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De esposa ejemplar a puta de lujo 8-20 y 9-20

jack_kugel

Bovino adolescente
Registrado
25 May 2008
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84
Al día siguiente nos levantamos tarde a eso de las 5 y nos bajamos a una cafetería a tomar algo. Entonces no pude evitar preguntarle a Ana por la vida privada de Mario y la suya.
Primero le pregunté por Mario, que si estaba casado, si tenía hijos, etc. Me respondió que Mario tenía 42 años y estaba divorciado desde hacía 10, y que tenía una hija de 12 años. Me dijo que se divorció porque su mujer estaba harta de aguantar infidelidades y de que hiciera lo que le daba la gana, y que la custodia de su hija se la quedó su mujer.
Le pregunté si ahora tenía algún lío serio. Me contestó que si, una chica de unos 20 años muy sumisa. La conoció en un burdel de lujo en Tailandia y se la trajo a vivir con él el año pasado. Dice que es muy feliz porque le atiende como si fuera una mujer europea de hace 100 años, y le aguanta todas sus infidelidades y juergas. De hecho tiene papeles porque figura como empleada del hogar en su casa, sino la devolverían a Tailandia.
En definitiva ha conseguido el sueño de todo hombre tener una puta en la cama y una criada en la casa que le aguanta todo.
Me comentó que Mario no quería líos serios, pero que le gustaba experimentar con las mujeres, y que de hecho nosotras éramos experimentos suyos. Le gustaba sobre todo comprobar hasta cuanto podía una persona cambiar si se la influenciaba para eso.

Entonces le pregunté a Ana por ella, como conoció a Mario, cual es realmente su trabajo, etc.
Me contestó Lo siguiente:
Sonia conocí a Mario hacía 5 años, cuando tenía 25 y ejercía como enfermera en el Hospital del Insalud donde ambos trabajábamos. Mario me sedujo, yo era muy joven y hasta ahí todo normal porque los líos entre enfermeras y médicos son habituales.
Me enamoré profundamente de Mario, y poco a poco me fue moldeando y se adueñó de mi voluntad utilizando la amenaza de que me dejaría. Dejé a mi novio, que era también enfermero ya con fecha de boda marcada, me fui dejando llevar por Mario, que me obligó a hacerme operaciones de cirugía estética, para ser más atractiva, algo parecido a lo que está haciendo contigo.
Me deje llevar, me gustaba más a mi misma y los hombres me halagaban continuamente. Cuando Mario se cansó de mí yo ya era una mujer muy promiscua, y Mario y yo pasamos a ser buenos amigos que follaban de vez en cuando. Yo me acostumbre a un ritmo de vida que no podía pagar con mi sueldo de enfermera, pero me di cuenta que usando mis atributos femeninos sacaba de los hombres todo lo que quería, así que me acabé prostituyendo y dejando mi trabajo de enfermera.
Gano mucho dinero y lo hago con hombres o mujeres de alto poder adquisitivo y de alto nivel social. Soy lo que se llama una Puta de Lujo.
La verdad es que no me arrepiento, elegí libremente el camino, si me llego a casar con el enfermero, ahora tendría un par de críos, ganaría un sueldo de 200.000 pts al mes haciendo un montón de guardias, y no me podría permitir como ahora todo lo que quiero.

Con aquella historia me quedé helada, y le pregunté a Ana ¿Tu crees que Mario quiere que acabe como tu?, y me respondió: Mira Sonia lo que Mario quiere es pasarlo bien contigo por eso te estamos modelando a su gusto, y al margen de la influencia de Mario o mía sobre ti, lo que no cabe duda es que eres una golfa a la que le gusta el sexo y que Mario y yo sólo te hemos abierto los ojos. Desde que conociste a Mario siempre has podido elegir libremente y podrás seguir haciéndolo, nadie te obliga a hacer nada.
Además cuando Mario te conoció eras una mujer de clase acomodada con un buen sueldo, casada y con un hijo, y tu elegiste lo que ha pasado luego. Yo sólo abandoné un novio y a mis padres y hermanos todavía los veo por Navidad, les he contado que soy azafata en congresos, extra en películas, etc.

La verdad es que Ana tenía razón, me había dejado seducir por la vida fácil de los placeres, y en unos pocos meses, el peaje pagado ya había sido muy caro sobre todo por la pérdida de mi familia. No reaccioné cuando rompieron conmigo, preferí seguir gozando de la vida como una golfa, a pesar de que tanto mi marido y mi madre me dijeron que si volvía a ser como la de antes me abrirían de nuevo las puertas para volver.

Por otro lado, estuve 20 días sin ver a Marta por el club, no volviendo a verla desde que se fue con Mario a Tenerife.
La llamé al móvil y me comentó que estaba avergonzada, y que había ocurrido algo que podía acabar con su matrimonio. La contesté que no se preocupara, que si le parecía bien podíamos quedar por la tarde en el club y que me contara que había pasado. Me dijo que no, que tendría que ser en un sitio que no nos conociera nadie.
Finalmente quedamos en un pub a las 9 cerca de mi apartamento. Cuando llegué me la encontré bastante desarreglada y se la veía preocupada. ¿Le pregunté que qué había pasado en Tenerife con Mario?.
Me contestó que aquella semana se hicieron pasar como marido y mujer por capricho de Mario de cara a todo el mundo, y que incluso se registraron en el hotel como tal.
Entonces me contó que Mario usó y abusó de ella como le dio la gana, y empezó a describirme lo ocurrido:
Nada más llegar al hotel me pidió que le enseñara toda mi ropa. En general la ropa de vestir dijo que era lo suficientemente provocativa, pero que la de baño no, que mi bañador era muy recatado, así que nos fuimos a la tienda del hotel y se puso a comprarme la ropa de baño que quería que llevara.
En vez de dirigirse a una dependienta lo hizo al encargado, un tipo de unos 40 años bastante gordo. Le dijo que me quería comprar unos bikinis, siendo la parte de abajo un tanga. El dependiente los sacó de mi talla, pero Mario le dijo que usaba una talla menos y me los dio para que me probara uno.
El dependiente me recordó que tendría que hacerlo con la ropa interior puesta por cuestiones de higiene.
Entré en los probadores con Mario, me los eligió de color negro, blanco y rojo. Me hizo ponerme el tanga blanco y claro quedaban fuera todas las bragas negras, y la parte de arriba al ser de una talla menos, apenas me cubría poco mas que los pezones, con los laterales de las tetas al aire.
Me hizo salir del probador para que viera el dependiente como me quedaba, yo estaba muerta de vergüenza, con todas las bragas fuera. La cara del tipo era un poema, y dijo que lo veía algo pequeño, y Mario le contestó que no se preocupara que yo siempre hacía topless, que me gustaba estar siempre muy tostada sin marcas del bikini.
Le dijo que nos los llevábamos, pagué y nos fuimos a la habitación. En mi vida me había sentido tan humillada. Además al haber ocurrido en la tienda del hotel todos los trabajadores del mismo me estuvieron mirando toda la semana como si fuera en vez de su mujer, su querida.

No contento con eso, Mario me dijo que se me vio muy cortada en la tienda y que me quería más animada, así que me dijo que me quería colocada toda la semana para perder la vergüenza, y me tenía a martinis todas las mañanas en la playa, vino y copa en la comida, y copas por la noche. Desde luego sabía lo que hacía teniéndome colocada todo el día era mucho más fácil convencerme para que hiciera todo lo que me pidiera.

Por las mañanas me hacía ir por la playa y cuando comíamos en los chiringuitos, haciendo topless y con el tanga minúsculo que a duras penas me tapaba el sexo. Incluso me hacía entrar así al hotel. Bastantes madres presentaron una queja porque los niños me veían. Hasta este viaje con Mario yo en mi vida había hecho topless.

Un día en la playa, me obligó a seducir a un chico que no sé si tendría 18 años. Había unos vestuarios con duchas cerca, de los que usa la gente para quitarse los bañadores y cambiarse de ropa. Me dijo que quería que se la mamara en los vestuarios, y que le dijera al chico que yo era su marido.
Le dije que era un chico muy joven, que haría cualquier cosa pero no eso. Me agarró un pezón y me lo pellizcó con fuerza, además me amenazó con darme una paliza en el hotel. No me quedó más remedio que hacerlo. Yo iba pasadísima de copas.
Cuando vi que el chico iba a los vestuarios a orinar, me encendí un cigarro y le seguí sólo con mi tanga negro y todas las tetas colgando. Cuando terminó de orinar, le metí dentro de un vestuario, y empecé a besarle, le decía que era muy guapo, y empecé a tocarle la polla y a pasarle la lengua desde los labios hasta el vientre.
Le bajé el bañador, y empecé a mamársela. El chico estaba como en la luna, me decía pero y su marido si nos pilla, yo no le contesté.
Mario miraba por la ventana del vestuario. Se la mamé como haría una madre a su hijo, con mucha dulzura, empezando por los huevos y acabando por el glande, no la tenía muy grande, ya que era un adolescente, y al poco tiempo se corrió en mi boca. Yo ya estaba lanzada y le obligué a comerme mi depilado coño. Le enseñé como, y tuve un orgasmo, cuando empezó a llamarlo su madre.
Antes de irse le di un beso en la boca, y a continuación entró Mario, que me folló por delante poniéndose encima mío, llamándome guarra, puta, ninfómana, corruptora de menores, en fin de todo, hasta que llenó abundantemente mi vagina de su espeso semen. No me dejó limpiarme, me puse el tanga y nos fuimos a comer. Coincidimos con el chico y su familia en el restaurante y el pobre no me quitaba ojo.

Por la noche me hacía ir vestida muy provocativa y llamando la atención en parte por mi edad y porque la gente pensaba que era su mujer. Todo eso me hizo también perder la cabeza a mí, y follábamos todos los días como locos y aunque me obligaba a mamársela y a tomar por el culo, siempre se aseguraba de correrse en mi vagina dejándomela rebosante de su semen.

Una vez me hizo mamársela en el baño de una discoteca, para luego follarme por el coño por detrás, quedando yo apoyada en la cisterna del W.C. Hasta en el hotel nos llamaron la atención por los gemidos y gritos de ambos por las noches.

Desde luego lo que me ha pasado ha sido por comportarme como una zorra, y que nadie que me conociera en mi entorno social podría dar crédito a lo que había hecho.

De repente empezó a llorar, la encendí un cigarro y la di un beso, y le pregunté que qué la pasaba y me dijo que estaba embarazada, que le tenía que haber bajado la regla hacía 10 días, se había hecho el test de embarazo y estaba encinta.
Le pregunté si había hablado con Mario y me contestó que si, que como es ginecólogo le pidió que le hiciera un aborto pero que se negó y que la contestó que ya era mayorcita para saber lo que estaba haciendo, y que el no practicaba abortos. Además la dijo que no quería volver a verla mientras siguiera con la cantinela del aborto.
Marta me dijo que si iba a un médico por lo legal, al estar casada le pediría la autorización del marido. Le contesté que era cierto y que no se le ocurriera ponerse en manos de un carnicero.
La aconsejé que la única solución era colocarle el hijo a su marido. Después de todo lo tuyo con Mario sólo fue sexo, y el no querrá ni ver al niño y no te dará problemas.
Que lo viera por el lado bueno que su marido estaba forrado y que no pasaba nada porque tuvieran otro hijo, que podían asumirlo. Se tranquilizó pero me dijo que las pocas veces que lo hacían lo hacían siempre con condón.
Le contesté que bueno que tendría que decirle que quería tener otro niño que lo necesitaba porque estas deprimida y mucho tiempo sola y cosas así. Además le aconsejé que tendría que seducir de nuevo a su marido para que le entraran ganas de follar con ella y que se crea que la ha dejado preñada en 10 días porque está hecho un toro, porque como echara cuentas podría ser peligroso.
Me contestó que si que haría eso, que no tenía otra salida.

Por la noche se lo conté a Ana, y me dijo que qué me esperaba. Yo no estaba muy cómoda ya que en parte tenía la culpa de todo, ya que yo fui quien se la entregó a Mario en bandeja.
Desde luego lo que quedó claro es que Mario era un tipo sin escrúpulos, que era capaz de seducir a una mujer de 41 años casada, de usarla como un kleenex, jodiéndola a placer durante una semana, dejándola preñada, y luego su respuesta al problema es que no la quiere volver a ver. Menos mal que a mí me hizo una ligadura de trompas.





9-20





En las semanas siguientes, seguí haciendo el amor con distintas mujeres, algunas prostitutas, amigas de Ana, y con la propia Ana, que depuró mi técnica para comportarme como una auténtica lesbiana, haciéndome una experta en el arte de dar placer a las mujeres.
Me enseñó a utilizar consoladores de correas, follando con ellos a las mujeres por boca, coño y culo, utilizándolos como si tuviera una polla de verdad. Y también me enseñó a moverme cuando me follaran a mi con ellos, para conseguir más placer.

Entre unas cosas y otras nos metimos en el mes de mayo, mi marido Carlos había acelerado los trámites para el divorcio, y me convocaron para un careo con el juez, y así determinar como quedarían las cosas tras el mismo.
Ana me dijo que no me podía permitir que me dieran la custodia del niño, así que tenía que dar mala imagen al juez que además era mujer para que no se pusiera de mi parte.

Como ya estábamos en mayo y el tiempo era bueno, fui vestida con una minifalda negra de cuero por los muslos, unas sandalias con 10 cm de tacón, con los dedos de los pies pintados de rojo, un polo rojo sin mangas, muy ajustado que me marcaba todas las tetas y el sujetador, y por supuesto muy maquillada.
Entré en la sala donde me habían citado, fumándome un cigarro. Allí estaban Carlos, mi madre, su abogado y la juez que era una mujer de unos 50 años con pinta conservadora, que me dijo que me sentara y que apagara el cigarro que la molestaba.
Me senté cruzando las piernas. Ni Carlos ni mi madre me saludaron. Su abogado dijo que querían la custodia del niño, y que además se negaban a pasarme una pensión. Como mucho por bienes gananciales me darían 10 millones por la venta del piso que todavía no habíamos terminado de pagar, pero que Carlos ya había vendido, porque dijo que no podía seguir viviendo allí, porque le traía malos recuerdos.

De una carpeta, sacó fotos mías y un informe de una agencia de detectives, que me habían seguido desde que me fui de casa en febrero.

Salían fotos mías con mujeres diversas y con Ana en discotecas a altas horas de la madrugada e incluso entre semana, dándome el lote con ellas, metiéndonos mano, besándonos, y bebiendo copas, etc. También fotos entrando y saliendo con esas mujeres del apartamento que compartía con Ana.

Llegaron a hacerme fotos de la noche que estuve bailando delante de Marta y Mario, en una discoteca, la noche que Mario la folló por primera vez. Yo salía con la mini muy subida, y en una foto a través de los panties, se veía que no llevaba bragas. Además salía perfectamente la blusa de gasa transparente y las copas del sostén en fosforito por la luz ultravioleta.
Mi madre no paraba de llorar. Luego aportaron un dossier de Ana. Con fotos y pruebas, la presentaron ante la juez como mi amante, desde hacía meses, mostrando además su actividad en un burdel de lujo y en hoteles con hombres y mujeres que la contrataban como prostituta.
Yo la verdad no me esperaba este seguimiento por parte de Carlos, se veía que quería deshacerse de mi lo antes posible. Aportaron fotos de cómo era antes y como era ahora para que la juez viera mis cambios tanto físicos como en mi forma de vestir.

Luego la juez me sometió a un interrogatorio.
Me preguntó si era bebedora, si me iban bien las cosas en el trabajo. Que cual era mi relación con Ana y con las mujeres en general, si era homosexual, etc. Yo mentí a todas las preguntas, pero mi imagen era tan pésima que evidentemente nadie me creyó.
Finalmente la juez dijo que era un caso muy claro y falló en todo a favor de Carlos. Me quedé sin pensión, sin mi hijo al que no podría volver a ver ni hacercarme a una distancia inferior a 100 m mientras fuera menor de edad, ya que podría ser una mala influencia para él, y sólo me concedió los 10 millones por la venta del piso, que me pagarían esa misma semana si no apelaba. La verdad es que aunque apelara con esas pruebas no tenía nada que hacer así que opté por aceptar, y el dinero me venía bien para sanear mi maltrecha economía.
Cuando terminamos Carlos se marchó con el abogado sin mirarme, y mi madre llorando me dijo que nunca se hubiera imaginado que fuera lesbiana, y que no quería volver a verme a no ser que me comprometiera a cambiar y a someterme a un tratamiento psiquiátrico. Ella no podía entender mi bisexualidad ni la nueva vida que había elegido.
Me contó que mi padre estaba mal del corazón desde que empezó todo y que era mejor que no me viera y que no supiera toda la verdad.

Cuando se fue me quedé allí sola llorando, fui consciente probablemente por primera vez de la realidad, al ver todas aquellas fotos, comprendí en lo que me había convertido, y el que no pudiera volver a ver a mi hijo, me partió el alma.
Aquello si cabe me descentró todavía mas, me entregué a todas las perversiones que se le ocurrían a Mario, y desde entonces ya me ha dado igual todo porque había perdido lo que más quería.

Esa semana, se casaba mi cuñado Luis, y Mario ya enterado de los términos de mi divorcio, me obligó a que me lo follara el día de su boda, según él para despedirme por todo lo alto de mi familia. Aquello sería como la confirmación para Luis de que era una zorra, no me gustó lo que me pedían que hiciera, pero le contesté que me lo follaría.
Como evidentemente no me invitaron a la boda, le llamé para decirle que quería verle el sábado por la mañana en mi apartamento (se casaba por la tarde), que tenía un regalo de bodas para él. Me contestó que no lo veía claro, que sabía que su hermano me había puesto detectives y que si nos veían lo pasaría mal.
Le respondí que ya me los había quitado, porque había ganado el juicio del divorcio, y que podría entrar por el ascensor que subía del garaje. Se lo pensó, pero como seguro que me deseaba, accedió.
Yo la verdad tenía muchas ganas de joder con un hombre, el único hombre que había catado en tres meses era precisamente Luis, y ya estaba un poco harta de comer tanto coño.
El sábado a las 12, llamó a la puerta, Ana estaba en la otra habitación para no perderse nada y estaba grabando todo para que luego lo viera Mario.
Ana me obligó a recibirle vestida sólo con un camisón negro transparente que me llegaba justo a una cuarta por debajo del sexo y que dejaba ver todo mi cuerpo, tetas, culo y coño.
Además me maquilló como si fuera una muñeca de estas de nuestras abuelas, con colorete rojo en los carrillos, la cara espolvoreada de blanco y con pestañas postizas negras. Mis gruesos labios de rojo y el pelo recogido en dos coletas. Me dijo que quería darme un aspecto de muñequita, que eso le gustaba a muchos hombres, aspecto que se acentuaba con mi coño todo depilado.
Al abrir la puerta me tiré a mi cuñado, y le di un beso metiéndole la lengua hasta la garganta, tocándole con una mano la polla, que ya estaba empalmada, le dije que el regalo de bodas era yo, que era su muñequita.
Me dio un empujón y me dijo que su hermano estaba destrozado que le había contado todo y que le había enseñado el reportaje de los detectives. Me preguntó que si era verdad que era lesbiana, y le respondí que era bisexual y que me gustaban tanto hombres como mujeres, aunque era algo más hetero que gay.
Me propinó una hostia, y me dijo que mas que una muñequita lo que era es una auténtica zorra, y que me iba a follar como a tal.

Me dijo que empezara a desnudarle y que se la chupara. Le quité la ropa y empecé a mamársela como una auténtica muerta de hambre y lo mejor que podía teniendo en cuenta que me follaba la boca como si fuera un coño y me daban arcadas. Estábamos delante de un espejo, y me obligó a masturbarme mientras tanto me decía que me mirara al espejo y que comprobara lo sucia que era.
La verdad es que tenía razón, la imagen que me devolvía el espejo era la de una auténtica puta de lo peor.
Cuando iba a correrse ya que estaba echando preseminal, se salió de la boca me puso a 4 patas de cara al espejo y me obligó a encenderme un cigarro, quería que fumara mientras me daba por detrás.
Se puso un condón, porque no quería contagiarle nada a su futura mujer, y me la metió por el culo hasta el fondo. El tío me dijo que empezara a tocarme el coño con fuerza y que no parara de fumar mientras tanto, que eso le ponía cachondo. Desde luego Luis tenía que ser uno de esos hombres fetichistas del tabaco, que le gusta ver a las mujeres echar humo mientras las follan.
Mientras me masturbaba y fumaba, él me daba por el culo, con gran violencia y me estaba haciendo daño, aunque se contrarrestaba con el placer que me daba yo al masturbarme.
Cuando se me acabó el cigarro, me dio la vuelta y me la metió por delante en el coño, y me obligó a fumarme otro cigarro. La verdad es que aquello también me daba morbo, nunca había fumado mientras me follaban, y estaba encadenando un orgasmo detrás de otro, además el morbo se incrementaba por el hecho de estar viéndome todo el rato por el espejo.
Cuando se corrió yo me estaba acabando el segundo cigarro, se salió, se quitó el condón y si dejar que me levantara, me obligó a que me bebiera todo su contenido, cosa que hice como una gatita golosa, relamiéndome cuando terminé.
Después me llevo al baño, me obligó a orinar con las piernas bien abiertas, ya que decía que nunca había visto a una mujer hacerlo, y cuando acabé me metió en la bañera, me hizo abrir la boca y se puso a mearme dentro y a decirme que tragara. Aquello me daba asco y me negué, pero me dio otra hostia y la abrí.
Al abrir la boca empezó a mear dentro, el pis sabía como amargo (era la primera vez que me hacían una lluvia dorada), y estaba caliente. Como vio que no podía tragarme todo, acabó la meada regando todo mi cuerpo, incluido el pelo, cosa que me hizo sentir profundamente humillada.
Después de eso se la sacudió y me obligó a limpiarle la polla.
Cuando terminé de limpiarle, me dijo que no me quería volver a ver. Que lo que había hecho conmigo esa mañana, ya lo había hecho antes con putas y que era como ellas, y que lo mejor que le podía haber pasado a su hermano era deshacerse de mí.

Me dejó en la bañera empapada por el pis llorando. Yo estaba muy sensible con el tema de mi familia al ser la ruptura muy reciente y porque era muy duro que todos en mi familia pensaran que era una puta y además homosexual.

Mientras se vestía yo le miraba y el se reía al verme llorar, diciendo que tenía lo que me merecía.

Me di cuenta que hasta ahora en estos meses me había acostado con hombres y mujeres, comportándome como una auténtica puta en la cama, pero que aquella había sido la primera vez en que además de comportarme como una puta, me habían tratado como a tal y que encima había sido un familiar. La verdad es que ni Mario me había tratado con aquel desprecio.

Cuando se fue, salió Ana de la habitación diciendo que vaya con mi cuñadito, que menudo guarro había resultado ser, que estaba perdida de meados. Yo mientras tanto seguía llorando y Ana me consoló, diciéndome que aquel había sido el último contacto con mi familia, y que a partir de ahora todo iría mejor.



Continuará.
Se agradecen comentarios.
 
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