Esto es del libro de Erika Rivero Almazán "Sobre demonios, ángeles y sexo"
Nunca me creí una mujer bonita, ¿sabes?
Me considero una mujer inteligente, y aunque mi papá me
repetía mil veces de chiquita que era una linda princesita de
cuento, el espejo no puede mentir... No me gusta mi nariz, ni
mi amplia frente; tampoco me gusta el color de mis dientes,
ni la flacidez de mi derriѐre.
Mis senos apenas dan forma a las blusas y mi cabello tan rizado
me trae puros dolores de cabeza.
Pero soy mujer.
Y como toda mujer, tengo ciertos encantos: tengo ojos negros,
grandes. Tú decías que muy expresivos, porque cuando me
hacías el amor gritaba todo el placer que me hacías sentir;
una boca carnosa, que según tu te encantaba besar; unas piernas
largas con las que te abracé infinidad de veces, y unas manos que
sabían acariciar y llevarte a la gloria.
Pero todo eso no lo sabía hasta que llegaste a mi vida . ¿Ya ves por
qué fuiste tan importante en mi vida?
Me hiciste sentir mujer, una mujer hermosa.
Sólo tu pudiste crear ese milagro en mí.
Por eso me entregué con toda la fuerza de mis 25 años: besé, lamí,
mordí, succioné, alabé, imploré, lloré cada palmo de tu cuerpo, que
recorrí tantas veces hasta que me lo aprendí de memoria, sólo para
repetir esa bendición en mis sueños.
Fuiste el hombre de mi vida.
No sé cómo lo hacías, pero bastaba tu voz al teléfono para que
temblara, anhelara, humedeciera, convulsionara, bendijera...
Llegué al extremo de amar mi cuerpo flaco, elástico, escuálido,
escurrido, sin chiste.
Pero al fin y al cabo, un cuerpo, un cuerpo de mujer, joven y dispuesto.
Y como tal, portaba la gloria de su firmeza, de su piel tersa.
Y todo en él era tuyo, tan tuyo.
¿Comprendiste eso?, yo creo que no.
No supiste hasta qué grado era tuyo.
Ése fue el problema.
Por eso cuando me pediste un tiempo para pensar, consternaste a este
cuerpo al punto de la locura.
Pensar en no volverte a tener en mi cama era como para no volver a
respirar jamás.
Los días eran todos iguales: lentos, inodoros e insípidos.
Vivía porque tenía que vivir... pero este cuerpo no quería existir: no
comía, no hablaba, no sentía.
Llegó un momento en que levitaba,sin peso alguno que me atara a una
existencia terrenal sin sentido. Ya no besaba, lamía, mordía, succionaba,
alababa, ni imploraba, ni lloraba.
Este cuerpo llegó a presentir que estabas entre otros brazos, otros ojos.
otras piernas. Y menos quería abrir los ojos para enfrentar otro día.
De pronto, tuve noticias tuyas a través de otros.
Te habías enamorado otra vez... Y según esto, ahora estabas completamente
enamorado... de Jorge, mi mejor amigo.
¿Qué no te satisfazó este cuerpo de mujer?
¿Tan insignificante fue?
¿Desde cuándo ya no fue tan glorioso para satisfacer tus ansias viriles?
¿Tan patética fui que preferiste buscar otros horizontes?
Si este cuerpo de mujer no bastó para ti, no lo quiero llevar más conmigo.
Este cuerpo de mujer se queda aquí.
y yo me iré lejos, levitando, sin peso y sin pena.
PD. No se responsabilice a nadie de mi muerte. Ésa es sólo mía.
Cuerpo de mujer
(Primera parte)
(Primera parte)
Nunca me creí una mujer bonita, ¿sabes?
Me considero una mujer inteligente, y aunque mi papá me
repetía mil veces de chiquita que era una linda princesita de
cuento, el espejo no puede mentir... No me gusta mi nariz, ni
mi amplia frente; tampoco me gusta el color de mis dientes,
ni la flacidez de mi derriѐre.
Mis senos apenas dan forma a las blusas y mi cabello tan rizado
me trae puros dolores de cabeza.
Pero soy mujer.
Y como toda mujer, tengo ciertos encantos: tengo ojos negros,
grandes. Tú decías que muy expresivos, porque cuando me
hacías el amor gritaba todo el placer que me hacías sentir;
una boca carnosa, que según tu te encantaba besar; unas piernas
largas con las que te abracé infinidad de veces, y unas manos que
sabían acariciar y llevarte a la gloria.
Pero todo eso no lo sabía hasta que llegaste a mi vida . ¿Ya ves por
qué fuiste tan importante en mi vida?
Me hiciste sentir mujer, una mujer hermosa.
Sólo tu pudiste crear ese milagro en mí.
Por eso me entregué con toda la fuerza de mis 25 años: besé, lamí,
mordí, succioné, alabé, imploré, lloré cada palmo de tu cuerpo, que
recorrí tantas veces hasta que me lo aprendí de memoria, sólo para
repetir esa bendición en mis sueños.
Fuiste el hombre de mi vida.
No sé cómo lo hacías, pero bastaba tu voz al teléfono para que
temblara, anhelara, humedeciera, convulsionara, bendijera...
Llegué al extremo de amar mi cuerpo flaco, elástico, escuálido,
escurrido, sin chiste.
Pero al fin y al cabo, un cuerpo, un cuerpo de mujer, joven y dispuesto.
Y como tal, portaba la gloria de su firmeza, de su piel tersa.
Y todo en él era tuyo, tan tuyo.
¿Comprendiste eso?, yo creo que no.
No supiste hasta qué grado era tuyo.
Ése fue el problema.
Por eso cuando me pediste un tiempo para pensar, consternaste a este
cuerpo al punto de la locura.
Pensar en no volverte a tener en mi cama era como para no volver a
respirar jamás.
Los días eran todos iguales: lentos, inodoros e insípidos.
Vivía porque tenía que vivir... pero este cuerpo no quería existir: no
comía, no hablaba, no sentía.
Llegó un momento en que levitaba,sin peso alguno que me atara a una
existencia terrenal sin sentido. Ya no besaba, lamía, mordía, succionaba,
alababa, ni imploraba, ni lloraba.
Este cuerpo llegó a presentir que estabas entre otros brazos, otros ojos.
otras piernas. Y menos quería abrir los ojos para enfrentar otro día.
De pronto, tuve noticias tuyas a través de otros.
Te habías enamorado otra vez... Y según esto, ahora estabas completamente
enamorado... de Jorge, mi mejor amigo.
¿Qué no te satisfazó este cuerpo de mujer?
¿Tan insignificante fue?
¿Desde cuándo ya no fue tan glorioso para satisfacer tus ansias viriles?
¿Tan patética fui que preferiste buscar otros horizontes?
Si este cuerpo de mujer no bastó para ti, no lo quiero llevar más conmigo.
Este cuerpo de mujer se queda aquí.
y yo me iré lejos, levitando, sin peso y sin pena.
PD. No se responsabilice a nadie de mi muerte. Ésa es sólo mía.
