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Cerezas

pitoperez

Bovino adicto
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11 May 2008
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Relato tomado de marqueze



Cerezas (I)

Es difícil de entender, pero la vida a menudo se comporta como una extraña bola de nieve. Lo que quiero decir es que una pequeña acción, un gesto, una cosa que nos parece no tiene ninguna importancia, resulta que después de unos años ha cambiado tu vida por completo. Es como una fuente llena de cerezas, coges una y cuando tiras salen, enganchadas a esa, una ristra continua de cerezas. Bueno, en realidad no es la vida, son.. las mujeres.

Salomón, el mas sabio de los hombres tenia un harén de casi mil mujeres.

Pues bien, estoy seguro que fue engañado, varias veces, por cada una de las mil. Bueno, tampoco es cuestión de profundas filosofías pero vean lo que me ha pasado.

Charo y yo llevamos diez años de casados. Ella estudió Filosofía e Historia en la Universidad y enseña geografía, historia y latín en un colegio privado.

No pagan un gran sueldo, pero a ella le gusta enseñar y el ambiente en el colegio no esta mal. Yo hice Derecho y trabajo en un banco en algo que no tiene nada que ver con derecho, pero tengo un buen sueldo y las horas son buenas. Charo tiene treinta y cuatro y yo treinta y seis años. Hace tiempo que decidimos no tener hijos. De niños, ninguno de los dos tuvimos una experiencia familiar particularmente buena; además nos gusta la independencia y mejor standard económico que da el no tener hijos. Charo es alta, un metro setenta y seis centímetros, castaña clara. Ni guapa ni fea, salada de cara; pero con un tipazo impresionante que ya quisieran muchas modelos de revistas. Los pechos normales, cintura pequeña, caderas firmes, trasero redondito y unas piernas largas, largas, torneadas, firmes que son una maravilla. Tiene muy buen carácter, gran sentido del humor y no llevamos muy bien. Nuestra vida sexual va bien, normal, no creo que salgamos en ningún libro de récords, pero no tenemos quejas. Vivíamos en Madrid, en un piso pequeño que compramos hace cuatro años.

Todo empezó cuando a Charo le informaron, en Febrero, de la muerte de una tía lejana que la dejaba como única heredera. No es que heredara mucho, un poco mas de siete millones de pesetas. Pero era una cantidad que tampoco se podía gastar en una cena. Discutimos lo que hacer con esa cantidad y decidimos que como teníamos otros diez millones en el banco, podríamos comprar un chalet en la sierra. Encontramos uno que nos gusto, tenia pista de tenis (tanto a Charo como a mí nos encanta el tenis), costaba cuarenta y cinco millones Así que con un préstamo razonable, a finales de Abril, lo compramos. Pronto nos acostumbramos a ir allí todos lo viernes y no volver a Madrid hasta el lunes por la mañana. Jugábamos al tenis por lo menos dos horas al día y empezamos a hacer algunas amistades que también jugaban al tenis. A primeros de Junio, Charo me dijo que le habían ofrecido un puesto en un colegio privado, muy caro, que estaba en la sierra a quince minutos de nuestro chalet. Le pagaban casi el doble que en el colegio de Madrid. El único problema es que nos tendríamos que mudar al chalet de forma permanente y yo tendría que ir y volver a Madrid cada día.

Como a mí me gustaba mucho el chalet y el sueldo de Charo seria muy bueno, así lo hicimos. Vendimos el piso en Madrid y nos mudamos por completo a la sierra. A las dos semanas, o así, de mudarnos, un viernes por la tarde, llamaron a la puerta; abrí yo y encontré una pareja de unos treinta años cada uno.

Buenas tardes, no queremos molestar, pero hemos comprado el chalet de al lado y queríamos saludar a los vecinos. Si pasen, pasen.

Se presentaron, ella se llamaba Luisa y el Miguel Gonzalvo. Luisa era muy diferente de Charo, mas bien bajita, uno sesenta, entradita en carnes, morena de pelo negro azabache y tez oscura, grandes ojos oscuros, más gorda que delgada y con un culazo y unos pechos impresionantes. Jorg

e era casi de mi estatura, uno ochenta y siete, rubio, ojos claros y más bien delgado que grueso. Les invitamos a tomar unas cervezas, charlamos un rato, ellos mencionaron que la pista de tenis era muy agradable, les invitamos a jugar el sábado y ellos pusieron a nuestra disposición la piscina de su chalet. Los dos eran muy simpáticos, con buen humor y tanto a Charo como a mí nos cayeron muy bien.

Al día siguiente, a las cuatro y media llegaron Luisa y Miguel para jugar al tenis. ¡Caray con Luisa! Vestía unos pantalones muy cortos y muy ajustados que marcaban y exhibían su túrgido trasero de la forma más provocadora.

Los descubiertos muslos estaban bien desarrollados pero no eran ni gordos ni fofos, sino sólidos, lisos, bien torneados. La camiseta, ¡Dios mío la camiseta! Llevaba una camiseta sin mangas, con amplio escote que ofrecía, para el goce de ojos varoniles, la deliciosa visión de buena parte de sus exuberantes pechos. La camiseta debía ser al menos dos tallas más pequeñas de su tamaño; la consecuencia era que sus magníficos globos parecían que la iban a romper en cualquier momento ¡qué bárbaros los pechazos, como empujaban contra la tela! Me costo un buen esfuerzo apartar los ojos de aquel bombón de mujer, de aquella fuente de sexualidad y tratar de mantener un mínimo de conversación.

Por fin empezamos a jugar al tenis. Afortunadamente, los Gonzalvo no jugaban mal. No nos costo gran esfuerzo ganarles, pero jugaban lo suficientemente bien como para hacer el partido entretenido y divertido. Lo más difícil, para mí fue tratar de separar los ojos de Luisa y mirar a la bola.

Cuando Luisa corría, aquellas ubres magnificas bailaban, saltaban de arriba a abajo y yo estaba esperando (y deseando) que en cualquier momento saltaran de su prisión y quedaran al descubierto. Por desgracia no pasó, pero según jugamos un poco, nuestras camisetas se empaparon de sudor y cuando la camiseta de Luisa se empapó, aun se pegaba mas a sus pechos gloriosos. Si no hubiera llevado sujetador, hubiera sido lo mismo que si estuviera desnuda. ¡Qué fiesta para los ojos y que tormento para la imaginación!

Al acabar el partido estabamos todos cansados y sudados, Miguel propuso que cogiéramos los bañadores y nos diéramos un chapuzón en su piscina.

Aceptamos encantados. Mientras nos cambiábamos en nuestro dormitorio, yo comenté que eran una pareja muy simpática y que me lo haba pasado muy bien jugando al tenis. Luisa se rió al oírme y dijo:

A mí me parece un milagro lo que ha pasado.

¿Qué quieres decir, un milagro?

Que has conseguido pegarle a la bola con tu raqueta en muchas ocasiones.

¿Porqué es eso un milagro?

Por que yo si no estoy mirando a la bola no doy ni una y tú has estado todo el rato mirando las tetas de Luisa.

Yo me puse colorado y murmure algunas débiles excusas y negaciones.

Luisa se río y le quito importancia:

No seas bobo, estoy seguro que le pasaría a cualquier hombre. La verdad es que tiene unos pechos y un trasero, espectaculares. ¡Podría ser la modelo para una estatua de la diosa de la fecundidad!

Sin mas comentarios fuimos al chalet de los Gonzalvo. Nos abrió Miguel ya en bañador, nos llevo a través del chalet, al patio donde estaba la piscina.

Nos invito a sentarnos a la sombra y dijo que volvía en un momento. Volvió enseguida con unas cervezas y unos vasos. Al levantar la cabeza para tomar mi primer trago salió Luisa con unas bandejas. Me atraganté y ¡Por poco me ahogo allí mismo! ¡Qué tía! ¡Qué buenisima estaba! Llevaba unas sandalias blancas de tacón muy alto y un bañador de una sola pieza que revelaba mucho mas de lo que cubría. Las piernas y la recia muslada estaban realzadas por los altos tacones. El bañador subía hasta mas arriba de la cadera por los lados, de manera que solo un minúsculo triángulo cubría su pubis y otro, ridículamente pequeño comparado con aquellos suculentos cachetes, cubría su trasero. ¡Aquellos enormes, redondos, lisos, túrgidos y fenomenales cachetes al aire. ¡No solo al aire! Con cada paso que daba subían, bajaban, vibraban, y a grandes voces gritaban

¡Tocarme!¡Comerme, comerme!

Cuando conseguí arrancar mis ojos de aquellas glorias mi mirada fue, como el hierro va al imán, a sus magníficos pechos. ¡Y qu&

pechos! El bañador hacia una enorme uve en el medio y los tirantes a duras penas cubrían los pezones. Aquellos pechazos, casi completamente al aire, se bamboleaban a cada paso con un tembleque que mareaba. La verdad es que Luisa era demasiado. Para hacer las cosas aun mas difíciles empezó a servir platitos con aceitunas, patatas, almendras.. y cada vez que ponía un platito en la mesa inclinaba el cuerpo exhibiendo aun mas aquellas ubres embelesadoras, aquellas fuentes de placer y sacaba de forma aun mas invitante, su respingón culo. Yo noté que estaba desarrollando una erección que seria muy obvia con el bañador que llevaba, así que diciendo que tenia mucho calor y estaba muy sudado me tire al agua. Afortunadamente el agua estaba fría y enseguida desapareció mi erección.

La tarde transcurrió de forma muy agradable charlando de cien mil cosas, bromeando y yo tratando de evitar que mi atención a aquel tentador cuerpo fuera demasiado obvia. Ni que decir tiene, que con bastante frecuencia yo tuve "mucho calor" y salte al agua de golpe para "refrescarme". Al anochecer volvimos al chalet. Charo comentó:

Caray con Luisa, la verdad es que tiene buen cuerpo, pero me parece que enseña demasiado las carnes.

Si Charo, ¡Pero que carnes!

Ya, ¡so cerdo! -dijo ella riendo- ya te he visto como mirabas y también he notado que cuando salías de la piscina, tu bañador no estaba tan lleno como cuando entrabas.

Yo me puse colorado, y entre risas dije algo como

-no digas tonterías Charo, tampoco era para tanto.

Aquella noche hicimos el amor pero yo, sin poder evitarlo, mientras acariciaba el cuerpo de Charo pensaba en el tentador e incitante cuerpazo de Luisa. ¡Aquellos pechazos! ¡La firme grupa! ¡Los recios muslos! Pensar en ellos me ponía frenético y Charo se quejó de lo hacia de forma tan violenta, que le estaba haciendo daño, que mas que hacer el amor parecía que estaba peleándome con ella.
A pesar de mis calentones y constantes esfuerzos para disimular mi admiración por el cuerpo de Luisa, las dos parejas nos hicimos muy amigos.

Al cabo de un par de semanas nos dimos las llaves respectivas, así que la piscina y la pista de tenis, en la practica, se hicieron propiedades comunes.

Pasábamos los fines de semana prácticamente juntos, jugábamos al tenis cambiando de parejas, Miguel y yo veíamos los partidos de fútbol juntos por la tele, mientras Charo y Luisa daban largos paseos. Jugábamos largas partidas de bridge.. en fin unos vecinos perfectos.

Cuando ya hacia mes y medio que nos conocíamos, un domingo por la tarde, mientras mirábamos el partido por la tele, en el descanso hice algún comentario a cerca de lo rica que estaba la chica de un anuncio. Miguel con mucha calma dijo:

Si, ya sé que te gustan las tetas bien grandes.

¿Que quieres decir, que ya sabes?

¡Coño Alberto! No te hagas el tonto. Habría que ser ciego para no notar como miras los pechos de Luisa y como te empalmas con simplemente mirarla.

¡Miguel! Perdona, no quiero ofender a nadie, pero la verdad es que Luisa es muy atractiva. Si os he ofendido pido perdón.

¡Que coño ofender! Al fin y al cabo me estas alabando el gusto cuando dices que te gusta mi mujer. Además, parte de la culpa es de Luisa. La muy zorra, como le gustas, te enseña toda la carne que puede.

Miguel siguió hablando y yo me estaba quedando de estuco. Me dijo que el Luisa se querían mucho y se lo pasaban muy bien juntos, pero que no confundían el amor con el goce sexual. Que el goce sexual era una necesidad biológica y que los dos tenían libertad para hacerlo con quien estéticamente les atrajera. De hecho, varias veces se habían montado tríos y hasta orgías con cuatro o más personas. Yo debía estar con la boca abierta y la baba cayendo a chorros. Su pregunta no ayudo a cerrar mi boca.

¿Te quieres beneficiar a Luisa?

¡Coño Miguel! ¡Qué pregunta! Luisa es tu mujer.

Mira Alberto, no seas tonto. Yo sé mejor que tu que Luisa es mi mujer; lo que te pregunto es si únicamente te gustaría seguir masturbándote pensando en ella, o si prefieres follartela.

Miguel.. no quiero ofenderte, pero si que tengo fantasías con Luisa.

Coño Alberto, eso lo ve hasta un ciego. No te estoy pidiendo una confesión.

Lo que estoy ofreciendo es la oportunidad de hacer realidad tus fantasías.

Tu le gustas a Luisa, Luisa te gusta a ti, yo no tengo nada en contra.. decídete.

¿Miguel de verdad me ofreces a Luisa?

Mira Alberto, te deberías lavar las orejas mas a menudo, porque ya te lo he repetido no sé cuantas veces.

¿Cómo lo hacemos?

Muy sencillo. ¿Charo trabaja mañana?

Sí.

Pues tu sales a la hora de siempre, llamas a tu banco diciendo que no te encuentras bien y en cuanto ella se haya ido vienes a casa.

¿Tú estas seguro de que Luisa estará de acuerdo?

¡Claro que sí gilipollas!

Continuamos viendo el partido, cenamos juntos los cuatro, y ellos se despidieron. Yo no pegue ojo en toda la noche ¡Estaba de un excitado! Solo pensar que iba a tener para mí a aquella personificación de la lujuria, aquella diosa de la fecundidad, aquellas tetas, me volvía loco.

Por fin llego el momento, a las nueve y media llame al timbre. Yo estaba muy nervioso, entre otras cosas no sabia si Miguel me estaba jugando una mala pasada o que. Salió Miguel a abrirme.

Pasa Alberto, pasa. Estas vestido muy formal, bueno, claro te has vestido para ir a trabajar. Mira Luisa se esta duchando y arreglando, todavía tardara mas de media hora. Te veo un poco tenso. Mira, ponte uno de mis bañadores, salimos al jardín y nos tomamos un cuba libre, a ver si te relajas un poco.

La verdad es que decir que estaba un poco tenso no se acercaba a la verdad.

Estaba mas tenso que cable de puente colgante y el ver a Miguel tan relajado y natural, mas que tranquilizarme me ponía aun más tenso. Me cambie y salí al jardín. Allí estaba Miguel, en traje de baño con los cuba libres. Después de tomar un par de tragos conseguí decir:

Luisa.. ¿Está de acuerdo?

Sí, claro. Antes de hablar contigo ya habíamos hablado ella y yo.

¿Tu vas a estar aquí todo el tiempo?

Sí, claro. Lo siento si no lo deje claro ayer. A mí me excita mucho ver a Luisa follando como una loca, además yo también participo. Espero que no te importe.

No, no..

¿Que podía decir yo? Seguimos bebiendo y al cabo de media hora Luisa llamo a Miguel. Él entró en el chalet y cinco minutos más tarde salió y dijo:

Vamos dentro que Luisa ya esta lista.

Me llevo a la sala de estar que estaba en penumbra, con las persianas bajadas, con dos focos apuntando a una puerta. Una música dulzona, de aires orientales salía del estéreo. La habitación estaba alfombrada con gruesa moqueta y habían puesto numerosos cojines por el suelo. Un olor dulzón (¿incienso?) llenaba la habitación. Miguel me dio una ginebra con tónica y me indico que me sentara en el sofá mirando a la puerta iluminada. Sonaron unos tambores y entro Luisa.

Llevaba su negra melena suelta. La cara abundantemente maquillada, los párpados azules, cejas y pestañas bien pintadas, colorete en las mejillas y los labios de un rojo intenso. Un mínimo sujetador con lentejuelas doradas cubría el esplendor de sus pechos. Unos pantalones rojos, de semitransparente gasa, que empezaban bien debajo del ombligo llegaban hasta sus tobillos. Por debajo de los pantalones se adivinaba una mínima braguita. En ambas manos tenia unos minúsculos platillos, con los acompañaba el ritmo de la música. Iba descalza pero bailaba de puntillas.

En realidad no bailaba, embrujaba con sus sinuosos y sensuales movimientos. Ver a aquella sacerdotisa de Venus, en sensual danza era mas de lo que cualquier mortal tenia derecho a aspirar. Hacía una danza del vientre, pero el vientre era lo que yo menos miraba. Aquellas tetas inmensas, malamente tapadas por el sujetador dorado, bailaban, subían, bajaban, temblaban, incitaban. Y la grupa, aquel culo magnifico, mínimamente velado por la transparente gasa, con los violentos meneos que ella daba a sus caderas, incitaba, embelesaba, maravillaba. Al poco tiempo de bailar, Luisa tiro de unos cordoncillos y los pantalones cayeron al suelo.

La braguita no tapaba todo el vello púbico y por detrás, esencialmente desaparecía en el valle del placer y dejaba su magnifica grupa, aquellos inmensos, incitadores y recios cachetes al aire. Yo no me pude contener y chille:

Luisa ¡me vuelves loco!

Luisa dejo de bailar y con una sonrisa y gran contoneo de caderas se acerco hacia mí y dijo:

Tu también me vuelves loca a mí, Alberto.

Si decir mas, puso una mano en mi ingle y al notar mi erección, dijo:

Ya veo que esta

s contento de verme.

Yo no pude mas, me abalance sobre ella puse ambas manos en aquel maravilloso culazo y me empece a embriagar bebiendo de aquella boca maravillosa. Si yo estaba ansioso en mis besos, Luisa no me iba a la zaga, metía su lengua hasta mi garganta aspiraba, con sus manos en mi nuca empujaba mi boca contra la suya, restregaba sus pechazos contra mí y con bruscos movimientos de sus caderas golpeaba mi ingle con su pubis. ¡Qué mujerona! ¡Qué energía! ¡Que vicio! Cuando tuvimos que "salir a por aire"

Luisa se aparto un poco, puso ambas manos en la espalda y mientras decía:

Anda mamón, date un festín con estas tetorras con las que llevas meses soñando.

Quitó su sujetador y aquellas montañas soñadas, aquellas fuentes de placer, aquellas joyas de mis anhelos, quedaron expuestas, a mi alcance. Eran aun más magnificas de lo que me las imaginaba. Firmes, enhiestas, de oscura tez, grandes y oscuras areolas y enormes pezones. Con respeto, embelesado, me acerque a aquellos objetos de mi adoración. Empece a tocar, estrujar, retorcer, puse mi boca en un prominente pezón y chupé como si en ello me fuera la vida.

Calma mi amor, calma Alberto, que tenemos tiempo. No hace falta que te las comas, conque chupes basta.

Perdona, Luisa, perdona. No quería hacer daño.

No le hagas ni caso Alberto, que a esta zorrona le encanta que la traten duro.

Yo, inmerso en las maravillas del cuerpo de Luisa me había olvidado de que Miguel estaba allí. Yo había pensado que seria muy violento joder con el marido delante. Obviamente había subestimado los encantos de Luisa, no solamente me había olvidado de Miguel si no también del mundo entero.

Tenia unas carnes duras y prietas, firmes elásticas.. deliciosas. Seguí chupando, amasando, estrujando y disfrutando de aquellas delicias. Luisa dijo:

Alberto, que te gustan mas, mis tetazas o mi culote.

Al decir esto me dio la espalda, doblo la cintura, puso ambas manos sobre sus respectivos tobillos y exhibió aquel culazo, en toda su gloria, a un palmo de mi cara mientras sus imperiales ubres colgaban en toda su majestad. Yo me arrodille tras de ella y empece a besuquear, chupetear, mordisquear y babear en aquellos colosales y gloriosos cachetes, mientras sobaba y estrujaba los globos de leche.

Luisa, no puedo elegir ¡Tus tetas y tu culo son fenomenales, me vuelven loco!

Bien dicho capullo, bien dicho. Bueno vamos a ver que es lo que tu tienes que ofrecer.

Sin mas preámbulos, se dio la vuelta y me quito el traje de baño.

¡Muy bien Alberto, muy bien! Tiene un buen nabo. Mira Miguel, yo creo que es más grande que la tuya.

Miguel se acerco y se quito su bañador. Tenia un nabo de buen tamaño y también estaba con una magnifica erección. Luisa midió con sus manos ambas vergas y pronuncio su veredicto:

Sí la de Alberto un poquito mas larga y un poquito más gorda. ¡Que bien! Dos buenas vergas todas para mí ¡Cómo me voy a poner!

Sin perder tiempo se puso de rodillas y empezó a chupármela como una loca. ¡Que mujer! La metía la sacaba, chupaba, aspiraba, me acariciaba el escroto, me apretaba un testículo, chupaba, aspiraba.. yo estaba en el séptimo cielo. Mientras ella me ministraba yo acariciaba sus inmensas ubres.

Anda Miguel, no te me quedes ahí como un pasmarote, deja que te la menee.

Miguel se acerco y Luisa sin perder el ritmo, mientras chupaba mi nabo, cogió el de Miguel con una mano y empezó a tocar zambomba. Sin ningún aviso empezó a alternar cipotes, sacaba el mío de su boca y metía el de Miguel. Yo estaba extasiado e incrédulo. No es que yo sea un neófito en materias sexuales, he tenido mis aventurillas, he estado con tías un tanto viciosas, con algunas putas, pero nunca había estado con una mujer que exudara sensualidad y sexualidad por cada poro, que tuviera tal cuerpazo, y que actuara en material sexual con tal desparpajo, particularmente en presencia de su marido.

¡Siéntate en el sofá! Alberto.

Yo me senté, Luisa saco un frasquito con un aceite que olía a fresa, se puso un poco entre sus pechos puso mi nabo entre ellos y apretando con ambas manos me hizo el cubano más maravillosos de mi vida. Cuando mi glande asomaba entre sus pechos, con glotonería le daba chupetadas y lengüetazos.

Uy Alberto ¡Cómo la tienes! Yo creo que ya estas listo, anda échate en el suelo, amante.

Yo me eche de espald

as en el suelo, mi nabo quedo apuntando al techo.

Luisa, se quito la mínima braga que llevaba enseñando un pubis densamente poblado. Volviéndose a Miguel le dijo:

Anda marica, prepárame el culo un poco.

Mientras decía esto se puso de rodillas en el suelo entre mis piernas inclinándose a hacerme un chupeteo, dejó su culo en alto ofreciéndolo a Miguel. Miguel empezó a besar y estrujar su maravilloso culo. Ella le pidió que metiera la lengua.

Ay si, marica que gusto que me das. Ahora mete un par de dedos. Así, así. Todo esto lo decía a intervalos mientras chupaba mi pene. Por fin dijo:

Ya vale Miguel, ya esta listo.

Sin mas anuncio, se vino sobre mí y se metió mi nabo en su coño. ¡Que gusto! Estaba cálido, húmedo, apretado. Mientras ella subía y bajaba, los pechos de mis ensueños bailaban a un palmo de mi nariz. Yo los cogí con mis manos, apretaba, estrujaba sus pezones. Ella se inclino hacia delante y metió un pezón en mi boca.

¡Chupa, mamomcillo! Chupa de mis tetorras.

Mientras yo chupaba como un desesperado, note una extraña sensación en mi polla y escuché, asombrado a Luisa diciendo:

Si cabronazo, rómpeme el culo, si hasta dentro cabrón, que bueno las dos pollas para mí, si darme, darme.

No me lo podía creer, yo nunca había participado en un "bocadillo", pero allí estaba la calentorra de Luisa, con mi picha en su coño y la de Miguel en su culo. Miguel bombeaba como loco con grandes embestidas de su pelvis.

Yo apoyándome en mis talones levantaba a aquella viciosa a pollazos, mientras seguía estrujando y manoseando aquellos pechos de ensueño. No sé cuanto tiempo estuvimos así, yo me había corrido un par de veces, Luisa había dado varios gritos de orgasmos y oí rugir a Miguel mas de una vez.

De alguna forma acabamos los tres en el suelo sudados, agotados, satisfechos, saciados. Yo nunca haba dado por culo a nadie. La idea de que Luisa la dueña de aquel enorme y maravilloso culazo, tomaba por atrás como una reina me tenia hechizado. Yo tenia que probar aquello. Yo tenia que empalar aquel culazo. Yo tenia que romperle el culo a Luisa. Yo tenia que ensartar aquel culo con mi lanza y gozar como un cerdo en una charca.

La voz de Luisa me sacó de mis obsesiones.

Que cabritos sois los hombres, pero que gusto me habéis dado mamones.

Buena verga tienes Alberto, buena verga.

Luisa se levanto y dijo:

Vamos a la piscina, nos refrescamos y nos limpiamos.

¡Dios, que gusto daba ver a aquella mujer andar a la luz del sol! Movía todo lo que había que mover, meneaba todo lo que había que menear y tenia cantidad y calidad para menear y mover. Yo la seguí a la piscina y despees de chapotear un poco me acerque a ella y empece a mordisquear su cuello y tocar sus pechos y trasero.

¿Aun quieres más Alberto?

Luisa, nunca tendré bastante de ti. Eres una delicia, un bombón, una exquisitez, un vicio, quiero mas y más.

Uy cuantos piropos, zalamero ¿Qué es lo que quieres de mí, Alberto?

Tu culo Luisa, te quiero dar por el culo.

Chato, pues claro que sí. Yo soy muy viciosa y me gusta todo. A mí me da mucho gusto que me den por atrás. Anda tontín, nos secamos un poco, tomamos otra ginebra con tónica, picamos unas almendritas y me la hundes hasta el corvejón. Uy pichón, que calentón que eres. ¡Qué bien que nos lo vamos a pasar!

Salimos de la piscina y nos secamos un poco, pasamos otra vez al cuarto de estar, Luisa se tumbo sobre unos cojines mientras Miguel preparaba las ginebras con tónica. Yo me tumbe al lado de Luisa y empece a sobar aquel culo maravilloso.

Alberto ¿tu le has dado por atrás a alguien alguna vez?

No Luisa, nunca

Y a ti, ¿te han dado por atrás alguna vez?

Coño, no. ¿Te crees que soy marica?

No seas tonto no hay que ser marica para tomar por atrás. A Miguel le tiene sin cuidado el sexo del dueño del culo. Miguel da y toma por todos los lados.

¡Miguel es marica!

¡Y dale! Uy que tontos sois los tíos. Miguel no es marica ni mucho menos, lo que es, es un salido de mucho cuidado

En ese momento entro Miguel con las bebidas y unas almendras.

Miguel, Alberto quiere saber si eres marica

Dijo Luisa riéndose.

No Alberto, si quieres puedes decir que soy un todo terreno. En el plano s

exual me gusta de todo y con quien me acuesto no depende de su sexo sino de sí estéticamente me atrae y complace o no. Hay muchas tías con las que nunca haría nada y muchos tíos a los que les haría o dejaría hacer lo que quisieran.

No os entiendo.

Pues hijo es muy fácil de explicar y de entender. Lo que pasa es que no lo quieres entender. Anda bébete la ginebra con tónica.

Yo me levante para beber y Luisa dijo:

Mira creo te lo puedo explicar de forma muy fácil. Pero primero de todo veo a tu verga muy triste. ¡A ver si le podemos dar algo de alegría!

Sin mas preámbulos, se puso de rodillas introdujo mi pene en su boca y empezó a hacer maravillas. No tardo mucho mi pene en ponerse "alegre".

Luisa dijo:

Alberto, que instrumento mas majo tienes, es muy agradecido, en seguida se pone alegre, es de buen tamaño.. Me gusta mucho chuparlo. Pruébalo Miguel que esta muy rico.

Sin que me diera tiempo a reaccionar, Miguel se puso de rodillas delante de mí y empezó a chupármela. Mientras, Luisa se había puesto de pie y restregaba sus tetones por mi cuerpo. Con voz mimosa dijo:

Lo ves tontin, ¿Tu notas alguna diferencia entre que te la chupe Miguel o te la chupe yo?

¿Que podía responder yo a aquella gata viciosa, poseedora de aquellas fabulosas tetas, que me estaba haciendo caricias, besuqueando, restregando sus tetas y en unos minutos me iba a sacrificar su culo?

La verdad es.. Que no. Lo hace bien Miguel

Como no lo va a hacer bien, si es mas vicioso.. Además ¡le encanta comer verga! Anda Miguel déjalo ya, que ahora me la tiene que clavar a mí. No se yo.. Todo este aparato en mi culo..

Miguel sacó mi instrumento de su boca. Luisa se tumbó boca abajo poniendo varios cojines bajo su abdomen y separo bien las piernas, asegurándose de que aquel culazo de mis ensueños quedaba bien accesible.

Miguel, el pobre Alberto no se ha hecho un culo en su vida. Enséñale como se hace y prepárame bien, por que si no con ese vergón que tiene ¡Me desgracia el culo de por vida!

Miguel se arrodillo detrás de Luisa y en tono magistral empezó a enseñarme.

Mira Alberto, separa bien los cachetes para que quede al aire ese negro botoncito de las delicias que es el culo de mi Luisa.

Efectivamente, allí estaba en toda su gloria el pequeño botón de placer, tentador, vulnerable, invitante, diciendo -rómpeme, perfórame, viólame.

Lo que hay que hacer -prosiguió Miguel- es hacer que se relaje el esfínter.

Yo primero doy besitos por todo el culo, después besitos en el ojete y después le meto la lengua.

Todo esto lo decía predicando con el ejemplo. Luisa, suavemente movía su culote y ronroneaba hasta que Miguel introdujo su lengua.

Si Miguel, si. Dame gusto en el culete, ya sabes lo viciosa que soy.

Miguel se apartó, y señalando al hermoso trasero, cortésmente me ofreció el culo de Luisa:

Toma Alberto, chúpaselo un poquito que la vuelve loca.

A mí me daba cierto reparo meter la lengua. Lo que yo quería era meter mi lanza, pero bueno ¡Todo sea por la dicha final! Empece a chupetear, besar y a meter mi lengua. Luisa me animaba:

Si, capullo, si. Eres bueno, aprendes pronto, si Alberto, mete tu lengua bien metida, dame gusto mi amor, dame, dame.

Parecía que de verdad le gustaba. Lleno de curiosidad pregunte:

¿De verdad da tanto gusto?

Anda Miguel, haz una obra de caridad y enseña al que no sabe.

Antes de que pudiera decir nada, note como Miguel estaba detrás de mí y besaba, chupeteaba, y metía su lengua en mi culo.

Mirar, si que da gusto, pero me pone nervioso que sea un hombre quien me lo haga. Además, tengo miedo de que Miguel sea marica y me quiera dar por culo a mi.

Que tonto eres Alberto -dijo Luisa- te he dicho cien veces que Miguel no es marica pero le gustas y claro esta que te quiere dar por culo. Pero sin prisas y únicamente cuando tu te dejes. Así que deja de preocuparte, y goza de mi culo que quiero que me ensartes bien ensartada con ese pollón que tienes.

Para ver si me entiendes de una vez -dijo Miguel- y por favor no te ofendas, me gustas tu, pero también me gusta mucho Charo. Si tengo que elegir me quedo con Charo y algún día espero tener sus largas piernas enroscadas en mi cintura, apretándome a mi mientras hacemos el amor. Claro esta que únicamente con tu permiso. Pero

ahora mira como poco a poco le meto un dedo a Luisa, después dos, luego tres..

Hacía como decía y movía sus dedos en un suave circulo dentro del culo de

Luisa. Luisa ronroneaba y la viciosa se empalaba ella misma en los dedos de Miguel.

Aquí lo tienes, todo tuyo, el culo de mi mujer. Gózalo y hazle gozar a ella.

Se hizo a un lado, puso un gel transparente en mi cipote (aprovechando para sobarlo bien sobado), separo los cachetes de Luisa y dijo:

Pon la punta contra el ojete. Así. Aprieta, lentamente, no hagas nada, esta yegua viciosa se empala ella sola.

Así era. Poco a poco con un pequeño vaivén, Luisa se iba empalando en mi nabo. Hasta que con un movimiento final su culo voraz, se comió toda mi verga.

¡Aaah! Que bien por fin todo tu vergón dentro de mí, ahora dame bien dado, rómpeme el culo, ¡a lo bestia! Me encanta sentir todo tu vergón dentro de mí. Fuerte, fuerte, dale sin miedo, que no me rompo. ¡Me encanta que me enculen.! ¡Destrozame! Hazme tuya para siempre, pichón ¡Méteme hasta los huevos! Miguel tu ven aquí que te la chupe. No quiero que te aburras.

Miguel se puso delante de ella, mirándome a mi y Luisa chupaba su tranca con fruición. Yo no me hice de rogar. Como un caballo desbocado enculaba, enculaba y enculaba. ¡Qué placer, aquel enorme, firme y acogedor culazo todo mío! Yo lo ensartaba con autentica violencia, embestía como un toro joven, ¡A ciegas! ¡Con ira! Pensaba que Luisa se iba a quejar, pero la mujerona aquella lo único que hacia era pedir más y más. Ella añadía a mi violencia con firmes movimientos de sus caderas, empalándose hasta la empuñadura, chocando violentamente con mi pelvis. Yo enloquecí, empece a dar azotes en aquellos carrillos gloriosos hasta tornarlos rojo cereza, tiraba de su pelo, inclinándome sobre ella atrapé los pechazos en mis manos y los estrujaba sin piedad; besaba y mordisqueaba su nuca y todo eso mientras invadía su recto y mi polla horadaba sus entrañas. Perdido todo el control, la ensarté y ensarté con gritos y risas hasta que con un aullido de placer, caí agotado, exhausto, jadeando sin respiración a su lado.

¡Joder con Alberto! -dijo Luisa- parecía tan timido y modosito y se me ha follado a lo bestia. ¡Cómo me has dejado el culo, cabrón!

Yo empecé a murmurar unas disculpas, pero Luisa me interrumpió.

Que no, tonto. Que no son quejas, que me has dado muchisimo gusto.

Espero que te lo hayas pasado muy bien y ya sabes -hizo un gesto con la mano abarcando la habitación- esta es tu casa y -señalando con su dedo a su glorioso trasero- este es tu culo. Puedes usar los dos cuando quieras y.. cuanto quieras.

Levantándose, me beso en la boca y después, jugueteo, pasándome los pechazos por la cara, metiéndome los pezones en la boca. Enseguida vino

Miguel con unos pañitos húmedos con los que nos limpiamos. Nos dimos otro chapuzón el la piscina y, sentados al sol, bebimos como camellos sedientos.

Después de vestirme empecé a despedirme.

No sé como agradeceros el día tan fantástico que me habéis dado. No recuerdo habérmelo pasado tan bien nunca. Luisa eres una maravilla, espero poder gozar contigo otra vez muy pronto. Y tu Miguel.. No se como agradecerte tu generosidad compartiendo tu mujer.

Mira si quieres agradecer ¿Qué mejor que hacer lo mismo?

¿Quieres decir compartir a Charo?

¿Porque no?

No creo que Charo quiera. Podría insinuar algo, pero..

Miguel y yo empezamos a hacer planes sobre como convencer a Charo. El propuso un doble ataque: mientras yo hacia mis sugerencias, el haría sus insinuaciones y en dos o tres semanas ya veríamos como respondía Charo.

Cuando estabamos mas enfrascados en la brillantez de nuestra estrategia oímos la risa de Luisa.

La verdad es cuando Dios hizo tontos a los hombres, exageró. No hacia falta haceros tan tontos.

¿Que quieres decir?

Además de tontos ciegos. No os habéis dado cuenta de como mira Charo a mis tetas. ¡Si hasta saca la lengua cuando las mira, relamiéndose de gusto!

Vosotros hacer todos los planes que queráis, os podéis sentir estrategas y generales, podéis sacar mapas, hacer maniobras envolventes y diseñar un fuego cruzado. Yo os aseguro que, únicamente con estos dos cañones -dijo señalando

a sus hermosos pechazos- rendiré la fortaleza. Os prometo que en dos semanas tengo a la casta Charo haciendo tortillas conmigo como una loca.

Ven lo que digo, las consecuencias son siempre impredecibles, es como tirar de una cereza y sacar una ristra. Se muere una tía lejana de mi mujer y la consecuencia es que yo me follo por todos los lados a una vecina buenisima, voy a emputecer a mi mujer que acabara medio lesbiana y a mi.. a mí, como me descuide, ¡Miguel va a acabar dándome por culo!

Cerezas (II)

Ya he explicado mi teoría de que la vida es como una fuente llena de cerezas. La acción más pequeña tiene grandes e impredecibles consecuencias. Coges una cereza y te salen treinta en ristre. Como prueba de mi teoría ya he contado el modo en que Miguel me ofreció a esa sacerdotisa de la sexualidad que es Luisa y como me beneficie su trasero en plan salvaje; pero si creéis que ahí acabó todo os equivocáis.

Encule a Luisa un lunes, pues bien, la mañana del sábado siguiente, estaba yo solo y aburrido en el chalet. Charo había ido a la escuela porque tenían exámenes de un curso de verano. A eso de las diez decidí ir a bañarme al chalet de los Gonzalvo. Me puse el traje de baño, cogí una toalla y las llaves y fui a su chalet. Mire en el garaje y su coche no estaba allí, estaba visto que iba a pasar la mañana solo. Decidí coger una cerveza y tumbarme al sol.

Entre en su casa y sin cerrar la puerta fui a la cocina.

¡Coño!

¡Ay! ¡La Virgen!

Allí en la cocina había una tía buenisima como de unos cuarenta y tantos años (mas tarde supe que tenia cincuenta y tres, pero desde luego no los aparentaba), que por todo llevar, llevaba una tanga y un sujetador negros.

La tía era alta, uno ochenta, rubia, con larga melena que le caía por la espalda, ojos y tez clara, ni gorda ni delgada, de amplia osamenta y con músculos bien marcados. Tenia pechos generosos, buenas caderas y muslos musculares y amplios. Se había puesto ambos brazos sobre los pechos en un fútil gesto ¡Ocho brazos le harían falta para cubrir aquellos melonazos!

¿Quien es usted y que hace aquí?

Pregunté, cuando me repuse del susto.

¡Hay que joderse! El mamerto encima hace preguntas. Aquí la que pregunta soy yozagal, que para eso estoy en casa de mi hijo. ¿Quien eres tu y que haces aquí?

¿Usted es la madre de Miguel? Perdón señora, soy el vecino de al lado que había venido a la piscina y decidí tomarme una cerveza. No sabia que Miguel tuviera una madre tan.. joven y guapa.

Lo que quería decir es que no sabia que la madre de Miguel estuviera tan buenisima. Estaba maciza la tia con unas carnes y unas curvas.. En términos militares estaba de bandera, banda de música y veintiún cañonazos.

¡Ozú! Amor, qué mentiroso que eres. Me parece que nos vamos a llevar muy bien. Tú debes ser Alberto, el de la pista de tenis.

Si señora, soy Alberto.

Ay mi alma, me da apuro que me veas así, casi desnuda. Debería ponerme una bata o algo.

Dijo esto sin moverse de donde estaba, pero separando los brazos del pecho dejándome ver aquellos globos a los que el sujetador nada mas tapaba las areolas. La mujer tenia un marcado acento andaluz.

Pero bueno, cariño si has venido a coger una cerveza aquí la tienes.

Abrió la nevera, saco una lata y me ofreció.

Anda siéntate, no te quedes de pie como un pasmarote.

Me senté mientras admiraba aquel cuerpazo

¿Dónde están sus hijos?

Uy amante, déjame que te cuente, yo he venido de mi pueblo a pasar un mes con mi hijo. Pero resulta que ayer por la noche, nada mas llegar a la casa llamaron para decir que el padre de Luisa, se ha puesto muy malo. Así que ayer por la noche tuvieron que salir disparados para Salamanca y me han dejado aquí, más sola que la una.

¿De donde es usted?

¡Qué pregunta chiquillo! Con este acento que tengo ¡a ver si voy a ser gallega! Andaluza hijo, andaluza y del mejor pueblo de Andalucía: De Ronda nada menos. Oye mi alma, deja de decirme de usted que me haces de un viejo..

Perdón, señora ¿Cómo se.. Cómo te llamas?

Llamarme, lo que se dice llamarme, me llamo Clotilde, pero todos me dicen Tina. Si que debería taparme un poco hijo, que te estoy escandalizando.

¡Qué me iba

a estar escandalizando! Lo que estaba es poniéndome más cachondo que la puñeta. La buena señora tenia un cuerpazo impresionante.

Los muslos y el culo eran de ensueño.

Por favor Tina. No te preocupes que yo estoy en traje de baño.

Si mi alma, en traje de baño y con un poste de la luz entre las piernas.

Sin darme cuenta, mirando a aquella joya que era la madre de Miguel, me había empalmado bien empalmado. Me puse colorado como un tomate y empece a murmuras excusas. Tina me interrumpió enseguida.

Mi alma, no te preocupes, que para mí eso es un cumplido y a mi edad los cumplidos se agradecen mucho.

Tina, no se que edad tienes, pero seguro que recibes muchos cumplidos porque eres guapisima y tienes un tipo que ya lo quisieran muchas jovencitas.

No, si labia si que tienes, ¡Qué encanto de hombre! Pero te lo agradezco lo del tipo, mi trabajo me cuesta. Que hago mas de una hora de gimnasio cada día, ¡Hasta pesas hago! Mira toca, toca.

Se acerco a mí, flexiono su brazo derecho y me invito a tocar su bíceps.

Estaba bien marcado y bien duro. Después flexiono la pierna y me invito a palpar su muslo, era firme y.. exquisito. ¡Dios! Como me estaba poniendo Tina. Pensaba yo, si no fuera porque es la madre de Miguel..

Tina, tienes unos músculos, bueno tienes un cuerpo ¡extraordinario! Con el mayor desparpajo, Tina extendió un brazo y asió mi erección.

Pues tu músculo de aquí tampoco esta mal. Vaya, que es bien grandecito.

No se como la zorra de mi nuera se lo podido meter todo entero por atrás.

No sé que dejo mas asombrado, la desfachatez y naturalidad con que asió mi instrumento o el que supiera que había enculado a Luisa. Cuando me repuse de la sorpresa, tartamudee:

¿Co, co, commmmo es que sabes lo de Luisa?

¡Parece que te has caído de un guindo, corazón! ¿Quién me lo va a haber contado? pues mis hijos.

Ella seguía la conversación sin soltar su presa. Al contrario, la estrujaba y empezaba a moverla.

¿Y tus hijos te cuentan eso?

Eres guapillo Alberto, guapillo, pero una miajilla lento, hay que decírtelo todo. Mi alma, no solo me cuentan eso, si no que también hacemos "eso".

De donde crees que le ha salido el vicio al todo terreno de mi hijo. Del pánfilo de su padre, que en paz descanse, no. El pobrecillo era muy bueno, pero más soso que una mata de habas. El vicio lo ha sacado todo de mí y yo se lo cultivé desde pequeñito.

Yo estaba sin habla. ¿Qué podía uno decir a una mujer así? Anda que como viniera Miguel y me cogiera de faena con su madre. Tina continúo:

El zonceras de mi marido ¡que en paz descanse! era boticario y decía que las inflamaciones hay que drenarlas. Tu, hijo mío, tienes tu verga bien inflamada. Anda vamos al cuarto de estar, nos ponemos cómodos y te la dreno.

Sin esperar respuesta, tiro de mi verga y me llevo al cuarto de estar. El mismo cuarto de estar donde hacia cinco días había enculado a su nuera.

¡Me estaba empezando a gustar aquel bendito cuarto de estar! Tina me llevo hasta el sofá, allí me quito el traje de baño y dijo:

Ay amante, si que tienes buena verga ¡Qué bien que se lo debió pasar la cerda de mi nuera! Pero no veas tú lo bien que nos lo vamos a pasar tu y yo.

Date la vuelta corazón, que te vea las nalgas. Uy ¡qué ricas! No me extraña que él vicioso de Miguel te quiera encular. ¡Están para comérselas!

¡De la teoría a la practica! Tina empezó a chupetear y mordisquear mis nalgas. De vez en cuando me daba la vuelta y me chupaba la verga. ¡La tía tenia vicio y sabia como hacerlo! Al cabo de unos momentos se levanto y se despojo de la diminuta tanga y el sujetador. Tenia unas tetas espléndidas.

Un poco caídas, pero grandes, blancas, blandas.. suculentas. El pubis lo llevaba completamente afeitado, ¡pareciera el culo de un bebe de barbilampiño que estaba! Yo no me pude contener, empece a acariciar, sobar y besuquear aquellas tetazas. No eran tan firmes como las de Luisa, pero eran aun más grandes.

Te gustan mis tetorras ¿Eh, chiquillo?

Si Tina, me chiflan. Son las tetas más grandes que he tenido en mi vida.

Ay que pena mi hijo, que pena que no me las vieras hace diez años cuando estaban bien duras. Pero si, muchos me las han alabado y más de un turista se ha ido b

ien a gusto de mi pueblo. ¡Ahí es nada la pomada!, Ronda, el tajo, las puentes, los museos, los baños moros y las tetas de la Tina! Eso es: turismo de lujo y si no ¡Qué venga Dios y lo vea! Anda mi niño, échate en el sofá que te voy a enviciar un poco. Te voy a hacer un beso negro que no veas.

Yo no me hice de rogar. Tina metió sus manos debajo de mis cachetes, me levanto el trasero y empezó a darme besos por la entrepierna. A veces pasaba la lengua muy suave, otras veces besaba, otras daba suaves mordiscos. Empezó a pasar su lengua alrededor de mi ano. Me estaba volviendo loco.

Tina, eres buenisima, me gustas mucho lo que haces.

Ahí corazón, si aun no hemos empezado. Anda, hazte una pajita mientras yo te doy gusto en el culo.

Ella volvió a su chupeteo y yo, empece a tocar zambomba. Enseguida Tina puso su lengua en mi ano y empezó a violarlo. ¡Qué mujer, que vicio tenia!

En pocos minutos anuncie:

Tina, ¡me voy a correr!

Ahí mi niño, dame toda la leche que me gusta mucho, dámela papito, ¡dámela!

Se metió mi pene en su boca, y mientras aspiraba como una loca, con la mano agitaba mi pene.

Siii, Tina, sii.

Allí llegue yo con una de las corridas más intensas de mi vida. Tina, con autentica gula se tragó toda mi leche, cuando se acabó, con su lengua lamía y rebañaba mi pene.

Ahí chiquillo, que de leche tenias. Tienes una verga que es una joya. ¿Te ha gustado mi beso negro?

Sí, mucho.

¿Es la primera vez que te lo hacen?

Si.

¡Ay! Amante, entre los tres de nosotros, te vamos a hacer un vicioso.. Que no veas.

Tina, ¿Porque me has hecho correrme? Yo te quiero follar.

Mi alma, si yo también quiero que me folles y me vas a follar. Pero a mí me gusta que los tíos que me follan duren mucho. Así te corres primero, te dejamos descansar un poquito y cuando follemos, vas a durar.. ¡Tela marinera!

Ven aquí Tina. Eres aún más viciosa que tu nuera. Y Luisa es la tía más viciosa con que yo he estado. Dame tus tetas que me encantan y enseguida quiero que me enseñes ese culo tan bueno que tienes.

¡Que mujer! Hacia poco mas de media hora que la conocía y estaba hablando con ellas de cosas sexuales con mas frescura de lo que lo hacia con Charo y llevamos casados casi diez años.

Mira mi niño.

Tina se fue hacia la pared y apoyando ambas manos en ella, doblándose un poco hacia delante, saco el culo hacia mí.

¿Que te parece este culazo?

Tina, es un culo precioso.

Pues es todo para ti amante. Para que lo goces, para que lo empales, para que lo rompas. Además, cuando me lo empalan, me da un gustirrin. ¿Tú me lo quieres empalar, verdad viciosin?

Tina. Te quiero empalar durante horas. No me importaría morirme con el nabo ahí dentro. Me gusta verte, hablar contigo, tocarte, follarte ¡Me gustas!

¡Qué ardiente eres pichón! Mira te la voy a chupar bien chupada, para que se te empine bien empinada.

Tina empezó a chupármela. Se tumbo sobre mí y poniendo mi pene entre aquellas enormes ubres me masturbaba. Alternaba entre sus pechos y su boca. ¡Me estaba volviendo loco! Y lo hacia todo con una naturalidad, gozando y dando gozo ¡Qué hembra!

Oye amor, ¿y si me chupas a mi un poquito? Mira que tengo una pipa muy grande y me da un gusto que me la chupen.

Sin esperar a mi respuesta se puso a horcajadas sobre mi rostro y con ambas manos separo bien separados los labios de su coño y me ofreció su clítoris. ¡Que mujer! Tenia unas tetas enormes, un culo de buen tamaño, firme y provocador y encima.. Encima tenia un clítoris que más parecía una polla en miniatura que un clítoris. Yo no me hice de rogar. Además aquel coño barbilampiño me excitaba mucho. Puse mi lengua, bese, chupe, mordí y jugueteé con su clítoris.

Ay mi niño que bien lo haces. Que gusto que me das. Uy que listo que eres, sigue mi amor, sigue dale gustirrin a esta zorra. Chupa mi pipa, chúpala bien. Ay que llego jodio, que llego, si, si, ¡siiii!

Allí se corrió la viciosa y me regó mi cara y el sofá con todos sus zumos. ¡La leche! Nunca había visto a una tía correrse así, chilaba y aullaba y se retorcía y no sé si se orino, porque ¡Soltó una cantidad de flujos! Cuando se controlo

un poco dijo:

Gracias, corazón, gracias. Hacia mas de una semana que no me corría y ¡Me hacia una falta! Mira, vamos a poner a tu verga en forma. Ponte de pie amante.

Así lo hice, ella se sentó al borde del sofá y sin mas ceremonias se introdujo mi falo en su boca. Hacia maravillas con la lengua, chupaba, acariciaba, daba golpecitos en el frenillo. Cuando más entusiasmado estaba yo note que me acariciaba el ano con un dedo y sin ningún aviso el dedo se introdujo en mi ano. No me pude controlar y solté un ay de sorpresa.

¿Que pasa cariño? ¿No te gusta mi dedito en tu culete?

Si, Tina, si que me gusta y mucho. Lo que pasa es que no me lo esperaba.

Ya veras, amante, ya veras. Ahora ya llego a tu próstata y mientras te la chupo te doy un masaje en la próstata. Al cabrón de mi marido, que en paz descanse, cuando se hizo viejo, esto era lo que más le gustaba.

Así lo hizo, antes de que me diera cuenta ya tenia dos dedos en mi trasero y mientras me daba masaje chupaba y chupaba de mi verga. Me estaba dando un gustazo..

¡Ozú, Alberto! Yo creo que se te ha puesto más grande y gorda que antes.

¡Que gusto estar con un joven! Respondéis en seguida. Anda que decís de las mujeres con la menopausia pero muchos tíos cuando pasan de los cincuenta, para que se les levante una miajilla hace falta la grúa municipal.

Pero los jóvenes.. ¿Cómo me quieres mi niño?

A cuatro patas, Tina, a cuatro patas como una perra.

Si ángel mío. Si en el fondo eso es lo que soy: una perra viciosa. Me gusta mucho así. Anda mi amor mete tu vergón en mi chocho. Dame gustirrin, amante. Follame bien follada.

Yo no me hice de rogar. Me arrodille tras de ella y de un empellón se la metí en su coño. ¡Qué placer! No se como lo hacia aquella zorra, pero tenia una vagina estrecha, firme que apretaba mi pene. Hasta tuve la impresión de que ella contraía algunos músculos estrujando mi verga. Estaba bien lubricada, calentita y en cuanto notó que mi verga estaba toda dentro empezó a moverse como loca; parecía una jaca fogosa. ¡Que bestia! Como empujaba, como se ensartaba, retorcía y refregaba. A mí me tenia alucinado.

Si, Alberto ahora, Alberto, dame fuerte, dame, dame. Métemela hasta el corvejón, Uy que bueno mi niño, que gustirrin le estas dando a esta vieja putorra, ¡si, si, siii! Me encanta tu trancón, dame mi niño, dale toda tu verga a esta zorra. Me corro cabrón, ¡Me corro!

Después de gritar como una loca, se tumbo en el suelo, boca arriba, derrengada. Yo no le iba a dar tregua.

Tina, tu culo, dámelo, que te lo quiero romper.

¡Ele mi niño! Y que no es fogoso él. Amor, me vas a dejar hecha unos zorros, que yo ya no soy una chiquilla. ¿Cómo me quieres?

Yo no me lo pense dos veces. Cogí su musculares patorras, las levante y las forcé hasta que sus pies tocaron el suelo al lado de su cabeza. ¡Qué visión!

Así doblada en dos, quedaba todo el chocho y el invitante culo expuestos, medio en el aire, abiertos para mí. Aun le goteaban flujos de su vagina, unte mi pene y lo apoye contra su ano.

¡Chiquillo, así a lo bestia no! Prepáralo un poco con tus dedillos.

Tina, no me puedo aguantar, te tengo que ensartar ahora.

Empuje, firme, lento pero continuo y aquel culo que había estado en mil batallas, se rindió ante mí. Hasta el corvejón entro mi tranca. ¡Qué placer sentir el esfínter de Tina ordeñando mi pene!

Ozú mi alma. ¡Qué trancón que tienes! Me vas a desgraciar con esa cosa.

Pero bueno mi niño, para ser solo tu segundo culo te das buena maña. Dale amante, dale. ¡Sácamela por la boca!

A mi no me hacia falta que ella me animara. Yo la enculaba con furia pero sin perder detalle del pisaje. Ver a mi pene entrando y saliendo del culo con su coño entreabierto y rezumando flujos y las enormes tetas bailoteando con mis embestidas me enloquecía. Yo me dejaba caer sobre ella para que mi verga se le metiera lo mas dentro posible y ella contraía su esfínter para darme aun mas placer.

Uy chiquillo, me estas matando. Que bueno, que bien que das. Me voy a hacer una pajilla en mi pipa que me encanta tener un buen nabo rompiéndome el culo y darme gustirrin en la pipa.

Se chupo dos dedos y mientras yo la metía y sacaba de su delicioso culo e

lla se frotaba y refrotaba el clítoris como una loca. Yo no aguantaba más.

Tina me voy a correr.

Si córrete chiquillo. Córrete y lléname el culo con tu leche. Córrete que yo también llego.

Gritando como locos llegamos los dos, casi de forma simultanea. La zorra de Tina mientras yo tenia mi orgasmo contraía su esfínter, ordeñando mi pene, estrujándolo, matándome de placer. Caí a su lado, desfallecido, exhausto.

Uy mi amor esto que me has hecho de ponerme patas arriba y doblarme como una muñeca de goma me ha deslomado. Que ya no soy ninguna chiquilla y ya no esta una para estos trotes. Qué no tengo edad para ir haciendo contorsiones por este mundo. ¡Pero que rico, Alberto, que rico!

Me ha venido muy bien, que ya hacía tiempo que no se me follaban bien follada. ¡Gracias hijo!

Entre suspiros conteste:

Las gracias a ti Tina. Me ha gustado mucho y tu me gustas una burrada.

Nos duchamos, yo cogí una cerveza y me di un chapuzón en la piscina. Aun jugueteé un poco con las tetas de Tina ¡cosas maravillosas! Cuando eran las dos, decidí irme a casa porque Charo volvería pronto. Para ser hospitalario pregunte.

Tina, como no están tus hijos ¿quieres venir a cenar con nosotros?

Chiquillo, me gustaría mucho, pero no quiero molestaros, además a lo mejor Charo se mosquea.

No, no es molestia y si tenemos cuidado Charo no tiene que mosquearse.

Uy me gustaria mucho, porque me han dicho que Charo tiene un tipo y sobre todo unas piernas preciosas. A mí, que quieres que te diga, una tía con piernas largas y bonitas ¡me vuelve loca!

Pero, ¿Tú también haces tortillas Tina?

Mi niño, yo hago de todo. ¿Quien te crees tu que le enseñó a la guarra de mi nuera? Me han dicho que a Charo le gustan las tetas grandes.

Eso es cosa de Luisa, yo no creo que a Charo le gusten las mujeres. Luisa dice que le mira las tetas y que antes de un mes la tiene haciendo tortillas.

Mira, si lo dice Luisa será verdad. Que mi nuera es muy guarra y muy viciosa pero de tonta no tiene un pelo. Mira ángel mío: Con estos dos pitones míos -dijo señalando sus magnánimos pechazos- le voy a hacer una faena a tu Charo que ni el Curro Romero. ¡Qué coño en un mes! Antes de que vuelvan de Salamanca, Charo esta mamando de estas tetorras. ¡Desde cuando le va a ganar una salmantina desaborida a una rondeña de tronio!

Ya veras, mi alma, ya veras. Cuando vuelvan, Charo estará lista y nos montaremos una cama revuelta los cinco juntos que va temblar el orbe.

Bueno, pues esto es que lo quiero decir. Se murió una tía lejana de Charo y la consecuencia es aquí estoy yo follando a pierna suelta. ¿Quién podría predecir algo así? ¡Ya me dirán! Pero lo de comprar el chalet fue una idea fantástica. En menos de una semana me he follado a la mujer y a la madre de Miguel, he dado por culo la primera y segunda vez. Me han hecho el beso negro y me han dado masaje en la próstata. Esta claro que me van a emputecer a mi mujer. A este paso en tres meses ¡Me follo a media España!
 
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