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Hechando a volar las campanas

taltoz

Becerro
Registrado
14 Feb 2012
Mensajes
27
Anabel era una chica fantástica, bailadora, simpática, morena, chaparrita, delgada, llena de energía, éramos ambos muy jóvenes, pero muy calientes, descubriendo el poder de las hormonas en ebullición, las yemas de los dedos, la elasticidad de la lengua, y la resistencia de nuestro cuerpo a soportar la calentura cundo no tienes a donde meterte a desfogarla.

Tenia unos ojos fantásticamente grandes y unas pestañas chinas impresionantes, me encantaba verme reflejado en sus ojos, cuando a la complicidad de la sombra de la noche temprana nos escondíamos en cualquier esquina y podía manosearla y meter mis dedos en su conchita siempre húmeda y me miraban deseando que por fin pudiera meterle algo mas grueso.

En ese tiempo habíamos muchos jóvenes que para poder tener un poco de privacidad de la presión paterna nos refugiábamos al amparo de algunos sacerdotes y monjas en un grupo católico que servía de fachada para poder andar a altas horas de la noche o suficientemente lejos de donde nuestros progenitores preferirían que nos quedáramos.

Eran las fiestas del 12 de diciembre (ó alguna mamada así), el pedo es que teníamos que adornar por la noche el atrio de la iglesia y estuvimos un par de días haciendo la porquería esa de papel picado que les encanta poner a modo de adorno, el chiste es que todo el mundo estaba en chinga y mi amada y flamante novia, andaba como si se le hubiera metido el diablo, mirándome con ojos de “METEMELA YA”…en cualquier lado que me encontraba me jalaba hacia un rincón para poder darme sendos besotes que me dejaban todo erizo por que no habíamos hallado un lugar fuera de algún par de ojos curiosos.

Esa tarde el Padre Panchito, me envió a recoger unas madejas de hilaza a su habitación, que era casi como un departamento, y para dicha tarea me dio su juego de llaves y dentro de ellas estaba la de la puerta de la torre del campanario, que permanecía cerrada para evitar que alguna persona ajena subiera e hiciera mal uso de las campanas ó que algún chamaquito pendejo se subiera y se rompiera su madre, el chiste es que era una torre como tal con escaleras de caracol, obscuro y se le podía poner llave por dentro… así que no dude en correr con el cerrajero y sacar una copia $10 pesos por tener a donde ir a coger cuando se me antojara era una ganga.

Cayo la noche. Y se había comenzado a adornar el atrio por lo que la entrada a la torre del campanario estaba descubierta, yo busque a mi flamante chica y le hice gestos para que me siguiera, abrí despacio la puerta y la hice entrar de prisa para que no nos vieran, me miro sorprendida por que sabia que solo los padres tenían llave de ahí, y no me puse a dar muchas explicaciones, ya había fraguado todo lo que quería hacerle toda la tarde y no quería perder el tiempo.

Apenas hubo cerrado la puerta, la tome por la cintura y la jale hacia a mi y la bese con fuerza, ella correspondió con la intensidad y pasión que le había puesto desde el principio, comencé a acariciarla por todos lados, sobre la ropa y pronto nos empezó a estorbar, así que sin tiempo que perder , le saque la camiseta roja que llevaba y dejo al descubierto su corpiño y un par de tetitas que sin ser del todo grandes tenían un pezón chiquito como kiss, paradito, el cual de inmediato le quite y me tire como desafanado a chuparlas como si fueran caramelitos de feria, hacia mucho frio esa noche por lo que de inmediato se puso firmecito y se sentía delicioso. , mis manos en el culo seguían queriéndome deshacer de sus jeans que se le veían tan bien que no hubiera querido pero no había forma así que de inmediato y con la correspondencia adecuada nos desabrochamos los pantalones el uno al otro, con esa desesperación propia de los pubertos calientes, inmediatamente mis manos se fueron entre su calzón para sentir esa deliciosa cola que desde hacia mucho tiempo venia prometiéndose como la delicia de la década, sus manos fueron directo a sobar mi pene, y le pedí que lo hiciera despacio de arriba para abajo para que no doliera, mis dedos mientras tanto se dirigieron a sus nalguitas paraditas, firmecitas, y frías por el aire helado que soplaba en la torre, yo estaba vuelto loco por la calentura que había sentido toda la tarde imaginándome todo lo que podría hacerle en cuanto estuviéramos solos, que no pude evitar la tentación de clavar mi boca en su delicioso culito, como el perro que hunde su boca en la comida, la bese y la lamí con tal desesperación que pronto estuvo llena de saliva y humedecida en sus propios jugos,
Con la verga al aire la apoye de pie contra una pared como cuando los soldados te catean y despacito se la comencé a dejar ir, así sin mas preámbulo, gemía deliciosa y calladamente, mientras bamboleaba sus caderas en forma de circulo haciendo que mis huevos se hincharan de deseo por evacuar su contenido, me senté sobre unos escalones y la deje ensartarse a su propio ritmo, sube y baja , en círculos, la cadencia de sus pompas en mi verga no hacia mas que acelerar el deseo de terminar, de lo rico que sentía.

Oímos unos ruidos fuera de la puerta, así que subimos las escaleras sin hacer ruido recogiendo toda la ropa, afuera casi en la cúpula de la torre del campanario, la puse prácticamente a gatas sobre las escaleras mientras nuevamente le dejaba ir toda la verga dentro de su deliciosa conchita, hacia mas frio, no le dure 5 minutos mas, ni el frio podía apagar la calentura que llevaba dentro, cuando al fin llegue al fín, descargue toda mi leche entre sus nalgas mientras sobaba mi verga entre sus nalgas, el placer había sido demasiado, ella estaba llena de mi leche, y mis dedos comenzaron a jugar con su otro orificio, que aderezada por mi lechita había dejado el camino franco para la intervención.

Después de 3 minutos mas de ese delicioso juego de “ponle el dedo al burro”, estaba listo para la siguiente batalla, esta vez me senté sobre los fríos escalones de cemento del campanario y la monte sobre mi, me cabalgo deliciosamente, mientras mis dedos jugaban en el centro de su culo, ella gemía un poco mas, mientras decía- me duele- hazlo mas despacio-, yo no entendía, estaba vuelto un bruto, así que me incorpore del piso y se apoyo sobre la pared y el pasamanos de la escalera, mientras que yo apuntaba mi verga al estrecho y moreno orificio de carne en medio de su culo, poco a poco, fui haciendo que se dilatara y con la leche anterior, no fue difícil, la encule deliciosamente por un par de minutos mas, hasta que desleche nuevamente, pero esta vez dentro de su culo, quien al final mostraba como única herida de guerra un hilillo de leche deslizándose hacia abajo.

De ese día hasta mucho después, utilizamos la llave entre semana, justo cuando los padres salían a dar misa a las comunidades y nuestros deseos nos llevaban a profesar ese loco ritual de echar a volar las campanas que tenia su servidor entre las piernas.
 

hunterpatch

Bovino maduro
Registrado
30 Nov 2008
Mensajes
411
Excelente relato, ese amor de pubertos... Huy que buen relato neta. Y creo que soy el primero. Muchas gracias por compartir.
 

overcrack

Bovino adolescente
Registrado
2 Ago 2008
Mensajes
60
No mames!!! que chingón escribes... chusco pero expresivo.

Te estás volviendo en uno de mis favoritos.

Del relato!!! excelente como siempre!!!

(Y no soy puto, no soy puto :chavo:)
 

pastor666

Bovino maduro
Registrado
29 Nov 2009
Mensajes
320
jaja, me gusta tu manera de redactar, hace muy amena la lectura, me carcajeo y aparte también cumple con su parte erótica, aunque este relato se me hizo que le faltó un poco más a detallar la accíon, pero en fin es la historia de dos pubertos calenturientos, a lo que van van, jajaja, como dice la canción me-me-mete y saca, sa-sa-saca y mete, jajajajaja.
 
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