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En el reino de los fuegos parte 1

SexPanzon

Bovino maduro
Registrado
30 Abr 2010
Mensajes
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La adolescencia no es para nadie sencilla, tienes que cargar con los cambios hormonales, acné, sentimientos encontrados de que nadie te entiende y, en el caso de los hombres, con erecciones espontáneas en los lugares menos esperados, aunque esto, en ocasiones, puede tener sus ventajas, tal es la historia en la que me vi envuelto a esa edad y que ahora les cuento:
En la colonia que crecí, llegué junto con mi familia cuando apenas se estaba poblando, aún había casas en construcción y fuimos de los primeros en habitarla, por lo que era muy común ver llegar los camiones de mudanza que anunciaban involuntariamente que una nueva familia llegaba.
Eran las vacaciones de verano de mi primer año de prepa estaban apenas comenzando así que mientras pateabamos un balón los cuates de la colonia y yo planeabamos que hacer con esos largo dos meses de ocio y diversión que se nos venían; cuando a dos cuadras de mi casa, por donde solíamos jugar fútbol, llegó un camión que anunciaba la llegada de nuevos vecinos, paramos el juego para estar de metiches viendo quienes llegaban, principalmente si venía alguna chava de nuestra edad o chavo para ver si se acoplaban con nosotros, pero no fue así, llegó una pareja joven, supongo que apenas rebasaban los treintas y sin hijos, se enfrió el juego y nos fuimos a sentar a cotorrear mientras seguíamos de mirones. Cuando comienzan a bajar las cosas vemos que los de la mudanza solo las estan bajando y las dejaban afuera de la casa y la pareja con trabajos las metía, por lo que viendo la oportunidad de ganarme una propina, fui a ofrecer mi “ayuda”, sin pensarlo la aceptaron y algunos otros de los cuates con los que jugaba se nos unieron, ya entre todos acabamos rápido el acomodo temporal de los muebles y otras propiedades de los nuevos vecinos. Agradecidos nos invitaron unos refrescos y nos dieron una generosa propina, al final de cuentas les salimos más barato que si los de la mudanza lo hubieran hecho, y además fue más rápido. Mientras nos tomábamos la bebida, estuvimos platicando de diversas cosas, conociéndonos y poniéndolos al día de dónde podían encontrar tiendas en el vecindario y comercios que pudieran serles útiles ahí supe que el marido trabajaba en PEMEX y que estaría fuera quince días y quince días estaría de tiempo completo en casa. Ya para despedirnos, les dije que si se les ofrecía algún mandado o cualquier cosa me buscaran, en mi casa o en la calle que, como eran vacaciones de verano, era donde pasaba la mayor parte del tiempo, estuvieron de acuerdo y quedaron en “contratarme” si se les ofrecía alguna cosa.
Así a los pocos días comenzaron a pedirme pequeñas cosas como conseguirles cosas de ferretería, ir por tortillas, o mandados simples, me convertí en su mensajero de confianza, llegó el día que el marido tuvo que irse a plataforma y las peticiones se incrementaron al grado que ya me iba a desayunar a su casa y de ahí comenzaba mi día con las primeras labores.
La señora que era extremadamente higiénica decidió hacer una limpieza a fondo y me pidió que al día siguiente me llevara ropa cómoda para que le ayudara y no me afectara si tenía que subirme a lugares altos o cosas por el estilo. Así que la mañana siguiente llegué con pantalones deportivos, yo casi siempre vestía de mezclilla y me parecían bastante cómodos, pero si tenía que hacer malabares tal vez eso era lo mejor y por eso me decidí por los deportivos, de esos comunes que se estilaban en los noventas 100% algodón y holgados.
Al llegar ella estaba con unos pantalones cortos, muy cortos que llegaban apenas a donde terminaban sus nalgas, y una playera holgada, a pesar de que siempre vestía muy sencillo y que ya había notado que tenía una cara muy linda, no había notado su escultural figura hasta ese momento, me quedé petrificado por un momento cuando vi sus bien torneadas piernas de piel blanca y se imaginaba suave, de muslos torneados y un trasero perfecto, y aunque la playera se veía desgastada y al parecer era de su marido dejaba ver que tenía unos pechos de buen tamaño y muy firmes, la había atado por un lado y permitía ver su vientre y breve cintura sin imperfección alguna.
-Hey, que te pasa? te vas a quedar ahí o vas a venir a ayudarme.-
Me sacó de mi encantamiento y tontamente asentí y corrí a ayudarle con vasos y platos que ya llevaba a la mesa para desayunar antes de comenzar la jornada.
-Esta vez vamos a desayunar ligero, pero en la merienda nos desquitamos ¿sale?
Me dijo mientras ponía fruta en mi plato.
-Hoy vienes muy serio, siempre estas muy platicador- me dijo mientras me servía.
-Perdón, aún vengo algo dormido- me excusé para no delatar que ella era la causa de mi estupor.
-Pues te quiero bien despierto porque vamos a limpiar hasta los focos.
Y así fue, limpiamos hasta el último rincón de la casa, la desarmamos casi por completo y al terminar de limpiarla comenzamos a ordenar y reacomodar todo lo que habíamos movido.
Cómo limpiamos también las ventanas, había comprado nuevas cortinas y decidió estrenarlas, y comenzamos a ponerlas por toda la casa, cuando llegamos a las últimas en la habitación marital me subí al banco que usé para poner todas las demás mientras ella, desde abajo, me guiaba, pero en esta ocasión al acomodar el cortinero vi que estaba por caerse de un lado ya que el peso de las nuevas cortinas se trajo el clavo superior, le dije lo que estaba pasando y fue rápidamente por un martillo y clavos para que lo reparara, llegó con la caja de herramienta la puso en el suelo para abrirla y sacar el martillo, al hacerlo se puso en cuclillas abriendo sus piernas flexionadas y la visión de sus lindas piernas abiertas, el vientre descubierto y el short que muy apenas cubría lo necesario, fue suficiente para que a mis quince años mi cuerpo reaccionara de una manera natural, aunque no en el momento adecuado, al levantarse me pasa el martillo y se empina para recoger el bote de clavos, la vista de su trasero desde mi posición fue celestial y mi erección bajo los pants ya era imposible de ocultar, ya que en dicha vestimenta no puede de ninguna forma ocultarse, ya que se hace una carpa por demás voluminosa y, al levantarse para darme los clavos, obviamente la vio y noté como su rostro fue cambiando de seriedad a asombro, y aunque lo quiso ocultar pude ver una sonrisa, me sonroje por la pena, se hizo un silencio incómodo y yo, aunque apenado, me dispuse a reparar el cortinero, a ella le quedaba casi a la altura de su cara la parte incómoda, de reojo me asomé a ver si se seguía riendo, pero noté que pasó su lengua entre sus labios mientras tenía su mirada fija en mi “paquete”, a mi edad no sabía que hacer, terminé lo que estaba haciendo y ahora era ella la que estaba sonrojada y antes de que le informara que había terminado vi que una de sus manos fue instintivamente a uno de sus pechos y su mirada no era la gentil y divertida de todos los días, había algo diferente, hoy sé que estaba excitada. Cuando le dije que estaba listo y desvié la mirada hacia el cortinero, ella tartamudeo y me dijo:
-e... e… sta bien, ven te ayudo a bajar-
Entre su nerviosismo y mi pena las cosas se salieron de control y al quererme dar la mano para ayudarme a bajar rozó mi pene que no bajaba ni poquito, yo trastabillé y de alguna extraña forma ella quiso detenerme lo que provocó que ambos fuéramos a dar a la alfombra y mi cara quedó entre sus pechos, ella rápidamente quiso quitarme al mismo tiempo que yo levantarme, se atravesaron los clavos y la caja de herramienta y ahora una de mis manos estaba en sus nalgas que se sentían suaves y firmes, ambos nerviosos, como pudimos nos levantamos y nos dispusimos a recoger el tiradero de herramienta y clavos, ella se empinó para recogerlos y nuevamente me regaló un hermoso paisaje de su trasero que esta vez por la cercanía y lo apretado que se puso el short por la posición, pude ver una buena parte de sus nalgas que salieron al contraerse la pieza, que por poco le queda de tanga y ahí supe que no traía ropa interior y que eran hermosas, nunca, en mi corta vida había estado tan cerca de un trasero de mujer casi al desnudo y además ¡de que mujer!
Recogimos rápidamente todo y no podía controlar mi erección, ella fue a dejar los clavos y la herramienta a su lugar, yo aproveché para acomodar lo mejor que pude el motivo de mi vergüenza, pero con la prenda que llevaba no era cosa fácil.
Aunque ya habíamos terminado, yo no me movía de la habitación porque no sabía qué hacer ni como reaccionar, pasaron unos minutos donde no se oía ni el mínimo ruido en toda la casa, no sabía que estaba haciendo ella, y yo estaba doblemente parado en la habitación intentando controlar mentalmente mi incómoda reacción.
El silencio se rompió cuando ella entró, la vi decidida, con una actitud que no conocía en ella, ya que siempre era amable, dicharachera, sonriente; pero esta vez venía seria, dudosa y comencé a pensar que me echaría de su casa y jamás me volvería a llamar.
No fue así.
Me habló directo y claro:
-Oye, a tu edad esas cosas pasan, no te incomodes, es lindo, es como un halago, pero dime ¿tienes novia?
-No -fue mi tímida respuesta.
-¿Has tenido novia alguna vez?
-No - de nuevo
-Por lo tanto, no solo no has besado nunca a una niña, sino que ni siquiera has visto una mujer desnuda ¿verdad?
-No, nunca -las palabras apenas me salían.
-Eso provoca estas reacciones, ya estas en edad de comenzar a probar y sacar toda esa energía, ¿te masturbas?- lo soltó así como si nada
-No, señora ¿cómo cree? -mentí, mientras sentía el calor en mis mejillas.
Sonrió coquetamente y me dijo:
-Mentiroso- hizo una larga pausa, como para agarrar valor y luego lo soltó a quemarropa:
-Quieres que te baje eso?
 

SexPanzon

Bovino maduro
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30 Abr 2010
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-¿Có có cómo?- respondí estúpidamente.
Se acercó a mí hasta que su cara estaba frente a la mía, ella un poco más alta, me veía un poco hacia abajo y su mano tomó sobre mi ropa mi pene y comenzó a acariciarlo suavemente. Masajeando de arriba a abajo, luego lo tomó como al mango del martillo y comenzó a moverlo, con su otra mano tomó una de las mías y la llevó hacia su trasero.
-Toca, ¡aprovecha!
Torpemente comencé a apretar sus deliciosas nalgas llevando los dedos lo más cerca posible de la hendidura entre ellas, ella me llevó a la orilla de la cama y me sentó, me bajó toda la ropa y mi pinga brincó con la dureza que te da una erección adolescente, ella la halagó:
-¡Wow que grande y dura!
Siguió dándome placer con sus manos y ahora las mías buscaban sus pechos, ella se colocó de tal forma que facilitaba mi búsqueda y pude, con ambas manos, tocar sobre su ropa sus deliciosas tetas, que ahora confirmaba que efectivamente no llevaba brasier por lo que solo era una delgada tela lo que separaba mis manos de su piel. Al sentir que las apreté ella dio un pequeño gemido que, no sabía que podía provocar en mí tanto placer, al grado que no pude aguantar más y disparé mi caliente semen a su cara, pelo y playera, ella sorprendida solo soltó una carcajada y delicadamente recogió lo que quedaba en mi pene con sus manos provocando unos pequeños brincos en mi aún dura extremidad.
-Perdón, no quise…
-Shhh mi amor, esto es normal a tu edad, en tus primeras veces, - me tranquilizó con su bella sonrisa, - ya iré enseñándote cómo controlarlo y usarlo sabiamente.
Eso me dejaba con la esperanza que habría más de eso, y casi volvió a provocarme otra erección.
-Deja voy a cambiarme de ropa y limpiarme, ve al baño y lávate cuida que no vayas a ir a tu casa con la ropa manchada.
Obedecí como entre nubes, no podía creer que me había masturbado una mujer tan bella, y experimentada y que probablemente lo volvería a hacer, estaba extasiado.
Regresó con ropa menos reveladora y me despidió dándome tiernamente un beso en la mejilla y en la puerta me dijo:
-Te espero mañana a la misma hora, tenemos aún mucho en que trabajar.
Emprendí la carrera enfilando a mi casa a donde llegué directo al baño a darme una ducha fría y nadie en la casa lo cuestionó, pero no sirvió de mucho, terminé recordando lo vivido y masturbándome nuevamente, me llamaron a comer pero ni el delicioso bistec que preparó mi madre me hizo salir de mi cuarto.
continuará en la partte 2 de 5...
 
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