joerive
Bovino adicto
- Registrado
- 22 Abr 2009
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Después de haber leído infinidad de relatos decidí parte de mis vivencias. En la actualidad soy técnico en una oficina de gobierno. Estudié informática y 8 años atrás me fue muy difícil encontrar trabajo de mi profesión. Tengo 47 años y después de 23 años en la misma empresa, fue muy deprimente. Por suerte estaba relacionado con gente que se dedicaba a la política y esto me permitió que después de año y medio me diesen la plaza que ocupo. Se han acabado todas las inquietudes políticas que había tenido. Llego a mi casa, después de la jornada de trabajo, mi único consuelo es leer las Crónicas del placer, esto me anima a contarles las innumerables aventuras que nos han sucedido, sobre todo a mi mujer.
La conocí en una fiesta cuando le faltaban unos 5 meses para cumplir los 20 años, era un bombón. Antes de seguir me presentaré, -no sufran que seré breve-, me llamo Joaquín. A los 23 años salí del pueblo, para ir a vivir a la capital. En una ocasión un amigo me comentó de una fiesta y de una chica que era un monumento. Con curiosidad fui a la fiesta. Cuando la vi mi amigo se quedó corto, no tengo palabras para describirla. Supongo que por ser la persona de más edad la chica bailó la mayor parte del tiempo conmigo. Cuando llegó la hora de los bailes lentos la chica se pegó a mi y no sé echó para atrás.
Los últimos bailes fueron sólo conmigo, le acariciaba la espalda con las dos manos y desde un primer momento descubrí que no llevaba sostén. La cabeza me hervía, tenía un inmenso deseo de llevar las manos hacia delante y acariciarle los senos pero no me atreví, no sabía cómo reaccionaria. Al finalizar la fiesta, como a las dos de la madrugada, me pidió que la acompañara a su casa y antes de llegar nos abrazamos y nos dimos un largo y profundo beso. Ya no pude aguantar y pasé una mano por debajo del top acariciando un pecho que me trastornó.
No dijo nada, sólo sonrió. Cuando nos despedimos me invitó a comer en casa de sus padres, yo aluciné, pero acepté inmediatamente. Volví sin saber que pensar de lo que había ocurrido aquella noche y puedo asegurarles que al día siguiente quedé todavía peor.
Al día siguiente llegué a la casa de Montse. Montse era la chica con la que había estado bailando. Salió una mujer un poco mayor pero muy guapa, me invitó a pasar y crucé la puerta me recibió Montse, radiante, hermosa.- ¿Qué te gustaría hacer? -me dijo-. No lo sé. Estar contigo, pero decide tú. ¿Quieres salir a beber algo? le dije. Montse: La verdad es que dormí bastante, pero aún me siento cansada. Me gustaría quedarme a tomar el sol y bañarme, ¿qué te parece?
Entramos al patio. De un cuartucho sacó un short y me preguntó sí me servía. Lo tomé y después de sacarme la ropa me lo puse, estaba muy pequeño pero mínimo me tapaba, aunque supongo que si me excitaba no serviría de nada. Al salir ella ya estaba medio desnuda echada en una toalla. Estuvimos en la alberca de su casa- que debo decirles me pareció impresionante-. La mujer salió una vez más para avisarnos que la comida estaría lista en 20 minutos. Montse me tomó de la mano subimos al segundo piso diciéndome que nos íbamos a duchar.
Nos desnudamos y metimos a la regadera y esto sí fue demasiado. Nos enjabonamos mutuamente, por no decir que nos estuvimos acariciando por todo el cuerpo, estaba súper excitado y por lo poco que la conocía, ella también lo estaba. De pronto subió una pierna y con la mano me agarró el pene y se lo fue introduciendo. Estaba tan excitado que inmediatamente colaboré en la penetración y con un par de empujones se lo metí del todo. Entonces se colgó de mi cuello, levantando y pasando las piernas por la espalda. Nos empezamos a mover y tuve que hacer grandes esfuerzos para controlarme. Cuando noté que ella empezaba a tener los espasmos del orgasmo, me solté. Seguimos abrazados un buen rato y finalmente nos terminamos de duchar y salimos.
A media tarde salimos a dar una vuelta finalmente me decidí y le dije que estaba enamorado de ella. Cuando oyó mi declaración se quedó viendo al suelo y finalmente reaccionó colgándose de mi cuello y besándome profunda y largamente en la boca. Cuando recuperamos la respiración. Montse.- ¿De verdad que te gusto? Mucho. Eres una preciosidad y tienes un carácter que me entusiasma.
Al siguiente día llegó muy temprano. ¿Sigues decidido a seguir conmigo? Sí. le respondí de inmediato. No me contestó, dio media vuelta bajó la escalera y regresó con una maleta en cada mano. -Como puedes ver, ya me decidí y quiero vivir contigo. ¿Hacemos la prueba? Han pasado 20 años y seguimos juntos. Bueno hay más por contar pero eso lo haré en otra ocasión.
La conocí en una fiesta cuando le faltaban unos 5 meses para cumplir los 20 años, era un bombón. Antes de seguir me presentaré, -no sufran que seré breve-, me llamo Joaquín. A los 23 años salí del pueblo, para ir a vivir a la capital. En una ocasión un amigo me comentó de una fiesta y de una chica que era un monumento. Con curiosidad fui a la fiesta. Cuando la vi mi amigo se quedó corto, no tengo palabras para describirla. Supongo que por ser la persona de más edad la chica bailó la mayor parte del tiempo conmigo. Cuando llegó la hora de los bailes lentos la chica se pegó a mi y no sé echó para atrás.
Los últimos bailes fueron sólo conmigo, le acariciaba la espalda con las dos manos y desde un primer momento descubrí que no llevaba sostén. La cabeza me hervía, tenía un inmenso deseo de llevar las manos hacia delante y acariciarle los senos pero no me atreví, no sabía cómo reaccionaria. Al finalizar la fiesta, como a las dos de la madrugada, me pidió que la acompañara a su casa y antes de llegar nos abrazamos y nos dimos un largo y profundo beso. Ya no pude aguantar y pasé una mano por debajo del top acariciando un pecho que me trastornó.
No dijo nada, sólo sonrió. Cuando nos despedimos me invitó a comer en casa de sus padres, yo aluciné, pero acepté inmediatamente. Volví sin saber que pensar de lo que había ocurrido aquella noche y puedo asegurarles que al día siguiente quedé todavía peor.
Al día siguiente llegué a la casa de Montse. Montse era la chica con la que había estado bailando. Salió una mujer un poco mayor pero muy guapa, me invitó a pasar y crucé la puerta me recibió Montse, radiante, hermosa.- ¿Qué te gustaría hacer? -me dijo-. No lo sé. Estar contigo, pero decide tú. ¿Quieres salir a beber algo? le dije. Montse: La verdad es que dormí bastante, pero aún me siento cansada. Me gustaría quedarme a tomar el sol y bañarme, ¿qué te parece?
Entramos al patio. De un cuartucho sacó un short y me preguntó sí me servía. Lo tomé y después de sacarme la ropa me lo puse, estaba muy pequeño pero mínimo me tapaba, aunque supongo que si me excitaba no serviría de nada. Al salir ella ya estaba medio desnuda echada en una toalla. Estuvimos en la alberca de su casa- que debo decirles me pareció impresionante-. La mujer salió una vez más para avisarnos que la comida estaría lista en 20 minutos. Montse me tomó de la mano subimos al segundo piso diciéndome que nos íbamos a duchar.
Nos desnudamos y metimos a la regadera y esto sí fue demasiado. Nos enjabonamos mutuamente, por no decir que nos estuvimos acariciando por todo el cuerpo, estaba súper excitado y por lo poco que la conocía, ella también lo estaba. De pronto subió una pierna y con la mano me agarró el pene y se lo fue introduciendo. Estaba tan excitado que inmediatamente colaboré en la penetración y con un par de empujones se lo metí del todo. Entonces se colgó de mi cuello, levantando y pasando las piernas por la espalda. Nos empezamos a mover y tuve que hacer grandes esfuerzos para controlarme. Cuando noté que ella empezaba a tener los espasmos del orgasmo, me solté. Seguimos abrazados un buen rato y finalmente nos terminamos de duchar y salimos.
A media tarde salimos a dar una vuelta finalmente me decidí y le dije que estaba enamorado de ella. Cuando oyó mi declaración se quedó viendo al suelo y finalmente reaccionó colgándose de mi cuello y besándome profunda y largamente en la boca. Cuando recuperamos la respiración. Montse.- ¿De verdad que te gusto? Mucho. Eres una preciosidad y tienes un carácter que me entusiasma.
Al siguiente día llegó muy temprano. ¿Sigues decidido a seguir conmigo? Sí. le respondí de inmediato. No me contestó, dio media vuelta bajó la escalera y regresó con una maleta en cada mano. -Como puedes ver, ya me decidí y quiero vivir contigo. ¿Hacemos la prueba? Han pasado 20 años y seguimos juntos. Bueno hay más por contar pero eso lo haré en otra ocasión.
