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Karen. Mi segunda fantasía sexual cumplida.

voyerista

Bovino adolescente
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19 Ago 2008
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86
Estimados Bakunos. Gracias a los que han leído mis otros relatos. Después de una larga ausencia, retomo mis colaboraciones de relatos eróticos. Espero que éste les guste. Se agradecen los comentarios.
Karen, mi segunda fantasía sexual cumplida.​
Una tarde caminaba por los rumbos del Metro Hidalgo. Venía recordando la aventura que había tenido con mi amiga Anel, a quien había conocido caminando por las calles de esta ciudad y sobre quien trata mi primer relato (Cumpliendo una fantasía). Recordaba cómo había disfrutado esa tarde con ella y la verdad tenía días deseando repetir una aventurilla como esa. Ligarme a una chica desconocida y llevármela a un hotel, aunque hubiera que poner algo dinero. El reto era que la chica no fuera “profesional”. En fin, estaba yo en esos pensamientos cuando, al dar la vuelta por una esquina vi venir hacia mí a una chica morena, delgada, bajita y con el cabello peinado con una cola de caballo. Vestía zapatillas cafés, unos jeans ajustaditos y una gruesa chamarra también café. Era enero y hacía frío.
Yo la seguí con la mirada conforme nos íbamos acercando sobre la misma acera. No pensé en hacer otra cosa que admirar a esta chica, porque la verdad estaba bastante bonita, mientras se aproximaba hacía mí. Pero en el último momento, cuando pasó junto a mí, algo me impulsó a decirle: “Hola, buenas tardes”. Ella volteó y me vio con cara de sorpresa. Su mirada fue más bien como un “¿Te conozco?”. Después bajó sus lindos ojos cafés y cruzó la calle. Caminó a un edificio ubicado en una esquina y la perdí de vista. Dudé unos segundos y caminé en la misma dirección. Me sorprendí cuando al llegar enfrente del edificio, no la vi caminando por la calle, sino sentadita en la orilla de una jardinera que había en la entrada del lugar. Ella me vió y como que quiso hacerse “pequeñita”, para que no la viera, como si no hubiera querido que yo la siguiera hasta allí. Yo le sonreí y ella también me sonrío con timidez. Me acerqué y le dije: “Hola, disculpa que me haya acercado así, pero es que me llamaste mucho la atención, me pareciste una chica muy bonita”. Y sin dejarla reaccionar le pregunté que andaba haciendo por allí. Ella me respondió: “Nada. Sólo ando paseando. Vengo de buscar trabajo y antes de llegar a mi casa quise caminar un poco, para distraerme. Es que ya llevaba unos días buscando empleo y no lo conseguía. Pero por fin lo logré”.
“Bueno, debes estar muy contenta, últimamente el trabajo no abunda mucho. Y ¿de que vas a trabajar? si no es indiscreción”. “De mesera. Es el único tipo de trabajo que he tenido. El sueldo es bajo, pero con las propinas me ayudo bastante. Es que tengo un hijo y pues, ya te imaginarás, los gastos están muy duros”. “Sí, te entiendo. Debe ser difícil. Y tu esposo debe estar viéndoselas muy duras sosteniéndote a ti y a tu hijo él sólo. Ya no son los tiempos de antes, en que con el sueldo de uno alcanzaba para sostener a una familia”. “Es que no tengo esposo. Soy mamá soltera”.
Yo me disculpé por la indiscreción y ella me dijo que no había problema: “Oye, no ando con un letrero que diga: Soy mamá soltera. Esos tiempos ya pasaron”. “Tienes razón”, dije y le pregunté su nombre: “Karen”, me respondió. Seguimos conversando. Ella me habló un poco de sus gustos, de su hijo, de su familia y de sus trabajos anteriores. Mientras platicábamos yo la miraba con atención. La verdad, me parecía una chica muy bonita: piel morena clara, ojos cafés, algo rasgados; nariz pequeña, pómulos que destacaban suavemente en su cara. Tenía unos labios delgados, pero que gracias al “rouge”, destacaban y se veían muy apetecibles. Su voluminosa chamarra no permitía ver todos sus “encantos”, pero sus piernas eran delgadas y bien torneadas. Sus pies se veían pequeños y hasta delicados en sus zapatillas. La verdad, conforme seguía la conversación, yo empezaba a desearla. El impulso fue creciendo más, conforme seguíamos hablando. En algún momento, la plática giró en torno al dinero, ella estaba preocupada por llegar a ver a una hermana que se había quedado cuidando a su hijo, y que la iba a prestar algo de dinero, pues el que ella había ahorrado ya se había terminado y mientras empezaba a trabajar, iba a necesitar algo para sus primeros gastos. “¿A qué hora tienes que llegar con tu hermana?” le pregunté. Ella respondió: “Le dije que a más tardar llegaba a las 8:00. Vivo cerca de aquí, así que en unos 10 o 15 minutos estoy en mi casa”. Yo miré mi reloj disimuladamente. Eran las 5:30. Comenzada a hacerse tarde y no veía cómo llevar la conversación hacia el tema que me interesaba: el de lograr llevarla a un hotel. Pero lo que ella acababa de decir me puso en una mejor situación. La idea de invitarla a tomar un café estaba descartada. Eso nos iba a quitar mucho tiempo y la verdad, yo deseaba lograr mi cometido lo más pronto posible, pues no creía tener una segunda oportunidad con ella.
Decidí jugarme el todo por el todo: “¿Puedo decirte algo? Espero que no te moleste”. “¿Qué cosa?”, me preguntó y yo me lancé a fondo. Le solté todo un discurso que la verdad me salió mejor de lo que esperaba: le dije que me parecía una mujer muy bonita, que me agradaba mucho y que pensaba que yo podía ayudarla de alguna forma con su situación económica. Ella dijo: “¿Cómo está eso de que me quieres ayudar?”. “Si tú quieres, puedes hacer un trabajo para mí”. Ella dijo: “Pero te dije que ya tengo trabajo, que empiezo la otra semana”. “Sí. Pero este sería un trabajo de un rato. En una hora y media te puedes ir a tu casa con algo de dinero. Verás: necesito una modelo y tú me pareces muy atractiva, creo que puedes funcionar para la idea que tengo y creo que nos podemos ayudar los dos”. Ella me miró con cierta sorpresa y dijo: “Creo que no te entiendo ¿Qué es lo que me estás proponiendo? ¿Eres pintor o algo así?”. “Soy fotógrafo y desde hace tiempo tengo el interés de practicar fotos de desnudo con mujeres”. Nuevamente comencé a hablar sin darle tiempo de reaccionar. Le pregunté que si sabía qué es el voyerismo. Ella negó con la cabeza y yo le expliqué de qué se trata. Le hice notar que mi interés era verla sin ropa, para tomarle algunas fotos, pero que no buscaba sexo, sólo el placer de admirarla a mis anchas en un lugar más discreto. Para convencerla, le dije que no era necesario que posara desnuda, que si quería, podía posar en ropa interior, pero que de todos modos, yo estaba dispuesto a pagarle por la sesión. Ella preguntó: “¿Me vas a tomar fotos? ¿Qué vas a hacer con ellas?...Oye, yo tengo unos primos que no se despegan del Internet y me he enterado que luego se encuentran fotos así y, pues, yo no quiero que al rato me encuentren por allí. No, imagínate la que se me armaría…”. Yo le expliqué que las fotos sólo eran para mí, que no pensaba en publicarlas.
Karen no parecía muy convencida. Estaba preocupándome el que no lograba convencerla. Como ya había descubierto mi juego, no me quedaba otra que convencerla o dejar que se fuera. Pero en ese momento, la cosa dio un giro interesante. Le dije que si lo de las fotos no le convencía, que era cosa de buscarle, que yo sí tenía el deseo de poder admirarla. Ella me dijo: “pues no se, eso de las fotos no me gusta, pero, si tú quieres, podemos arreglarnos, pues, para otra cosa, como lo que me dices, de verme, sólo dime cuánto me ofreces”. Yo le dije una cantidad y ella respondió: “Creo que es poco, anda dame un poco más”. Le dije: “¿Cuánto quieres ganar?”. Ella dio una cantidad que me pareció bastante razonable. Era lo mismo que le había pagado a mi amiga Anel, la protagonista de mi primera aventura, así que le dije: “Bueno, estoy de acuerdo”. Enseguida respondió: “Es un trato, pero quiero pedirte algo, por favor”. “Sí, claro”, “Es que, si acepto ir contigo, me gustaría que lo hagamos. No quiero que sólo sea eso de que me vas a ver y ya…” “Bueno, en eso también estoy de acuerdo, no creí que fuera a interesarte eso. Pensé que era más tranquila mi propuesta. La verdad, haces que me sienta halagado”.
Karen sonrió y se agachó algo apenada, pero enseguida me dijo: “Bueno, tenemos un trato. Tú dices a dónde nos vamos”. Le sugerí un hotel pequeño y muy sencillo que había a la vuelta de donde estábamos platicando. Ella lo dudó unos segundos, pero aceptó y comenzamos a caminar hacia allí. Yo me sentía muy excitado. La tomé de la cintura y ella no me rechazó, así que el resto del camino, apenas una calle, lo hicimos tomados de la cintura. Entramos al hotel y pedí una habitación. Nos dieron una en el segundo piso, así que mientras subíamos, ella caminaba unos escalones delante de mí. Yo aproveché para admirar sus piernas y sus nalgas, que quedaban al descubierto de la chamarra que vestía. Llegamos frente a la puerta del cuarto. Yo saqué la llave y tratando de no mostrar mi nerviosismo, abrí con suavidad la puerta. Al encender la luz vimos una pequeña habitación, con una cama en el centro de la pared opuesta a la puerta, con sus burós a cada lado. A la derecha estaba la ventana, abierta y con la cortina recogida. A la izquierda estaba una mesa de noche con un espejo grande. Justo al lado derecho de la puerta estaba el baño y después una cómoda con una televisión encima. Entre la puerta del baño y la televisión estaba fijado en la pared un perchero de madera.
Caminé hacía la ventana, la cerré y también corrí la cortina. Cuando volteé, vi a Karen todavía parada junto a la puerta. Le sonreí y ella también sonrió, pero de forma tímida. Le pregunté cómo se sentía y me dijo que bastante nerviosa: “Es que esto de entrar a un hotel con alguien que acabo de conocer, para…eh…tú sabes, es algo que nunca había hecho. No soy una santa, allí está mi hijo, pero es que con su papá, pues era otra cosa. Además, está eso del dinero, si me hace falta, pero nunca hubiera pensado que me ibas a ofrecer dinero por algo como lo que me pediste. Esto es raro para mí. Tú me entiendes, ¿No?... ¡Uff! Creo que tengo calor”. Mientras hablaba, Karen caminó hacia la cama y se quedó parada junto a ella. “¿Porqué aceptaste venir conmigo?”, pregunté. “Pues porque me caíste bien. Me hiciste la plática y no llegaste en plan de quererme conquistar. Aunque esto es muy rápido, no se, me das confianza. Me pareces comprensivo, tranquilo y…eso, me das confianza”. “Gracias”, le respondí. Enseguida le dije: “Ponte cómoda. Si quieres quítate tu chamarra y cuélgala allí”, mientras le señalaba el perchero de madera. Ella me dijo: “Oye, no me lo tomes a mal, pero, ¿Puedes darme el dinero? no es que sea desconfiada, pero…”. “No hay ningún problema, aquí tienes lo acordado” y le tendí unos billetes que saqué de la bolsa de mi pantalón. Ella los tomó, los contó y los miró por unos instantes. Después se los guardó en la bolsa de su pantalón y se sentó en la cama. Preguntó: “¿Qué quieres que haga?”.
“Bueno, puede quitarte tu chamarra ¿No decías que sientes calor?”. Ella obedeció. Bajó el cierre de su chamarra y se la quitó. Pude ver por fin qué escondía bajo la voluminosa chamarra y la verdad que era algo digno de verse. Karen era muy delgada. Vestía una playerita de licra azul turquesa, escotada y de mangas cortas. Sus pechos destacaban muy bien con esa prenda. Se veían redondos y firmes bajo la tela de la blusa. Incluso se adivinaba el encaje que adornaba las copas de su brasier, a través de la tela. Sus delgados brazos estaban cubiertos por un fino bello que se veía muy suave. Yo tomé su chamarra y la fui a colgar en el perchero. En seguida me acerqué a ella y la contemplé durante varios segundos. Le dije: “Mira nada más lo que estabas escondiendo debajo de esa chamarrota. Eres una envidiosa”. Ella se sonrió y agachó la cara, mientras me decía: “Vas a hacer que me ponga roja”. “No tienes porqué apenarte, eres una mujer muy bonita. Y la verdad que Karen estaba muy linda. Delgada, de rasgos finos, pechos redondos y que sin ser exagerados, destacaban su figura. Sus piernas, delgadas y bien torneadas y sus nalgas, también redondas y proporcionadas a su estatura. En mi mente sólo pensaba que si así se veía todavía con su ropa puesta, cómo iba a verse ya sin ella.
Yo me senté a su lado en la cama y ella me dijo: “Estoy muy nerviosa. No se si voy a poder hacerlo bien”. “No te preocupes. Si quieres te doy unas caricias o un masajito, para que te relajes y te sientas más cómoda”. “Bueno”, respondió. Me coloqué hincado detrás de ella sobre la cama. Comencé por tocar su hombro derecho muy suavemente. Hice movimientos circulares sobre él. Después seguí con el izquierdo. Bajé con mis manos, siempre con movimientos suaves y circulares, por su espalda. Al llegar a su cintura comencé a subir mis manos por sus costados. Después le besé suavemente el cuello. Karen suspiró y ladeo su cabeza, para dejarme besarle mejor. Recorrí su hombro y después pasé al otro lado para hacer lo mismo. De repente vi cómo se resbalaba el tirante de su brasier, que era de color azul turquesa, muy parecido al tono de su blusa. Como me encanta la lencería, no pude evitar decirle: “Qué bonito color de brasier”. Ella dijo: “Gracias. Dame un poquito más de tiempo y te lo enseño”. Ante esa insinuación, me sentí más excitado y me concentré en seguir con las caricias, para convencerla de que comenzara a desvestirse. Volví a besar su cuello y ella echó su cabeza hacia atrás. Al bajar mi cara para seguir besándole el cuello, pude ver a través de su escote parte de sus pechos y la orilla de las copas del brasier, que eran de encaje. También acaricié sus brazos, cubiertos de suave vello. Después pasé al frente de su cuerpo. Comencé a rozar sus pechos con suavidad. Primero desde abajo, como sopesándolos, después, los acaricié en su totalidad, abriendo mis manos para abarcarlos, para, finalmente, comenzar a acariciar sus pezones, que, como ya se habían puesto duros, se podían adivinar a través de la tela. Le dije: ¿No me vas a enseñar tu brasier? me parece que está muy bonito. “Sí, claro, y se levantó, dio unos pasos hacia el frente y comenzó a quitarse la blusa. Lo primero que vi fue su espalda, pero ella giró y quedó de frente a mí.
Su brasier era de un diseño muy provocativo. De media copa, encaje, con broche al frente y delgados tirantes. Estaba algo sonrojada y con el movimiento para quitarse la blusa su pelo se había desacomodado, dándole un aspecto más sensual. Yo me levanté y me acerqué a ella. Comencé a acariciar su cuerpo, los hombros, los pechos, la espalda y después seguí con sus caderas, sus nalgas y su cintura. Después empecé a juguetear con mis dedos alrededor de su cintura, metiéndolos entre su piel y la tela del pantalón. Ella me dijo: “¿Te estorba mi pantalón?”. “Un poco”, le respondí. Ella comenzó a desabrochárselo. Yo la atraje hacia la cama y me senté frente a ella. Cuando ella se desabotonó el pantalón, yo bajé el cierre y al abrir la prenda, pude ver que se asomaba un bikini de color azul turquesa. “¿Tu pantaleta hace juego con tu bra?” y Karen dijo: “Me gusta que mi ropa interior siempre combine”. Enseguida, se quitó sus zapatillas y comenzó a bajarse su pantalón. Terminó de quitárselo y lo dejó encima de la cómoda del espejo. Allí también estaba su blusa. Karen ya sólo llevaba puesto su bra y su bikini azul turquesa. Francamente se veía muy bien. Yo estaba muy excitado. La acerqué a la cama y le pedí que se acostara. Se soltó el pelo y esto hizo que se viera más sensual todavía. Me dijo: “Oye, ¿Qué no te vas a poner cómodo? Mira cómo estoy yo y tú todavía estás vestido”. Yo accedí a desvestirme también. Me quité todo, excepto mi trusa, que según yo me quedaba muy bien. Ya así, le pedí a Karen que se pusiera boca abajo y comencé a acariciarla por la espalda. Bajé por sus caderas, sus piernas y también acaricié sus pies, hasta los dedos. Después subí hasta sus hombros. Hice el recorrido unas tres o cuatro veces. Conforme avanzaba, comencé a notar que ella se estaba excitando cada vez más. Su respiración era cada vez más agitada, su cuerpo estaba cada vez mas caliente. Le pedí que se diera la vuelta. Se recostó, ahora boca arriba y volví a recorrerla de pies a cabeza. En las partes de su cuerpo donde notaba que ella reaccionaba, me entretenía un poco más, haciéndole unas caricias extras. Besé sus hombros, acaricié sus pechos, sus brazos, su vientre, sus piernas. etc. A propósito evité tocar su sexo y sus pezones, a los que dejé para el último. Primero acaricié los pezones, después le di unos pequeños pellizcos, muy suaves, eso excitó mucho a Karen, que de repente con un movimiento de su mano derecha, se soltó el broche del bra, dejando que sus pechos saltaran libres. Yo continué acariciando sus pezones, ahora totalmente expuestos. Después los rocé con la punta de la lengua. Ella sólo suspiraba y gemía muy suavemente.
Bajé mis manos hasta su sexo y comencé a acariciarlo con suavidad por encima del bikini. Después de unos segundos vi cómo aparecía una pequeña mancha, señal de que su vagina estaba empezando a lubricar. Puse mis dedos sobre el lugar y comencé a acariciar con las puntas muy suavemente. Karen se enderezó, arqueó su espalda y después se volvió a recostar. Con sus manos comenzó a tocarse sus pechos y después se concentró en sus pezones, dándoles suaves pellizcos y apretones. Después bajó sus manos por su cuerpo y comenzó a bajarse su calzoncito, mientras me decía: “Ya me estorba, me lo tengo que quitar”. Dejé que se lo acabara de quitar. Ya estaba frente a mí como lo había deseado desde que había comenzado a platicar con ella en la calle: completamente desnuda, sólo para mí y con algo aún mejor. Estaba dispuesta echarse un buen revolcón.
Afortunadamente llevaba un condón en mi mochila. Siempre acostumbro traer por lo menos uno, por que no se sabe cuando se va a necesitar. Si no es para mí, alguno de mis cuates lo puede necesitar. En fin volviendo a lo que pasaba con Karen. Ella ya estaba lista, así que yo me quité mi trusa y me puse el condón. Ella me dijo: “Ya venías prevenido ¿Eh?”. Me pidió que me acostara en la cama y ella, inclinándose sobre mí, comenzó a besar mi cadera, alrededor de mi miembro. Después comenzó a dar pequeños lengüetazos y así subió hasta mi pecho, donde se concentró e mis pezones. Todos sus movimientos me estaban excitando cada vez más. Mientras ella hacía esto, yo aproveché para acariciar sus nalguitas y su cadera. Después ella me dijo: “Ya estoy lista. Puedes entrar”. Se colocó encima de mí y se fue sentando poco a poco, hasta meterse todo mi miembro en su vagina. Yo sentí cómo lo apretaba y le pasaba su calor. Karen comenzó a subir y bajar, despacio y después con un ritmo más acelerado. “Si te quieres venir, me avisas, porque quiero ayudarte a que dures un poco más. No quiero que esto termine tan rápido”. “Bueno, yo te aviso”. Después de unos minutos sentí el deseo de eyacular, por lo que le dije: “Bájale un poquito, si no, la fiesta se va a acabar”. Karen se detuvo se levantó. Nos acariciamos unos minutos y después me dijo: ¿Cómo estás? ¿Más tranquilo?”. “Sí, respondí”. Ella se acomodó a mi lado y me dijo: “Ahora tu arriba”. Separó sus piernas y me miró con intensidad. Entré con más facilidad. Karen me dijo: “Empieza despacito, por favor, después le vas subiendo al ritmo”. Así lo hice. Poco a poco fuimos acoplándonos. De repente, Karen levantó sus piernas y las cruzó alrededor de mi cuerpo. Después comenzó a sonar cada vez más excitada. Su respiración era más agitada. Yo comenzaba a sentir que estaba por venirme, así que le dije a Karen. Ella me dijo: “Vente, no hay problema, yo también estoy… casi…ahhh, ahhh, ahhh…Karen no termino de hablar. Los dos nos venimos casi al mismo tiempo. Fue un momento muy especial para los dos.
Estaba empapado en sudor. Karen se veía contenta, aunque a los pocos minutos su cara cambió a un semblante de preocupación. “Qué te pasa”, le pregunté: Ella dijo: “No te preocupes. No es nada que hallas hecho, es que ya es tarde y tengo que llegar a mi casa ¿No te molesta si me visto y me voy? Es que, si no me apuro, voy a llegar tarde y no quiero que mi hermana se moleste. Ya bastante hizo con cuidar a mi hijo todo el día”. “No hay problema, arréglate”. Ella se vistió a toda prisa. Yo volví a ver la ropa interior que tanto me había gustado y después vi desaparecer esas prendas, cubiertas por el resto de su ropa. Yo me envolví una toalla a la cintura y me acerqué a la puerta para abrirla. Karen me dio un tímido beso en la mejilla y estrechó mi mano derecha con suavidad. Le dije: “Lo pasé muy bien. Eres una chica muy bonita y te agradezco que hayas aceptado venir conmigo. No se si volvamos a vernos, pero si es así, no es obligatorio el sexo, podemos irnos a tomar un café, para platicar”. Ella sonrió y dijo: “Si, eso del café estaría bien. No sabemos si habrá una próxima vez y si para entonces seguiremos libres, pero a mí también me gustaría platicar contigo, si se vuelve a dar la posibilidad. Disculpa que no te de mi teléfono, pero es que la verdad, no quiero comprometerme con nadie, ni siquiera como amigos”. “Te entiendo. Yo también ando en plan de soltero empedernido. Gracias por la sinceridad y… por todo lo demás”. Nos despedimos y Karen caminó por el pasillo hasta la escalera, donde desapareció. Yo regresé a darme un baño y minutos después salí del hotel. No volví a ver a Karen. Todavía llego a pasar por el hotel donde pasamos esas dos horas tan agradables y vuelven a mi mente gratos recuerdos. Durante un tiempo seguí buscando ligar y tener sexo con desconocidas, por lo que todavía tengo algunas historias por contar. Espero subir pronto otros relatos.
 

atylaxpz

Bovino maduro
Registrado
6 Ago 2010
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Excelente

te puedo decir que la tecnica del torbe es buena solo hay que saberla aplicar y por tus relatos que he leido hay la llevas aunque no te has dado cuenta que tienes la respuesta para que concretes , tu mismo lo dijiste que hace torbe - entrevistas con una camara - asi las aborda que haces tu - les dices que estan lindas y haces contacto - utilizas lo de ser fotografo y voyerista - estas mas que bien solo arma esas partes y listo ¡ aaaa y carga contigo una camara asi tu premio es doble ¡¡¡¡¡¡¡

yo hago algo parecido pero por medio del internet y te puedo decir que he conectado a 3 personas una embarazadita , una madura y una chava que coge de 10 es cuestion de perfeccionar tu estrategia y como bien dices corregir los errores

aunque yo no me iria tanto por las mas buenotas (pues no son tan faciles, aunque haya cash de por medio) hay mas sencillas pero que te pueden sorprender como la de la chamarra

salu2 y suerte espero mas vivencias tuyas
 

el_sololoy

Bovino maduro
Registrado
22 Jul 2009
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462
muy chida historia carnal... bien relatada... me hubiera gustado que dieras mas detalles acerca de su cuerpo... ojala sigas aportando carnal... saludos !
 
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