Hola, aclaro que esta confesión no es un relato mio, tampoco puedo decir como lo obtuve y no esta colgao en ninguna página hasta el día de hoy pero según es auténtico. Si les gusta cuelgo el resto de esta historia. salu2
GUILLERMINA
No tengo a quien contárselo y por dentro me llena de angustia. Tengo dos años de casada y mi vida parece maravillosa, mi marido es atento y tierno conmigo pero en lo relativo al sexo es un desastre.
Esto comenzó el día que fuimos a una fiesta de su trabajo en fin de año. Me presentó con sus compañeros y bailamos, cantamos y reímos como cuando éramos solteros, y lo que pasó fue por el defecto de Carlos: la bebida.
Alrededor de las tres de la mañana estaba sumamente borracho y yo aunque mareada aún me mantenía en pie. Hubo un momento en que perdí de vista a mi esposo y recorrí el lugar en su búsqueda. Lo encontré en el piso de arriba acostado en uno de los baños completamente ebrio y sucio porque había vomitado.
Traté de despertarlo pero resulto inútil, ante mis bruscos movimientos para obligarlo a levantarse solo tenía como respuesta palabras incoherentes. No me quedó más remedio que sentarme en el retrete y esperar a que despertara pero el cansancio y la bebida me vencieron y empecé a dormitar ahí sentada.
Escuchaba como la música aún se oía abajo, la fiesta continuaba sin notar nuestra ausencia.
Un sonido escuché y abrí con trabajo mis ojos y lo vi ahí parado frente a mí, era uno de sus compañeros de Carlos pero eso no me sorprendió, la sorpresa fue que tenía su pene erecto fuera del pantalón y cerca de mi rostro, colocado el entre mis piernas.
No atiné a reaccionar cuando me tomó de la cabeza y acercó su pene a mi boca, sólo una palabra escuché casi como si fuera una orden: -chupala- y enterró su falo en mi boca.
Sus movimientos de adelante hacia atrás hacían que entrara y saliera de mi boca al ritmo que imponía, unos eran suaves y otros fuertes, y con la otra mano comenzó a acariciarme los senos sobre la blusa.
Sin sacar su falo de mí boca desabotono mi blusa dejando al descubierto mis pechos cubiertos sólo por mi top, que inmediatamente subió para dejarme semidesnuda mientras continuaba con su pene dentro de mí.
Continuó con su labor de follarme por la boca mientras recorría mis senos a placer, mientras yo no hacía nada por impedírselo, eso es lo que me angustia porque en ese momento me volví completamente sumisa y mi mente se llenaba de deseo pero al mismo tiempo de un sentimiento encontrado sabiendo que Carlos estaba a unos centímetros de nosotros.
Cuando me llenó la boca con su semen escuche un ligero suspiro de alivio por parte de él, que no hizo otra cosa más que acomodar sus ropas y salir de ahí sin decirme nada.
Me quede tal y como estaba, me sentía aturdida pero al mismo tiempo excitada, el morbo que me causaba la situación y el alcohol eran una combinación demasiado placentera, pero no me trague esa sustancia blanca y viscosa, la escupí a un lado.
No sé cuánto tiempo paso cuando escuche unos pasos que se acercaban y trate de acomodar mi ropa, y en el marco de la puerta aparecieron dos compañeros más de Carlos.
Ninguno dijo nada, me tomó de las manos y me ayudo a levantarme, ingenuamente pensé que nos ayudaría pero cuando nos alejamos del baño mi voz se apagó y de mi boca salió una sola palabra: -...pero...- y me condujeron a unos pasos de ahí y me colocaron en una silla.
Uno de ellos se puso a mi espalda y el otro de frente, aunque intuía que pasaría algo no moví ni un músculo de mí cuerpo.
El que tenía enfrente separó mis piernas para acercar más su tronco a mi cara mientras desabrochaba nuevamente mi blusa y el de atrás fue el que me bajo el top, dejándome con mis senos a su vista.
Fue cosa de segundos ´para volver a tener frente a mí un pene recto, me tomo de la barbilla y sin oponer resistencia dejé que lo introdujera en mi boca mientras otras manos me recorría los senos desde atrás.
Se la chupe al compas de la música que se escuchaba y por el movimiento que imprimían sus manos a mi cabeza, mientras mis pezones ya erectos eran sobados y pellizcados por el de atrás.
Un par de minutos después ya tenía a los dos frente a mí, haciéndome alternar sus penes en mi boca, sin encontrar ningún reclamo de mi parte. El sentirme sometida y abusada me llenaba de un estupor y excitación que antes no había conocido.
Con la mano que tenían libre sobaban mis pechos de manera brusca, apretándolos y jugando con mis pezones, los acariciaban de una manera frenética, los jalaban como si quisieran arrancarlos, mientras de manera inconsciente gemía quedito.
Me pusieron de pie y uno de ellos se colocó a mi espalda y el otro de frente, y colocaron sus cosas entre mis nalgas y mis piernas con la falda arriba.
Ninguno se atrevió a penetrarme pero sus manoseos no bajaron de intensidad, y aunque me sentía avergonzada por estar haciendo esas cosas sucias, mi cuerpo no me dejaba retirarme de ellos, las sensaciones que me causaban eran demasiado placenteras.
¿Cuánto tiempo transcurrió? no lo sé, pero terminaron agachándome y de rodillas recibí en mi cara y senos su semen, llenándome de su lefa.
Así como llegaron se fueron, como fantasmas y me quede sola otra vez, pero embarrada de parte de ellos, de su esencia misma de hombres, mientras que de rodillas me quedé con una hermosa satisfacción que mi rostro no reflejaba, pero si mi alma muy dentro de mí.
No pasó mucho tiempo cuando las piernas me respondieron y me levanté, lave mi cara y acomode de nuevo mis ropas.
Todavía llegaron dos más, que se notaba a distancia que estaba muy bebido uno de ellos y al verme parada frente al baño únicamente sonrió y cambio de dirección pero el otro no.
Se acercó a mí y sin darme tiempo a nada me plantó un profundo beso, en tanto bajaba una de sus manos por mí cintura y la otra a mi trasero.
Estaba como un zombie, no reaccionaba ante esa situación aunque sabía muy bien que estaba mal.
Recorrió mis nalgas a su antojo, mientras su boca se entretenía en mí cuello. Mi falda estaba ya a la cintura y uno de sus dedos me sobaba por delante.
¿Qué me hizo dejarme acostar en el piso? creo que fue la falta de sexo tan prolongada que tenía con Carlos.
Cerré los ojos mientras unas manos me despojaban de mi ropa interior y sentí en la entrada de mi vagina su miembro mientras terminaba de separar mis piernas. Le costó poco introducirlo y sus embestidas comenzaron.
Sentía mí cuerpo en un movimiento de arriba hacia abajo, y mi mente comenzó a crear frases que él no decía: -te estoy cogiendo, puta, zorra, gime fuerte- y eso bastó para que un orgasmo me llenara en cuerpo y alma mientras descargaba segudos después dentro de mí.
Lo ví alejarse de mí, sin decir una sola palabra. Busque mi tanga pero no la encontré y utilice papel higiénico para limpiarme.
Nadie más volvió y eso me reconfortó pero al mismo tiempo me causo impaciencia, pues muy dentro deseaba que alguien más llegará a hacerme lo mismo que los otros cuatro.
Dos horas después pude despertar a Carlos, la fiesta ya estaba casi concluida y quedaban muy pocos invitados, la mayoría borrachos y algunas mujeres recostadas en las mesas.
Desde la parte superior de la escalera todavía alcanzamos a distinguir dos siluetas, una chica y un tipo se morreaban de lo lindo sin importarles si los veían o no.
Carlos solo dijo: -esa que vez ahí es casada y se divierte sin su marido, es una lástima que no sean las mujeres respetables como tú mi vida-.
Ya han pasado casi 5 meses de aquello y cuando lo recuerdo, mi cuerpo y mi mente se llena de deseo. No he vuelto a ver a los compañeros de Carlos y tampoco su actitud ha cambiado conmigo, sigue siendo el mismo de siempre pero creo que yo cambie muy en el fondo de mi ser, pues creo que descubrí una parte que no conocía, el de ser sumisa y no han sido los únicos que me han llevado al éxtasis de esa forma, pues he llevado a cabo esta perversión con algunos hombres más, pero esa es otra historia.
gracias por escucharme.
GUILLERMINA
No tengo a quien contárselo y por dentro me llena de angustia. Tengo dos años de casada y mi vida parece maravillosa, mi marido es atento y tierno conmigo pero en lo relativo al sexo es un desastre.
Esto comenzó el día que fuimos a una fiesta de su trabajo en fin de año. Me presentó con sus compañeros y bailamos, cantamos y reímos como cuando éramos solteros, y lo que pasó fue por el defecto de Carlos: la bebida.
Alrededor de las tres de la mañana estaba sumamente borracho y yo aunque mareada aún me mantenía en pie. Hubo un momento en que perdí de vista a mi esposo y recorrí el lugar en su búsqueda. Lo encontré en el piso de arriba acostado en uno de los baños completamente ebrio y sucio porque había vomitado.
Traté de despertarlo pero resulto inútil, ante mis bruscos movimientos para obligarlo a levantarse solo tenía como respuesta palabras incoherentes. No me quedó más remedio que sentarme en el retrete y esperar a que despertara pero el cansancio y la bebida me vencieron y empecé a dormitar ahí sentada.
Escuchaba como la música aún se oía abajo, la fiesta continuaba sin notar nuestra ausencia.
Un sonido escuché y abrí con trabajo mis ojos y lo vi ahí parado frente a mí, era uno de sus compañeros de Carlos pero eso no me sorprendió, la sorpresa fue que tenía su pene erecto fuera del pantalón y cerca de mi rostro, colocado el entre mis piernas.
No atiné a reaccionar cuando me tomó de la cabeza y acercó su pene a mi boca, sólo una palabra escuché casi como si fuera una orden: -chupala- y enterró su falo en mi boca.
Sus movimientos de adelante hacia atrás hacían que entrara y saliera de mi boca al ritmo que imponía, unos eran suaves y otros fuertes, y con la otra mano comenzó a acariciarme los senos sobre la blusa.
Sin sacar su falo de mí boca desabotono mi blusa dejando al descubierto mis pechos cubiertos sólo por mi top, que inmediatamente subió para dejarme semidesnuda mientras continuaba con su pene dentro de mí.
Continuó con su labor de follarme por la boca mientras recorría mis senos a placer, mientras yo no hacía nada por impedírselo, eso es lo que me angustia porque en ese momento me volví completamente sumisa y mi mente se llenaba de deseo pero al mismo tiempo de un sentimiento encontrado sabiendo que Carlos estaba a unos centímetros de nosotros.
Cuando me llenó la boca con su semen escuche un ligero suspiro de alivio por parte de él, que no hizo otra cosa más que acomodar sus ropas y salir de ahí sin decirme nada.
Me quede tal y como estaba, me sentía aturdida pero al mismo tiempo excitada, el morbo que me causaba la situación y el alcohol eran una combinación demasiado placentera, pero no me trague esa sustancia blanca y viscosa, la escupí a un lado.
No sé cuánto tiempo paso cuando escuche unos pasos que se acercaban y trate de acomodar mi ropa, y en el marco de la puerta aparecieron dos compañeros más de Carlos.
Ninguno dijo nada, me tomó de las manos y me ayudo a levantarme, ingenuamente pensé que nos ayudaría pero cuando nos alejamos del baño mi voz se apagó y de mi boca salió una sola palabra: -...pero...- y me condujeron a unos pasos de ahí y me colocaron en una silla.
Uno de ellos se puso a mi espalda y el otro de frente, aunque intuía que pasaría algo no moví ni un músculo de mí cuerpo.
El que tenía enfrente separó mis piernas para acercar más su tronco a mi cara mientras desabrochaba nuevamente mi blusa y el de atrás fue el que me bajo el top, dejándome con mis senos a su vista.
Fue cosa de segundos ´para volver a tener frente a mí un pene recto, me tomo de la barbilla y sin oponer resistencia dejé que lo introdujera en mi boca mientras otras manos me recorría los senos desde atrás.
Se la chupe al compas de la música que se escuchaba y por el movimiento que imprimían sus manos a mi cabeza, mientras mis pezones ya erectos eran sobados y pellizcados por el de atrás.
Un par de minutos después ya tenía a los dos frente a mí, haciéndome alternar sus penes en mi boca, sin encontrar ningún reclamo de mi parte. El sentirme sometida y abusada me llenaba de un estupor y excitación que antes no había conocido.
Con la mano que tenían libre sobaban mis pechos de manera brusca, apretándolos y jugando con mis pezones, los acariciaban de una manera frenética, los jalaban como si quisieran arrancarlos, mientras de manera inconsciente gemía quedito.
Me pusieron de pie y uno de ellos se colocó a mi espalda y el otro de frente, y colocaron sus cosas entre mis nalgas y mis piernas con la falda arriba.
Ninguno se atrevió a penetrarme pero sus manoseos no bajaron de intensidad, y aunque me sentía avergonzada por estar haciendo esas cosas sucias, mi cuerpo no me dejaba retirarme de ellos, las sensaciones que me causaban eran demasiado placenteras.
¿Cuánto tiempo transcurrió? no lo sé, pero terminaron agachándome y de rodillas recibí en mi cara y senos su semen, llenándome de su lefa.
Así como llegaron se fueron, como fantasmas y me quede sola otra vez, pero embarrada de parte de ellos, de su esencia misma de hombres, mientras que de rodillas me quedé con una hermosa satisfacción que mi rostro no reflejaba, pero si mi alma muy dentro de mí.
No pasó mucho tiempo cuando las piernas me respondieron y me levanté, lave mi cara y acomode de nuevo mis ropas.
Todavía llegaron dos más, que se notaba a distancia que estaba muy bebido uno de ellos y al verme parada frente al baño únicamente sonrió y cambio de dirección pero el otro no.
Se acercó a mí y sin darme tiempo a nada me plantó un profundo beso, en tanto bajaba una de sus manos por mí cintura y la otra a mi trasero.
Estaba como un zombie, no reaccionaba ante esa situación aunque sabía muy bien que estaba mal.
Recorrió mis nalgas a su antojo, mientras su boca se entretenía en mí cuello. Mi falda estaba ya a la cintura y uno de sus dedos me sobaba por delante.
¿Qué me hizo dejarme acostar en el piso? creo que fue la falta de sexo tan prolongada que tenía con Carlos.
Cerré los ojos mientras unas manos me despojaban de mi ropa interior y sentí en la entrada de mi vagina su miembro mientras terminaba de separar mis piernas. Le costó poco introducirlo y sus embestidas comenzaron.
Sentía mí cuerpo en un movimiento de arriba hacia abajo, y mi mente comenzó a crear frases que él no decía: -te estoy cogiendo, puta, zorra, gime fuerte- y eso bastó para que un orgasmo me llenara en cuerpo y alma mientras descargaba segudos después dentro de mí.
Lo ví alejarse de mí, sin decir una sola palabra. Busque mi tanga pero no la encontré y utilice papel higiénico para limpiarme.
Nadie más volvió y eso me reconfortó pero al mismo tiempo me causo impaciencia, pues muy dentro deseaba que alguien más llegará a hacerme lo mismo que los otros cuatro.
Dos horas después pude despertar a Carlos, la fiesta ya estaba casi concluida y quedaban muy pocos invitados, la mayoría borrachos y algunas mujeres recostadas en las mesas.
Desde la parte superior de la escalera todavía alcanzamos a distinguir dos siluetas, una chica y un tipo se morreaban de lo lindo sin importarles si los veían o no.
Carlos solo dijo: -esa que vez ahí es casada y se divierte sin su marido, es una lástima que no sean las mujeres respetables como tú mi vida-.
Ya han pasado casi 5 meses de aquello y cuando lo recuerdo, mi cuerpo y mi mente se llena de deseo. No he vuelto a ver a los compañeros de Carlos y tampoco su actitud ha cambiado conmigo, sigue siendo el mismo de siempre pero creo que yo cambie muy en el fondo de mi ser, pues creo que descubrí una parte que no conocía, el de ser sumisa y no han sido los únicos que me han llevado al éxtasis de esa forma, pues he llevado a cabo esta perversión con algunos hombres más, pero esa es otra historia.
gracias por escucharme.
