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LA TÍA 4

murux

Bovino maduro
Registrado
7 Ene 2010
Mensajes
225
Esta historia, cargada de morbo por la edad de mi sobrino, no me resulta del todo grata, pues, con el tiempo y a pesar de mi buena relación con el protagonista, no he dejado de pensar si aquello fue bueno o no, aunque, desde luego, sin consecuencias aparentemente dramáticas para nadie. Planeamos vacaciones mi marido y yo, visitar a mi hermana con su marido y sus 3 hijos, pero como algunas veces pasa mi esposo tuvo un imprevisto en el trabajo y no pudo viajar, consideramos que yo hiciera el viaje pues mi marido planteo que era injusto que cancelara, así que con la promesa de que él me iba a alcanzar en cuanto se desocupara tome rumbo a casa de mi hermana.

Llegue a casa de mi hermana, quien me recibió con mucho gusto y con un poco de desilusión al llegar sola, pues siempre ha tenido muy buena relación con mi esposo… platicamos y almorzamos y poco a poco se fue reuniendo la familia, mi cuñado siempre con sus halagos pues me caracterizo por vestir un poco entallada, mis sobrinos me saludaron con tanto entusiasmo, dos varones y una niña, el mayor de ellos era Luis de 14 años, quien hacía tiempo no lo veía y ya era todo un jovencito, aprecié cierto cambio en mi sobrino, que siendo desde siempre un muchacho serio y reservado, mostraba un aire de hombrecito muy atractivo.. Me instale en el cuarto de Luis, y él se mudó a la habitación de sus hermanos.

Al día siguiente mi sobrino platico que durmió muy incómodo, por lo que le ofrecí compartir la habitación, nadie dio mayor importancia al cambio, por supuesto que yo mucho menos, cuando era más pequeño los visitaba con frecuencia y como él tenía miedo a las pesadillas dormíamos en la misma cama, haciéndolo sentir más protegido, así que no pusieron trabas a que siguiésemos durmiendo juntos, lo cual, he de reconocer, me alegró.

Desde la primera noche ya él mismo mostró un cierto pudor al cambiarse y yo, viendo este reparo, también sentí un poco de vergüenza al ponerme mi habitual camisón para dormir, pero de estas apreciaciones mías no puedo decir que surgiese ninguna disposición por ninguna de las dos partes, pues sería después cuando se desatarían ciertos acontecimientos que me mantuvieron impresionada tiempo posterior.

Tras una larga charla de la primera noche sobre nuestras cosas habituales después de todo un año sin vernos, le dije que estaba ya muerta de sueño, pues serían las 2 de la madrugada; A mi cuñado se le oía roncar suavemente hacía más de una hora, pero mi sobrino no mostraba signos de cansancio. Estaba locuaz y muy interesado en mí, preguntando sobre mi marido y lo que hacíamos en la cotidianidad.

Cuando el sueño me venció y podría llevar dormida posiblemente una hora, comencé a notar una suave presión sobre mi trasero, más bien hacia mi entrepierna que, aunque me causó cierta sorpresa, pude controlar mi primer impulso de separarme y girarme para ver de qué se trataba. Fingí seguir dormida y esperar acontecimientos hasta aclarar el verdadero origen y sentido de este hecho que, por otra parte, se me antojaba del todo evidente: mi sobrino debía estar acercándome su miembro en una búsqueda de sexo simulado, pues estaba claro que ya debían haber despertado sus sentidos y era probable que su instinto le impulsase a la búsqueda de ésta experiencia que, por otra parte, a mí me causaba cierta turbación y excitación. Yo estaba vuelta de espaldas a él y en posición fetal.

Esperé unos minutos y me cercioré de que mi impresión era cierta: estaba frotando suavemente su miembro –no sabía si desnudo- contra mi camisón, a la altura de mi ano. Abajo del camisón, yo solía dormir con braga, eso sí, de las de antes, es decir, hasta la cintura y con un dedo de pata, a prueba de hombres calentones.

Mi sobrino continuaba con su faena acercando su pene a mi punto más excitante, a la vez que muy suavemente me subía el camisón ligeramente, intentando liberar de obstáculos su contacto conmigo; yo continuaba fingiendo estar profundamente dormida, sin mover un solo músculo y simulando una respiración pausada y profunda e imitando ligeros ronquidos, a fin de darle una mayor confianza en su impunidad, resultado que efectivamente conseguía. Cuando pudo levantar el camisón ligeramente por encima de la braga, su pene entró en contacto directo con mis piernas, en su parte más superior y rozando mi vagina desde su exterior. La verdad es que me encontraba muy excitada y expectante acerca de su control de la situación pues, sorprendentemente, apenas movía un músculo que no fuese para ir colocándose en la posición de que buscaba y que, debía ser, colocar su pene entre mis piernas a la altura de la vagina y notar el contacto del calor de mi zona más erógena. Yo, trataba de ahuecar mis piernas para facilitar su penetración entre ellas, pero sin que notase que era un movimiento consciente por mi parte. Mi intención era disfrutar del momento sin que mi sobrino pensase que yo lo había consentido voluntariamente.

Al cabo de unos largos minutos de quietud total en aquella posición, noté como mi sobrino daba unos suspiros ahogados y como mi braga se humedecía, algo más de lo que ya estaba, con una eyaculación de mi sobrino que, fruto de su control total, no había movido ni un solo músculo mientras parecía disfrutar de un orgasmo placentero. Supongo que pensaría que por la mañana ya se habría secado y yo no notaría gran cosa. En fin, como quiera que fuese, esa primera noche mi sobrino se mostró ya un hombrecito y a mí me dejó con la miel en los labios… mayores.

Al día siguiente, por supuesto, ninguno comentamos la incidencia de la noche y yo me dediqué a lavar mi ropa interior, que se encontraba manchada con algo pastoso, como era de esperar. Mi sobrino no mostró inquietud alguna, actuando con total normalidad, algo que me sorprendió; si me dirigía a él, no mostraba nerviosismo alguno y su comportamiento era el habitual. Salió a jugar con sus hermanos y la única referencia al tema vino por su ofrecimiento de echarnos la siesta, algo que era normal en casa y sobre todo en verano. Yo, incomprensiblemente, sí mostré cierto nerviosismo por su ofrecimiento y directamente le dije que no podía y que se echase él solo, pues así dormiría mejor. Declinó la oferta y la aplazó para cuando yo también me acostase con él… "para hablar, añadió".

La noche llegó implacable y con ella mi expectación a los nuevos acontecimientos. ¿Qué sucedería? ¿Se atrevería mi sobrino a intentarlo de nuevo? ¿Debía yo darme por enterada? En fin, no sabía qué hacer ni qué pensar, así es que me abandoné a los sucesos que me deparase el destino. Para ésta ocasión, recordé que tenía unas bragas muy viejas, que sabía que no había llegado a tirar y muy suaves y mucho menos pudorosas que las del día anterior, hasta el extremo de que ya las tenía desechadas y sin usar por su extremo deterioro, pero pensé podrían venir bien para el caso. Desde luego, por la zona más baja, se encontraban tan mal que se habían abierto ciertas perforaciones, a pesar de su doble capa protectora; todo esto no me preocupaba lo más mínimo, pues su objetivo no era lucirlas ante nadie, sino tratar de aprovecharme, yo también, de un contacto lo más directo posible, pues a mi edad todavía mi deseo y ardor son aún más intensos que los de mi sobrino, supongo.
También debía propiciar la sensación de mayor seguridad para él y favorecer un contacto un poco más activo, pues su prudencia en los movimientos no permitían que yo gozase de grandes sensaciones. Debía diseñar una estrategia y dársela a conocer de una manera sutil, sin que él se diese cuenta de mis intenciones reales.

Con estos preparativos, por segunda noche nos fuimos a acostar y comenzamos a charlar, como nos gustaba hacer, preguntándole a mi sobrino si había dormido bien o estaba muy estrecho conmigo en la cama. Me aseguró que no tenía problema ninguno y que había dormido perfectamente. Yo le dije que a veces sufría de insomnio, sobre todo en verano por el calor y que para ayudarme a dormir, el médico me había recetado unas pastillas buenísimas, hasta el extremo de no llegar a oír a nadie, cuando me llamaban por la noche, el día que las tomaba.. Ahora también había decidido tomar las pastillas, pues conmigo en la cama y el calor de las noches manchegas, me hacían despertarme con frecuencia. Eso sí, si mi alguien llamaba por la noche, se tendría que levantar él, aunque fuese por encima de mí, sin temor a despertarme, pues eso era prácticamente imposible y dado que mi sobrino dormía junto a la pared y yo en la parte de fuera.

Esto pareció causar el efecto deseado y sin más comentarios, ambos nos dispusimos a "dormir", eso sí, asegurándome de que Luis viese como me tomaba el bendito somnífero, que no era sino una vulgar aspirina. Yo me giré hacia la cama de mi madre y dando la espalda a Luis y él se giró hacia la pared. Ahora solo quedaba esperar. No es necesario añadir que la inquietud no me permitía dormir, pero debía simularlo, así es que comencé a imitar la profunda e intensa respiración de los durmientes profundos, con un suave ronquido incluido que, efectivamente, movilizó a mi sobrino al que noté girarse hacia mí pasados unos breves minutos. Yo, había adoptado una postura forzada que facilitase un acceso total a mis partes más sensibles e intencionadamente me di una vuelta completa para que el camisón quedase por encima de mi cintura.

La luz de la luna penetraba por la ventana del lado de Luis, por lo que su visión debía ser perfecta y no tendría que esforzarse mucho tanteando para localizar su diana. Así, en un par de minutos más, ya comencé a notar su pene erecto justamente en mi vagina, que ya ardía de pasión esperando su visitante. Yo me dispuse a disfrutar algo más que la noche anterior, pero Luis, inesperadamente se apartó de mí. Yo esperé expectante, cuando sentí que mi sobrino me llamaba en voz baja; yo callé. Me volvió a llamar en voz algo más alta y volví a callar. Me dio un pequeño empujón en el hombro izquierdo y yo sin moverme. Llegó a zarandearme suavemente y yo igual, silencio y simulación total de estar en coma profundo. Era evidente que trataba de asegurarse de que el somnífero había hecho su efecto. Me tranquilicé y ahora esperaba que fuese algo más agresivo.

El seguía insistiendo incrédulo, esta vez me empujaba sobre otras zonas de mi cuerpo, comprobando mi sensibilidad, así, tanteó me cintura, mi brazo, mis caderas –aprovechó para elevar el camisón un poco más-, mis nalgas…mi vagina a través de la braga…etc., en fin, me dio un magreo completo hasta estar totalmente seguro de que estaba profundamente dormida y cuando se convenció, me acercó, más bien me clavó, su pene en la braga, a la altura de la vagina y se atrevió, incluso, a sujetarme por las caderas, comenzando un suave vaivén rítmico que me hizo suspirar de gozo y sin poder controlarlo provocando, por su parte, una parada absoluta de movimientos. Al poco, nuevo vaivén y restregones sensitivos en nuestras partes sensibles. Yo, casi imperceptiblemente, también sincronicé un levísimo movimiento facilitando y potenciando a la vez el suyo, pero ésta vez él no paró. Yo sentía su pene entrar y salir entre mis piernas rozando mi vagina y, al poco, se atrevió a meter su mano izquierda bajo mi camisón alcanzando mis pechos que comenzó a manosear inmediatamente, ya sin recato alguno.

Bueno, la situación no permitía otra cosa, de modo es que yo ya estaba para no poder aguantar mucho más, así es que me decidí a cambiar de posición para ver si llegábamos a una posición aún más sensitiva; tras unos iniciales movimientos de advertencia en los que mi sobrino suspendió su actividad de inmediato y se separó de mí, yo me metí la mano en la braga como para rascarme, consiguiendo bajarla hasta prácticamente verse mi vello púbico.

En esa posición y con las piernas encogidas para darle más facilidades, me dispuse a iniciar otra sesión de simulación de sueño profundo que animase a mi sobrino a continuar con su actividad, pues le ofrecí una posición realmente llamativa capaz de tentar al más tímido.

No tardó en comenzar a moverse estudiando la forma de colocarse, tal como supuse. Estaba segura de que se acordaría de mi ofrecimiento de pasar sobre mí, si era necesario. Al instante comenzó a tocarme y llamarme para ratificar que aún estaba profundamente dormida. Me pasó la mano por todo el cuerpo, incluida mi vagina, que ya tocó directamente y sin el obstáculo de la braga, pues tan baja como yo misma la había situado, permitía el acceso directo desde todas sus aberturas. Subiendo su mano por mi muslo, llegó a la ingle y la pasó, sin mayores reparos, sobre mi sexo desnudo, pasando sus dedos sobre los labios de mi vagina que estaba totalmente húmeda. Yo di un escalofrío y él también.

Ya con la prueba superada, me acercó de nuevo su pene a mi entrepierna pero ya accediendo al contacto directo en si sexo, comenzando a moverse y, acercándose cada vez más, llegó a introducir parte de su pene en mi vagina, provocando en mí una excitación total que casi no podía reprimir. A los breves minutos saco su glande de mi vagina y eyaculó entre mis piernas. Sus temblores me contagiaron y yo también, con una discreta ayuda de mis dedos, en esta ocasión conseguí correrme también.

Pronto se dio la vuelta y de nuevo me quedé con la "miel en los labios". Supongo que él también deseaba más, pero se reprimió.

A la mañana siguiente yo me desperté temprano y me arreglé un poco, pues las bragas las tenía a la altura del medio muslo y el camisón por encima de los pechos. Durante todo el día no podía concentrarme pensando en lo que había pasado, quería más… cómo hacer que esto concluyera antes de la llegada de mi marido, de modo que me dediqué el resto del día a preparar la estrategia, de tal modo que pudiese hacerle a él responsable de todo y se viese obligado a guardar silencio bajo amenazas mías de denunciarle. Pensé en fingir un embarazo y responsabilizarle a él, que tendría que aceptar que por las noches, estaba abusando de mí. Sí, parecía un buen argumento de momento. Me dispuse a llevar adelante mi plan y le propuse a Luis, para después de comer y cuando todos estaban echado la siesta, subir a la cámara de la casa a jugar en el granero y buscar cosas antiguas en arcones viejos que conservaba mi hermana de nuestros padres ya fallecidos. Como era de esperar, aceptó en el acto.

Una vez recogida la cocina después de comer, nos apresuramos a subir a la buhardilla de la casa, en donde estaba el granero y comenzamos a abrir baúles viejos y muebles desechados, pero en un momento determinado le dije a Luis que quería hablar con él. Con cara de sorpresa él, y yo de circunstancias, le expliqué que creía haberme quedado embarazada. El enrojeció y comprendí que el plan se desarrollaba dentro de lo previsto. Le dije que si sabía lo que era eso y lo que significaba; confirmó que sí estaba informado y sobre las consecuencias le expliqué que posiblemente mi esposo me dejaría y luego que el padre sería denunciado y obligado a sostener al hijo de por vida. Luis puso mirada de asombro y miedo y bajó su vista. En éste momento le dije que yo con mi esposo no había hecho nada malo y lo único que se me ocurría era si él sabía algo, pues llevaba 2 días levantándome mojada de semen de hombre en las bragas. Aquello fue demasiado para un niño de 14 años y rompió a llorar. Yo no pude evitar abrazarle y tratar de consolarle, pero eso sí, intentando que asumiese su responsabilidad y su culpa. Puede que no fuera muy ético, pero en el plan se incluía una compensación adecuada.

Le insistí en si podía decirme algo y entre sollozos, me dijo que había sido durmiendo, que no se había dado cuenta y que había sido sin querer; que no volvería a pasar, pero que no se lo dijese a nadie que él era el padre.

Ya en mis manos, le prometí que no saldría de mí quien era el padre si él me prometía no volver a hablar nunca con nadie, salvo conmigo, de lo que había pasado entre nosotros y que confiaba en poder arreglar el asunto con un medicamento que me daría la farmacéutica. El pareció más tranquilo y trató de explicarse sobre lo sucedido, diciéndome que ya le había pasado en otras ocasiones por la noche, soñando, … etc., pero que no se había dado cuenta de que me había manchado a mí.

Había llegado el momento de llevar adelante la 2ª parte de mi plan y comencé por preguntarle si sabía lo que era hacer el amor, contestándome él que sí. Yo le pregunté si lo había hecho con alguna chica y me dijo rotundamente que no. También le pregunté si sabía lo que era masturbarse y enrojecido me dijo que sí, pero que él no lo había hecho nunca. También le conté lo mismo sobre mí, pero que yo sí me había masturbado en alguna ocasión y que podría enseñarle si él quería, aceptando el ofrecimiento, aunque me dijo que le daba vergüenza. Yo le propuse masturbarnos el uno al otro y él asintió mostrando su plena conformidad, pero que debíamos desnudarnos los dos, pues hacía un calor terrible, más aún en aquella zona de la casa. Así es que le indiqué que se recostase sobre el trigo y comencé a tocarle su pene, ya muy erecto, a través del pantalón, lo que pareció gustarle, por lo que poco a poco le fui descubriendo su miembro quitándole el pantalón primero y luego los calzoncillos.

Él estaba rojo de vergüenza, y yo de pasión. Me sorprendió de sobremanera las dimensiones del pene de un niño de 14 años. Apenas tenía vello y sus testículos eran pequeños y muy duros. Yo estaba ardiendo de pasión y morbo, pero no quería mostrar mis debilidades. Comencé a acariciar su miembro y sus testículos y el cerró los ojos. Mis caricias se convirtieron en frotación suave, mientras le acariciaba el resto del cuerpo con la otra mano, pero antes de poder concentrar mi esfuerzo en serio, comenzó a dar espasmos y a eyacular con unos chorros de semen sorprendentes, que mancharon mi ropa y todo su vientre. No pude sino procurar que lo disfrutase al máximo sincronizando mis movimientos con sus latidos de placer.

Después de esta primera experiencia, yo comencé a desnudarme, quitándome la bata que llevaba sobre una braga negra y muy atrevida, provocando el efecto deseado de despertar en mi sobrino una atracción inevitable. Se acercó a mí y me tocó los pechos, los cuales estaban duros por mi y con unos pezones aún más duros de la excitación que sufría. Yo le bajé la mano a mi entrepierna, pues estaba ardiendo de pasión y deseaba más que llegar a un orgasmo lo antes posible. Yo me recosté sobre mi bata en el trigo y le dije que me quitase las bragas, lo que él hizo al instante, dejando al descubierto mi sexo poblado de un vello negro, como mi cabello y con los labios mayores enrojecidos y chorreantes de flujo vaginal. Luis, entre asustado y excitado, puso su mano sobre mi sexo con ciertos reparos y yo le animé a meter sus dedos y acariciarme toda la zona, como yo le había hecho. Se puso manos a la obra y, torpemente, consiguió excitarme aún más. Yo viendo su falta de iniciativa, le pedí que se pusiese de rodillas entre mis piernas, para tener un más cómodo acceso a mi vagina, aunque lo que en realidad buscaba era irle posicionando para provocar una experiencia sexual completa. En esa posición, su pene estaba a escasos centímetros de mi sexo y me pareció más que probable que él intentase colarse dentro, pero pasaba el tiempo y él no se arrancaba, por lo que le pedí que, desde esa posición, me acariciase un rato los pezones. Eso le obligó a extenderse sobre mí y llevar su pene hasta justo la entrada de mi sexo, pero le indiqué que no debía penetrarme, pues eso no era conveniente hacerlo entre parientes y sin saber si el embarazo sería o no posible. El asumió esta responsabilidad y yo me liberé de ella, con el fin de poder inculparle al cien por cien cuando se consumase el coito.

Era del todo previsible que, en esa posición y tocando y lamiendo mis pechos, su pene no podría evitar la penetración, comenzando con unos restregones sobre mi vagina que rápidamente corregía retrocediendo un poco, pero casi de inmediato volvía a su posición natural y volvía yo a provocarle alzando ligeramente mis caderas, hasta que ya no debió poder controlar más y se dejó caer sobre mí penetrándome de una vez. Sentí un dolor inicial, pero inmediatamente un placer intenso, notando su pene que alcanzaba todo mi ser.

Gimiéndole que por favor no lo hiciese, a la vez le apretaba contra mí reteniéndole y moviéndome rítmicamente para favorecer también su aumento evidente de placer. A mi requerimiento noté que trató de echarse atrás y salir de mí, pero evidentemente no le dejé. Con un vaivén cada vez más rápido, tras unos breves minutos de placer y calor, alcanzamos juntos un orgasmo tremendo, lanzando Luis un largo quejido con sus dientes apretados y apretándome profundamente en una penetración casi dolorosa, pero a la que yo también contribuía elevando mi pelvis contra mi sobrino. Noté nuevamente su descarga seminal, esta vez dentro de mí.

La parte más negativa de esta experiencia fue éste momento. Tras unos minutos de éxtasis en los que mi sobrino quedó sobre mí sudoroso y con ligeros espasmos hasta que, de repente, comenzó a sollozar abrazado a mí y diciéndome que ahora que iba a pasar, pues me habría quedado embarazada y, en este momento, comprendí que Luis aún era un niño y me arrepentí de lo que había hecho, no solo en lo que respecta al sexo, sino el haberle cargado con toda la responsabilidad que ahora le abrumaba. No pude por menos que reconfortarle y tratar de convencerle de que podría arreglar el asunto sin ninguna trascendencia, pues tenía mucha amistad con la farmacéutica y era seguro el tratamiento que me había dicho, así es que no teníamos por qué preocuparnos. Me dijo que no quería volverlo a hacer más y yo me supuse, que una vez probada la miel, sería difícil espantar a las moscas. Era cuestión de tiempo. De cualquier modo, seguía con mi interés en que se considerase responsable máximo, con lo que me aseguraría de su silencio.

Después de aquello, bajamos a la casa y todo transcurrió con absoluta normalidad, aunque yo aún ansiaba repetir la experiencia con Luis, pero no debía darle a entender que la instigadora de todo había sido yo. El, por el contrario, mostraba un aspecto cabizbajo y apesadumbrado. Yo me alegraba en silencio.

De nuevo, en la noche, pensaba provocarle de nuevo y volver a gozar intensamente del sexo, pues realmente, ahora me daba cuenta de lo necesitada que me encontraba. Mi sobrino me dijo que no quería volver a acostarse conmigo, pero le hice desistir de su empeño haciéndole ver lo anormal que verían sus padres y toda la familia esta actitud, que no debía preocuparse y siguiese mostrando total normalidad para no despertar sospechas.

Nos fuimos a la cama y rápidamente mi sobrino se dio la vuelta hacia la pared y yo me dispuse a esperar, eso sí, diciéndole que si no le importaba que me quitase el camisón pues hacía un calor insoportable. Esa noche yo no me había puesto bragas y esperaba que él lo viese. Me giré hacia él y, abrazándole, le pregunté si estaba preocupado. En fin, tras tratar de hablar con él un rato y tranquilizándole sobre una nueva consulta realizada a la farmacéutica, conseguí que se girase hacia mí, dándose cuenta entonces de que estaba totalmente desnuda. Trató de no mostrar interés y yo procuré no seducirle, pero seguía abrazada a él y con mi pierna sobre su miembro, hice unas pequeñas maniobras que me indicaron que comenzaba a debilitarse su determinación.
Al poco ya se giró hacia mí y me tendió su brazo sobre mis caderas, dirigiendo su mano a mi trasero desnudo y tocando suavemente, comenzó a colocarse mejor para situar su pene lo más cerca posible de mi vagina igualmente desnuda. Yo le facilité la maniobra y le pregunté si se había vuelto a excitar, asintiendo levemente con su cabeza. Yo tampoco podía aguantar mucho más, así es que tomé un momento la iniciativa y le saqué su miembro para situarlo en la puerta de mi sexo.
No esperó más y situándose de rodillas entre mis piernas y con el pene al descubierto y en completa erección, apoyó sus brazos a los lados de mi cuerpo y a la altura de mis senos, comenzó a chupar y lamer mis pezones.

Yo me derretía de gusto. Enseguida comenzó a restregar su pene sobre mi vagina y a volvernos locos de nuevo los dos y en un momento y ya sin ningún reparo y creo que poseído de una pasión que le hizo perder totalmente el control, apoyando su mano izquierda a mi lado y con la derecha sujetó su pene y lo enfocó directamente a mi sexo, completamente a su disposición, introduciéndolo suave y lentamente. Yo no pude reprimir un quejido de placer y mi sobrino hizo otro tanto, dejándose caer sobre mí sin, ajeno ya de sus actos. Yo le abrace apretando sus nalgas contra mí y él, lejos de alarmarse, continuó penetrándome con una intensidad que me causaba dolor inicialmente, pero pronto pasó a ser un placer sin límite. Yo trataba de disminuir la intensidad de los empujones de mi sobrino, mas por el ruido que por otra razón, pero él no obedecía a razones y, al momento, sentí como inundaba mi interior de un fuerte chorro de esperma ardiendo, que me hizo a mí también correrme como si llegase a perder el sentido; mucho mejor que la primera vez de esta tarde.

Como no deseaba terminar la noche con un solo polvo, traté de tranquilizar a mi sobrino explicándole que tomaba ciertas pastillas para regular la regla y que la farmacéutica me había confirmado que eran anticonceptivas con total seguridad. Ambos nos alegramos del asunto y nos dispusimos a iniciar una nueva sesión de sexo a tope.

Cuando, después de repetir otras dos veces y encontrándonos al cien por cien de esta tercera vez, nuestros quejidos placenteros, que ya no estaban reprimidos como antes, despertaron a mi sobrina quien pareció darse cuenta de lo que ocurría y me preguntó que hacíamos. Yo, sin muchos temores acerca de su capacidad de comprensión por su edad, le dije que estábamos "jugando" y "divirtiéndonos" ella contesto que ya era tarde que tenía mucho sueño pero que le gustaría que la invitáramos al otro día al juego pues se veía muy divertido. Le dije que sí y me solté a reír… Mi sobrino estaba tan asustado, pero a partir de ese momento y contando con la complicidad de la niña, cuyas razones eran por desconocimiento de lo que estaba pasando, nos volvimos a unir en otro abrazo de pasión y, eso sí, ya en silencio total, repetimos la experiencia durante todas las noches de aquella semana hasta la llegada de mi marido.

Mi marido me encontró muy sonriente, le dije que era por sus llegada, inmediatamente sentí la cara de desilusión de mi sobrino quien tuvo que mudarse a la habitación de sus hermanos. La noche siguiente hice el amor con mi esposo como una loca, hasta el grado de sorprenderlo- por si acaso- ya que había la posibilidad de quedar embarazada que finalmente no se consumó.
 

Dell-79

Bovino adolescente
Registrado
10 Oct 2008
Mensajes
70
Que buen relato uy que suerte del sobrino, un saludo, una foto no seria mala idea, para imaginarme como esta la tía.
 

creazy tazz

Baneado :(
Registrado
14 Oct 2011
Mensajes
93
excelente relato murux !!!
quien fuera tu sobrino
gracias por compartir
 

Buitres6

Baneado :(
Registrado
12 Jul 2012
Mensajes
0
Quedé a mil con tu excelente relato murux...más por favor y si se puede algunas fotitos. Saludos.
 

Gilmour

Bovino adolescente
Registrado
16 Oct 2007
Mensajes
80
excelente relato, apoyo la mocion de una foto tuya, me gustaria que fueras mi tia
 

culci

Becerro
Registrado
8 Mar 2010
Mensajes
41
Me encantan ésta clase de relatos donde todo es adrenalina, suspenso y sorpresa.

Muy buen relato.
 
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