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Pamela va por mas

Dobyn

Becerro
Registrado
23 Nov 2011
Mensajes
14
Quiero compartir con ustedes esta historia, meritos al escritor

Pamela va por más..., mucho más.
Al día siguiente de mi encuentro con el señor Dupont, firmé mi primer contrato, la tan ansiada tapa de revista saldría en veinte días, con cuatro páginas internas mostrando mi cuerpo desnudo.
Y llegó el esperado día en que salió la revista y fue un éxito, se vendieron el doble de ejemplares que la portada anterior.
En la tapa estaba yo, de cuerpo entero, completamente desnuda, como único adorno llevaba anudada la corbata negra que me puse en la primera entrevista con Dupont.
En las páginas centrales las fotos eran más osadas, tan osadas, que el teléfono del señor Dupont no paraba de sonar pidiéndole mis datos y como ubicarme para hacer más fotos, el cheque que me dió el señor Dupont excedía mis pretensiones, por solo acostarme y gozar como perra, gané con ese contrato lo que ganaba en un año en el supermercado del señor Álvarez.
El señor Dupont, unos días después de la publicación me invitó a cenar, quería agasajarme por haber aumentado al doble la venta de la revista, y mandarme a un casting que hacía la cadena de televisión de cable más importante del país, necesitaban una chica que se desnudara a la medianoche, mientras daba el pronóstico del tiempo, por supuesto iría con una tarjeta de presentación de Dupont, pero como iba recomendada yo, también había muchas más en igual condición.
Me dio algunas instrucciones, como primera medida ir dispuesta a ganar el lugar, ser la más puta de todas, no hacerle asco a nada, ser muy insinuante y hacer lo que me pidieran.
Pasé la noche con Dupont, me cogió y chupó hasta hacerme desfallecer de placer.
A la mañana mientras desayunábamos me dio la carta de presentación y su choffer me llevó hasta el canal.
Fui a la oficina donde se hacía el casting, y encontré muchísimas chicas jóvenes y bellas que iban con las mismas intenciones que yo. Y recordé las palabras de Dupont, "Ser la más puta".
Cuando llegó mi turno, había dos señores mayores, el productor y el director, estábamos en una oficina muy grande, me hicieron pasar y se presentaron.
-Hola, soy Carlos, el productor. Tenía el cabello completamente blanco, era delgado y muy simpático.
-Yo soy Antonio, el director. Este era más relleno y de menor estatura. Llevaba una gorra ridícula, que me dio mucha gracia.
Cualquiera de los dos podía ser mi abuelito.
-Bueno; Pamela, hemos visto tus fotos en la revista, y nos has gustado mucho, tienes algo especial, y nuestra búsqueda está basada en una chica como tú, muy sensual. Muy provocadora. Dijo, Carlos.
-Sabemos que no tienes inconvenientes en desnudarte, -acotó el director.
-Ningún problema. Al contrario, me gusta que me vean desnuda.
-Ok, ese es un punto a tu favor.
-Ahora, Pamela, por favor desnúdate para nosotros, queremos ver como te ves "in situ".
-Las fotos a veces engañan, con esto del photoshop, dijo Antonio.
-Quiero aclararles que en las fotos de la revista, no usaron photoshop, soy así por naturaleza.
-Ok, cariño, pero todas dicen lo mismo, y después nos encontramos con qué no eran lo que aparentaban.
-Ya verán que no miento. La naturaleza ha sido muy prodigiosa conmigo.
El mini vestido estaba abotonado por atrás, sin ningún tipo de pudor, ni tabúes, me puse de espaldas, y les pedí por favor si podían desabrocharme el vestido, ya que para mi era un poco difícil.
Los dos se acercaron y entre ambos fueron desabrochando los botones, cuando desprendieron el último ojal, el vestido cayó al suelo, y quedé completamente desnuda, sólo me cubrían mis altos zapatos agujas.
Caminé unos pasos hacia adelante, para darles la oportunidad de que vean mi espalda y trasero, me dí vuelta, con movimientos sensuales solté mi rubio y largo cabello que se desparramó por mis hombros y espalda.
Los dos vejetes quedaron alucinados al ver mi desparpajo.
Carlos se acercó y me pidió permiso para tocarme los senos. Claro, era un profesional.
-Buenas tetas, bien paradas y duras. Fíjate Antonio.
Antonio se acercó y también tocó mis pechos.
-Espectaculares, me encantan. Y con la yema de sus dedos bordeó mis pezones, la caricia se me antojó más bien sexual que profesional, eso hizo que mi conchita totalmente depilada comenzara a mojarse.
-Cintura estrecha, decía Carlos mientras la acariciaba.
Antonio posó ambas manos en mi trasero, y lo acariciaba también, yo me dejaba hacer, me gustaba sentir esas caricias, me fascinaba sentirme admirada y deseada por ellos.
-Daría cualquier cosa, porque este trasero fuera mío, decía Antonio con voz temblorosa.
-Yo también. Dijo Carlos.
Ese era el momento en que debía usar mi poder de mujer, era el momento justo para pedir algo a cambio. Era el momento de ser la más puta, como me había dicho Dupont.
-¿Les gusta mi trasero?.
-Nos gusta todo, Pamela. Estás muy rica. –Era Antonio quién ya susurraba.
Me separé de ellos unos centímetros, hice lo que volvió loco al señor Dupont, clavé mis rodillas en la alfombra, saqué mi trasero hacia fuera, me puse en la posición de una perrita, abrí mis nalgas, y les mostré mi ano abierto, mientras hacía movimientos sensuales, hacia delante y hacia atrás como si me estuvieran cogiendo, ya estaba demasiado excitada, mi conchita latía, y pedía a gritos, ¡guerra!.
El productor y director, estaban ya con sus penes erectos, mi posición desde el piso me permitía ver como sus bultos se acrecentaban poco a poco. Me puse boca arriba, y con mis manos acaricié mi cuerpo, mis duritos senos estaban parados, y los pezones erectos, pasé mi manos por ellos, los pellizqué para que se pararan más, luego llevé una mano a mi boca, y me metí el índice dentro, lo chupaba como si fuera un pene, abrí mis piernas lo más que pude, y comencé a tocarme la conchita, mis líquidos fluían tibios.
A un costado había una mesa, me levanté del piso y lentamente, contorneando mi trasero fui caminando lentamente, me acomodé sobre la mesa, los miré fijo a los ojos, creo que mi cara reflejaba mi estado de calentura total.
Los dos se acercaron y se pusieron uno a cada costado, yo estaba en el medio de los dos, mojé mis labios con la punta de mi lengua, dejé la boca entreabierta esperando alguna reacción de ellos, los dos recorrían con sus ojos lujuriosos mi cuerpo.
-¿Cómo puedo conseguir este trabajo?. ¿Qué puedo hacer para quedar seleccionada? .
-Tienes muchas condiciones Pamela, eres muy bella. Decía Carlos, mientras acariciaba mi cabello.
-¿Qué estás dispuesta a hacer tú para quedar como la elegida?. Ese era Antonio, que mientras me hablaba me acariciaba mis pezones erectos.
-Yo haría cualquier cosa que ustedes me pidieran, quiero ese trabajo.
Y llevé cada una de mis manos a la entrepierna de los dos caballeros.
Carlos y Antonio se bajaron los pantalones, y sacaron sus penes duros, extendí mis manos, y comencé a masturbarlos, suavemente a los dos, cada uno de ellos, acariciaba mis pechos, mis pezones hambrientos se pusieron en punta al recibir la estimulación de los dos.
-¿Te dejarías hacer de todo por ese contrato?. ¿Estás dispuesta?. Me dijo Antonio mientras me acariciaba los senos.
-Estoy dispuesta y caliente. Muy deseosa.

Ambos se desnudaron completamente, Antonio se paró frente a mi y me frotó su pene por toda mi cara, mientras Carlos suavemente abrió mis piernas y fue directo a mi vagina inundada de mis jugos.
Puso su lengua en punta y comenzó a recorrer todo el espacio de mi vagina, su lengua larga y ardiente iba y venía, hasta que con sus labios retuvo mi clítoris, y lo masajeaba, lo lamía como si fuera una golosina, Antonio, me chupaba los senos, primero uno luego otro, su lengua era más áspera que la de Carlos, lo que lo hacía más excitante aún. Mis caderas subían y bajaban, demostrando el gran placer que me estaban proporcionando, mis gemidos se hicieron cada vez más agudos, lo que anunciaba la llegada de mi orgasmo inminente, mis jugos salían a raudales, mi corrida fue en plena boca de Carlos, que no paraba de mamarme como los mejores.
Después de mi ruidosa corrida, y juro, que fue real, no fingí en ningún momento, me estaba acostumbrando a tener sexo con viejos y realmente la pasaba muy bien, los chicos de mi edad no tenían la experiencia de estos señores, ¿qué más podía pedir?, me satisfacían sexualmente, sabían dónde y cómo lamer, y para mejor conseguía cosas, Dupont me dió un buen consejo, ser la más puta, y reconozco que me gustaba serlo.
Tenía a los dos con sus vergas duras junto a mi boca, abrí mis labios y se la empecé a besar a Carlos, luego pasaba a lamerlo a Antonio, uno me tocaba los pezones, el otro me metía sus dedos en mi conchita.
-¡¡¡Qué bien la chupas Pamela, qué putita eres!. Vas a conseguir muchos contratos, nena.
Carlos me tomó en sus brazos, me dio un tremendo beso en mi boca abierta esperando su lengua, chupé su lengua, jugué con ella, sin decir palabra, me penetró hasta el fondo de mi vagina, sentí su pene duro, que me llegaba hasta el fondo de mi vulva, mientras nuestras lenguas se enredaban en un beso interminable. Antonio tocaba mis tetas, las chupaba, y las lamía. Abrí mi boca desmesuradamente, me gustaba recibir ese beso, era el beso de un viejo caliente, de un viejo que se estaba comiendo el mejor de los postres que un hombre mayor puede recibir, estaba recibiendo los besos que le daba una chica de 19 años, que podía ser su nieta, pero por suerte no lo era, era una hembra en celo deseosa y con ganas de que se la cogieran, y mucho, lo abracé por el hombro y con nuestras bocas fundidas, recibía su saliva tibia, y mi lengua jugaba en su paladar, recorría uno a uno sus dientes y muelas, le succionaba la lengua, no quería que ese beso terminara nunca Antonio mientras tanto me seguía acariciando los senos, luego puso su mano en mi trasero y fue metiéndole un dedo, luego otro, yo no daba más y no paraba de correrme, solté una mano del hombro de Carlos y comencé a masturbarlo a Antonio, tenía un pene grueso, quería probarlo también.
Carlos retiró su pene de mi vagina, me pidió que me pusiera en cuatro patitas sobre la mesa, quería ensartarme de atrás y darme verga por el culito deseado por todos los hombres.
Me puse en cuatro, mi ano ya estaba bastante dilatado por los dedos y lengua de Antonio, Carlos metió su lengua en mi orificio, el placer que sentía me hizo perder la razón, y le pedí que me penetrara que no demorara más, quería sentir su verga dura bien adentro.
Poco a poco fue penetrándome, iba entrando despacio, Antonio se acomodó sobre la mesa, y me puso el pene a mi alcance, lo tomé con mi mano, lo masturbé, los ojos de Antonio se nublaban de placer.
Metí su verga en mi boca, la saqué, Carlos me bombeaba por atrás, mi trasero rozaba su pelvis, comenzó con un mete y saca suave, lento, al mismo compás eran mis estocadas en la verga de Antonio.
-Quiero llenarte el culo con mi leche.
El mete y saca se hizo más intenso, sus suspiros se confundieron con los de Antonio y los míos.
-Ahí va, nena, ahí va la lechita!!!.
Y me inundó el culito de leche tibia y blanca.
Carlos había terminado y se quedó detrás de mí viendo como le chupaba la verga a Antonio.
Comencé a mamársela, estaba totalmente concentrada en la polla de Antonio, mientras se la chupaba lo miraba a los ojos, la expresión de su cara era de placer absoluto.
-Así nena, así, sigue te lleno la boquita de leche.
Quité su pene de mi boca, mirándolo a los ojos le dije.
-¿El casting termina aquí?, ¿soy la elegida?.
Me quedé con la verga en su mano, esperando su respuesta.
-¿Soy yo la elegida, verdad?, y le pasaba la lengua de punta a punta, la volvía a meter en mi boca y la sacaba.
-El puesto es mío?, ¿si?.
-Es tuyo nena, es tuyo, nadie mama la pija como tú y no quiero perderte.
Alucinada, alegre y feliz, se la chupé toda, de punta a punta, me tragué toda su leche, después que terminó de eyacular, le tomé la verga más débil ahora y me la refregué por toda mi cara, ese era mi trofeo, era mi premio y el premio ganado por ellos.
Después se vistieron, y me pidieron que los esperara desnuda y caliente, Antonio me dijo que iban a avisar que ya había sido cubierta la vacante. Que lo esperara con el culito abierto, pues él aún no se lo había comido, Carlos quería que se la mamara como lo hice con Antonio.
Los esperé paciente sentada desnuda en la mesa.
A la media hora volvieron, entraron a la oficina y se desnudaron nuevamente.
Yo los recibí con un abrazo en el medio de los dos, mientras los volvía a desnudar. Entre los dos, mientras me toqueteaban toda, me pusieron en cuatro nuevamente sobre la mesa. Carlos sacó su pene semierecto y lo apoyó en mi boca, con mi lengua lo fui recorriendo hasta que logré la erección deseada, Antonio, pasaba su lengua desde mi ano a mi vagina, empezó a bombear mi ano por afuera, lo fue dilatando, y me penetró despacito, puso sus manos en mis caderas, y fue sosteniéndome desde allí hasta que entró luego de dos intentos fallidos, una vez que estaba enculada, comenzó con un movimiento cadencioso, entraba y salía armoniosamente, la verga de Carlos ya estaba abultada dentro de mi boca, también entraba y salía Uno me cogía por la boca, otro por el trasero, mis senos colgaban al aire, Carlos fue el primero en correrse, me tragué toda su lechita tibia y rica, mientras Antonio me daba con un ritmo más violento, sus arremetidas hacían que mis nalgas chocaran con su piel, pasó una de sus manos expertas a mi vagina y comenzó a masturbarme, al sentir sus dedos en mi clítoris, perdí la razón nuevamente y me corrí dos veces seguidas, mientras Carlos presenciaba todo, me acariciaba los pezones, Antonio ya no soportó más y me largó un chorro de leche que sentí que me llegaba hasta las entrañas, mi orgasmo llegó unos segundos después.
Los tres caímos al piso exhaustos, luego me invitaron a almorzar, y tres horas después estaba firmando el contrato para empezar a trabajar en una semana, los días que restaban eran para ensayar.
A la mañana siguiente debía presentarme a las 9 de la mañana para empezar a trabajar.
Al llegar a mi departamento lo llamé a Dupont.
-La elegida fui yo.
-¿Te cogió el productor?.
-El productor y el director, los dos a la vez.
-¡Bien!, te dije debes ser la más puta.
-Lo fui, pero no fingí nada, gocé como una perra.
-Eres una perra, llegarás lejos, ya te lo vaticiné.
Esa noche me acosté, dormí de un tirón hasta las 8 de la mañana, en que me despertó el timbre, era Álvarez que quería saber que pasaba conmigo que estaba desaparecida.
 
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