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De versos a besos – final?

Larry Damiloco

Becerro
Registrado
27 Nov 2012
Mensajes
8
Creo que ahora yo tendré el placer de relatarles como pasamos de caricias en el corazón, con palabras dulces y tiernas, a caricias en la piel, con besos dulces y tiernos. Recordandoles que este no es un simple relato imaginado, es una historia de amor verdadero. Pasó (y valla que pasó), espero no decepcionarlos.

Quedamos de vernos un viernes. Siempre que hacíamos planes para nuestro encuentro, algo se atravesaba, algo pasaba y todos los planes se venían abajo. Ese viernes no fue la excepción. La llame por teléfono para decirle lo inevitable, no podría verla hoy tampoco. Obvio se molestó un poco, pero como es muy linda, no me recriminó. Yo estaba triste (como no estarlo) y muy frustrado. Estábamos platicando por el mensajero:

Yo: -“Liz, me caga no poder verte”-

Ella: -“Damian, contéstame algo. ¿Qué tantas ganas tienes de verme”-

Yo: -“Me muero por verte amor”-

Ella: -“¿A qué hora sales hoy?”- cuando me dijo esto, mi corazón comenzó a latir como loquito

Yo: -“A las cinco, a mi hora normal”-

Ok, no quiero relatarles a detalle cómo nos pusimos de acuerdo. El asunto es que quedamos de vernos en un metro cerca de mi oficina. Tomé un taxi para ir a esa estación (es de los metros que están muy bajo tierra) y cuando entre ella aún no estaba ahí. Me pare recargado en una columna. Al llegar el segundo tren, mis ojos se abrían grandes para ver si entre las personas aparecía ella. No la conocía aun físicamente (videochat y fotos solamente). Entonces apareció. Ella me había dicho “soy gordilla”, eso no me importaba (que una persona sea muy gordita o muy flaquita no me afecta en lo más mínimo), pero ella se equivocaba, no era gordilla. Si es llenita, pero yo esperaba ver a una chica del tipo de Rasputia o algo así (de la película de Norbit). Ella es perfecta. Traía unos jeans azules y una blusa de tirantes con otra blusa de botones encima. Se veía bellísima. Sus labios pintados de rojo, sus ojos perfectamente dibujando una nerviosísima serenidad. Y su cuerpo! Sus enormes senos, redondos, perfectos. Su blusa superior de botones los cubrían, pero era imposible ocultar ese par de montículos gemelos, perfectamente bien formados. De ahí, pasé a admirar sus hermosas piernas. Resaltaban las curvas perfectas a través de su pantalón. No era precisamente un pantalón strech, pero si dejaba ver la linda curvatura de sus firmes piernas. Llego hasta donde yo estaba, yo no podía dejar de verla. La abracé, olía a fresa divina, y nos dimos nuestro primer beso. Un beso fugas, pero que dijo tantas cosas. Sentir sus labios húmedos sobre los míos… fue como si me hubieran besado por primera vez.
Platicamos de los nervios que teníamos, de lo mucho que anhelábamos vernos. Salimos del metro y tomamos un taxi para ir a un lugar más privado… nuestra primera vez, nuestro primer Hotel.

Al entrar a la habitación, ella se dirigió al baño y yo me quede pensativo. No dudaba en lo que estaba por hacer, pero trataba de concentrarme en todo lo que le haría para causar la mejor de las impresiones (mi autoestima no era, o es, muy buena). Cuando salió del baño, nos miramos fijamente. No pudimos evitar acercarnos lentamente, con una desesperada calma y comenzar a besarnos. Apasionadamente, pero lento. Jamás había sentido eso, jamás me habían besado de esa forma.
A fuerza de ser verás, estaba un poco obsesionado con sus pechos. Quería llegar a ellos rápidamente, pero no quería arruinar el romance del momento. Así que para saciar mi sed de ellos, la abracé, y procure que mi torso sintiera la inmensidad de sus hermosos senos. En ese momento paso algo que no calculé, mi miembro, que estaba para ese momento reflejando toda la excitación de mi cuerpo, se pegó a ella como un imán. Me dio algo de pena, pero no podía soltarla. Sentir su cuerpo era sensacional.

Liz me confesó que estaba demasiado nerviosa. La solté un poco, tal vez la estaba presionando demasiado. La senté en la cama diciéndole que no le haría nada… nada malo. Era como ver a una escultura de Miguel Angel moverse con vida recientemente regalada. Me quité mi camisa, temiendo que fuera portadora de alguna mancha o perfume que pudiera alejarme de ella después. Regresé con ella, sentadita como la deje sobre la cama, como una niña obediente. Se puso de pie y nos besamos, con más fuerza, con más naturaleza, con mucha más pasión. Nos dimos la vuelta y me senté para poder tener sus pechos frente a mí. Ella me asalto, agachándose y secuestrando un beso mío, hubiera jurado que mi vida se iría en ese momento. Tomé su blusa negra y se la quité, de la manera más tierna y suave que mi ímpetu me lo permitía. Fui subiendo mis manos por su espalda y sentí que la blusa no la cubría, lo que me excitó mucho. Eso me permitió encontrar el broche de su sostén. Me urgía liberar esos hermosos senos y hacerlos míos por primea vez. Después de quitarle el sostén, mi frenetismo se hiso presente y trate de quitarle su blusa. Gran error. Ella entonces comprendió mi urgencia y sabía que podía disponer de mí. Tomo mis manos y se puso de pie. No dejábamos de besarnos y yo me perdía cada vez más en sus besos, en su atrapante aroma de mujer. Me llevó caminando de espaldas hacia un tocador (clásico de hotel) con un gran espejo. Me besó, me besó mucho, y sus besos eran como un tranquilizante, no podía moverme, no quería dejar de disfrutar de sus labios. Después pasó a mi cuello. No me besaba, me hacía suyo con sus labios y su lengua, recorrió con ellos mí cuello, bajando lentamente por mí pecho, su lengua se movía de una manera tan mágica, tan sensual. Yo comenzaba a querer arrancarle la ropa, pero quería que ella siguiera, quería saber que más me haría. Estando en mí pecho ella descubrió en mí dos puntos de extrema excitación, mis pezones. Los mordió y en ese momento yo reaccioné con un suspiro. Ella lo notó y se alejó, no sé si para admirarme, o para ver mejor mi reacción. Me sonrió y yo le guiñé un ojo. Ella suspiró y se lanzó a besarme mi abdomen. Yo sentía que mi cuerpo estaba siendo sensualmente invadido. En ese momento quise abrazarla y rosar con las yemas de mis dedos su delicia de cuerpo, pero ella no me lo permitió. Me obligó a sujetarme del tocador y me dijo “no puedes tocarme hasta que yo lo diga”, yo me sentía morir, quería meter mis manos bajo su blusa, arrancarla, provocarle el mismo placer que ella me provocaba, pero no, ella es toda una diva sexual. Y eso me provoco un nuevo nivel de excitación.

Ella se puso de rodillas frente a mí. Nunca había sentido tantas ganas de poseer a alguien, pero ahora yo era el obediente a ella. Me acariciaba y arañaba la espalda de una manera tan sexual, no, no sensual solamente, era algo completamente sexual. Puso su rostro frente a mi pantalón a la altura de mi miembro, pegando su rostro a mi miembro. Lo olía! Ella estaba oliendo mi miembro! Yo soy muy cuidadoso en mi higiene, así que no tenía miedo de algún mal olor, pero tampoco esperaba que ella hiciera algún gesto de “me gusta”. Sin embargo, pareciera que ella estaba aspirando la brisa del mar, su rostro mostraba una satisfacción hermosa. Eso me sonrojó.

Trató de desabrocharme el pantalón con sus dientes, pero me recriminó un poco molesta “Tu pantalón tiene broches no botón”-.-“tiene de los dos amor”. Me refunfuño de manera inocente y me desabrocho el pantalón con sus manos. Tomo mi cierre con los dientes y lo bajo, acariciando mi pene con su nariz. Bajó mi pantalón con ambas manos, acariciando al mismo tiempo mis piernas. Me quitó el pantalón, zapatos y calcetines. Me dejó semidesnudo. Solo tenía mi bikini playboy de algodón puesto. Besó mis pies, mis pantorrillas y cada centímetro de mis piernas. Acercó si naricita hermosa a mi miembro, encima de mi trusa, me lamió mis caderas, las mordía, las besaba, lamía mi ombligo, subió a mis pezones y nos besamos nuevamente. Para este momento mi miembro ya no cabía en mi ropa interior.

-“Liz, no tocarte cuando haces todo esto, es una tortura, una tortura muy rica”- Le dije. Ella solo sonrió de una manera por demás pínga. Mis piernas me temblaban. Ella se arrodilló nuevamente y comenzó a acariciar mi miembro sobre mi ropa interior. Jaló mi ropa interior y se quedó viendo por unos segundos a mi pene. No tengo un pene de tamaño pornstar, pero creo que a ella le gustaba, y eso me hiso descansar de una gran preocupación: el decepcionarla. Tomo mi pene con sus dos hermosas y suaves manos y lo frotó un poco. Pensé que lo siguiente sería que ella comenzara a chupármelo, pero no. Besó mi vientre y bajo sigilosamente hacia mis entrepiernas, a un costado de mi miembro. Mordía y lamia deliciosamente. Verla ahí abajo, debajo de mi pene era demasiado, sentía que mi instinto animal de poseerla me ganaría. Pero su ternura y sensualidad siempre fue un exquisito control para mí. Quería disfrutar de todo lo que ella tenía que darme. De pronto, tomo mi pene y acarició su cara con él. Jamás me habían hecho eso, y me cautivó. Me éxito muchísimo más. Cuando acercó mi pene a su boca, no la abrió completamente. Lo besó, besaba el glande, besaba mi prepucio, lo besaba todo completo. Yo sentía una riquísima desesperación, jamás pensé en disfrutar estar desesperado. Liz es una mujer única. Estando en ese hermoso grupo de besos, me miró, busco mis ojos y pudo darse cuenta de esa desesperación. Como un gesto de sensual compasión, saco su lengua y comenzó a lamer mi miembro. Sacaba su húmeda lengua y saboreaba mi miembro como si se tratara de un manjar. Y ver sus ojos mientras hacia esa rica felación, era indescriptiblemente excitante. No pude contenerme, tenía que tocarla. Tome su cabello con la mayor suavidad posible, moviendo su cabeza de forma que se convirtiera en la felación perfecta. De nuevo tuve un poco de control sobre ella. Pero ella me recordaba que era suyo, con sus manos. Sus manos me acariciaban todo, nalgas, abdomen, piernas, pecho, todo!

Sentía que mis piernas temblaban, creí que me haría eyacular en ese momento y jamás he eyaculado con sexo oral, pero ella es única (créanme, única de verdad). De pronto se detuvo:

-“Date la vuelta”- me dijo… no, no me lo dijo, me lo ordenó.

-“Liz, esque yo…”- Le respondí. No quería hacerlo, nadie me lo había pedido.

-“Que te des vuelta!”- Me ordeno más sexual y enérgicamente.

Tuve que hacerlo. Lo que hiso ella enseguida fue algo indescriptible, pero trataré de narrarlo. Su lengua fue la furtiva domadora de mi cuerpo, recorriendo mis piernas, he hiso algo que me estremeció por completo, besó detrás de mis rodillas, las cuales se doblaban por el placer que ella provocaba. Llego a mis glúteos y los lamió, los beso y los mordió. Subió a mi espalda recorriendo desde la parte superior de mis glúteos hasta mi espalda. Se asomó por detrás de mí y me dijo de una manera tan suave y sensual “te quiero…” No podía creerlo. Sin quererlo, tenía los ojos cerrados. Y los tenía cerrados por que estaba disfrutando con toda mi concentración aquel ataque fiero y hermoso, sensual y erótico de una mujer tan sensual, tan hermosa, tan única.
-“Abre los ojos mi amor”- me susurro nuevamente. Pude ver nuestro reflejo en el espejo. Era hermoso. Ella estaba escondida, asomada por mi hombro, sus ojos, grandes, escrutadores no dejaban de mirarme. Acariciaba mi pecho y yo quería darme la vuelta y arrancarle la ropa. Mi pene no lo soportaba más.

Traté de controlarme y lo logré. Me di la vuelta casi bailando y la besé. La besé con la urgencia que besa un preso a su amada después de muchos años de condena. Ella se derritió en mis brazos. Así que la tome de los hombros, nos dimos la vuelta como si danzáramos y la puse frente al espejo. Me retire un poco para admirar su cuerpo, ahí parado, esperándome. Le quite la blusa frenéticamente. Sentí el rebotar de sus pechos sobre el aire. Besé su espalda como si tratara de reparar una escultura recién rota. Baje por su columna tratando de imitar la delicia de movimientos que ella me regalo minutos antes. Pase mis manos frente de ella acariciando sus deliciosos senos y bajando hasta los broches del pantalón. Los desabotone como si se tratara de quitarle las hojas a una rosa. Moví mis manos sobre su vientre y fui bajando lentamente mis manos, sobre su pantaleta. Al llegar al lugar donde está su delicioso sexo, su vagina, sentí una humedad densa, exquisita. Podía olerla, aun estando detrás de ella. Me urgía lamerla.

Bajé poco a poco sus pantalones, disfrutando cada centímetro de esas deliciosas piernas. Le quité sus botitas y sus tines. Ver sus enormes y deliciosos glúteos fue maravilloso, los agarre, los sobé. Quería arrancarle la ropa y hacerla mía de un solo golpe, pero nuevamente mis ganas de disfrutarla me detuvieron. Le di la vuelta nuevamente y la besé. No podía dejar de decirle cuanto la quería y de demostrárselo con mis besos.

La llevé a la cama, (por fin!), la recosté y le baje rápidamente su pantaleta. Acaricié sus hermosas piernas con mi lengua; sus suaves, tersas y firmes piernas. La besé en su vientre, subiendo hasta sus senos. Sus pezones estaban paraditos, muy firmes y sabían a gloria. Mientras besaba uno de sus senos, estrujaba suavemente el otro con mi mano. Sentía que no me alcanzaría una noche entera para besar cada rincón de sus hermosos pechos. Baje de nuevo a su vientre, acariciando sus piernas, y mi rostro llego a su sexo, esa hermosa vagina. La olí con todas mis fuerzas, quería que el olor de su rica vagina inundara mis pulmones, que se impregnara dentro de mí, donde nadie me lo arrebataría. Al encontrarme con sus labios vaginales, no pude evitar apretarlos con mis dientes, cubriendo mis dientes con mis labios, siendo extremadamente cuidadoso. Sus gemidos comenzaban a ser notorios. Besé sus labios vaginales como si se tratara de sus labios bucales.

-“Ahh! Mmm!”- eran sus gemidos muy suaves. Abrió sus piernas y pude lamer con mucha mayor libertad esa rica nuez que ya estaba bastante hinchada, su clítoris. Lo lamí con todo el cuidado del mundo, pero con una notoria desesperación. Ella estrujaba las sabanas mientras sus gemidos eran más ricos, más fuertes.

-“Aaaay”- ese “ay” marco el inicio de una emanación deliciosa de fluidos vaginales sobre mi lengua. Me encantaba ver sus ojos en ese momento. Sus pupilas se dilataron y yo seguía lamiendo su vagina y clítoris. Pero mi cuerpo ya no lo soportaba más, tenía que penetrarla. Retiré mi boca de su vagina rica, y pasó algo que me excitó mucho más, sus deliciosos líquidos vaginales quedaron colgando y escurriendo desde mis labios, hasta su rica vagina. Era hermoso ese espectáculo y mi garganta y mi lengua eran invadidos por todo ese néctar único.

Me acosté sobre ella y entonces tome mi miembro, lo dirigí hacia su delicia de vagina y empujé mi verga contra ella. Sentir como se deslizaba de manera tan fácil fue glorioso. Su vagina me apretó de inmediato, acoplando sus paredes vaginales a mi miembro.

Comencé a arremeter contra ella, pero ella no se quedaba quieta, se movía junto con migo. No solo eran movimientos, bailábamos, era una danza sexual sobre la cama. Sentí que mi pene quería sentirse completamente absorbido por su hermosa vagina, así que subí sus hermosas piernas a mis hombros. Mi verga entro completamente a ella, nuestros gemidos se hacían más fuertes. Ya no eran gemidos, eran gritos ahogados.

Nuestra respiración agitada, sus ojos grandes y hermosos y esa hermosa visión de mi verga atravesando su ser. Se veía perfectamente la penetración a su deliciosa vagina. Sus fluidos vaginales brillaban en mi verga cada que esta salía para después volver a entrar con fuerza y poder escuchar la rica voz de Liz quejándose –“ ah!, ah!, ah!, ah!, ah!, hum!, ha! Ay! Ha!”- era algo completamente indescriptible. Nos dimos la vuelta abrazados y ella se sentó sobre mí. Ver sus enormes pechos contonearse con los movimientos de sus caderas era increíble. Ella no hablaba, solo se quejaba muy rico. No deja de mirarme, y yo no sabía que ver. Sus senos que estrujaba yo con notoria desesperación, sus labios gimiendo, sus caderas danzando sobre mi verga.

La besé y me separe de ella. Después acariciándola, la rodee. Ver su cuerpo tendido boca abajo fue enamorarme de la figura de la mujer! Era lo mejor del mundo. Me recosté sobre ella y la penetré suavemente. Ella se empujaba contra mí. Tomó una almohada y la colocó bajo su vientre, provocando una mucho mejor penetración. Sentía sus nalgas ricas abiertas por mi cuerpo. Mi miembro totalmente empapado.

Tome desesperadamente sus caderas y la levanté, quedando ella de rodillas agachada. Su escultural cuerpo es indescriptible. Su vagina abultadita y muy mojada estaba ahí, esperándome. Y algo que pude apreciar mucho mejor fue, su delicia de ano. Una estrella en forma de corazón formado caprichosamente por la naturaleza. Me lancé sobre ella y penetré su vagina de un solo golpe, cosa que era muy fácil ya que estaba completamente mojada. La parte de la cama donde estaba su vagina rica reposando en la posición anterior, se veía notoriamente húmeda. Arremetía contra su vagina con fuerza desmedida. No de forma para lastimarla, pero sí de forma que ella se sintiera completamente poseída. Y ella cooperaba, empujando sus ricas nalgas contra mi cuerpo.

Liz: -“ay!, Damian… ay!, ay!, ha!”-

Yo: -“¿Te gusta mamy?”-

Liz: -“sssi… haa!.. mu… haaa!... muchoo!”-

Su vagina empezó a escurrir más y sus gemidos se hicieron más audibles. Supe que su orgasmo estaba ahí. Su vagina palpitaba, … no, no palpitaba, brincaba por dentro. Ella desvaneció su cara en la cama y yo me separé de ella. Me bajé de la cama y acerque un taburete que estaba en la habitación.

Liz: -“mis piernas… ti..tiembaln…”- Me dijo, aunque yo ya había disfrutado de ese temblor de sus piernas desde antes. -“Que haces?”-

Yo: -“ven, siéntate aquí sobre mi”-

Ella se incorporó y se acercó a mí. Me dio un beso muy tierno y se dio la vuelta. Poco a poco fue bajando su delicioso trasero y metiendo mi verga en su rica y mojadita vagina. Yo me sentía pleno! Sentía que moriría ahí mismo. Comenzó a moverse. Me abandoné a sus movimientos, arriba y abajo, adelante y atrás. Mi verga quería explotar, pero yo luchaba por contenerme, y lo logré.

Yo: -“aaag.. amor, para, espera un momento”- Se levantó, La puse de pie frente a la cama y le dije: -“recuéstate sobre la cama, pero en la orilla, sigue parada en el piso por favor mi amor”-

Liz: -“así mi vida?”- tomando la posición que le pedí. Todo su cuerpo de las caderas para arriba estaba sobre la cama, solo sus hermosas piernas estaban recargadas en el frente de la cama y se sostenía con sus pies bien plantados en el piso.

Yo: -“si mi amor”- me coloque detrás de ella y le deslicé mi miembro a través de su deliciosa vagina. Comencé a arremeter contra ella de forma más fuerte.

Liz: -“ay amor, ay, papi… ah! Ah! Ah! Ah!”-

Sus gemidos me harían eyacular muy pronto, por lo que estaba poniendo toda mi concentración para durar el mayor tiempo posible.

Yo: -“aah así está bien maamy?”

Liz: -“si papiii i i i, dame duro, así mi amor, así…. Ay ay ay, aa! Aah! Aaah!”-

Yo veía su espalda y acariciaba sus hermosos glúteos. De pronto uno de mis dedos juguetones se encontró con su delicia de ano. Tomé mucha saliva de mi boca con mi mano y se la puse en su ano. Metí un poco mi dedo y cuando sentí que ella pronto terminaría en su orgasmo, saque mi pene de su vagina y lentamente lo introduje en su ano.

Liz: -“Ahhhh, ahhh, aaaay,,, aaay”-

Yo: -“estas bien amor?”-

Liz: -“ah, estoy bien… más que bien”-

Ver su enorme trasero partido por mi miembro fue mucho muy delicioso. Su ano me apretaba con fuerza, pero me permitía un movimiento tan rico, tan fuerte, pero a la vez tan suave. Nuestros gemidos parecían hacer eco en la habitación. Ella casi gritaba. Yo solo pujaba con más fuerza.

Liz: -“Ay, ay, ahh! Ahhh! Ahhh, ay… ahhh!”- Sentí que sus piernas comenzaron a perder fuerza, se doblaban. Sus gemidos eran tan fuertes y sonoros, de pronto, su cuerpo se tensó y ella lanzo un par de gemidos, muy fuertes. Yo sabía qué estaba ocurriendo. Ella estaba teniendo un orgasmo. Sentí el temblor de sus piernas, contracciones en su interior.

Yo: -“amor, quieres que me venga?”-

Liz: -“Siii”-

Me senté en la cama y ella se puso de rodillas frente a mí. Comencé a masturbarme frente a su cara, pero ella me quitó la mano y comenzó a hacerme una frenética y exquisita felación. Sus labios subían y bajaban, acariciaban todo mi pene por completo. Su lengua era frenética, incontrolable. Yo quería venirme ahí mismo, pero no podía… de verdad no podía, porque el placer era tan intenso que no quería que terminara. De pronto ella tomó mi miembro y lo puso entre sus pechos! Sin que yo se lo pidiera me estaba masturbando con sus pechos. Sentí que me venía, no podía más. Mis piernas temblaban, exageradamente!. No podía dejar de decir su nombre, retumbaba en cada célula de mi cuerpo. Ella era mía! Y yo era de ella! Tomo mi pene de nuevo y lo lamió y lo chupó. Se lo quité de la boca y comencé a masturbarme de forma desesperada. Le pedí que me acariciara mis pezones (un punto de mucha excitación para mí). Comencé a sufrir espasmos en mi vientre y en mi pené. Ella al darse cuenta, inmediatamente puso mi pene en su boca. Un poco de semen salió disparado hacia su frente, pero para cuando salió todo lo demás, ella ya tenía completamente mi miembro dentro de su boca. Sentí como mi pene palpitaba y con cada palpitación, salía semen y se deslizaba por su garganta.

Cuando hube terminado, ella lo chupo un poco más, extrayendo todo el semen que pudiera quedar en mi pene. Para mi sorpresa y admiración, tenía una cara de satisfacción increíble. Relamía sus labios como si hubiera probado el mejor de los vinos, el mejor de los sabores. Eso me enamoró más de ella.

Al final nos recostamos algún tiempo, acariciándonos tiernamente, platicando de lo nuestro, de lo prohibido, de lo que habíamos hecho, de lo que nos queda por hacer…

Este es el final de la vivencia “De versos a besos”, pero el principio de una vida de amor secreto, discreto y demasiado intenso.

...Liz, estoy enamorado de ti...
 

lucy13

Bovino adolescente
Registrado
5 Abr 2011
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57
muchas felicidades por mas que decir una delicia de relato,
espero que no solo se quede aqui en letras ese maravilloso momento
sino que como dices marque el inicio de esto aunque prohibido
se ve el amor en cada palabra,
suerte
 

vanellope

Becerro
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27 Nov 2012
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23
Te amo!!!
Amor, eres el deseo hecho carne, eres el amor hecho hombre.. Y te amo por eso...
Pronto contare yo mi version, pero gracias mi amor por contar nuestra historia y por ser parte de ella...
TE AMO!!!!
 

pastor666

Bovino maduro
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29 Nov 2009
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320
Muchas Felicidades a ambos!!! Que se puede hacer contra el corazón, si es quien decide de quien enamorarse aunque la razón no lo quiera, como dice lucy13 se lee el amor en cada palabra escrita, deseo que el destino así como los unió, les permita seguir juntos. Saludos a ti Damian, besos a Liz.
 

Tanin

Bovino maduro
Registrado
14 Jul 2010
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104
Ambas versiones imperdibles, exquisitas, seguimos al tanto de esta historia tan intensa.
 
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