía una pequeña mata de pelos delgadísimos, el calor ahí era acogedor y su humedad viscosa era abundante.
Comencé a jugar con sus labios pero quería oler esa panocha de niña arrogante, lamerla, y fue lo que hice, recostándome sobre ella en la posición del 69 comencé a lamer esa raja que sabia dulzona y que olía demasiado a ese aroma marino que te pone, le abrí los labios con desesperación, quería meterme en ese agujero y cuando le abrí las nalgas, fue magnífico, ese pequeño esfínter apretado por tanta carne me orillo a dar el siguiente paso.
Me fije que nadie se acercara, eran las 2:34 ya cuando comencé a bajarle el pantalón, no por completo, solo hasta las rodillas, cuando hice lo mismo con la tanga hizo ese efecto que tanto me gusta cuando el hilo se queda prendido en medio de las nalgas y hay que tirar más fuerte para que ceda, la tenía con las piernas levantadas como a los bebes cuando les cambian el pañal, su vagina parecía un par de enormes labios gruesos como los de un camello, con una mano sostuve las piernas mientras que con la otra comencé a acercar mi verga a esa concha donde poco a poco se fue abriendo paso, estaba muy estrecha pero tan cálidamente húmeda que no hubo resistencia aunque estuve a punto de venirme cuando mi pelvis chocó con sus nalgas frías por el piso, en ella también hubo reacción, no tengo idea de cuánto fue lo que tomó pero pese a eso dejó salir un leve gemido y comenzó a hablar bastante entre sueños aunque no entendí nada, seguí bombeando esa raja peluda, en ratos hacia las piernas más hacia atrás para verle el culo y cómo mi verga desaparecía dentro de ese hoyo, estaba muy caliente, ella permanecía inmóvil y creo era lo que más me gustaba, saber que podía hacer de ella lo que me placiera, pero su cuerpo sí parecía tener conciencia pues unas contracciones aprisionaron mi pene y sus jugos comenzaron a escurrir por sus nalgas hasta mis piernas, no sé a bien si se corrió o me orinó, pero ver su culote en medio de tanta lubricación me dio una nueva idea y dirigí un dedo a su ano.
Podía sentir mi pene a través de una pequeña capa de carne, la tenia ensartada de los dos lados, juro que mi idea era penetrar con mi pito aquel culazo pero no aguanté más y me vine dentro de ella, fue tan larga esa corrida, que sentí una punzada detrás de mis huevos y casi caigo rendido, me recosté junto a ella y le besé los labios, ella reaccionó moviéndolos como saboreando, aunque quizás era mi imaginación, me quité un calcetín con el que sequé su raja y la vestí.
Volví a cargarla no sin antes contemplar sus rostro, sus tetas y esas piernas entre las que acababa de estar, me dirigí a su departamento y tras patear su puerta esperando que alguien saliera a abrir, la encontré abierta lo que me resulto extraño pero al mismo tiempo bastante conveniente, buscando hacer el menor ruido posible entré en la casa y la recosté en el sillón, antes de salir, voltee a verla, se veía tan hermosa…
Al salir de su edificio el frío ya no se sentía tan intenso, aun seguía algo excitado y el recuerdo de su cuerpo y de cuánto disfruté de él me hicieron voltear instintivamente hacia su ventana, no sabrán cuan feliz me hizo sorprenderla espiándome detrás de sus cortinas.
