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Verano caliente

brec14

Becerro
Registrado
2 Abr 2012
Mensajes
2
Según las noticias, era uno de los veranos más calurosos de los últimos años, y no lo dudo.
Entre el tráfico de la ciudad y el calor, me sentía en algún lugar del infierno.
Hasta hice una escala técnica para cambiarme los jeans por un short. Lo único que me consolaba y me hacía soportar todo ese trajín era que en una hora estaría en mi paraíso particular de fin de semana: Tepoztlán.
Gracias a mi tía Lili, poseía una casa con alberca para mí sola. El plan pudo haber sido organizar una fiesta, pero en esta ocasión preferí llegar sola, asolearme, leer, dormir, salir a desayunar sin prisa y visitar todas las tienditas del pueblo para ver colores, texturas… Cosas agradables. Era una de esas veces en que una simplemente quiere estar consigo misma, sin ninguna pretensión.
Curzar la caseta en la carretera fue un triunfo, durante 45 minutos estuve en un tráfico que no avanzaba más de 3 metros cuando ya tenía que volver a frenar; me dispuse a acelerar hasta el fondo, pero entonces me distrajo que muchas personas, sobre todo chavos estuvieran pidiendo aventón. De pronto me cruzó la idea de que sería divertido subir a un desconocido a mi auto y tener una aventura; no había terminado de formular la imagen en mi mente, cuando una cara me llamó poderosamente la atención… Sin pensarlo me orillé y me detuve frente al chico en cuestión.
-Hola, ¿Te llevo? –Dije con algo de coquetería.
-¡Hola!, ¿Lo harías? – Respondí en el mismo tono.
-Claro, siempre subo chavos lindos a mi coche.
Quité el seguro de la puerta y él entró, acomodó su mochila en el asiento trasero y se acercó para saludarme con un abrazo y un beso bastante efusivos.
-¿Cómo has estado? ¿Dónde te has metido?
-Por ahí, por ahí…-De pronto, los nervios me atacaron, no sabía que decir y me di cuenta de lo que estaba sucediendo.
Hacía tiempo que conocía a Ricardo, una amiga nos presentó. Había química entre nosotros, al menos eso parecía, pero ninguno se había atrevido a dar el primer paso.
Nos pusimos al corriente sobre nuestras vidas, actividades, empleos, etc.; iba a Tepoztlán a encontrarse con un grupo de amigos que había partido desde el día anterior, pero al no encontrar disponible un boleto de autobús se aventuró a pedir aventón en la caseta, donde lo encontré.
-¿Y por qué vas sola a Tepoztlán, no tienes novio? – me preguntó sin más.
-No, no tengo, y como quiero descansar y mis amigas iban a querer fiesta, fue lo que decidí…
-Ni modo, te invitaría conmigo pero no sé que tan atractivo te resulte estar entre puros hombres.
-Me resulta muy, pero muy atractivo – dije en evidente tono de broma-, pero no gracias.
-¿Cuándo te regresas?-Preguntó
-Mañana; si quieres otro aventón, tengo pensado salir a las 5 de la tarde. No quiero manejar de noche.
-Pues quizá te tome la palabra, porque mis cuates se quedan un par de días más. Aunque no quisiera abusar de ti.
-¡Adelante! – Expresé en doble sentido, y enseguida agregué - encantada de regresarme contigo
Lo dejé pasando la caseta de entrada a Tepoztlán, intercambiamos números de celular y él quedó de llamarme al día siguiente. Llegué a la casa y me instalé. Me di un baño, salí a comer y a caminar un rato, regresé dispuesta a dormir cuanto pudiera; comenzaba a quedarme dormida cuando me llegó un mensaje al celular de Ricardo: “Me encantó verte. Espero estés decansando. Un beso” Se me hizo un hueco en el estómago, me gustó el detalle y me entusiasmó la posibilidad de volver a verlo. Tal vez por ello soñé con él, lo veía frente a mí, en una cama enorme, entre sábanas y telas que pendían del techo; yo estaba desnuda, lo besaba en los labios y luego en los hombros, sentía su piel tibia y mojada. Me despertó la excitación.
Al otro día, me dediqué a hacer lo que tenía planeado y por momentos sentía ansiedad de que el tiempo avanzara. Estaba sentada en la banca de la plaza, tomando una nieve y escuchando música, cuando mi celular vibró: lo deseaba, era una llamada de Ricardo.
-Hola, ¿Qué tal tu descanso?
-Súper rico, lo único que lamento es que ya se terminó.
-Mi modo. Oye, ¿Sigue en pie la oferta del aventón?
-Claro, nos vemos a las 5 de la tarde.
-Ok, ¿Te parece bien en la caseta?
-Perfecto, ahí nos vemos al rato.
Cuando colgué, me percaté de que mi corazón latía al mil por hora, podía sentir los latidos hasta la garganta. No pude evitar sonreír todo el camino de regreso a la casa y mientras preparaba mi maleta para partir de Tepoztlán.
Estaba a punto de llover, el viento se hacía cada vez más fuerte y las nubes comenzaban a oscurecerse. Por fortuna, Ricardo ya estaba esperando en el sitio que habíamos pactado. Mientras yo pagaba el peaje, él vio mi auto y se fue acercando. Quité los seguros para que subiera, pero en lugar de eso me hizo señas para que bajará la ventanilla; lo hice…
-Hola guaoa, ¿Me llevarías contigo?
-Claro, yo siempre subo chicos lindos a mi coche.
Se subió, acomodo su mochila atrás y agregó:
-Prometo que no te vas a arrepentir, guapa.
Le seguí el juego diciendo:
-Eso espero, si no, en el próximo pueblo te boto.
Subí los vidrios accioné los seguros, aumenté el volumen del radio y me puse en marcha. El tráfico hacía que avanzáramos muy lento; comenzó a llover, y viendo caer las primeras gotas de agua en el parabrisas se me vino una imagen de mi sueño: Ricardo besaba mi piel mojada. Me ericé toda, me puse seria, temiendo que él pudiera leerme el pensamiento. Activé el limpia parabrisas y de reojo traté de indagar qué expresión tenía él: notaba que algo en mí andaba “mal” pero supuso que me ponía nerviosa manejar con esa lluvia y a media tarde, así que se ofreció a conducir. Acepté, en parte para justificar mi breve pero evidente ataque de nervios.
Hicimos un alto y cambiamos de asientos; retomamos el viaje en medio de un silencio incómodo; ninguno encontraba la manera de comenzar una conversación, yo trate de ganar tiempo y relajarme buscando un disco apropiado a la ocasión. Elegí de Fiona Apple.
Busqué The firs taste y dejé que mi imaginación, ahora sin ningún recato, trajera a mi mente lo que había soñado. Involuntaria mente sonreí. Cuando reaccioné vi que Ricardo me miraba con cierta intriga:
-¿De qué te estás acordando?
-Soñé contigo anoche – le dije maliciosamente.
De nuevo nos quedamos en silencio, no se atrevió a preguntarme cómo lo soñé; en lugar de eso puso el desempañante y, con los nervios algo agitados, bajó un poco la ventanilla de su lado para evitar que los vidrios se siguieran empañando. Una sensación en el estómago me sugería que alba iba a pasar. Imaginé la tensión sexual que sentíamos como si fuera una corriente eléctrica; quise disfrutar esa energía, e hizo que me sintiera viva.
-Yo pensé en ti anoche – se atrevió a comentar.
Fiona cantaba en ese preciso momento una frase que me encanta: “…of waiting to be consumed by you”.
La carretera empezó a despejarse y Ricardo a acelerar, pero la suerte no nos duró tanto, bueno quizá sí: el auto casi se detuvo y nuestra atención se concentró de nuevo en las palabras de la cantante: “i’m building memories on things we have not said”… me pareció que el destino quería decirme algo, y el mensaje que intuía me gustaba.
La música de Fiona fue nuestro soundtrack.
El auto de adelante encendió las intermitentes y se detuvo, nosotros tuvimos que hacer lo mismo. La lluvia arreciaba.
Después de poner el freno de mano y las intermitentes, Ricardo se quedó mirándome fijamente.
-Entonces, ¿qué soñaste?
No sé si fue la canción, que siempre me ha parecido de lo más sugestiva, el clima, el recuerdo del sueño o la situación, pero sin pensarlo mucho le respondí:
-Algo como esto – y me acerqué a besarlo. Fue un beso largo y provocativo. Hizo que una especie de energía cálida subiera desde mi estómago hasta mi garganta.
Una de sus manos se fue acomodando en mi perna, y la otra recorría mi rostro; su tacto era suave y delicado.
Antes de que pudiéramos “avanzar” lo hizo el tráfico.
Ricardo siguió la marcha pero ya era imposible dejar de tocarnos, sentíamos una necesidad imperiosa de hacerlo.
La cara de él revelaba tanto deseo que yo sólo pensaba en la manera de acomodarme para tocarlo. Tomé su mano y la hice recorrer mi cara, mi cuello y mi escote, quería que sintiera el estado de excitación en que me tenía. Echó un vistazo adelante para cerciorarse de que iba manejando bien, me tomó de la nuca y me acercó a él para que lo besara. Aumentó nuestra urgencia. Al separarnos, fijé la mirada en medio de sus piernas y advertí que estaba excitado.
-¿Ya te diste cuenta?
-Sí ¿y ¿tú?
-Ya veo – me dijo mientras veía rápida y lascivamente mis piernas. Mi falda cada vez más arriba y para ese momento ya le ofrecía sin pudor mi cuerpo.
Los coches avanzaron a más velocidad, la lluvia era constante y la noche poco a poco se dejaba caer.
-Cuéntame tu sueño- pidió Ricardo.
-Sólo recuerdo imágenes, flashazos… - le dije. Su mano regresó a mi perna, pero ahora más arriba; sus dedos se movieron para acariciarme, y entonces tuve una idea que de sólo pensarla hizo que me mojara.
Tomé su mano y la deslicé hacia arriba suavemente. Él reaccionó sorprendido pero me devolvió una sonrisa pícara y de aprobación, dispuesto a seguir.
-Sólo me acuerdo de lo rico que era…
-Cuéntame todo.
-Podía sentir tu piel, suave, caliente… mojada, como si acabáramos de salir del mar o de bañarnos.
Conduje su manos hasta atraparla entre mis piernas, presioné su dedo medio contra mi pubis, primero formando un círculo y luego de arriba hacia abajo. Entrecerré los ojos para disfrutar la sensación, volví a percibir un fuego interno y deseé que durará mucho tiempo.
Solté su mano para que él siguiera y así lo hizo. Me subí la falda más y me dispuse a disfrutar que me masturbara.
La adrenalina de estar en el auto en movimiento y el que de inmediato ubicara mi clítoris para acariciarlo magistralmente me acercaron al orgasmo rápidamente; empecé a balancear un pcoo mi pelvis hacia adelante.
Mi respiración y mi cara de gozo lo decían todo, no quería que parara de acariciarme.
-Tócate los senos.
Ni siquiera lo dudé, tiré del cuello de mi blusa y jalé hacía abajo mi bra; le mostré el seno izquierdo y al mismo tiempo me lo acariciaba para provocarlo.
-Los dos –me dijo suplicante, y alternaba la vista de su mano al seno descubierto y al coche de enfrente.
Desabroché el brasier, me lo quité, aproveché que la tela de mi blusa era elástica para tocarme sin dejar de mirarlo. Nuestro calor hizo que los vidrios se empañaran totalmente. Tanto placer hizo que en poco tiempo un fuego interno me invadiera toda. De pronto, Ricardo se concentró en mi pubis y experimenté un gozo tan absoluto que me desconectó de todo lo que pasaba fuera de mí.
Quedé tan complacida que por unos momentos me abstuve de hacer o decir nada; podría disfrutar aún la sensación, la música, sus palabras, la noche…
-Te dije que no te ibas a arrepentir, chica guapa.
En ese momento me percaté de que Ricardo estaba todavía más excitado; me incliné hacía el, le desabroché el cinturón, le bajé el cierre del pantalón y dejé al descubierto su pene: mis dedos lo recorrieron con placer.
Lo deseaba, sentía que lo deseaba con toda mi fuerza. Así que me recosté sobre sus piernas y comencé a besarlo suave y lentamente. La sensación que me produjo el contacto revivió el recuerdo de mi sueño.
Sentí un sabor ligeramente salado que me invitó a sorber más su virilidad, a sentirla en cada rincón de mi boca; quería brindarle sensaciones nuevas e inesperadas. Me quedé por un rato sólo en la punta, deslizando mi lengua como si saboreara un caramelo delicioso. Ricardo soltó un gemido de placer. Hice un vaivén rítmico pero cada vez más rápido. Sentí un poco más de esa sustancia salada en mi lengua, que me incitaba a desear más. Deseé que Ricardo recordará siempre la experiencia.
Toqué su pene más rígido y advertí su urgencia por eyacular; empezaron las contracciones y yo dejé que su semen resbalara por mi boca, cuello, pecho… Fue como un bálsamo con el que deseaba saciar toda mi sed; seguí besándolo incluso cuando hubo terminado. Luego, poco a poco me incorporé, los coches avanzaban a un ritmo constante, la lluvia había cedido, las luces de la ciudad se veían cerca. Nos quedábamos en silencio un rato, sólo Fiona decía algo.
La mano de Ricardo nuevamente sobre mi pierna me sacó del trance en que había entrado. La caseta estaba cerca y temí que al cruzarla se acabara el encanto; no sabía bien cómo terminaría nuestra aventura, pero no hubo necesidad de pensarlo mucho. Ricardo siguió conduciendo y al llegar a Insurgentes, me dijo:
-Espero que no tengas que llegar a tu casa porque ahora yo quiero decirte lo que pensé sobre ti anoche, pero para eso necesito espacio y tiempo.
Y cuando él aceleró, yo subí el volumen para oir claro y fuerte lo que decía Fiona: “I’ve been a bad, bad girl, / I’ve been careless with a delicate man. / And it’s a sad, sad world, / when a girl can break a boy, / Just because she can”.
 

siultaz

Becerro
Registrado
18 Mar 2009
Mensajes
38
Muy buen relato, que rico masturbarse mutuamente mientras se maneja
ESPERAMOS LA SIGUIENTE PARTE
 

ranger71

Becerro
Registrado
24 Mar 2010
Mensajes
20
ME GUSTO LA FORMA EN QUE RELATASTE TU HISTORIA, ME AGRADAS, ESTOY PENDIENTE DE MAS DE TI. GRACIAS.
 

iramon

Bovino maduro
Registrado
9 Ago 2010
Mensajes
462
Pfffff que buen relato hasta el calor del auto me invadio jeje
 
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