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Alicia y los medicos 3a Parte Final

erasto2009

Becerro
Registrado
17 Feb 2009
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12
..No se preocupe doctor, yo aquí la sostengo. –les dije, mientras le apretaba las manos fuertemente-.

La camilla en ratos se movía lentamente en otras en forma violenta. De pronto empezó a escucharse un sonido repetitivo y excitante: “chac, chac, chac” mientras sus enormes cantaros de carne se movían sin parar de un lugar a otro, estaba alucinado con el feroz movimiento de su busto hasta que el doctor Mendieta, corrió un poco más los soportes con la sabana, hasta el cuello de mi esposa, sin dejarme ver nada.

-Mi vida, me viene otra vez, ah, ah, otra vez, que rico siento Dios, esto es grandioso. –Decía mi esposa, mientras se repetía su orgasmo como oleadas salvajes-.

Yo todavía ilusamente pensaba que solo la estaban toqueteando, hasta que los sonidos “chac, chac, chac” fueron más y más constantes y la camilla se movió violentamente como si la sacudiera un terremoto, sobre los quejidos de mi esposa, alcancé a escuchar un “¡Arrg!, que ricura, te los dejo todos adentro para que tengas tu niño, ¡Toma, arrrggg!”. Descubrí un poco la sabana para ver que pasaba. Fugazmente, observé como iba desapareciendo centímetro a centímetro, dentro de la panocha de mi esposa, una enorme cabeza roja achatada, seguida de una descomunal boa morena, hasta que desapareció por completo en su interior. El doctor Montelongo sudaba copiosamente, abrazado a los muslos abiertos de mi señora, estaba en medio de ellos y contemplé claramente que estaba desnudo de la cintura para abajo y su vientre completamente pegado al de mi mujer. También de reojo alcancé a ver que el doctor Mendieta tenía su inmenso pene al aire y acariciaba con él, los senos de mi esposa, era un pene gigantesco, blanco con una gran cabeza rosada. Al verme, rápidamente bajo su cintura, cubriéndose con el cuerpo de Alicia y colocaba sus manos al frente, en los pechos de mi mujer.

El doctor Montelongo, me sonrió perversamente y tuvo el cinismo de decirme:

-Por favor, no interrumpa, ya falta poco para terminar.

-Perdone doctor. –Dije desconcertado, mirando como los hermosos vellos de la entrepierna de mi esposa se enredaban y se confundían con los pelos ensortijados del pubis del medico -. Pero ¿qué clase de examen es el que le hacen a mi esposa? – Y bajando la voz para que Alicia no escuchara le dije -. Hasta parece que se la esta cogiendo.

-Jeje. –Sonriendo contestó en voz baja para que mi esposa no escuchara -. Eso parece, pero nada que ver, es extremadamente necesario hacerle este tipo de examen a su linda señora, usted mismo nos solicitó que lo realizáramos nosotros, es mejor así, el examen es más profesional y nos damos cuenta de los cambios repentinos en cada fase de la cópula. Por favor cierre ahí que puede ver su esposa y ponerse nerviosa, ya estamos por terminar.

-¡Ah! Esta bien –Dije confundido y me sentí como un autentico pendejo-. Discúlpeme por favor doctor. –Dije corriendo nuevamente la sabana-. No quise interrumpirlos.

Los muy descarados se estaban cogiendo a mi mujer en mis narices. No sé si mi señora se daba cuenta que le estaban metiendo la verga hasta el fondo o no, mi pene se puso mas duro de lo ya se encontraba. No sabía exactamente el porqué, si era por mi deshonra o por el ultraje a mi esposa. Pero nunca había estado tan caliente como ahora.

Con desfachatez, se reanudaron los movimientos de la camilla, al mismo tiempo que los sensuales sonidos “chac, chac, chac”. Sujeté nuevamente a mi esposa de las manos, me agaché un poco por debajo de la camilla y alcanzaba a mirar solo los pies de los doctores hasta las rodillas. Miré unos piernas morenas y peludas al final de la camilla, supuse que eran de Montelongo, estaban con los pantalones y la trusa caídos alrededor de los tobillos, las otras piernas eran de Mendieta, pues estas eran blancas y velludas, también estaban con los pantalones y trusa bajados. Observé como los quejidos de mi esposa estaban sincronizados con los movimientos de las piernas morenas y peludas del doctor Montelongo debajo de la camilla

El consultorio se llenó eróticamente de un aroma embriagador a sexo salvaje.
Mi esposa ronroneaba mientras las piernas del doctor se seguían moviendo de atrás hacia delante lentamente. Los pies se intercambiaron, ahora las piernas morenas, se colocaron a la altura del busto de mi mujer y al final de la camilla, aparecieron unas piernas blancas y velludas.

-¡Aaaah! ¡Ay, mmmhhhh! Otra vez amor, ¡ah, ay, ah, ah! Así, que rico, ¡Uy! Divino, ¿Que es lo que me están metiendo? que esta tan calientito y suave, mmhhh, es tan grande. Así, rico, ah, ah.

Nuevamente empezó a escucharse el extraño pero excitante sonido: “Chac, chac, chac”.

Ya no aguantaba la excitación, mis pelotas estaban a punto de explotar. Mire el rostro sudoroso de mi esposa, su rostro angelical contrastaba con su mirada diabólicamente erótica. Mi mente se nublo de la calentura y en un acto de locura extraje mi pene erecto y sin más preámbulos se lo metí hasta el fondo dentro de su linda boquita.

Mi mujer me miro desconcertada y furiosa y sujetando con su manita mi dura verga me dijo en voz baja:

-¡Estás loco! ¿Que te pasa?

-Perdóname mi vida, es que estoy muy excitado, el ver como te examinan los doctores me puso muy caliente.

Mi esposa vio la erección que tenía. Movió su manita de arriba-abajo, y me dijo:

-¿No te molesta que me vean desnuda los doctores y que me manoseen?

-No. Al contrario, me excita mucho; perdóname, se que no debería sentir así, pero no lo puedo remediar, mira como estoy.

Mi esposa cerro lo ojos y se mordió el labio inferior, mientras en el fondo se escuchaban los lascivos sonidos “Chac, chac, chac” y los movimientos de la camilla se acrecentaban.

-¡Ay! ¡Uy! ¡Mmh!... Mi vida… Se van a dar cuenta los doctores. -Me dijo mi mujer llena de lujuria, mientras meneaba rápidamente mi verga-. ¡Aaay! ¡Que rico!, ah, ah, ah.

-No me importa. –Le dije, al tiempo que se la incrustaba en la boca y sujetándola de la nuca, le metía y sacaba la verga con violencia-.

La camilla se movía con furia. Los sonidos “Chac, chac, chac” continuaban a mayor intensidad. La sabana se había corrido un poco, alcanzando a observar como el doctor Mendieta sujetaba los tobillos de Alicia y movía frenéticamente su cintura en medio de sus suculentas piernas, vi como entraba y salía una verga descomunal del interior de la panochita de mi mujer. Mientras mi pequeño pene en cuestión de segundos eyaculaba dentro de su boquita, siguió chupándomela por unos segundos más, mientras iba perdiendo tamaño y consistencia, hasta que su lengua la soltó. Dejándola completamente limpia. La camilla continúo con sus movimientos, los “chac, chac, chac” como fondo musical, así como los quejidos de mi señora, hasta que el gruñido de Mendieta anunciaba que vaciaba sus pelotas dentro de mi esposa, acompañado por unos movimientos violentos.

Pensé que sería todo por ese día, pero estaba equivocado. Una vez que los pantalones y trusas que estaban en los tobillos, regresaron a su lugar, descorrieron la sabana y vinieron hacia nosotros. Con todo el descaro del mundo le dijeron a Alicia que se pusiera de rodillas con las piernas abiertas, con sus nalgotas en pompa, su cabeza la puso al ras de la camilla de lado y dirigiéndose hacia mí, me dijeron:

-Ahora examinaremos su colita. Sujete su cabecita, en esta Posición, que no se mueva. ¿Ok?. –Volviendo a colocar la sabana en la misma posición de tal forma que solo miraba el rostro de Alicia.

-Esta bien, doctor. –Dije resignado-.

-¡A la madre! ¡Son las nalgotas más ricas que he visto en mi vida! ¿Quieres mamárselo?
–Le murmuró el doctor Montelongo a Mendieta-.

Se escuchó un chupeteo, mientras mi mujer empezaba a quejarse nuevamente. Los sonidos continuaban cuando apareció el doctor Montelongo, mire disimuladamente hacia su entrepierna, tenía el cierre bajado, y se le notaba el enorme bulto. Tomó una de las sillas y la llevó atrás de la sabana.

Disimuladamente moví un poco la sabana, lo suficiente para ver que el doctor Montelongo, tenia su monstruoso pene en la mano, era una verga gorda y grandota, mientras el doctor Mendieta tenia el rostro incrustado en medio de las enormes nalgas de mi esposa mamando su culo desesperadamente. Después le colocó un poco de crema en el ojete y le encajó uno de sus gordos dedos, luego metía y sacaba dos de sus dedos en el agujero del culo de mi mujer. Después de un tiempo que se me hizo eterno, apareció el dorso del doctor Montelongo sobre la sabana, estaba parado sobre la silla y mirándome me dijo:

-Sujétala bien, porque va a moverse violentamente. –Me dijo, y dirigiéndose a Alicia le comentó-. Tal vez te duela un poco al principio, pero es necesario, solo relájate. ¿Ok?

-Si doctor. –Contestamos los dos-.

Me estire un poco para ver como el doctor Montelongo punteaba con su enorme boa morena, el culo de mi esposa, y sujetándola de su cadera, se la metió hasta el fondo, poco a poco, pero sin miramientos.

-¡Aaaaaay! –Soltó un largo quejido mi mujer-. ¡Me duele! ¡Sáquela por favor! ¡Sáquela! Que me parte en dos.

-Tranquila Señora, -Le dijo con la voz ronca de excitación el doctor Montelongo-. Ya casi la tiene toda adentro de su hermosa colita. Ya paso lo más difícil, es que tiene el culo muy apretadito.

-Despacio doctorcito, por favor. ¡Aaay, como duele! –Gritó mi esposa-. ¡Huuuy! Como arde, ¡ay!

-Ya, ya señora, no sea escandalosa, ya la tiene toda adentro de su precioso culo… Ya se la habían metido antes ¿verdad?

-¡Aaay! –Se quejo mi esposa-. ¿Cómo dice? … ¡Aaay! No se mueva doctor, por favor, despacito.

-Esta colita, aunque divinamente cerradita, ya la habían estrenado, y no me sorprende… Con estas cosotas, todos querrán hacerlo así, jeje.

Yo sujetaba su cabeza, mientras la camilla empezó un lento movimiento al principio, pero después, se movía violentamente al mismo ritmo de los quejidos de mi esposa. Duraron como diez minutos, hasta que ambos gruñeron y el doctor se desplomó sobre la espalda de Alicia quien estaba irreconocible. Se miraron ambos a los ojos. En ambos destellaba la lujuria. Desapareció el torso de Montelongo sobre la sabana, luego el doctor Mendieta le solicitó a mi esposa que cambiara de posición.

Me pidió que la tomara de los tobillos o rodillas para que no se moviera. Y volvió a correr la maldita sabana, ahora solo miraba las torneadas piernas de mi mujer y los vellos de su panochita.

Alicia tenia las piernas levantadas, la sostenía de las corvas, le abrí sus torneados muslos, al doblárselos (Colocando sus rodillas en su cintura) y al bajar la mirada contemplé asustado una enorme abertura roja en donde debería de estar su pequeña raja, y un poco más abajo, contemplé asustado, el enorme agujero de su culo, y como empezaba a escurrir algo de semen. La camilla reanudó unas pequeñas sacudidas y se escuchó un nuevo sonido: “chomp, chomp”, luego, el susurro del doctor Montelongo: “Límpiamela bien, así, golosita, así”.

-¡Mendieta!, acércate para que veas esto. –Le gritó Montelongo-.

Me asomé por debajo de la camilla y Montelongo estaba nuevamente con los pantalones en los tobillos, después cayeron los de Mendieta. Los “Chomp, chomp” continuaban.

-Ya voy a terminar. –Exclamó Montelongo-. Abre más tu boquita, mi amor. ¡Aaarrggg! Así tómalos, que rico mi vida, eres una experta, lo haces tan bien, déjala limpia mi amor, así… Es toda tuya Mendieta.

-Como extrañé esa boquita mi amor. –Le dijo Mendieta-. Así, lo haces tan sabroso, deja la pongo en medio de esas montañas de carne que tienes. Uy, que rico se siente, así, estoy a punto cariño, toma, toma, así, toma tu lechita, siiii.

Mi esposa, quedó tumbada en la camilla, sudorosa y pringada de semen, mientras ellos se vestían. Cuando terminaron, le arrojaron una toalla para que se limpiara.

Al ver como parte de su sedoso cabello estaba pegajoso por la leche derramada, las manchas de semen desparramadas en su busto y como algunos goterones escurrían por su mejilla hasta introducirse por uno de sus oídos le dije:

-¿De qué te manchaste amor?

-¡Ah! Esto. –Dijo sonrojada, limpiándose velozmente-. Es la cremita que me pusieron los doctores cariño.

Ese día tuve que llevar a mi mujer a la casa cogida del brazo porque le temblaban las piernas de tantos orgasmos que tuvo.

En las siguientes consultas, le siguieron aplicando el mismo examen ambos doctores, las visitas a la clínica se prolongaron durante todo un largo año, a veces, íbamos hasta dos veces por semana. Al principio se cuidaban de que no me diera cuenta de lo que le hacían. Alicia, sospechaban que me gustaba ver como se la cogían, pero no estaba muy segura; después de la tercera consulta, a los doctores no les cabía la menor duda de mi naturaleza de mirón; a veces se compadecían de mí y me deleitaban la vista, dejándome ver, como le taladraban sus lindos agujeritos con sus enormes morongas, sin que mi bella esposa se diera cuenta, claro. Los últimos meses invitaron al director a participar en las orgías con mi mujer; este era más quisquilloso, por lo que me dejaba afuera… Soporté cuatro meses, llevando a mi mujer con los doctores sin que me dejaran estar presente. Al no ver como se cogían a mi esposa, como que perdí el interés de seguirles el juego.

Un día la lleve a otra clínica para que nos dieran una segunda opinión. Y como suponía, en tan solo dos días, nos daban la triste noticia de que mi esposa no podía tener bebes.

Fin.
 

pastor666

Bovino maduro
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Pues bueno muy buen relato, la verdad no me había tocado leerlo en otro lado, jajaja, es sorprendente lo que uno hace cuando le llega la calentura, ese marido de Alicia que cornelio salió y lo digo así, porque nunca se animó a proponerle el trío o intercambio a su mujer, ah pero eso si que buenas calentadotas se daba mientras veian como "examinaban" a la pobre Alicia, jajaja.

En fin, de todo esto, lo bueno fue que Alicia disfrutó plenamente del sexo y la hicieron la mujer más dichosa y gozosa de la tierra en cada encuentro con los médicos, de perdida para soportar la triste noticia de que nunca sería mamá.
 

oyewuey

Bovino maduro
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5 Feb 2009
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no habra bebes pero intentos muchisimos jajajaja esa Alicia necesita una tercera openeion, la mia
 

ceba73

Baneado :(
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buen relato,,,,,,,,,esperamos mas...............
 

betovictoria

Bovino maduro
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pues si quieres mi opinion te la puedo dar donde pongo el ojo pongo la bala eeee
 
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