Maggabit91
Becerro
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Comencé a dar clases en una secundaria técnica. Tenía un grupo de tercero al que le daba dos materias, física y química. En este grupo estaba el típico grupo de niñas “populares” de la escuela. Lía era “la líder”, muy desarrollada para su edad, un cuerpo que la hacía ver unos años más grande y ciertos rasgos orientales que la hacían muy sexy. Siempre vestía la falda de la escuela a medio muslo y el pants muy ajustado, lo que resaltaba su espectacular trasero.
Junto a ella había otro grupo de chicas pero por ahora solo nos centraremos en Lía. Practicaba gimnasia, al parecer era muy buena y eso le daba ciertos privilegios en la escuela. Tenía permiso para faltar a ciertas clases con el pretexto de sus entrenamientos y cosas así, aunque en mis materias no había problema de horarios, sin embargo abusaba de esos privilegios y también a mis clases faltaba, no mostraba interés y esto le llevó a estar prácticamente reprobada en las dos materias.
Al ser de tercero estaba en riesgo que sacara su certificado para irse a la prepa y ella sabía que estaba perdida, tendría que hacer los dos extraordinarios. Unos días antes del examen final donde se decidiría quién pasaba y quién no, me encontraba en mi cubículo, ya era tarde por lo que casi no había gente en la escuela cuando tocaron a mi puerta.
Era una mujer con un aire familiar, cara de rasgos muy finos, ojos rasgados, cabello lacio y muy largo, fue hasta que habló para saludarme que supe que debía ser mamá de Lía. El parecido era mucho, más que su mamá parecía su hermana mayor.
Platicamos por unos momentos de la situación escolar de su hija, me contó la Prepa a la que quería entrar y para eso no debía reprobar materias y conmigo estaba reprobando dos. Hablamos de las posibilidades, extraordinarios, trabajos extras, asesorías pero le dejé claro que no pasaría a su hija solo porque viniera a hablar con ella, hasta que...
- Por favor ayúdela y yo le daré lo que me pida. Será nuestro secreto.
El tono en que lo dijo y su lenguaje corporal me dejó muy claro a qué se refería. La verdad es que se me antojó de inmediato pero decidí jugar un poco con ella. Me hice el difícil tratando de parecer un buen maestro pero los dos sabíamos en qué terminaría eso así que decidí ponerme en un plan muy dominante, que por lo menos le costara las calificaciones de su hija.
Me puse de pie y caminé por atrás de la silla donde estaba sentada. Puse mis manos en sus hombros y las fui bajando hasta tocar esas apetecibles tetas. Ella no se movía ni hacía nada, metí mis manos por su brasier y sentí sus pezones, pequeños y muy sensibles pues de inmediato su respiración se aceleró.
Conocía a la perfección los horarios de la escuela, a esa hora nadie pasaría por ese pasillo así que decidí ir más allá. La jalé de los brazos para obligarla a pararse y quité la silla, ella seguía sin decir ni hacer nada. Pude ver esas nalgas, mucho mejores que las de Lía. Redondas y grandes, incluso algo desproporcionadas para lo delgada que era, parecían operadas. Me acerqué y puse mi pene en ese hermoso trasero mientras volví a agarrar esas tetas desde atrás. Ella volteaba a ver que nadie nos viera.
Para tomarla de sorpresa, agresivamente la empujé para que pusiera las tetas en mi escritorio, tenía a la mamá de una de mis alumnas completamente empinada en mi cubículo de la escuela.
Por fin agarré esas nalgas, duras, duras, seguía pensando que estaban operadas, volví a arrimar mi herramienta mientras me agaché para susurrarle al oído.
- ¿Sabías que tu hija es la más puta de la escuela? Ahora veo de dónde lo aprendió.
Me separé y me dirigí a mi asiento, me senté y le dije.
- Está bien, nos iremos a otro lado a discutir las calificaciones de tu hija, pero antes ven e híncate abajo de mi escritorio.
Junto a ella había otro grupo de chicas pero por ahora solo nos centraremos en Lía. Practicaba gimnasia, al parecer era muy buena y eso le daba ciertos privilegios en la escuela. Tenía permiso para faltar a ciertas clases con el pretexto de sus entrenamientos y cosas así, aunque en mis materias no había problema de horarios, sin embargo abusaba de esos privilegios y también a mis clases faltaba, no mostraba interés y esto le llevó a estar prácticamente reprobada en las dos materias.
Al ser de tercero estaba en riesgo que sacara su certificado para irse a la prepa y ella sabía que estaba perdida, tendría que hacer los dos extraordinarios. Unos días antes del examen final donde se decidiría quién pasaba y quién no, me encontraba en mi cubículo, ya era tarde por lo que casi no había gente en la escuela cuando tocaron a mi puerta.
Era una mujer con un aire familiar, cara de rasgos muy finos, ojos rasgados, cabello lacio y muy largo, fue hasta que habló para saludarme que supe que debía ser mamá de Lía. El parecido era mucho, más que su mamá parecía su hermana mayor.
- Hola, ¿usted es el profesor Armando?
- Hola, sí, ¿En qué puedo ayudarla?
- Soy mamá de Lía de 3 A y estoy un poco preocupada por las notas de mi hija, sé que no va bien en sus materias y por eso quería hablar con usted.
- Sí, Lía tiene prácticamente reprobadas las dos materias, falta mucho a clase, no hace sus trabajos y tiene mala actitud.
Platicamos por unos momentos de la situación escolar de su hija, me contó la Prepa a la que quería entrar y para eso no debía reprobar materias y conmigo estaba reprobando dos. Hablamos de las posibilidades, extraordinarios, trabajos extras, asesorías pero le dejé claro que no pasaría a su hija solo porque viniera a hablar con ella, hasta que...
- Por favor ayúdela y yo le daré lo que me pida. Será nuestro secreto.
El tono en que lo dijo y su lenguaje corporal me dejó muy claro a qué se refería. La verdad es que se me antojó de inmediato pero decidí jugar un poco con ella. Me hice el difícil tratando de parecer un buen maestro pero los dos sabíamos en qué terminaría eso así que decidí ponerme en un plan muy dominante, que por lo menos le costara las calificaciones de su hija.
- No lo sé, la realidad es que el futuro en la prepa de Lía depende de mí y sí ella no se ha portado muy bien espero que usted sí haga caso en todo.
- Sí, usted ordene maestro y yo haré mi mejor trabajo para que Lía pase.
- Para empezar quiero ver si me conviene cambiar dos calificaciones, enséñame lo que tienes, desabróchate la blusa.
- ¿Aquí? Estamos en la escuela, es mejor ir a otro lado.
- Aquí o dejamos que Lía repruebe.
Me puse de pie y caminé por atrás de la silla donde estaba sentada. Puse mis manos en sus hombros y las fui bajando hasta tocar esas apetecibles tetas. Ella no se movía ni hacía nada, metí mis manos por su brasier y sentí sus pezones, pequeños y muy sensibles pues de inmediato su respiración se aceleró.
Conocía a la perfección los horarios de la escuela, a esa hora nadie pasaría por ese pasillo así que decidí ir más allá. La jalé de los brazos para obligarla a pararse y quité la silla, ella seguía sin decir ni hacer nada. Pude ver esas nalgas, mucho mejores que las de Lía. Redondas y grandes, incluso algo desproporcionadas para lo delgada que era, parecían operadas. Me acerqué y puse mi pene en ese hermoso trasero mientras volví a agarrar esas tetas desde atrás. Ella volteaba a ver que nadie nos viera.
Para tomarla de sorpresa, agresivamente la empujé para que pusiera las tetas en mi escritorio, tenía a la mamá de una de mis alumnas completamente empinada en mi cubículo de la escuela.
Por fin agarré esas nalgas, duras, duras, seguía pensando que estaban operadas, volví a arrimar mi herramienta mientras me agaché para susurrarle al oído.
- ¿Sabías que tu hija es la más puta de la escuela? Ahora veo de dónde lo aprendió.
Me separé y me dirigí a mi asiento, me senté y le dije.
- Está bien, nos iremos a otro lado a discutir las calificaciones de tu hija, pero antes ven e híncate abajo de mi escritorio.
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