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De versos a besos II

vanellope

Becerro
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27 Nov 2012
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23
Parte I

http://ba-k.com/showthread.php?t=3347003

Así paso un día en donde extrañamente no podía sacarme de la cabeza a aquel autor que me invadió hasta el alma. Pensé en mandarle un mensaje privado, o ponerme en contacto con él, pero me sentía estúpida tan solo de pensarlo. En este país, en la situación en la que vivimos, es muy arriesgado ponerte en contacto con cualquier desconocido, además de que corría el riesgo de que fuera un viejo rabo verde todo horrible o ¡yo que sé!

Pasaron unas dos noches (hay detalles que no recuerdo muy bien), en donde me conectaba solo para ver si aquel hombre contaba un relato más. ¡Y lo hizo!

El segundo relato me cautivo de igual manera, me prendió, me atrapó. Y decidí extenuarlo. Deje un mensaje público en donde lo felicitaba por tan buena ortografía y su excelente redacción (una de las cosas que me cautivaron en él). Le decía también que las mujeres muchas veces somos penosas o mojigatas, y que yo no era así. Que pensaba que las mujeres también pensábamos en sexo y que sentíamos deseo igual o peor que los hombres. Y un par de cosas más que sinceramente no recuerdo.

Para mi sorpresa, Damian contestó aquel mensaje, y fue un click inmediato, se atrevió a llamarme princesa (ríanse, lo sé, soy una cursi de lo peor), y sentí una familiaridad inexplicable. Así que sin pensarlo dos veces le envíe un mensaje más (privado), esperando que me contestara.

“Bueno, realmente ya no quise contestarte en público debido a que no está padre que la gente lea lo que tengo que decir. Sigo sorprendida, ni siquiera sé porque tengo esa necesidad de contestar una vez más el mensaje, o porque ponerme en contacto una vez más. Será que tengo opiniones respecto a lo que nos dices. Tienes razón, las mujeres en cuanto al sexo somos iguales, solo que muchas de ellas (donde no me incluyo) son mojigatas o hipócritas. Respecto al sexo, personalmente pienso que una de las cosas más maravillosas que tenemos los seres humanos, y que conste que solo estoy hablando de lo físico; aunado al amor que uno puede llegar a sentir, pues con mayor razón.
Contrario a lo que puedas pensar, no soy cualquier mujer "caliente" que anda buscando aventuras o una mujer ignorante que no tiene otra cosa que hacer más que estar en la computadora todo el día. Soy una mujer joven, universitaria, bien preparada y estudiada. Creo que la necesidad de ponerme en contacto contigo es debido a que en estos tiempos (¡aun en estos tiempos!) es muy difícil poder hablar de sexo, o por lo menos de experiencias que vayan más allá de lo normal. Porque como sociedad, estamos acostumbrados a etiquetar esas formas de pensar, y mucho más aún siendo mujer, corremos el riesgo de ser llamadas putas, cualquieras, etc. Cuando encontré este foro, jamás imagine encontrar un relato como el tuyo, de una persona completamente normal, que tiene una familia, que trabaja y que está entre las calles que pudiera compartir relatos REALES. He leído un par de relatos más en el foro, y me dio muchísima risa el leer que la mayoría de los hombres cuentan los relatos como si fueran unos adonis, o las grandes chingonerías en la cama, y jamás toman en cuenta a las mujeres.
Lo único que he podido leer es sobre "puchas", "vergas" y "culos" (aunque no lo creas hasta me sonrojo de escribir dichas palabras, porque no las acostumbro, por lo menos no fuera de la cama); pero tú mi querido amigo, tienes una manera rarísima de escribir. Y eso me encanto. Si te escribo también, es porque sé que puedo permanecer en el anonimato, sin correr ningún riesgo (porque la neta la situación del país no está como para exponerse, con tanto pinche loco que anda suelto). No tienes una idea de lo impresionante que fue para mí leer tus relatos. Provocaron muchísimas cosas en mí, me llevaste desde la sorpresa, a la ternura (al ver lo "caballeroso" que te comportas) hasta la excitación total. Nunca hubiera imaginado estar al borde de un orgasmo con solo leer un relato, será que mi imaginación es ilimitada. Yo también tengo muchos relatos que contar, pero contrario a ti, soy incapaz de publicarlos, no soy tan aventada como para exponer mi intimidad, aunque el anonimato me cobije.
En fin "Damian" espero algún día poder compartir opiniones, y tal vez algunas experiencias por medio de este medio. Mi intención neta no es seducirte, ni insinuarte nada, estoy consciente de que este medio es el único por el que podríamos tener contacto y nada más. Soy mujer, y como tal, respeto a tu familia y a tu esposa. Solo es una manera de encontrar un cómplice anónimo con el cual pueda platicar cosas que no platicaría ni a mi mejor amiga!”

Ese fue el primero contacto “personal”, y si hubiera sabido lo que iba a pasar después… no lo hubiera creído jamás..
Damian contestó mi mensaje, les dejaré solo un pedazo de dicha contestación (no puedo publicar más sobre él porque no quiero invadir su privacidad):

“Yo soy un hombre de (…) años (está en uno de los relatos) y soy ingeniero (todo un geek). Me gustan los videojuegos, no me gusta el futbol soccer, pero si el futbol americano y el voleyball. Soy músico amateur desde hace varios años. Me gustan los felinos, excepto los gatos. Me gusta el café, no tomo alcohol (o muy raro, solo en ocasiones muy especiales). Nunca he fumado. No me gusta la televisión, pero sí las películas. Me gusta la lluvia y el mar..”

Me sorprendieron tantas cosas, para empezar no estaba tratando de hablarme de sexo (¡si nos conocimos en un foro sexual!), y era tan diferente a mi… Yo si soy una chava muy reventada, tengo el habito del cigarro y el alcohol es uno más de mis gustos culposos. Soy pambolera de corazón y… bueno eso no importa, muchas cosas que ni al caso.

El punto es que no podía creer que a mis 24 años estuviera poniéndome en contacto con un completo desconocido que había relatado una experiencia sexual. Me sentía bastante boba para ser sincera.

Y así fue como comenzó todo (prometo contarles cada detalle, solo que tomará tiempo).
Damian y yo intercambiamos correos y comenzamos a hablar por el chat. Ese mismo día (el primer día que platicamos fluidamente) me confesó que ese no era su nombre real, que era una identidad para poder contar sus experiencias.

Y muy extrañamente me dio una confianza inexplicable, me dijo su nombre real (que obviamente no diré), me dijo donde trabajaba, y santo y seña de su vida (resumida en atropelladas letras porque el tiempo se agotaba); yo le dije mi nombre y varios detalles sobre mi persona (sin ponerme en riesgo, porque a diferencia de él, soy demasiado desconfiada).

Por motivos un poco obvios, Damian y yo solo podíamos platicar un par de horas, porque tenía que ser a escondidas (recuerdan que es casado ¿cierto?). Mi intención realmente era la de tener un ciber amigo con quien compartir experiencias y punto. Hasta me tomé el descaro de decirle que yo no quería buscarle problemas con su esposa (palabras que después me tuve que tragar combinadas con sus besos).

Aquella primera vez que hablamos, recuerdo que lo primero que dijo (incluso antes de saludarme) fue “no inventes, estas guapísima” (porque podía ver mi foto en el Messenger). La plática se dio fluida, como dos amigos que tienen años de conocerse.

Hablamos de cosas triviales. Y las cosas comenzaron a ser más personales. En una de esas pláticas hizo que describiera mi sexo a la perfección (y yo me ruboricé como una niña chiquita), pero así es él, es un hombre que genera confianza, confort.

Sin conocerlo estaba ahí hablándole de mi, de mi sexo, de mis ganas, de mis sueños, mis miedos, mis inquietudes.

Absurdamente comencé a sentir un cariño bastante extraño, comencé a extrañarlo cuando no hablaba con él, comencé a pensar en él varios minutos de mis días, lo que obviamente provocó las burlas de mis compañeras de la universidad. “Vamos liz, eso es absurdo, ni que fueras una chamaquita enamorada del cibernovio”.

Pero yo sentía a Damian tan real, tan mío.

Y así pasaron los días, intercambiando nuestras vidas en solo letras…

¿Saben?
Mario Bennedetti dijo “Que alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima, eso es admirable”.

Y eso hacía Damian, me hacía sentir cosas sin ponerme una mano encima. Obviamente mientras el tiempo avanzaba, el coqueteo se hacía presente, los cariñitos, las palabras dulces, las fantasías de un día encontrarnos. Para mi había comenzado como un juego, pero ahora ese juego cada vez parecía más real.

Comenzamos a hacernos el amor con las letras, letras que esperábamos con ansias a que se convirtieran en caricias, en besos.

La sensualidad de aquellas letras emanaba de nuestros poros.

Les compartiré algunas de esas veces en que nos hicimos el amor. Y lo haré por partes porque es una historia larga (pero digna de contarse).

Para ese punto yo ya estaba más enamorada que otra cosa, la atracción se había convertido en cariño, la sensualidad en deseo, las palabras en tiernas caricias que en verdad me acariciaban el corazón.

19 de septiembre

Me haces sentir sensual. Eso es lo que me tiene tan “atrapada”, eso y un sentimiento que aún no puedo describir. A pesar de que esta nueva “relación” no está basada simplemente en la fantasía y en lo sexual, hay cosas que provocas en mí, que ya había olvidado que tenía.

Hoy no he podido sacar de mi mente tu voz cuando dijiste así sin más: “te quiero Liz”. Apenas en tan poco tiempo has provocado cosas en mí que aún soy incapaz de comprender y mucho menos de describir. Pero, por alguna extraña razón, esto ya no se trata solo de sensaciones, si no de… pues creo que de sentimientos. (Y son dos cosas totalmente distintas).

Como decía, provocas algo en mí, es como si de alguna mágica forma explotarás en mi una sensualidad que por lo menos yo había olvidado que tenía.

Siempre me he considerado una mujer atractiva, pero ya había olvidado cómo se siente sentirse como me siento ahora.

Hoy, cuando venía de regreso a casa, una de mis compañeras (y amiga no tan íntima) me dijo “Liz hoy te ves muy guapa”, solo atiné a soltar una carcajada, y ella insistió “No güey, de verdad hoy te ves muy guapa, te ves… diferente”.

Siempre he creído que la atracción de una mujer está más en sus actitudes y su seguridad que en ropa cara, ropa escotada, en una linda cara o un cuerpo de modelo. Todo está en cómo nos sintamos las mujeres, en la seguridad que proyectemos. En la sensualidad que emana de nuestras actitudes, al caminar, al movernos, al sonreír.

Hoy me sentí especialmente diferente. El hecho de que mi amiga me haya hecho el comentario de lo “guapa” que me veía hoy en verdad me hizo sonreír. No iba vestida tan arregladamente. Llevaba unos jeans que no eran muy ajustados, una playera (porque no era blusa) de color turquesa que tenía un escote pronunciado (pero no vulgar), unos tennis de color turquesa con puntitos blancos. Deje mi cabello suelto, sin alaciarlo, hoy quise que mis ondas (porque mi cabello es un poco quebrado) se dieran vuelo, así que lo deje al natural; iba adornado por una diadema (también de color turquesa) con unas bolas blancas. El collar que llevaba hoy es largo, lo que hacía que mi escote se hiciera un poco menos notorio, es un collar hecho de semillas de sandía con semillas de chabacano (pintadas de azul) que compré en mi último viaje a Chiapas, llevaba unos aretes de color tuquesa también (ahora que lo pienso era demasiado azul). Y mis manos iban adornadas por dos argollas de forma cuadrada (uno en cada dedo índice, respectivamente) que tienen un significado muy especial para mí.

El perfume que uso (que tristemente está por terminarse) es una explosión de aromas entre florales y frutales que le propicia una característica fresca.
Así que como podrás leer (e imaginarte) no iba vestida de manera sensual o formal. Pero hoy especialmente me sentía linda. Y eso es lo que tú provocas.

Hoy puse atención a mis actitudes, o más bien me sorprendí con ciertas actitudes. Me di cuenta que mi manera de caminar es… diferente. Hoy sentí que mi caminar era más bien una danza. Mis caderas se movían alegres, haciendo parecer que caminara como dando pequeños brinquitos, lo que provocaba que mis pechos se movieran alegres al compás de mis pies; caminaba con la cabeza en alto, más no altiva, simplemente como si mi cuerpo gritara con cada movimiento “aquí vengo”.

Hoy sentí que mi sonrisa era relajada (lo cual fue un logro, después de estar taaantas horas metida en un aula), sentí que mis movimientos (los de mis manos al hablar cuando exponía frente a todos mis compañeros) eran más lentos, más sutiles. Note que hasta el pestañear era diferente, era como si mis ojos se abrieran grandes y atentos a lo que sucedía mí alrededor, como si mis pestañas provocaran un aire cálido, abanicando a aquel que se atreviera a mirarme a los ojos; puedo casi apostar que mis pupilas se encontraban dilatadas, como si quisieran absorber todo a su alrededor. Bueno puedo decirte que, aunque anatómicamente es imposible, sentía mis labios más voluminosos, y si a eso agregas el hecho de que hoy los llevaba pintados (cosa que no acostumbro mucho), supongo fue lo que logro ese efecto o sensación.

Hoy me sentí totalmente sensual. “Sexual de nacimiento, sensual por convicción” ¿Recuerdas?

Eso provocaste en mí hoy.

Me encuentro sentada pensando en todas esas sensaciones que tuve hoy cuando miro el reloj y me doy cuenta que faltan 15 minutos para las 9 de la noche. Me tengo que meter a bañar, como estoy enferma de gripa, es mejor bañarme por la noche para así no salir “de la regadera a la calle” como dice mi mamá.

Tomo un par de toallas (una para el cuerpo y otro para el cabello, debido a mi abundante cabellera, necesito una toalla solo para mi pelo). Y me meto al baño.

De repente me miro en el espejo y me gusta lo que veo. Sonrío. Me siento diferente. No puedo quitar la mirada del reflejo que esta “Liz” me da.

De repente siento de nuevo esa sensación en mi cuerpo, una electricidad arrolladora que me recorre la espina dorsal, algo está pasando, es la segunda vez que siento esto en menos de 10 días. No me asusta, pero me desequilibra (una vez más). De repente siento un calor en las mejillas y al ver mi reflejo noto un color rosado sobre ellas. ¡Estoy sonrojada! ¡Pero si estoy sola! ¿Por qué me sonrojo? ¿Por qué me siento así?

Abro la llave del agua caliente (me gusta bañarme con agua muy caliente) y mientas el agua va tomando su temperatura me
veo una vez más en el espejo. Me gusta lo que veo.

Mis movimientos son lentos, suaves.

Mientras me miro en el espejo retiro el maquillaje que llevo puesto, me desmaquillo las pestañas (que son largas y negras debido al rimmel), los labios, las mejillas.

Lentamente libero mi cabello del listón que lo sujeta (me lo amarro para comer, odio comer con el cabello suelto), y sacudo la cabeza para que mis cabellos caigan juguetonamente sobre mis hombros.

Me gusta el sonido que el agua hace al caer. Lentamente me deshago de la playera, dejando al descubierto mis pechos que se encuentran aprisionados por un brassiere de encaje de color carne; me quito los pantalones y acarició mis piernas, en el tobillo derecho llevo una cadenita de plata que provoca que mi pierna se vea adornada, en el tobillo izquierdo aún destella la tinta blanca que dibuja un tatuaje producto de mis locuras y de… bueno, eso no importa.

Poco a poco dejo caer mi ropa interior que hace juego con el brassiere de encaje. Me miro desnuda al espejo y suelto un suspiro.

Abro la puerta de la regadera, la cual está cubierta de azulejo blanco, lo que da un efecto de grandeza y una gran iluminación al baño.

Primero meto una mano para tocar la temperatura del agua, es perfecta, caliente pero sin quemar.

Entonces me meto de lleno en la regadera.

Las gotas caen sobre mi cuerpo produciendo una sensación placentera de relajación total. Dejo que las gotas palpiten sobre mi cuerpo, que caigan y den pequeños golpecitos sobre mi espalda, sobre mi s brazos, sobre mis piernas. Es una sensación increíble. No hay nada más rico que un baño calientito por la noche cuando afuera hace frío.

Comienzo a lavar mi cabello con movimientos circulares, suaves, masajeo mi cabeza y siento de nuevo ese escalofrío que va desde la nuca hasta donde termina mi espalda. El olor del shampoo es un olor agradable, combinación de frambuesas rojas con seda brasileña (o eso dice la botella), provocan una sensación de frescura y a la vez relajante.

Enjuago mi cabello y tomo el jabón entre mis manos, tiene un aroma de jazmín que me hacen sentir en un jardín.

Empiezo a enjabonar cada parte de mi cuerpo, deslizo el jabón por mi cuello, mis brazos, mis pechos, el abdomen, las piernas, las nalgas. El roce del jabón sobre mi cuerpo, combinado con el delicioso aroma que emana, me produce sensaciones placenteras y me dejo llevar. Me gusta jugar con la espuma que hace el jabón y comienzo a soplar las burbujas que han quedado sobre las palmas de mis manos. Parezco una chiquilla jugando a la hora del baño.

De repente me miro al espejo nuevamente (dentro de la regadera hay otro espejo) y observo mi cara sin una gota de maquillaje. Me siento fresca y me gusta que, a pesar de no llevar maquillaje, mis rasgos siguen siendo iguales y mi piel se ve fresca y brillante.

Y así sin pensarlo comienzo a jugar de nuevo… con mi cuerpo.

Paso las yemas de mis dedos por mi rostro, llegando a la punta de la nariz y dándole un golpecito. Cuando llego a la boca, abro un poco los labios para dejar entrar apenas y las puntas de los dedos índice y medio y le doy un mordisco a ambos.

Rodeo mi cuello con ambas manos y siento la presión que éstas ejercen sobre el mismo.

Al bajar mis manos, me encuentro con unos pechos firmes, mis pezones (pequeños y de un color café oscuro) se encuentran contraídos, pequeñitos, duros y sensibles a cada caricia. Doy un masaje de forma circular sobre mis pechos mientras siento el agua golpear mi espalda, dándome una sensación tan placentera que quiero quedarme ahí por siempre.

Poco a poco deslizo una de mis manos hacia el vientre, llego al ombligo e introduzco un dedo en él, siento cosquillas, que producen que los músculos abdominales se contraigan.

De nuevo siento la necesidad de tocar mi sexo. Y es ahí cuando mi mano derecha decide ir a juguetear un poco.

Una vez más mas mis manos toman vida propia. Mis dedos acarician lentamente mis labios vaginales, abriendo, cerrando, subiendo y bajando. Mi otra mano se encuentra arriba, acariciando mis cabellos lentamente, suave, de forma envolvente.
Siento una vez más la humedad que nada tiene que ver con el agua que sigue cayendo sobre mi cuerpo, la humedad que se siente es de una consistencia más viscosa, más espesa. Como si se tratara de un delicioso incienso, el vapor del agua provoca que los aromas de mi cuerpo se evaporen e inunden la habitación de ese perfume característico de mí.

Comienzo a acariciar toda esa zona que me causa un placer intenso, las ingles, las nalgas, los labios, rozo suavemente mi ano con la punta de uno de mis dedos. Y entonces llego a la tan anhelada zona.

Mi clítoris se encuentra hinchado, y tan sensible que casi reacciona al aire que se produce por los movimientos de las gotas que siguen cayendo. Entonces llevo la otra mano a mi sexo y me decido a terminar lo que ya comencé.

Con los dedos de una mano abro lentamente los labios vaginales, dejando totalmente expuesto el clítoris, que parece pedir fervientemente ser tocado, acariciado, pide caricias tiernas y suaves.

A pesar de que el agua de la regadera humedece todo mi cuerpo, los fluidos que emanan de mi ser son resbaladizos, lo que facilita el movimiento de mis dedos. Con los labios abiertos llevo uno de mis dedos al punto de energía más grande y comienzo a rozar el clítoris de manera suave, en círculos, cambiando los movimiento de vez en cuando, a veces circulares, a veces de forma ascendente y descendente, a veces dando pequeños golpes que provocan un sonido parecido al que se escucha cuando caen gotas gordas sobre un vaso lleno de agua.

Mis músculos comienzan a tensarse, creo que esta vez no puedo tardar mucho, ya que el agua ya no es completamente caliente, empieza a ser tibia.

Los movimientos se vuelven más intensos, más fervientes, y cuando me siento en un punto de clímax muy alto, introduzco los dedos a mi vagina, sin dejar de acariciar mi clítoris de manera furtiva.

Entran, salen, se mueven dentro de mí, en forma circular, saliendo y entrando y de vez en cuando alcanzan a rozar ese punto G que no todos somos capaces de encontrar. Siento que las piernas ya no aguantan mucho, comienzan a temblar y a doblarse, tengo miedo de caerme pero no puedo parar, el placer es tan grande que si paro, seguramente moriré.

Siento una tensión muscular enorme, cada parte de mi cuerpo se encuentra tensa, me duelen los brazos de tantos movimientos que arremeten contra mi sexo, siento que llegaré al orgasmo en cualquier momento.

Para mi sorpresa, en el momento en el que estoy a punto de llegar escucho una voz dentro de mi cabeza, “te quiero liz”, es tu voz. Eso me asusta, pero no puedo parar, estoy a punto de venirme.

Sin pensarlo, mis dedos salen de mi vagina y se introducen en mi ano, que para ese entonces se encuentra perfectamente dilatado y esperando ser sodomizado. La cavidad es estrecha y húmeda y pareciera que lucha por expulsar lo que acaba de invadirla.

Entonces, al sentir esa penetración anal el cuerpo responde automáticamente. El orgasmo está aquí. Las piernas se me doblan, dejo escapar un gemido que más bien parece un grito, estoy a punto de caerme sobre el azulejo mojado, siento una explosión de sensaciones en todo el cuerpo, mis músculos arden, parece que mi sexo va a estallar. Y cuando estoy en el punto máximo del orgasmo retiro de forma brusca los dedos del ano sin dejar de tocar el clítoris, es ahí donde ya no puedo más.

Comienzo a sentir un calor que escurre sobre mi mano, sobre mis dedos, un calor que no tiene que ver con el agua de la regadera, que para ese entonces es fría, lo cual no percibo en el momento porque el calor de mi cuerpo es suficiente.

Me enjuago, cierro la llave del agua. Siento un frío que me recorre, el agua de la regadera estaba casi helada.
Envuelvo mi cabeza con una toalla y comienzo a secar mi cuerpo con la otra.
A pesar del olor a jazmín del jabón, combinado con las frambuesas del shampoo, el aroma de sensualidad que emana de mi cuerpo es imposible de disimular….
 

mexpepin

Bovino adolescente
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3 Sep 2011
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Wow que buen relato liz hasta se me puso la piel chinita.... Esperando el next ......
 

leon809

Bovino adolescente
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4 Abr 2011
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Que gran final!! Wow, excelente, me imaginaba cada parte de la escena, tan descriptiva, tan sensual, gracias por estos aportes Liz, esperamos más relatos tuyos y nuevamente mil gracias princesa por compartirnos tus emociones y deseos!!
 

arroz y frijoless

Bovino adolescente
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6 Ago 2007
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Simplemente !!! Extraordinario !!! muchas felicidades por compartir tus emociones y de que manera... ya espero con ansias la continuacion de esta historia...besos.
 

aram64mx

Becerro
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Liz, imagine tu cuerpo, cada una de las curvas en el, hiciste una descripcion muy sensual de tus sentidos, te felicito por atreverte a compartir tus emociones y tambien por ser tan sutil al hablarnos de sexo, creo que muchas mujeres no conocen su punto G y tu lo encontraste, usar tu ano, esa zona tan erogena para autocomplacerte significa que conoces muy bien tu cuerpo, te mando un beso Liz, donde quiera que te encuentres. Por favor dinos que paso despues.
 

pastor666

Bovino maduro
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29 Nov 2009
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Hola Amiga, aquí de nuevo siguiendo tus relatos, es increible y tremendamente alagador para un hombre hacer que una mujer tan especial como tú sea capaz de tener todas esas sensaciones que describes, muchas felicidades a ambos por ese viculo que crearon, por esa atmosfera de complicidad, ternura y cariño en donde estuvieron y deseo que aun esten envueltos. Esperando la continuación...
 

lamichoacana

Becerro
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21 Mar 2009
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Felicidades, tu relato es uno de los mejores que he leido, tienes lo ideoneo para ser escritora, tus oraciones son perfectas las uniones de tus palabras llegan al 100% de mi imaginacion, felicidades
 

vanellope

Becerro
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27 Nov 2012
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Gracias! Me da gusto que disfrutes lo que escribo, como me comentaste anteriormente, tuviste la oportunidad de leer alguno de sus relatos (de Damian), y está padre que alguien recuerde que realmente existió, que esto es una historia real! Saludos y gracias por tus comentarios...
 
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