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Anoche soñé contigo

dstefan84

Becerro
Registrado
11 Oct 2012
Mensajes
19


Anoche soñé contigo, y no, no es una canción de Kevin Johansen. Anoche soñé contigo, me contabas del tiempo que llevabas sin novio, de la falta que te hacían los abrazos y las caricias. Hablamos sin parar mientras coqueteábamos. Nos mirábamos profundamente de vez en cuando, y cada vez que lo hacíamos me repetía en la cabeza que no le podía hacer esto a mi novia.

Soñé que las miradas se convertían en más mientras hablábamos.

Soñé que te confundías y nos confundíamos sin querer. Soñé que me abrazabas, que acariciaba tu cara y que con temor y movimientos temblorosos te besaba. Soñé con el calor de tu piel, con la textura de tus piernas pegada en mis ojos.

Soñé que tras el beso te marchabas y hacías crecer mis cuestionamientos.

Soñé que las horas pasaban y que estando en mi cama por la tarde abrías la puerta y entrabas. Soñé con miles de explicaciones mutuas y un acercamiento peligroso. Soñé que en silencio me mirabas y que sin dejar de mirarme te desnudabas y te metías en mi cama. Soñé que tu piel era tal como mis ojos la imaginaba. Tu espalda era tal como mis manos la deseaban. Y que nos quedábamos abrazando, casi sin tocarte. Abrazados bajo las sábanas.

Soñé que te recostabas en mi pecho y me hablabas de lo confundida que estabas. De cómo extrañabas un abrazo y las caricias de alguien. Yo te hablé de mi incomodidad, de lo extraño que era esto y de cómo me moría de ganas de tocarte pero mi mente se confundía entre las consecuencias y las dudas de realmente querer hacerlo.

Te hablé de mi novia, de lo nervioso que estaba y de cómo sería mejor que te vistieses. Me miraste con una mirada tierna, como entendiéndome por un segundo. Con tu mirada fija en la mía, en ese silencio que hipnotiza, tomaste mi mano y la llevaste a tu entrepierna. Se sentía caliente… con ese calor que traspasa la piel. Con mi mano quieta, como un primerizo, te miré fijamente. Con la intensidad que tus ojos pedían.

Fue entonces que pusiste tu mano sobre mi verga y cerré mis ojos. Con mi mano en tu entrepierna alcancé tus labios con mis dedos y los recorrí. En medio la humedad recorría tus contornos. Más cerca de mi palma, tu clítoris parecía crecer con rapidez. Lo sentí duro, tan duro como mi verga bajo el pantalón.

Abrí mis ojos y seguías mirándome. Tiernamente. Con una sonrisa tierna y malévola a la vez, mientras comenzabas a mover tus caderas. Seguíamos en silencio, con tus ojos diciéndome si te sientes mal, al menos deja que yo me sienta bien… Te movías lentamente. Con mis dedos acariciando tu entrepierna. Sintiendo la humedad recorrer mis dedos. Sintiendo tu clítoris rozar más y más cerca con mi mano. Sintiendo tu mirada siempre en mis ojos y tu mano apretando mi verga sobre el pantalón. Mientras te movías más y más fuerte.

Te miré y acaricié tu cara. Sujeté tu rostro pare tener tu mirada más cerca. Sin besarte, sin hablarte. Me deslicé entre tus labios hasta tener un par dedos dentro tuyo, mientras con mi pulgar presionaba tu clítoris contra tu cuerpo. Suavemente moví mi dedo para dejarlo sobre tu clítoris y comencé a moverlo. Hacia arriba y hacia abajo. Una vez tras otra. Luego haciendo círculos y a ratos dejándolo fijo. Presionándote con el movimiento que necesitabas, mientras tus caderas se movían más y más fuerte contra mi mano. A ratos entraba y sacaba los dedos que tenía dentro tuyo. Sentía como te mojabas. Oía como acelerabas tu respiración. Veía como tus pupilas se dilataban. Como tu piel se tensaba y cómo tus mejillas enrojecían.

Te apreté a mi cuerpo. Con tu cabeza cerca de mi pecho y esa mirada fija en mis ojos y en tus deseos. Vi cuando cerraste tus ojos y respiraste profundo, conteniendo el aire de la pieza. Sentí tus fluidos recorrer mis dedos, saliendo sin parar. Tu clítoris duro, caliente. Tu cuerpo rígido por unos segundos. Te corriste en mi cama. Te corrí con mis manos. Abriste tus ojos al recuperar la respiración y te quedaste mirándome nuevamente. No sonreíste, no gemiste ni gritaste. No dijimos una sola palabra. Tan sólo me miraste y luego posaste tu cara en mi pecho. Pusiste una mano sobre mis hombros, como si te quisieras agarrar de mí para que no me escapara. Y cerraste tus ojos por unos minutos. Yo parpadeé un par de veces y desperté de mi sueño.

Estaba en la pieza de siempre. En la cama de siempre. Con mi novia, a mi lado.

Me levanté de la cama y fui al baño. Mi verga estaba tan dura como en el sueño. Me toqué un par de veces pensando en los recuerdos y me corrí.

Volví a la cama. Eran las 4:30 de la mañana. Puse mi mano bajo la almohada y dormí.

Hoy te vi nuevamente y no supe qué hacer. Me sonreíste. Pasaste varias veces cerca de mí. Me hablaste y parecías querer decirme algo que nunca dijiste. Sólo empezabas y terminabas con una mirada y decías alguna palabra que más que palabra era sólo un sonido. Imaginé que habías soñado conmigo. Imaginé que querías preguntarme qué había soñado. Imaginé tantas cosas que me quedé perdido en mi imaginación.

Terminó el día y cada uno se fue para su casa. Yo donde mi novia me espera y tú donde tu novio dejó un vacío.
 
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