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LAS PUTERIAS DE MATILDE

galapagoz

Bovino adicto
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21 Jul 2008
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hola nuevamente les traigo mas relatos de la red esta es una serie de varios y de entrada pondre 3 y poco a poco ire poniendo los demas espero su comentarios

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LAS PUTERIAS DE MATILDE
Hola a todos, mi nombre es Matilde, soy una mujer de 43 años, muy caliente y una adicta perdida a la verga de los hombres. Descubrí este sitio por casualidad y después de leer y calentarme con muchas de las historias publicadas, se me ocurrió que yo también podría escribir algo de mi vida caliente, me decidí y aquí estoy, a ver como sale pues nunca he escrito nada.
Comenzare por contar que soy casada, mi esposo es un hombre más o menos de mi edad y me da muy poca batería en lo sexual, se llama Abel, y lo que pasa es yo soy una puta insaciable, toda mi vida he sido una puta desde que tengo uso de razón y él en realidad es mi segundo esposo y me conoció puta y me acepto puta y desde que nos casamos yo siempre he tenido otros cabrones que me meten la verga y él lo sabe y no me dice nada porque así quedamos desde que nos conocimos además de que el no es capaz de ponérseme al pedo en nada pues yo lo domino hasta con la mirada, con decirles que a veces hasta le he puesto unos chingadazos y lo tengo bien domado al cabron. Yo lo escogí así de dócil y sumiso a propósito, yo necesitaba un hombre que me mantuviera y a la vez que me permitiera seguir de puta con quien yo quisiera, pues un hombre muy cabron no me hubiera dejado seguir de puta y la verga es lo que más me gusta en la vida y lo más importante que existe para mi, así que lo escogí a él entre varios candidatos, él sabe de todos los cabrones que me cogen y a veces hasta le platico detalles de mis encuentros sexuales, de cómo me ponen y como me cogen y hasta algunos compañeros de su trabajo me han cogido y hasta dentro de la casa claro que no delante de el sino cuando él trabaja.
Platico todo esto porque quiero estar en confianza, quiero platicar y contar de mis puterías que son bastantes pues desde niña ya me gustaba mamar cuanta verga se ponía a mi alcance y en la secundaria ya me cogían no solo los compañeros de clases sino también los maestros y de grande puf creo que han sido cientos de cabrones lo que me han cogido, algunas veces me han cogido cabrones que acabo de conocer y aunque no soy una puta callejera también algunas veces por necesidad le he dado las nalgas a alguien por dinero o por algún favor y también me han violado en dos ocasiones, en fin que tengo muchísimas aventuras sexuales y si quieren se las iré platicando
Tengo un gran historial de puta pues ya son muchos años de andar dando las nalgas a todo el que me gusta, y si a mi marido le pongo sus cabronazos de vez en cuando, es solo para tenerlo bien domado y yo creo que sí lo está porque el cabron no es capaz de echarse un puto pedo sin mi consentimiento y yo creo que así es feliz pues me trata como a una reina y trata de tenerme siempre contenta, la primera vez que le pegue fue al poco tiempo de casados porque quiso reclamarme a gritos el haber llegado a casa al amanecer después de haberme pasado la noche empinada cogiendo con otro cabron, me grito y que le suelto un derechazo en plena cara que lo tumbe pues él es más delgado y más bajo que yo, el se levanto y se echo a correr pero yo lo alcance y me le fui encima y con las dos manos le puse una buena madriza y santo remedio, porque él se puso bien dócil y lo hice que me pidiera perdón de rodillas mientras me besaba los pies, y desde entonces él ha aceptado su papel de mandilón y de cornudo y yo le pongo sus putazos de vez en cuando nada más para que no se le olvide quien es la que manda,
y claro que también le doy las nalgas de vez en cuando porque necesito tenerlo contento, el es burócrata y no gana mucho pero si le alcanza para mantenerme y yo tengo oportunidad de buscar algunos ingresos extras con mis nalgas pues también él es el encargado de casi todos los quehaceres de la casa mientras yo ando de puta.
Claro que yo se que a veces me paso pues hay ocasiones en que no llego en varios días a la casa y él lo sabe porque yo se lo he dicho que cuando no llego es porque otros cabrones me están cogiendo. Mi primer marido era todo lo contrario, era un verdadero cabron que me dominaba por completo, me cogía, me pegaba y me hacia como su trapeador, claro que también me cogían otros tipos pero ahí la diferencia era que esos otros tipos me los escogía mi marido, el era el que decidía a quien le daba yo las nalgas y yo era incapaz de decirle que no a nada de lo que él me ordenaba, por una parte por el miedo que le tenía por las madrizas que me ponía cuando lo desobedecía, y por la otra porque a final de cuentas a mí lo que me gustaba era coger y de esa manera siempre tenía muchas vergas que me dieran por todos mi hoyitos. Inclusive llego al extremo de llevar a la casa a un par de tipos que acababa de conocer en una cantina y ofrecerme con ellos para que me cogieran como si fuera yo un objeto y claro que a quien le dan pan que llore, los tipos me daban unas tremendas cogidas por todos lados, me ponían como querían y me daban verga sin descanso.
Les voy a contar en forma desordenada algunas de mis muchas aventuras sexuales que he tenido, les contare, por ejemplo, de una vez que un cabron me dejo abandonada en la ciudad de Veracruz sin un puto peso en la bolsa y lo que tuve que hacer para poder regresar a México pues nadie te regala nada y menos te regalan si te ven buena nalga, y lo que sea de cada quien a pesar de mi edad y de las muchísimas cogidas que he recibido, yo sigo teniendo buena nalga y buen cuerpo en general, pero de más joven estaba yo mucho mejor y muchos hombres gozaron de mi cuerpo y muchos lo siguen gozando hasta la fecha. También les platicare como mi hermano de 15 años me despertó al sexo cuando yo tenía 10 años, como mi hermano y mi tío me cogieron desde los doce hasta los 15 años y como mi padrastro abuso de mí y me metió la verga durante más de dos años, en fin comenzare con una de mis aventuras sexuales.

Hace algunos años estuve trabajando como ayudante en una farmacia que está cerca de la casa. El dueño de la farmacia era un viejo chaparro, prieto, gordo, medio jorobado y bastante feo que vivía en el barrio y al que todos llamábamos don Cosme, y cuando tuve la necesidad de trabajar, se me ocurrió que quizás don Cosme pudiera emplearme en su botica pues pensé que ese sería un trabajo sencillo y descansado, además de que siempre que me topaba en la calle con ese viejo, se me quedaba viendo con cara de libidinoso, como queriendo encuerarme con la mirada, y pensé que yo podría aprovecharme de eso, así que fui a verlo en su negocio, sabiendo de antemano que algo iba yo a tener que darle para lograr que me empleara y ni modo, haría yo el sacrificio de soportarlo un poco pues en verdad necesitaba tener algún ingreso extra ya que a mi esposo le estaba yendo mal en su trabajo y yo no quería tener ningún tipo de carencia por este motivo. Yo solo conocía a don Cosme de vista y de saludarlo muy de vez en cuando pero él me reconoció en cuanto me vio.
  • Hola vecinita chula, ¿Qué haces por aquí, se te ofrece algo de la farmacia? –me pregunto el viejo.
  • Pues quería yo platicar un momento con usted don Cosme –le conteste.
  • Claro que si, -dijo el viejo relamiéndose los labios y mirándome de arriba abajo- pásale a mi oficina para que estés a gusto.
La oficina del viejo era un cuarto más o menos grande al fondo de la farmacia en donde había un escritorio, algunas sillas, un sillón grande y una mesa de centro, todo muy viejo. Así que me pase a la oficina delante de él y pude sentir su penetrante mirada sobre mis nalgas y yo aproveche para moverlas un poco mas y que el viejo se complaciera con el espectáculo. Ya en la oficina me invito a sentarme en el sillón y el se sentó junto a mí. Ese día había yo puesto especial atención en mi arreglo personal y llevaba yo una faldita corta que al sentarme se me subió bastante y yo no hice nada por bajarla, además de una blusita que dejaba al descubierto por lo menos la mitad de mis tetas.
  • ¿En qué puedo servirte Matildita? –me pregunto ladinamente el viejo sin dejar de mirarme las piernas.
  • Pues sabe don Cosme –le dije- que ando necesitada de un trabajo y pensé que quizás usted pudiera emplearme aquí en su farmacia.
  • Huy Matildita, la verdad es que en este momento no necesito ninguna persona aquí en mi negocio, aparte de que la situación está muy difícil y esto ya no da para emplear a más gente.
  • No sea malo don Cosme, créame que yo le puedo ayudar en muchas cosas aquí en la farmacia.
  • No Matildita, en verdad lo siento mucho, claro que a mí me gustaría emplearte pues quien no va a querer a una mujer tan bonita adornando su negocio, pero la verdad es que en este momento no puedo hacerlo.
  • Ándele don Cosme, ayúdeme con esto –le rogué-, en verdad estoy muy necesitada de trabajar.
  • Pero es que además no creo que tú sepas nada de farmacia, no veo en que me podrías ayudar.
  • Pues no, reconozco que no sé nada de farmacia, pero podría ayudarle atendiendo a los clientes que pidan cosas sencillas o haciendo mandados o llevando medicinas a domicilio, en fin que puedo ayudarle en cualquier cosa que a usted se le ofrezca.
  • ¿En cualquier cosa que a mí se me ofrezca? –recalco el viejo muy seriamente y mirándome alternativamente a las piernas y a las tetas.
  • Claro que si don Cosme –le dije en forma decidida-, puedo hacer lo que usted quiera y ayudarle en cualquier cosa que a usted se le ofrezca.
  • Bueno… pues siendo así… -dijo el viejo alargando su mano derecha y poniéndola sobre una de mis rodillas- entonces… quizás pudiera yo encontrar alguna forma de emplearte.
  • Créame que se lo agradeceré mucho –le conteste tratando de mostrarme agradecida y sin hacer nada por retirar su mano de mi pierna.
  • Entonces… déjame pensar en que pudieras ayudarme –me dijo moviendo un poco su arrugada y manchada mano de anciano hacia arriba y sobándome el muslo muy levemente.
  • Ay don Cosme ¿Qué está usted haciendo? –le dije tratando de mostrarme sorprendida y haciendo un leve intento por retirar mi pierna, cosa que el evitó tomándola con un poco mas de fuerza.
  • Eres muy linda Matildita y la verdad es que me gustas mucho, solo deseo tocarte un poquito, déjame hacerlo Matildita.
  • No se don Cosme –le dije haciéndome un poco la rejega- yo soy una mujer casada y no estaría bien que me dejara tocar por usted.
  • Ándale Matildita –me rogo con la cara ya un poco roja y la mirada de un macho libidinoso-, no te cuesta nada, además de que solo quiero tocarte.
  • Bueno… -le dije como cediendo un poco- si solamente quiere tocarme se lo voy a permitir en agradecimiento a que usted ha sido bueno conmigo dándome trabajo, pero conste que solo va a tocarme, no me hará nada más.
  • Si Matildita, te prometo que solo voy a tocarte.
Y diciendo esto subió más su mano en mi muslo y con la otra comenzó a tocarme las tetas por encima de la blusa, yo me tranquilice y lo deje que hiciera. Comenzó a cachondearme toda, me toco mis piernas, mis muslos y mi panochita por encima del calzón, me beso en el cuello y en la parte que sobresalía de mis pechos, quiso desabrocharme la blusa y yo no lo deje, luego también quiso bajarme la pantaleta y tampoco lo deje. Tenía yo que darme a desear para que no pensara que tan fácilmente me iba a tener, y para poder lograr lo que yo quería. Intento de nuevo abrirme la blusa y yo lo rechacé diciéndole:
  • Ya pórtese serio don Cosme, ya me toco bastante.
  • Por favor Matildita –me dijo con la voz llena de deseo y casi babeando-, solo quiero besarte una de tus tetitas, por favor, solo será por un minuto.
  • Está bien –le dije- pero solo será por un minuto y me dejara en paz, ¿de acuerdo don Cosme?
  • Si Matildita, te lo prometo.
Yo me separe un poco pues él estaba prácticamente encima de mí y me saque una de mis chiches, el de inmediato la agarro, la sobo y se metió el pezón y casi la mitad de mi chiche en la boca comenzando a mamar como si fuera un becerro en plena crianza. Y claro que no se tardo un minuto, se tardo mucho mas pero yo se lo permití porque me causaba algo de morbosidad el ver a un tipo tan anciano y tan feo y casi deforme mamándome una de mis tetas, y cruzo por mi mente el deseo de verlo chupándome mi panochita y casi estuve a punto de empujarlo hacia abajo y quitarme las pantaletas para saciar mi morbo de ver a ese tipo entre mis piernas, pero en lugar de eso me contuve y sacando fuerzas de flaqueza, lo empuje y me levante del sillón arreglándome la ropa y diciéndole:
  • Ya estuvo bien don Cosme, ya mejor dígame cuando empiezo a trabajar, que es lo que voy a hacer y cuanto me va a pagar.
Y total que logre sacar un trato muy conveniente para mi, trabajaría solamente 4 horas diarias, de lunes a viernes, y aunque el sueldo no era mucho, si me alcanzaría para los gastos que tenía que hacer y para los cuales mi esposo no me podía dar en esos momentos.
Claro que para esto el puso la condición de que tenía yo que dejarme manosear por el siempre que él quisiera, y yo acepte advirtiéndole que solo seria manoseo, que no habría nada más que eso, y así quedamos los dos de acuerdo.
Fue más o menos un año el tiempo que trabaje para don Cosme, aunque claro que eso de trabajar es solo un decir, pues la mayor parte del tiempo me la pasaba yo encuerada en su oficina. Al principio solo me cachondeaba sin quitarme la ropa por completo pues yo no se lo permitía, hasta que en una ocasión me llevo un regalo que era un anillo de oro muy bonito y entonces ya no pude resistirme a que me encuerara y que me hiciera todo lo que quisiera menos meterme la verga, eso seguía yo sin permitírselo con el cuento de que era yo una mujer casada, aunque claro que yo sabía que tarde o temprano me iba a convencer para cogerme, quizás con otro regalo, cosa que así sucedió. Créanme que era algo en verdad morboso para mí el verme encuerada y siendo manoseada en todo mi cuerpo por un tipo como don Cosme,
pues ya he dicho que era un tipo prieto y muy feo y seguramente que nunca había tenido a una mujer como yo. Al principio no dejaba yo que me besara en la boca pues inclusive me daba algo de asco, pero después de su regalo, lo tuve que dejar que me besara en la boca y descubrí que mi morbo y mi calentura crecían con eso, don Cosme me calentaba con solo ver su cuerpo deforme y anciano junto a mi cuerpo joven y totalmente desnudo.
¡Qué horas tan calientes pasamos en esa oficina!. Normalmente yo llegaba como a las 10 de la mañana y me ponía a platicar con la Sra. Adela que era quien en verdad atendía y manejaba la farmacia junto con un muchachito joven llamado Javier que era su ayudante. La señora Adela era una mujer como de 70 años y que conocía a don Cosme desde mucho tiempo atrás y llevaba trabajando con el todo el tiempo del mundo, y claro que ella sabía perfectamente lo que don Cosme me hacía en su oficina donde nos encerrábamos todos las mañanas, ya que poco tiempo después me entere que cuando yo salía de la oficina, la Sra. Adela entraba a mamarle la verga a don Cosme hasta que se venía, porque claro que yo siempre lo dejaba muy caliente. Todo esto de la Sra. Adela me lo conto Javier, que a pesar de ser muy joven, era una especie de confidente de la Sra. Y por el me entere que muchísimos años atrás la Sra. Adela y don Cosme habían estado a punto de casarse a pesar de que ella era mayor que él, y por alguna razón desconocida nunca se llevo a cabo el matrimonio y ella solo quedo como amante de don Cosme, como su empleada y actualmente como encargada de exprimirle la verga siempre que él estuviera caliente.

Don Cosme llegaba poco después de las diez y generalmente se me acercaba por detrás y me decía al oído:
  • Anda a encuerarte Matildita que yo enseguida te alcanzo.
Y yo lo hacía, lo esperaba encuerada acomodada según de lo que tuviera yo ganas, si tenía ganas de que me mamara la panocha, me sentaba en el sillón y abría las piernas y el al entrar ya sabía lo que yo quería y se ponía a complacerme, si quería yo que me chupara mi culito, entonces me empinaba en el sillón e igual el entraba y se hincaba detrás de mí para saborear mi culo con su lengua. Esta era una de las cosas que más me gustaban y les diré porque.
Yo no había dejado de ser la misma puta de siempre y tiro por viaje me iba yo a coger con algún cabrón y muy seguido me ponían unas tremendas cogidas por mi culito que me lo dejaban todo adolorido, y entonces era un verdadero alivio sentir la lengua de don Cosme lamiendo mi culo como dándome un verdadero masajito con la lengua y logrando que me aliviara yo de mis dolores de culo y tenerlo listo para la próxima vez que algún cabrón quisiera usarlo. Inclusive se daba el caso de que llegara yo desvelada aparte de adolorida, entonces me encueraba y me recostaba boca abajo en el sillón poniendo un cojín de manera que mis nalgas quedaran paraditas, entonces don Cosme se ponía detrás de mí y me comenzaba a chupar mi culito y yo estaba tan cansada que me quedaba dormida y cuando despertaba después de más de tres horas, me sorprendía que don Cosme seguía haciendo exactamente lo mismo que al principio con la cara metida entre mis nalgas y su lengua saboreando y limpiando mi hoyito trasero que seguramente todavía tenía rastros de la cogida que me habían dado y yo no sé si él no se daba cuenta o se hacía pero la cuestión es que nunca me hizo ningún comentario al respecto.
Otras veces, cuando yo llegaba a la farmacia, el ya se encontraba en su oficina y yo de inmediato me pasaba, el se encontraba en su escritorio repasando algunas cuentas, yo me encueraba totalmente y me paraba junto a él y el sin dejar de hacer su trabajo me metía la mano entre las piernas y se ponía a acariciarme mi panochita, luego dejaba lo que estaba haciendo y me agarraba las tetas y se ponía a mamármelas con verdadera devoción, luego me llevaba al sillón y me pasaba la lengua y los labios por todo mi cuerpo, desde mi cabeza hasta la punta de los deditos de mis pies los cuales chupaba con dulzura. Hasta ese momento el solamente me manoseaba y me besaba todo mi cuerpo pero nunca había pasado nada mas, inclusive yo ni siquiera le había agarrado la verga.

Hasta que poco a poco me hizo que le agarrara el pito, pero una vez me pidió que le besara la verga y yo haciéndome la ofendida e indignada le conteste:
  • Pero como cree don Cosme, yo no puedo hacer eso, no, esas cosas definitivamente no me gustan.
  • Ándale Matildita, mira como tengo el pito de duro, está ansioso de una boquita tierna como la tuya.
  • No don Cosme y por favor no insista que no lo voy a hacer.
Y entonces el quizás ya conociéndome un poco y sabiendo cómo convencerme, cambio de táctica y me dijo mientras me besaba las nalgas:


  • ¿Sabes Matildita? Estaba yo pensando seriamente en darte un aumento de sueldo.
  • ¿De verdad don Cosme?
  • De verdad.
  • Y… ¿Cómo de cuanto sería… ese aumento de sueldo? –le pregunte verdaderamente interesada, pues definitivamente que si me caería muy bien recibir algo más de dinero a la semana.
  • Pues… -me contesto como pensando mucho en la cantidad de dinero que me debería de ofrecer- se me había ocurrido aumentarte algo así como la mitad de lo que ganas, pero ya ves que tú no quieres ser buenita conmigo para corresponder a mi generosidad.
  • Pero es que lo que usted quiere no me gusta don Cosme, además de que me parece que es muy poco el aumento de sueldo.
  • Ah caray Matildita, pues cuanto es lo que quieres, -me dijo a la vez que me volteaba y me empezaba a besar mis chiches.
  • Pues cuando menos el doble de lo que gano, -le dije con mucha seguridad mientras tomaba yo su cara con las manos y la pegaba mas a mis tetas.
  • Es mucho Matildita, pero creo que si lo vales, te voy a dar el doble de lo que ganas a partir de esta semana, ahora dale unos besitos a mi verga –me dijo sentándome en el sillón mientras él se quedaba parado con su pito a la altura de mi cara-.
  • Está bien don Cosme, lo voy a hacer solo porque lo estimo, pero solamente unos besitos y ya.
  • Unos besitos y unas chupaditas –me contesto mientras sentía mis labios en la cabezota de su pito.
El pito de don Cosme estaba bastante grande y muy duro tomando en cuenta su edad, y lo tenía muy negro, parecía una verdadera verga de chocolate. Lo estuve besando durante unos minutos y me gustó tanto que ya no fue necesario que el me insistiera que se lo mamara, en un momento dado y llevada por la calentura que me producía esa vergota prieta, me la metí en la boca y comencé a chuparla como si tuviera yo años de no probar una verga, estaba en verdad riquísima y no tarde mucho en sentir que ese pitote estaba a punto de venirse, así que me lo saque de la boca y lo empecé a masturbar con una mano mientras con la otra le sobaba yo sus huevotes que estaban igual de prietos que su verga, hasta que se vino en mis chiches mientras emitía fuertes jadeos de placer, y se vino como si fuera un muchacho de veinte años, duro sus buenos momentos viniéndose y me baño completamente las tetas con sus mocos, en un momento estuve a punto de meterme el pitote en la boca mientras se venía para saborear sus ricos mocos, pero me contuve, de lo que si no me pude contener fue de limpiar su vergota con la lengua cuando termino de venirse, me la metí en la boca y limpie hasta el último milímetro de su pitote y de sus huevotes, y cuando terminé no pude aguantarme de decirle sinceramente y sin despegar su vergota de mis labios:
  • ¡Qué rico se vino usted don Cosme, que de mocos me echo usted en las tetas!
  • ¿Te gustó Matildita?
  • Me gusto mucho chuparle la verga don Cosme, se la voy a mamar siempre que usted quiera.
Este comentario hizo que el viejo se sintiera muy bien y muy seguro de sí mismo, y yo no me pude aguantar de hacer ese comentario pues la verdad es que si me había gustado muchísimo la prieta verga de don Cosme. Y a partir de entonces se convirtió en una costumbre que le chupara yo la verga al viejo hasta hacer que se viniera, yo no sé cómo le hacía pero parecía un adolescente caliente y jarioso que siempre anduviera con la verga parada y aunque yo no iba diario a la farmacia, si iba unas dos o tres veces por semana y las mismas en que el viejo se venía en mi después de sentir mi mamada de verga. Por entonces yo ya me calentaba bastante con el viejo y había ocasiones en que yo ya estaba ansiosa por llegar a verlo, en cuanto entrabamos a su oficina yo me encueraba y le ponía las tetas en la cara para que me las chupara y las mordiera, lo acostaba en el sillón y me sentaba en su cara restregándole fuertemente en la boca desde mi panocha hasta mi culito, era muy fuerte el morbo que me daba de sentarme en la cara de alguien tan feo. Le chaqueteaba yo la verga con mis chiches, se la mamaba con pasión y hacia que se viniera en cualquier parte de mi cuerpo que él quisiera, me ponía verdaderamente muy caliente y después tenía yo que ir a buscar a alguno de mis amigos para que me cogiera sin compasión y descargar toda la tremenda calentura que traía yo. Ya lo único que le faltaba era meterme el pito en mis hoyitos y yo sabía que tarde o temprano ese momento iba a llegar y así fue.


Si ustedes están pensando que soy una puta y que me prostituyo por dinero, están ustedes en lo cierto, a mi me gusta la verga de todo corazón y no le veo nada de malo a sacar algún provecho material por dar las nalgas si de todas maneras las voy a dar por el puro gusto de sentir un pito en mi panochita, es como con don Cosme, el termino cogiéndome pero le costó, sin embargo yo acepte lo que me dio porque ni modo de rechazarlo, pero lo que sí es indudable es que yo le hubiera dado las nalgas de gratis aunque él no me diera nada y solamente por el gusto de sentir su pitote en mi chochito. Lo que nunca he hecho ni creo que lo vaya a hacer nunca es darle las nalgas a alguien que no me gusta solamente por el dinero, eso definitivamente que no me atrae en lo más mínimo, y aunque es cierto que si me he dejado coger por alguien que no me gusta, fue solamente por darle gusto a mi esposo o en su caso a mi padrastro, pero nunca solamente por dinero, quizás más adelante les platique sobre esas ocasiones.
Fue cuando ya íbamos a cumplir un año y yo estaba a punto de renunciar y mandarlo al diablo porque ya no aguantaba yo el quedarme siempre caliente cuando el viejo logro por fin meterme la verga.

En una ocasión al llegar a la farmacia me encontré con un recado del viejo diciéndome que estaba enfermo y que por favor le llevara no se qué cosa a su domicilio, yo no desconfié y salí de la farmacia y fui a verlo llevándole lo que me pedía, sin saber en ese momento que esa era la última vez que estaría yo en la farmacia. Y al llegar a su casa me encontré con que no estaba enfermo, sino al contrario estaba muy sano y con la seria intención de cogerme a como diera lugar. Al llegar me llevo a su sala, me sentó en sus piernas, me saco las chiches y las empezó a acariciar y a besar mientras me decía:
  • Matildita ya no me puedo aguantar, necesito cogerte, necesito meterte la verga, dame chance por favor, ten piedad de este pobre viejo.
  • No don Cosme, ya quedamos en que no me cogería usted –le conteste muy seriamente y rogando porque me insistiera y me "convenciera" de empinarme ante su verga.
  • No seas malita –me dijo el viejo sacando de entre los cojines del sillón una cajita y poniéndola en mis manos- mira te compre un regalito, no creas que con la intención de convencerte con regalos, solamente para que veas lo mucho que te quiero y las enormes ganas que tengo de cogerte.
Yo tome la cajita y la comencé a abrir mientras el viejo no dejaba de sobarme las chiches, y cuál no sería mi sorpresa que en la cajita había un precioso reloj, pero se veía claramente que no era un reloj chafa, era un reloj de marca que seguramente le había costado varios miles de pesos, quizás más de lo que yo había ganado en la farmacia durante todos los meses que llevaba de trabajar para el viejo, y de inmediato en la imaginación me vi luciendo ese reloj tan bonito y tan caro en una fiesta ante mis amigas, y decidí en ese momento que ese reloj ya era mío y que le daría las nalgas a don Cosme. Lo abrace con alegría y le di varios besos en la boca mientras le decía:
  • Gracias don Cosme, muchas gracias por este bonito regalo.
  • Es solamente lo que se merece una mujer tan hermosa como tu –me contesto zalameramente el viejo.
  • Caray don Cosme, a un hombre tan bueno como usted es difícil negarle algo.
  • ¿De verdad Matildita, no me vas a negar lo que te pido?
  • Claro que no don Cosme, pídame usted lo que quiera y se lo doy en este mismo momento –le conteste haciéndome la inocente como si no supiera yo de sobra lo que el viejo quería.
  • Lo sabes de sobra mujercita, lo que yo quiero es cogerte.
No conteste nada, me levante de sus piernas, me quite toda la ropa y me empine sobre el sillón. El se quitó la ropa también, se paro detrás de mí, puso la cabezota de su verga en la entrada de mi panocha y me la dejo ir toda de un solo golpe haciéndome que gritara pero no de dolor sino de placer y diciéndole:
  • Tráteme con cuidado don Cosme que me lastima con esa vergota tan grande que tiene usted.
  • Lo hare con cuidado Matildita, no te preocupes.
Y comenzó con un rico mete y saca que me hizo tener un rápido orgasmo quizás por el mucho tiempo que tenía yo deseando esa verga. Luego se sentó el en el sillón y yo me monte en su pito metiéndomelo casi hasta los huevos mientras lo besaba apasionadamente en la boca o le ponía mis tetas diciéndole que me las mordiera sin compasión, estaba yo desatada por la calentura, tanto que acabe rogándole que me la metiera por mi culito y el no se hizo del rogar y me clavo su negra verga en mi hoyito trasero haciéndome ver estrellitas y gozar de otro ruidoso orgasmo, total que después de más de media hora se vino copiosamente en mi culo dejándome toda desmadejada y totalmente satisfecha por la tremenda cogida que me puso y tirada boca abajo sobre el sillón, todavía se agacho sobre mis nalgas, las beso, las mordió y luego las abrió y me limpio mi culito con su lengua, definitivamente que fue una bonita experiencia.
Después de eso seguimos cogiendo dos o tres veces por semana en donde el usó mi cuerpo como se le vino en gana poniéndome en todas las postura imaginables y dejándome casi siempre satisfecha, para entonces ya iba yo a verlo directamente a su casa un par de veces por semana y me quedaba toda la mañana y en ocasiones todo el día la pasaba yo con él, mi primera obligación al llegar a su casa era encuerarme completamente, hincarme ante él, sacarle la verga y chupársela hasta dejarla bien parada y luego ponerme en la posición que él quisiera para que me cogiera por donde a él se le antojara, y luego andar encuerada todo el tiempo que estuviera en su casa para que el pudiera manosearme a su antojo todo lo que se le antojara.
Resultó ser todo un semental el anciano don Cosme, y en especial me ponía unas cogidas por el culo que me hacía ver estrellitas y me dejaba mi hoyito todo adolorido y entonces era mi esposo al que ponía yo a masajearme mi culito con la lengua para curarme del dolor que me dejaban las cogidas de don Cosme, porque claro que mi esposo estaba enterado de todo lo que hacía yo con el viejo pues yo misma se lo platicaba y él lo aceptaba como buen marido sumiso y cornudo.
Pero como todo lo que empieza termina, don Cosme y yo terminamos poco tiempo después de esto porque el ya comenzaba a sentirse mi dueño y a querer darme ordenes y eso definitivamente que yo no lo iba a soportar, y la gota que derramo el vaso llego cuando me exigió que me quedara yo a dormir con él y yo me negué rotundamente a aceptarlo, así que con todo el dolor de mi corazón pues de verdad me gustaba como me cogía, tuve que terminar con él. Aun estuvo buscándome y rogándome por un tiempo para que volviera, inclusive llego a llorar y a hincarse ante mí para rogarme y yo decidí darle otra oportunidad pero ya de manera distinta, sucedió que cuando tenía yo algún apuro de dinero iba yo a verlo y le pedía prestado y él me prestaba sabiendo que le iba yo a pagar con mis nalgas, pero aun estas acciones se fueron haciendo cada vez mas esporádicas hasta que definitivamente desaparecieron, y actualmente ya tiene varios años que no me mete el pito, nos encontramos de vez en cuando en la calle y solamente nos saludamos como dos viejos amigos.
Nota: estoy poniendo este relato en la categoría de no consentido porque originalmente en este primer relato iba yo a platicar sobre una de las ocasiones en que me violaron, pero me solté platicando de otras cosas y tuve que dejar para más adelante mis experiencias sobre las violaciones, prometo que las relatare más adelante.
Matilde

 
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