Como de costumbre, yo solía tomar a diario una ducha como a eso de las 4 de la tarde. Solo me llamaba la atención que esta misma costumbre fuera practicada igualmente por mi sobrino. Y digo igualmente ya que apenas yo salía de mi ducha, él acudía a refrescarse de manera similar. En realidad nunca le di mucha importancia a esta extraña coincidencia y la ducha para mí, seguía siendo un grato momento de relax y diversión.
Mi braguita y sujetador quedaban en un depósito especial para este efecto desde el cual, cada sábado la retiraban para lavarla. Pues bien, hablando de esta prenda tan íntima, sucedió una tarde que salí de la ducha y mi reloj quedó olvidado en el baño. Al percatarme de esto él, ya estaba duchándose, pero para mi era imperioso recuperar rápidamente mi reloj. De esta manera decidí que tenía que entrar al baño a como diera lugar. Tuve la intención de golpear la puerta pero algo instintivo me llevó a girar la manilla. Esta giró libremente y comprendí que él había olvidado cerrar con seguro. Tal vez no es necesario molestarlo, pensé. Será sencillo entrar y tomar mi reloj sin mayores molestias. Giré lentamente la puerta y la intensidad del sonido del agua aumentó. Entré silenciosamente al lugar donde mi sobrino estaba duchándose. Sin embargo, para mi gran sorpresa, el chico no estaba en la zona donde caía el agua, sino más bien, en un lugar donde el agua no llegaba.
Quedé sin respiración al ver que él había tomado mis bragas del lugar donde yo la había puesto y la estaba utilizando para su deleite y excitación. Con su mano izquierda la había llevado hasta su rostro, rozaba la tela contra la piel con ardiente placer; su olfato intentaba extraer de la prenda, los aromas que mi sexo había depositado allí. Alternativamente, su lengua húmeda buscaba los voluptuosos sabores de mi intimidad. Todo este cuadro de éxtasis que me mostraba mi sobrino, estaba acompañado por las rítmicas y suaves caricias que su mano libre entregaba a su erecto miembro juvenil. Mi asombro ya en retirada, dio paso a una extraña excitación.
Por algunos instantes sentí que mi sobrino, practicaba el sexo oral conmigo, pude sentirlo e imaginarlo muy profundo dentro de mi sexo.
Sin embargo, sucedió una noche en que llegué algo cansada a mi habitación; me saqué la ropa y me tendí sobre la cama solo con prendas interiores.
Disfruté esos momentos de descanso y pude sentir que algo de energía volvía a mí, ya me sentía mejor. En esos instantes de abandono personal, entró a mi habitación mi sobrino. Un poco incómodo por verme en ropa interior, se acercó a mí y me preguntó si me sentía bien. Le dije que si, solamente un poco cansada, pero estoy bien le dije.
- ¿Cansada? ¿Sabes?, yo te puedo dar un pequeño masaje relajante. Dijo.
- Está bien, dame un masaje, ven acércate a la cama...cómo debo ponerme ? pregunté.
- Así estás bien tía, mirando hacia arriba y extendiendo tus brazos, respondió el mi sobrino.
De esta manera, extendí mis brazos y quedé mirando a lo alto del techo. Sus manos llegaron a mi cuello para presionarlo suavemente y después esparcir su presión hacia mis hombros, así sus manos recorrían mi piel en busca del relajo muscular. Luego sus manos abarcaron mis brazos en toda su extensión, recorriéndolos delicadamente ante la sensibilidad de sus partes internas. Volviendo al cuello, ahora sus manos viajan hacia la nuca y vuelven, cerca de los oídos y a través de los mechones de mi pelo. Evidentemente los elásticos del sujetador sobre mis hombros, es una molestia para el libre andar de sus manos.
Sigo mirando al techo y la idea de quitarme el sujetador, hace que cierre mis ojos. Ahora en la oscuridad de mis ojos cerrados, siento con mayor sensibilidad, el mensaje de sus manos. Finalmente decido quitarme el sujetador sin antes decirle a mi excitado sobrino:
- Espera un poco, esta prenda me molesta mucho, me sacaré el sujetador para estar más cómoda.
Lo hago lentamente y con delicadeza, de esta manera libero mis senos que quedan de lleno bajo la admiración de mi emocionado masajista.
Ahora él no puede dejar de mirar mis senos que alguna vez en el pasado ya había admirado de algún modo. Sus manos giran cerca de mis senos y quiere hacerme creer que es parte del masaje. Sus dedos finalmente se acercan mucho a mis pezones sin querer tocarlos del todo.
- No tengas miedo, no vas a dañarme si los tocas, le digo.
Mi sobrino abandona su miedo y lleva sus manos y sus dedos a jugar con mis pezones; los acaricia y aprieta con suavidad, con timidez, con la excitación que le han producido.
Las caricias que recibo, aun cuando muy inexpertas, me producen una inmensa excitación y siento como mi sexo comienza a latir de deseo y ansiedad. También es claro que he comenzado a humedecerme con estas juveniles caricias que estoy recibiendo y siento ya la humedad en mi braguita. Él casi no puede ocultar la enorme erección que mantiene. Intenta de cualquier modo ocultar su pene que anhela ser liberado. Ahora mira constantemente hacia abajo, hacia donde se unen mis piernas y mi sexo es protegido por mis bragas.
Pero cierro mis ojos y en instantes siento como su olfato busca los más variados aromas que provocan en él, aún una más violenta excitación. Yo misma me caliento mucho más al sentir su respiración agitada tan cerca de mi sexo.
De pronto, siento que el chico ha comenzado a besar la tela que protege mi sexo, pasa su lengua para sentir el sabor de mi creciente humedad sexual.
Tanto me ha excitado que instintivamente llevo mi mano hasta su pene, por encima de sus pants, introduciendo mi mano por debajo de su ropa interior para liberar la verga que se ha mantenido tanto tiempo erecta y dura. La libero y puedo apreciar la dulce polla de mi juvenil sobrino, se encuentra muy dura y rodeada de humedad masculina. Le bajo todo y puedo apreciar como el líquido blanco y tibio ha mojado su ropa y conserva mojada igualmente, la cabeza del miembro sexual. Con mi mano, tomo su verga y la acaricio suavemente, mis dedos juegan sobre la cabeza lubricada con su propio líquido seminal.
Mi sobrino se estremece ante esta caricia manual y separa mis piernas para hacer más efectivas sus caricias orales. Ha mojado por completo mi braga, y por sobre la tela, busca el centro de mi sexo. Ambos somos dominados por un intenso placer con la sola diferencia de que él no tenido contacto con mi piel aun.
Sigo jugando con su verga, humedeciendo mis dedos y mi mano, ahora he abarcado su polla en toda su extensión y mis caricias se han tornado mas violentas sobre su pene.
Finalmente me saca las bragas. El chico sin esperar un segundo más, hunde su boca en mi sexo deseando follarme con su lengua. Sus desordenadas caricias tocan de vez en cuando mi clítoris haciéndome estremecer de placer.
Mi mano ha retornado a su polla para brindarle igualmente, placer y caricias manuales. No lo hago con intensidad, pues sé que en pocos segundos podría acabar y lanzar su caliente semen por todos lados.
Esto es lo que te gusta ¿verdad?, masturbarte con mis bragas, mis olores y mis sabores, le digo. Eres un chico muy caliente y aficionado a las bragas.
Si tía, es verdad que muchas veces me masturbé besando y lamiendo tus braguitas, responde finalmente.
Quisiera decirle algo mas pero el chico ya me tiene al borde del orgasmo. Y aquí estoy, gozando el sexo oral que me está dando mi joven sobrino. Y me hacen alcanzar un primer orgasmo de indecible placer.
Por instantes, el placer que le dan mis manos, le impiden realizar en buena forma su tarea. Pero siempre vuelve a hundirse con su lengua en mi sexo, abarcando todas las zonas más sensibles. Presiento, por su caliente placer, que ya está pronto a terminar. Deseo alcanzar mi segundo, siento ya venir mi placer y quiero recompensarlo con una caliente pajita, apunto su erecta verga hacia mi pecho para que su semen caiga, ojala sobre mis senos pues ignoro en realidad, la fuerza de su pronta eyaculación.
Mi sobrino ya me hace acabar y refuerzo mis caricias manuales sobre su pene para que acabe él también. Maravillosamente, mientras comienzo a disfrutar de mi segundo orgasmo... siento como el semen caliente sale de su pene descontroladamente en una formidable eyaculación. De este modo, mientras soy poseída por mi orgasmo, su semen cae en diversas partes de mi pecho golpeándome con su líquido y caliente golpe seminal. Mis manos sacuden su verga hasta que la última gota sale desde allí.
Luego nos quedamos quietos, cansados de tanto disfrutar nuestras sexuales aficiones. Mi sobrino, ya mucho mas tranquilo, mira su propio semen como ha quedado diseminado por mi pecho y otras partes de mi cuerpo. Yo misma miro la gran cantidad de semen que me ha mojado y que ahora mi sobrino, gentilmente comienza a secar con mi propia braga. Con morboso placer él me explica que de esta manera, nuestros líquidos sexuales quedarán en la tela de mi prenda íntima. Sonriendo finalmente, mi joven y especial sobrino me pide si puede conservar mi braga como recuerdo de aquella noche en que nos entregamos al mutuo placer sexual.
Es tan tierno su pedido, que acepto que conserve mi braga del mismo modo como yo conservaré el placer renovador, que me entregó mi sobrino con su rara y especial afición a las bragas femeninas.
Mi braguita y sujetador quedaban en un depósito especial para este efecto desde el cual, cada sábado la retiraban para lavarla. Pues bien, hablando de esta prenda tan íntima, sucedió una tarde que salí de la ducha y mi reloj quedó olvidado en el baño. Al percatarme de esto él, ya estaba duchándose, pero para mi era imperioso recuperar rápidamente mi reloj. De esta manera decidí que tenía que entrar al baño a como diera lugar. Tuve la intención de golpear la puerta pero algo instintivo me llevó a girar la manilla. Esta giró libremente y comprendí que él había olvidado cerrar con seguro. Tal vez no es necesario molestarlo, pensé. Será sencillo entrar y tomar mi reloj sin mayores molestias. Giré lentamente la puerta y la intensidad del sonido del agua aumentó. Entré silenciosamente al lugar donde mi sobrino estaba duchándose. Sin embargo, para mi gran sorpresa, el chico no estaba en la zona donde caía el agua, sino más bien, en un lugar donde el agua no llegaba.
Quedé sin respiración al ver que él había tomado mis bragas del lugar donde yo la había puesto y la estaba utilizando para su deleite y excitación. Con su mano izquierda la había llevado hasta su rostro, rozaba la tela contra la piel con ardiente placer; su olfato intentaba extraer de la prenda, los aromas que mi sexo había depositado allí. Alternativamente, su lengua húmeda buscaba los voluptuosos sabores de mi intimidad. Todo este cuadro de éxtasis que me mostraba mi sobrino, estaba acompañado por las rítmicas y suaves caricias que su mano libre entregaba a su erecto miembro juvenil. Mi asombro ya en retirada, dio paso a una extraña excitación.
Por algunos instantes sentí que mi sobrino, practicaba el sexo oral conmigo, pude sentirlo e imaginarlo muy profundo dentro de mi sexo.
Sin embargo, sucedió una noche en que llegué algo cansada a mi habitación; me saqué la ropa y me tendí sobre la cama solo con prendas interiores.
Disfruté esos momentos de descanso y pude sentir que algo de energía volvía a mí, ya me sentía mejor. En esos instantes de abandono personal, entró a mi habitación mi sobrino. Un poco incómodo por verme en ropa interior, se acercó a mí y me preguntó si me sentía bien. Le dije que si, solamente un poco cansada, pero estoy bien le dije.
- ¿Cansada? ¿Sabes?, yo te puedo dar un pequeño masaje relajante. Dijo.
- Está bien, dame un masaje, ven acércate a la cama...cómo debo ponerme ? pregunté.
- Así estás bien tía, mirando hacia arriba y extendiendo tus brazos, respondió el mi sobrino.
De esta manera, extendí mis brazos y quedé mirando a lo alto del techo. Sus manos llegaron a mi cuello para presionarlo suavemente y después esparcir su presión hacia mis hombros, así sus manos recorrían mi piel en busca del relajo muscular. Luego sus manos abarcaron mis brazos en toda su extensión, recorriéndolos delicadamente ante la sensibilidad de sus partes internas. Volviendo al cuello, ahora sus manos viajan hacia la nuca y vuelven, cerca de los oídos y a través de los mechones de mi pelo. Evidentemente los elásticos del sujetador sobre mis hombros, es una molestia para el libre andar de sus manos.
Sigo mirando al techo y la idea de quitarme el sujetador, hace que cierre mis ojos. Ahora en la oscuridad de mis ojos cerrados, siento con mayor sensibilidad, el mensaje de sus manos. Finalmente decido quitarme el sujetador sin antes decirle a mi excitado sobrino:
- Espera un poco, esta prenda me molesta mucho, me sacaré el sujetador para estar más cómoda.
Lo hago lentamente y con delicadeza, de esta manera libero mis senos que quedan de lleno bajo la admiración de mi emocionado masajista.
Ahora él no puede dejar de mirar mis senos que alguna vez en el pasado ya había admirado de algún modo. Sus manos giran cerca de mis senos y quiere hacerme creer que es parte del masaje. Sus dedos finalmente se acercan mucho a mis pezones sin querer tocarlos del todo.
- No tengas miedo, no vas a dañarme si los tocas, le digo.
Mi sobrino abandona su miedo y lleva sus manos y sus dedos a jugar con mis pezones; los acaricia y aprieta con suavidad, con timidez, con la excitación que le han producido.
Las caricias que recibo, aun cuando muy inexpertas, me producen una inmensa excitación y siento como mi sexo comienza a latir de deseo y ansiedad. También es claro que he comenzado a humedecerme con estas juveniles caricias que estoy recibiendo y siento ya la humedad en mi braguita. Él casi no puede ocultar la enorme erección que mantiene. Intenta de cualquier modo ocultar su pene que anhela ser liberado. Ahora mira constantemente hacia abajo, hacia donde se unen mis piernas y mi sexo es protegido por mis bragas.
Pero cierro mis ojos y en instantes siento como su olfato busca los más variados aromas que provocan en él, aún una más violenta excitación. Yo misma me caliento mucho más al sentir su respiración agitada tan cerca de mi sexo.
De pronto, siento que el chico ha comenzado a besar la tela que protege mi sexo, pasa su lengua para sentir el sabor de mi creciente humedad sexual.
Tanto me ha excitado que instintivamente llevo mi mano hasta su pene, por encima de sus pants, introduciendo mi mano por debajo de su ropa interior para liberar la verga que se ha mantenido tanto tiempo erecta y dura. La libero y puedo apreciar la dulce polla de mi juvenil sobrino, se encuentra muy dura y rodeada de humedad masculina. Le bajo todo y puedo apreciar como el líquido blanco y tibio ha mojado su ropa y conserva mojada igualmente, la cabeza del miembro sexual. Con mi mano, tomo su verga y la acaricio suavemente, mis dedos juegan sobre la cabeza lubricada con su propio líquido seminal.
Mi sobrino se estremece ante esta caricia manual y separa mis piernas para hacer más efectivas sus caricias orales. Ha mojado por completo mi braga, y por sobre la tela, busca el centro de mi sexo. Ambos somos dominados por un intenso placer con la sola diferencia de que él no tenido contacto con mi piel aun.
Sigo jugando con su verga, humedeciendo mis dedos y mi mano, ahora he abarcado su polla en toda su extensión y mis caricias se han tornado mas violentas sobre su pene.
Finalmente me saca las bragas. El chico sin esperar un segundo más, hunde su boca en mi sexo deseando follarme con su lengua. Sus desordenadas caricias tocan de vez en cuando mi clítoris haciéndome estremecer de placer.
Mi mano ha retornado a su polla para brindarle igualmente, placer y caricias manuales. No lo hago con intensidad, pues sé que en pocos segundos podría acabar y lanzar su caliente semen por todos lados.
Esto es lo que te gusta ¿verdad?, masturbarte con mis bragas, mis olores y mis sabores, le digo. Eres un chico muy caliente y aficionado a las bragas.
Si tía, es verdad que muchas veces me masturbé besando y lamiendo tus braguitas, responde finalmente.
Quisiera decirle algo mas pero el chico ya me tiene al borde del orgasmo. Y aquí estoy, gozando el sexo oral que me está dando mi joven sobrino. Y me hacen alcanzar un primer orgasmo de indecible placer.
Por instantes, el placer que le dan mis manos, le impiden realizar en buena forma su tarea. Pero siempre vuelve a hundirse con su lengua en mi sexo, abarcando todas las zonas más sensibles. Presiento, por su caliente placer, que ya está pronto a terminar. Deseo alcanzar mi segundo, siento ya venir mi placer y quiero recompensarlo con una caliente pajita, apunto su erecta verga hacia mi pecho para que su semen caiga, ojala sobre mis senos pues ignoro en realidad, la fuerza de su pronta eyaculación.
Mi sobrino ya me hace acabar y refuerzo mis caricias manuales sobre su pene para que acabe él también. Maravillosamente, mientras comienzo a disfrutar de mi segundo orgasmo... siento como el semen caliente sale de su pene descontroladamente en una formidable eyaculación. De este modo, mientras soy poseída por mi orgasmo, su semen cae en diversas partes de mi pecho golpeándome con su líquido y caliente golpe seminal. Mis manos sacuden su verga hasta que la última gota sale desde allí.
Luego nos quedamos quietos, cansados de tanto disfrutar nuestras sexuales aficiones. Mi sobrino, ya mucho mas tranquilo, mira su propio semen como ha quedado diseminado por mi pecho y otras partes de mi cuerpo. Yo misma miro la gran cantidad de semen que me ha mojado y que ahora mi sobrino, gentilmente comienza a secar con mi propia braga. Con morboso placer él me explica que de esta manera, nuestros líquidos sexuales quedarán en la tela de mi prenda íntima. Sonriendo finalmente, mi joven y especial sobrino me pide si puede conservar mi braga como recuerdo de aquella noche en que nos entregamos al mutuo placer sexual.
Es tan tierno su pedido, que acepto que conserve mi braga del mismo modo como yo conservaré el placer renovador, que me entregó mi sobrino con su rara y especial afición a las bragas femeninas.
